Cuando en 1620 Lope de Vega escribe su Introducción a la Justa poética en honor de san Isidro, pone cinco ejemplos de sonetos perfectos y uno de ellos es este, compuesto por el aragonés Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613). Reproducimos la versión del texto recogida en las Rimas de Lupercio y Bartolomé L. de Argensola (Zaragoza, 1634, pág. 72), la más autorizada en opinión de José Manuel Blecua. El poema lo publicó ya en 1605 Pedro Espinosa en la antología Flores de poetas ilustres, entre las 19 composiciones atribuidas a Lupercio. En respuesta a las dudas surgidas sobre su autoría (Eduardo Juliá lo atribuyó al canónigo valenciano Tárrega), José Manuel Blecua defiende la autoría de Lupercio, aduciendo entre otras razones que se atribuyó siempre a Lupercio en vida del autor y de su hermano, lo que los Argensola, que se resistieron a que se publicaran sus poemas, no hubiesen admitido de no ser cierto. Y añade Blecua en su argumentación lo siguiente:
Para mí no ofrece duda que el soneto fué escrito por alguien que había vivido en Zaragoza lo suficiente, por lo menos, para saber que aun antes de que aparezca el otoño, el Moncayo, "como suele", lanza vientos helados capaces de arrancar chimeneas [...] y para saber que el Moncayo se ve muy bien desde Zaragoza en días claros "coronada de nieve su alta frente". La asociación del Ebro —con sus riadas— al frío y ventoso Moncayo encaja perfectamente en la estructura de los cuartetos. La localización es precisa y exacta.[...]
(Se me argüirá que tampoco hay mar en Zaragoza, y sí en Valencia, pero leyendo despacio el soneto, se advertirá muy bien cómo los dos últimos versos del segundo cuarteto abandonan la localización, para generalizar todo y preparar la entrada del terceto cuya universalidad es indudable.)
El tiempo desapacible que caracteriza la llegada del invierno se corresponde con la tristeza del hombre que lamenta haber desperdiciado su juventud, vergonzosamente, en el amor (Tais era el prototipo de cortesana).Destaca la feliz disposición de los motivos (la caída de las hojas, las lluvias, las nevadas, el día breve, el viento del norte), aderezada con imágenes de sabor local: las crecidas del Ebro o las nieves del Moncayo. Por lo demás "la conclusión es excelente", según dijo ya Lope de Vega.
REFERENCIAS:
-José Manuel Blecua, El soneto "Llevó tras sí los pámpanos octubre", RFE, XXXVIII, 1954, págs. 272-278. Consultado en: https://xn--revistadefilologiaespaola-uoc.revistas.csic.es/index.php/rfe/article/view/1092/1382
-Francisco Rico, Mil años de poesía española, Planeta, 3ª ed., 1997
Bueno, bueno... pero no nos hagamos ilusiones que aunque llueva en el Pirineo y pueda crecer el Ebro, la sequía persiste a sotavento del Moncayo (desde Castilla) y, supongo, que en otras tierras de la margen derecha. Al menos, en mi pueblo. Y ya vemos de que aquello de "Por todos Los Santos, nieve en los altos" no se cumple. Y seguro que su continuación : "...y por San Andrés, por los pies", tampoco se dará.
ResponderEliminar¡Qué bueno este poema de carácter meteoro-geográfico local ! y es que de todo se puede hacer Poesía interesante.
Ah, y la pintura me encanta. ¿Ese puente era el de Piedra? ¿y qué le pasaría, que está hundido? ¿una crecida acorde con el poema (poco probable me parece por su sólida aparente construcción) o alguna acción militar?
Carlos San Miguel
Efectivamente, una riada se había llevado la parte central del puente. Encontrarás toda la información sobre esta pintura en Wikipedia.
Eliminar¡Lo miraré ¡Gracias
ResponderEliminarCarlos