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domingo, 12 de mayo de 2024

"Kymata" (Olas) y otros dos poemas de Marta López Vilar


André Bertoneusque, Contando las olas


Kymata

 (Olas)

Escucho
—acodada frente al mar que alguna vez ha de llevarme
el palpitar exacto y silencioso de estas olas
iguales sólo a aquellas que jamás llegaran
a este puerto,
la solitaria palabra de los vientos
que, oscuramente,
tejen y destejen mi destino.

Escucho sin oírte
y me pregunto
si acaso tú y yo somos la desordenada sombra
de los días
la perpetua sombra de los días
que fluye por la piel transparente de este mar
y me desvela el presente con la misma lentitud 
de una sibila vieja a punto de morir
de olvido y de futuro.

De La palabra esperada, Hiperión, 2007

Perséfone

Mas él, atrayéndola a sí, le dio a comer dolosamente
un dulce grano de granada, para que
no se quedase para siempre allá, al lado de su venerada
Deméter, la de peplo púrpura oscuro.
"Himno Homérico a Deméter"

Acerco a mis labios el oscuro néctar que mana de esta ofrenda.
Imagino que va a poder curarme, que esa sangre púrpura
es lo que queda de la tarde más hermosa: la que no veo,
la que nunca veré extendida en mis ojos.

Entrego lo que tengo de mi frágil juventud
a este instante que tiembla. 
Entrego mi cuerpo como el mimbre a esta sed y a este vacío.
Es la prueba que me queda de estar viva

Alguien me habla fuera ,
alguien pide mis manos de nieve, su pureza.
Pero nada toco en ese instante que me exige
la más limpia claridad de quien soñó con regresar
al mundo de los vivos.
Este cuerpo joven no será para siempre de la vida,
comí de la granada de la noche,
su engaño de luz y de esperanza.
Y en la tierra morirá lentamente aquel lirio tan puro 
que me trajo a las sombras. 
Y mi madre le llorará cada día, como si hubiera muerto.

De En las aguas de octubre, Bartleby, 2016

El árbol

Miro el árbol bañado por el sol. Miro sus ramas, sus
hojas, cómo sus raíces salen de la tierra. Amanece y
nada parece acabar nunca. Todo desde su principio: el
viento, el pájaro pequeño que me mira desde el árbol,
la hierba que crece alrededor. Acerco mi mano hacia la
luz  del   sol  entre  las ramas. Es  como  si  pudiera
acariciarlo. Me quedo  detenida bajo el árbol. Todo
cabe en esa luz atravesando las hojas. Todo cabe. Todo
cabe en  mis dedos. Mi  nombre,  de repente. Mi 
corazón, de repente. Hermoso árbol que no conoce la
noche, cuida de mí.

De El Gran Bosque, Pre-Textos, 2019

Marta López Vilar. (Universidad Complutense de Madrid)


Marta López Vilar (Madrid, 1978)  es doctora en Filología Española por la Universidad Autónoma de Madrid,  con una tesis sobre el simbolismo y la mística en las Elegies de Bierville, del poeta catalán Carles Riba. Ha sido profesora de lengua y literatura catalanas en la Universidad de Alcalá de Henares y actualmente lo es de filología catalana en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del grupo de investigación UCM Poéticas de la Modernidad.

Su libro De sombras y sombreros olvidados obtuvo en 2003  el Premio Blas de Otero de Poesía de Madrid. En 2007 ganó el Premio Arte Joven  con el libro La palabra esperada. En 2016 publicó su tercer poemario, titulado En las aguas de octubre. Por El Gran Bosque obtuvo el II Premio Internacional de Poesía Margarita Hierro en 2018. Sus poemas figuran en diversas antologías españolas y extranjeras y han sido traducidos al italiano, portugués y húngaro. Es autora, así mismo, de la edición del libro (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016) (Bartleby, 2016). Como traductora literaria ha realizado la edición y traducción  de los libros Dos viajes al más allá (ELR Ediciones, 2005), Elegías de Bierville de Carles Riba (Libros del Aire, 2011) y Libro de ausencias de Miquel Martí i Pol (Bartleby, 2022). También ha traducido poesía griega contemporánea. Ejerce la crítica literaria en revistas como Turia.
Dante Gabriel Rossetti, 
Perséfone, 1874


El segundo poema hace referencia al mito de Perséfone (conocida también por el nombre de Kore, y como Proserpina en la mitología romana), hija de Zeus y Deméter, la diosa de la fertilidad de la tierra. Perséfone se encontraba cogiendo flores en compañía de las ninfas cuando fue raptada por Hades, dios del Inframundo, para convertirla en su esposa. Cuando Deméter lo supo, se entristeció tanto que la tierra dejó de producir, ante lo cual Zeus exigió a Hades que dejara regresar a la joven al mundo de los vivos. Este aceptó con la condición de que
 no comiera nada en el reino de los muertos. Pero Hades no se resignaba a perderla y engañó a  Perséfone ofreciéndole una granada de la cual esta comió seis granos, por lo que ya no era posible el regreso. Finalmente, se llegó a un acuerdo: la joven regresaría seis meses al año junto a su madre (los meses de buen tiempo, en que la tierra se vuelve productiva) y los otros seis, en que los árboles pierden las hojas y la tierra no produce, permanecería en el Hades. Así explica el mito el nacimiento de las estaciones. 

3 comentarios:

  1. Me gusta ese puente Madrid - Cataluña que a mucha gente por uno y otro lado le gustaría que se hundiera.
    ¡Qué mito tan bonito que no conocía yo.,. Me gusta el poema pero el final lo encuentro algo confuso porque esos tres últimos versos no sé a quién se refieren . ¿Pues no se siente la protagonista en el papel equivalente al de Perséfone...? ¿quién es el "lirio blanco" que la llevó a las sombras, pues ? Lioso, ¡qué lástima de final
    Carlos San Miguel

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    1. Se refiere a las flores que estaba cogiendo cuando fue raptada y que morirán tras la desaparición de Perséfone, como todos los elementos vegetales. Perséfone suele ser representada con una granada o recogiendo una flor blanca.

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    2. Ahhhh... Si es que hay que graduarse previamente en mitología... jjjj ¡gracias

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