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domingo, 25 de abril de 2021

"El albatros" y otros poemas de Charles Baudelaire





El albatros

Por distraerse, a veces, suelen los marineros
Dar caza a los albatros, grandes aves del mar,
Que siguen, indolentes compañeros de viaje,
Al navío surcando los amargos abismos.

Apenas los arrojan sobre las tablas húmedas,
Estos reyes celestes, torpes y avergonzados,
Dejan penosamente arrastrando las alas,
Sus grandes alas blancas semejantes a remos.

Este alado viajero, ¡qué inútil y qué débil!
Él, otrora tan bello, ¡qué feo y qué grotesco!
¡Éste quema su pico, sádico, con la pipa,
Aquél mima cojeando al planeador inválido!

El Poeta es igual a este señor del nublo,
Que habita la tormenta y ríe del ballestero.
Exiliado en la tierra, sufriendo el griterío,
Sus alas de gigante le impiden caminar.

Elevación

Por encima de estanques, por encima de valles,
De montañas y bosques, de mares y de nubes,
Más allá de los soles, más allá de los éteres,
Más allá del confín de estrelladas esferas,

Te desplazas, mi espíritu, con toda agilidad
Y como un nadador que se extasía en las olas,
Alegremente surcas la inmensidad profunda
Con voluptuosidad indecible y viril.

Escápate muy lejos de estos mórbidos miasmas,
Sube a purificarte al aire superior
Y apura, como un noble y divino licor,
La luz clara que inunda los límpidos espacios.

Detrás de los hastíos y los hondos pesares
Que abruman con su peso la neblinosa vida,
¡Feliz aquel que puede con brioso aleteo
Lanzarse hacia los campos luminosos y calmos!

Aquel cuyas ideas, cual si fueran alondras,
Levantan hacia el cielo matutino su vuelo
-¡Que planea sobre todo, y sabe sin esfuerzo,
La lengua de las flores y de las cosas mudas!

De Las flores del mal.Versiones de Antonio 
Martínez Sarrión, La Gaya Ciencia, Barcelona, 1976

I

EL EXTRANJERO

 

—¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?

—Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.

—¿A tus amigos?

—Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.

—¿A tu patria?

—Ignoro en qué latitud está situada.

—¿A la belleza?

—Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.

—¿Al oro?

—Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.

—Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?

—Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá…,¡a las nubes maravillosas!

 

XXXIII

EMBRIAGAOS

 

Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que embriagaros sin tregua.

Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.

Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la tristona soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el reloj; os contestarán: “¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos y mártires del tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino, de poesía o de virtud; a su gusto.”

 De Pequeños poemas en prosa. Traducción de Enrique Diez-Canedo, Col. Austral, Espasa Calpe Argentina, Buenos Aires, 1948


Baudelaire retratado por su amigo Nadar en 1855. Musée d'Orsay

Charles Baudelaire (París, 1821-1867) fue un  poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés. Precursor del simbolismo y de las vanguardias del siglo XX, está considerado el primer poeta de la modernidad y el máximo representante de lo que se ha dado en llamar "poeta maldito" por su vida atormentada y su obra provocadora.

Era hijo de un pintor y exsacerdote que, por edad, podría haber sido su abuelo pues lo concibió cuando tenía 62 años. Este  murió en 1927 y un año después su joven viuda volvió a casarse con el comandante Aupick, que pronto llegaría a general y a senador, y con quien el joven Charles mantendría una difícil relación a lo largo de toda su vida.  Tras unos años de tormentoso internado, del que fue expulsado en 1939, se matriculó en la Facultad de Derecho y empezó a relacionarse con artistas del Barrio Latino y con prostitutas. Quizá por esta época contrajera la sífilis, enfermedad que marcaría su vida con terribles secuelas. A los veinte años, su padrastro, deseoso de apartarlo de su vida desordenada y de su creciente pasión por la literatura, lo embarcó con destino a la India, pero  el joven decidió regresar a Francia desde la isla Mauricio. En París conoce a la mulata Jeanne Duval, que se convertirá en la más duradera de sus amantes, y traba amistad con los poetas parnasianos Gautier y Banville.

Jeanne Duval dibujada por Baudelaire.
(wikipedia)

Tras alcanzar la mayoría de edad (veintiún años), accede a la herencia paterna, que derrocha ostentosamente, cultivando el dandismo —se le podía ver paseando por los Campos Elíseos con el pelo teñido de verde y vestido con un blusón de campesino sobre un frac e invitando a exquisitos banquetes a sus amigos literarios, de forma que en un año había consumido casi la mitad de su herencia. Por este motivo, su padrastro convocó un consejo de familia que decidió tutelar su herencia y pasarle una modesta pensión, pero no lograron impedir que sus deudas se fueran incrementando a lo largo de toda su vida. Un año después, en 1845, publica un prematuro estreno como crítico de arte y lleva a cabo su primera tentativa de suicidio.

En los años siguientes se relaciona con artistas de la bohemia parisina y comienza a consumir hachís, mientras escribe brillantes críticas de arte, publica sus primeros poemas en revistas y la novelita autobiográfica La Fanfarlo (1947) que, en opinión de José María Valverde, puede leerse como autocaricatura introductoria de toda su obra. Conoce la obra de Poe, que le causará una profunda impresión y que dará a conocer en Europa traduciendo sus cuentos. Simpatiza brevemente con la revolución de 1848 llegó a defenderla en las barricadas, pero el fracaso de esta y el ascenso de Luis Napoleón lo llevan a refugiarse en su "torre de marfil". Como observa Valverde, quien había dicho que había que elegir entre ser dandy y socialista elige lo primero.  Se apasiona por la música de Wagner y vive continuamente asediado por las deudas y atormentado por su enfermedad  y por las crisis con Jeanne Duval. 

En 1857 publica el libro al que debe su fama,  Las flores del mal, que no tardará en ser secuestrado por la justicia por considerarlo obsceno, blasfemo y una amenaza contra la moral debido al contenido de seis de sus poemas, que serán censurados y le acarrearán una multa. En 1861 aparece una segunda edición en la que los seis poemas suprimidos son reemplazados por treinta y cinco composiciones nuevas. El mismo año publica también Los paraísos artificiales, que incluye el célebre poema "Sobre el vino y el hachís", donde concluye que el primero es útil y benéfico, y el segundo, inútil y perjudicial. La enfermedad de Jeanne, que se queda hemipléjica, agrava su situación económica, apenas paliada por las pequeñas pensiones oficiales que recibe. En 1864 viajó a Bruselas, donde residió dos años, para pronunciar una serie de conferencias y con la intención de publicar sus obras completas; sin embargo, el proyecto fracasó por falta de editor. En 1866 aparecen varios de sus poemas en 'Le Parnasse contemporain', revista de los parnasianos, pero en marzo  sufre un ataque que le paraliza medio cuerpo y le hace perder el habla. Trasladado por su madre a un hospital de París, donde es sometido a crueles tratamientos,  falleció en agosto de 1867, tras permanecer un año paralizado y casi mudo. Tenía 47 años. Fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba que su odiado padrastro.

Su poética innovadora, que dio origen al movimiento simbolista,  se traduce en la musicalidad del poema, la audacia de la imagen y las "correspondencias". Las flores del mal, un  libro gestado a lo largo de veinte años, representa una ruptura radical con la lírica anterior  y constituye una de las cimas de la literatura del siglo XIX. Baudelaire se propuso crear una obra que no fuese una mera recopilación de poemas, sino que respondiera a una rigurosa arquitectura y a un orden propio, donde las partes se subordinasen al conjunto. Aparece dividido en cinco secciones, después de su famoso poema introductorio, "Al lector": Spleen e Ideal, Cuadros parisienses, El vino, Flores del mal y Rebelión, seguidas de una conclusión: La muerte

Retrato de Baudelaire. (Getty)
Las flores del título, explica Cano Menéndez, "son el mal, el sadismo y la perversidad latente en cada ser humano, flores débiles que ayudan a mitigar el hastío (spleen), el tedio de vivir (tedium vitae), tema fundamental del libro, enfermedad característica del dandy, ocioso y lúcido, que habiendo degustado todos los placeres sin haber conseguido el Ideal deseado, ya sólo puede hundirse en el abismo". El mismo Baudelaire declaró que en él había pretendido "extraer la belleza del mal" y definió el libro como un diccionario de crímenes, vicios y melancolías, pero también, como recuerda su traductor al catalán Pere Rovira, de generosidad y compasión, pues Baudelaire aborrece la sociedad en que le ha tocado vivir —no cree en la democracia y desprecia la idea de libertad política y la fe en el progreso social y, sin embargo, expresa ternura hacia los desechos de esa sociedad, los marginados. Y, como observa Rovira, una de las novedades de la poesía de Baudelaire es, precisamente, que convierte en protagonistas trágicos, en un escenario urbano, a estos personajes que rara vez habían alcanzado categoría poética (traperos, prostitutas, delincuentes, borrachos...) y, "acompañándolos, el poeta solitario, residuo también de la sociedad". Un poeta que, para el autor francés, es un ser iluminado, alguien que, como el albatros, debe vivir en las alturas, porque una vez en tierra, entre el resto de la gente, es completamente inútil. 

La novedad de su poesía alcanza tanto al contenido (introduce temas hasta entonces ajenos a la poesía) como a la forma, si bien se sirve, de una manera nueva, de los modelos del verso francés clásico: frente a los poemas largos cultivados por V. Hugo o Leconte de Lisle, prefiere la brevedad y concisión; buena parte de sus composiciones son sonetos, aunque también utilizará otras fórmulas métricas, y junto al alejandrino utilizará el eneasílabo, versos propios de la versificación francesa antigua recuperados por Gautier, a quien dedicó su libro. 

Las flores... encuentra su complemento en el libro póstumo Pequeños poemas en prosa (1869), otro de los grandes avances de la poesía moderna, que supone la ruptura definitiva con las formas poéticas clásicas. Partiendo del modelo de Gaspard de la nuit, del poeta romántico Aloysius Bertrand, quiso aplicar a la descripción de la ciudad moderna la forma que aquel había usado en la evocación del pasado. Se trata de una colección de cincuenta poemas que ofrecen una nueva versión del mundo urbano. Fueron publicados en periódicos a partir de 1855. En 1864 el diario Le Figaro publicó cuatro partes de la obra bajo el título Le spleen de Paris, que suele figurar como subtítulo en las ediciones de Pequeños poemas... Baudelaire explicó que le daba ese título para "formar contrapartida a Las flores del mal". Presentan breves escenas y estampas de la vida cotidiana que fijan su atención en los marginados y encuentran en la prosa poética la forma más adecuada. 

EL PASADO 9 DE ABRIL SE CUMPLIERON DOS SIGLOS DEL NACIMIENTO DE BAUDELAIRE.

Courbet, Taller del pintor. A la derecha, leyendo, Baudelaire

Édouard Manet, La amante de Baudelaire, reclinada

Referencias:
-Cano Menéndez, María Dolores: "Aproximación a Las flores del mal", La Vanguardia (16 / 10 / 2020).
-Martínez Sánchez, Jesús, y otros: Literatura Universal. Bachillerato, Akal, 1998.
-Rovira, Pere: "Les flors del mal, audacia y tradición", La Vanguardia (27/03/2021).
-Valverde, José María: "El arranque de la modernidad poética. De Baudelaire al simbolismo", en Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la Literatura Universal, vol. 8, Planeta, Barcelona, 1986, págs. 5-92.

[Imagen inicial: conocelafauna.com]

3 comentarios:

  1. ¡Vaya...! Nunca había leído nada del famoso Baudelaire salvo una composición sobre una mujer vampiro o quizá la muerte que, creo, era de Las flores del mal... ésa que habla de que su voz chirríaba como un veleta vieja...
    Bueno, supongo que sí lo he leído; a través de sus seguidores modernistas.
    Fantásticos los 4 poemas, especialmente los dos primeros, aunque comparto la necesidad de "embriagarse" para soportar la realidad. Aunque, respecto al primero, quizá los poetas estén mal vistos en la pragmática sociedad pero...que tire la primera piedra quien no ha sido algo poeta a sus quince años.
    Carlos San Miguel

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    1. Supongo que te refieres a "La metamorfosis del vampiro", uno de los poemas censurados, en el que dice algo así como que chocaban pedazos de esqueleto de los que se alzaban chirridos de veleta.

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    2. ¡Ése, ése, que es espeluznante! Ah, pues cómo han cambiado los valores...Y esto lo censuraron...¡Qué poco imaginaban el Cine que vendría cien años después!
      Carlos

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