El desayuno
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
(Luis Alberto de Cuenca*, El hacha y la rosa, 1993)
[Selección del profesor Francisco Javier Aznar]
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Sincero que es el poeta...jeje. A mí me gusta la cotidianeidad de las cosas que cuenta, aunque a veces sean barbaridades como alguna del disco de Loquillo "Entre todas las mujeres" o como la del poema que has publicado por ahí "La mujer sin cabeza"; aunque sean barbaridades, el entorno es el cotidiano.
ResponderEliminarBueno, y ¿qué métricas son estas pues? ¿son homologadas o invenciones suyas? Parece mentira que los antiguos se ciñeran siempre a unos esquemas tan rígidos pudiendo hacer uno lo que le venga en gana como desde principios del siglo XX.
Carlos San Miguel