|
Campos de tierra
Esto es Castilla,
mi cuerpo tan seco,
esta carne prieta y dura como alpaca,
levantada por leves lomas, colinas
modestas, algún apacible remanso.
Esto es Castilla,
los ojos oscuros color de barro,
la piel y las trenzas recias, pardas.
Vengo de la tierra del pan y del vino,
donde otros antes que yo
escondieron la cebada
que no saciaría su hambre ni su sed.
Soy nieta de emigrantes, carbón humano,
las entrañas unidas con alambre,
mujeres y hombres ceñidos de esparto
y entregados al delito del trabajo
manual. Ellos me levantaron el alma
con golpes de azada que aún retumban
en amor áspero y tierno que me puebla
los surcos de las severas costillas.
En frágiles pasos de albarcas me han traído
para que un día yo soltara
las hoces de la siega, la esteva del arado
y cantara estos poemas;
me han colmado la boca de trigales,
me han confiado toda la luz,
la digna primavera de la maleza.
Soy de un hogar que se seca y se adhiere
como costra en los codos de la tez morena.
Soy de un hogar compacto hasta la grieta,
donde el roble solo sangra si lo partes.
Ay del agua oculta —dentro siempre dentro—
en nuestro pecho, quién oirá este canto
de labranza que cargo en las espaldas,
quién este ruido de savia entre los huesos.
Esto es Castilla
y todos los árboles
que me brotan en hilera
señalan que debajo
fluye un río.
Far West
Esta planicie sigue siendo el oeste
y en mí siempre cupo el espanto
de los grandes desiertos,
de la soledad de la encina de Castilla.
Jamás laberinto más terrible
que aquel que no conoce muros.
La noche se cierne aquí sobre nosotros
de una sola vez y por entero
y cuando el sol te inunda
—qué hacer si te calcina—
nadie se puede guardar.
Abandonados somos a la llanura.
De Autobús de Fermoselle, Hiperión, 2019
|
Maribel Andrés Llamero (Salamanca, 1984) es licenciada en Filología portuguesa y en Teoría de la Literatura y Literatura comparada. Actualmente trabaja como profesora asociada de Literatura brasileña y portuguesa en la Universidad de Salamanca, al tiempo que imparte clases de Lengua y cultura españolas a extranjeros, y realiza su tesis doctoral en Filología hispánica en el ámbito del estudio del bilingüismo literario luso-español. La vida académica la ha llevado a vivir en París, Río de Janeiro, Buenos Aires y Lisboa. En 2018 publicó su primer poemario,
La lentitud del liberto. Con el segundo,
Autobús de Fermoselle, ganó el XXXIV Premio de Poesía Hiperión (ex aequo).
Como un "viaje vindicativo de la infancia y los orígenes en Castilla" define Enrique García Pozo este libro que toma su título de una canción de
Agustín García Calvo. La localidad zamorana de Fermoselle funciona, según Luis Bagué Quilez, en este libro tan alejado de "la fascinación neorrural como del lamento elegiaco", "como metáfora germinativa del corazón de Castilla: decorado de película del oeste, ruta trashumante donde convergen todos los caminos o
campo horizontal en el que solo desentona
la verticalidad del ciprés y de la cruz". El jurado ha destacado "la defensa de los valores éticos, vitales y familiares" y "su conciencia del medio natural y de la lucha por la vida de las generaciones anteriores, como acicate para actuar sobre un presente áspero y difícil".
[Imagen inicial: valladolidenbici.wordpress.com]
Precioso poema enchina que la piel y rasga el alma.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Gracias por leernos y por tu comentario, Gertrudis.
Eliminar¡Maravillosos! Me han gustado mucho porque algo de esos secarrales y mucho de esos esforzados ancestros (muy justo eso de "entregados al delito del trabajo" puesto que la vida no parece premiar al esforzado y sí al parásito, sea cual sea su clase social). Aparte de que son muy bellos. Ejemplo: "jamás laberinto más terrible que el que no conoce muros" Buenísimos.
ResponderEliminarCarlos San Miguel