Carles Riba |
En 1916 fue nombrado profesor de la Escuela de Bibliotecarias, cargo que ocupó -con interrupciones debidas a la dictadura de Primo de Rivera y al bienio negro- hasta 1939. En el mismo año contrajo matrimonio con la poeta Clementina Arderiu, a quien había conocido en unos juegos florales en 1912. Completó su formación humanística con viajes a Italia (1920) y a Grecia (1927), además de con una estancia en Munich (1922), donde conoció a Karl Vossler (creador del Idealismo lingüístico y la Estilística) y se inició en la Estilística. De 1923 a 1932 colaboró con el lingüista Pompeu Fabra en la preparación del Diccionari general de la llengua catalana (1932). Desde 1925 trabajó en la Fundación Bernat Metge, especializada en estudios clásicos, y en 1934 fue nombrado profesor de griego de la Universidad de Barcelona.
Comprometido con el catalanismo y con la II República, en enero de 1939, cuando la guerra estaba ya perdida para los republicanos, se vio obligado a emprender el camino del exilio, donde coincidió con Antonio Machado. En Francia encontró refugio en el molino del chateau de Bierville, en el municipio de Boissy-la-Rivière, departamento de Essonne, al sur de París, donde el Gobierno francés acogió a un grupo de escritores e intelectuales catalanes. En este lugar comenzó a escribir sus Elegías de Bierville. Durante el exilio y tras su regreso a España en 1943 siguió realizando traducciones de autores clásicos para la fundación Bernat Metge, organismo que llegó a dirigir. Tradujo la Odisea, las Vidas paralelas de Plutarco, obras de teatro de Sófocles y Eurípides, a Kavafis, Rilke, Hölderlin y Kafka.
Su obra poética, en la que se aprecian influencias de los clásicos griegos junto a la de los italianos Dante y Petrarca o los catalanes Ausias March y Carner, está recogida, entre otros, en Primer libro de estancias (1919), Segundo libro de estancias (1930), Elegías de Bierville (1943), Del juego y del fuego (1947), Salvaje corazón (1952) y Esbozo de tres oratorios (1957).
Elegías de Bierville, su obra más destacada y pieza fundamental en la lírica catalana del siglo XX, fue compuesta entre 1939 y 1942. Debe su título al viejo molino de Bierville donde inició su composición, si bien tomó forma definitiva en Montpellier, donde Riba se instaló después. En una edición muy reducida, se publicó en Barcelona en 1943, con un falso pie de imprenta de Buenos Aires y fecha de 1942, para burlar la censura. En 1949 apareció en Santiago de Chile la primera edición completa, a la que seguirá la de Barcelona de 1951.
Formada por doce composiciones, la obra habla de la experiencia de los vencidos. Se trata de un libro místico, un viaje iniciático que revela el sentido de la vida y de la muerte. Apartado de su patria, Riba regresa mentalmente a Grecia, la patria común, en busca de la salvación. Riba, desde la tragedia del exilio, inicia, según Marta López Vilar, una búsqueda de la plenitud y de la esperanza. Se trata, como explica Santos Domínguez, de un viaje hacia sí mismo que "arranca del vacío, de la conciencia de desposesión y la insuficiencia de la palabra para transformarse en un recorrido iniciático".
La Elegía II es una de las compuestas durante su estancia en Bierville. Se inicia, como observa López Vilar (Elegías de Bierville (1943) de Carles Riba (1893-1959): Una interpretación simbólico-mística, 2012), tras el recuerdo del viaje a Grecia que había realizado doce años antes con su esposa. Por tanto, al recuerdo del lugar sagrado se une la connotación sentimental de un recuerdo feliz. El poema desarrolla, según López Villar, "dos imágenes paralelas de un mismo motivo": la imagen real de Sunión y la imagen simbólica. Como símbolo de la verdad absoluta y de pureza divina, se convierte en lugar de encuentro con la consciencia de sí mismo, de modo que el recuerdo del templo ("te evocaré de lejos") se transforma en "el motivo liberador y salvador de la persona" en el poema.
Su obra poética, en la que se aprecian influencias de los clásicos griegos junto a la de los italianos Dante y Petrarca o los catalanes Ausias March y Carner, está recogida, entre otros, en Primer libro de estancias (1919), Segundo libro de estancias (1930), Elegías de Bierville (1943), Del juego y del fuego (1947), Salvaje corazón (1952) y Esbozo de tres oratorios (1957).
Chateau de Bierville |
Elegías de Bierville, su obra más destacada y pieza fundamental en la lírica catalana del siglo XX, fue compuesta entre 1939 y 1942. Debe su título al viejo molino de Bierville donde inició su composición, si bien tomó forma definitiva en Montpellier, donde Riba se instaló después. En una edición muy reducida, se publicó en Barcelona en 1943, con un falso pie de imprenta de Buenos Aires y fecha de 1942, para burlar la censura. En 1949 apareció en Santiago de Chile la primera edición completa, a la que seguirá la de Barcelona de 1951.
Formada por doce composiciones, la obra habla de la experiencia de los vencidos. Se trata de un libro místico, un viaje iniciático que revela el sentido de la vida y de la muerte. Apartado de su patria, Riba regresa mentalmente a Grecia, la patria común, en busca de la salvación. Riba, desde la tragedia del exilio, inicia, según Marta López Vilar, una búsqueda de la plenitud y de la esperanza. Se trata, como explica Santos Domínguez, de un viaje hacia sí mismo que "arranca del vacío, de la conciencia de desposesión y la insuficiencia de la palabra para transformarse en un recorrido iniciático".
La Elegía II es una de las compuestas durante su estancia en Bierville. Se inicia, como observa López Vilar (Elegías de Bierville (1943) de Carles Riba (1893-1959): Una interpretación simbólico-mística, 2012), tras el recuerdo del viaje a Grecia que había realizado doce años antes con su esposa. Por tanto, al recuerdo del lugar sagrado se une la connotación sentimental de un recuerdo feliz. El poema desarrolla, según López Villar, "dos imágenes paralelas de un mismo motivo": la imagen real de Sunión y la imagen simbólica. Como símbolo de la verdad absoluta y de pureza divina, se convierte en lugar de encuentro con la consciencia de sí mismo, de modo que el recuerdo del templo ("te evocaré de lejos") se transforma en "el motivo liberador y salvador de la persona" en el poema.
Molino de Bierville |
Las ruinas, el mar Egeo (supongo), los barcos a vela...otra evocación estupenda de lo que has llamado "patria común", que es Grecia.
ResponderEliminarAh, y muy interesante la bio del autor...¿conocería a María Moliner como profesor de bibliotecarias?
Carlos San Miguel