El poeta Miguel Labordeta Subías nació en Zaragoza en 1921. Hermano del cantautor y escritor José Antonio Labordeta, inició sus estudios en el colegio Santo Tomás de Aquino (fundado por su padre, catedrático de Latín) y se examinó de bachillerato como alumno libre en el instituto Goya. Tras licenciarse en Historia con premio extraordinario en 1942, marchó a Madrid con la intención de obtener el doctorado. Durante su estancia en la capital entró en contacto con otros escritores y con corrientes como el postismo y el surrealismo. Regresa a Zaragoza sin acabar la tesis para impartir clases en el colegio familiar, de cuya dirección se hará cargo en 1953 tras la muerte de su padre. Con un grupo de escritores funda la revista Ansí y es el gran impulsor de la tertulia Niké, así como de la Oficina Poética Internacional (OPI) y de su órgano de expresión, Despacho literario. Falleció en 1969, a los 48 años, a consecuencia de un aneurisma de aorta.
Su temprana muerte puede explicar, en parte, que no goce en la historia de la literatura española del lugar que le corresponde por su poesía anticonvencional y desgarrada, representada por libros como Sumido 25 (1948), Violento idílico (1949), Transeúnte central (1950), Epilírica (1961), y Los soliloquios, Autopía y La escasa merienda de los tigres, publicados póstumamente.
La primera que leo yo de este otro Labordeta... ¡la conclusión me ha parecido sublime. Supongo que debemos la felicidad a esa falta de certeza ante nuestro trágico destino. O no tanto, porque pensar en una inmortalidad, aunque sea paradisíaca, induce al cansancio.
ResponderEliminarLa mortalidad de nuestra mente es inimaginable pero creerla eterna, agotador.
¿Y por qué esa manera tan rara de disponer los versos
Carlos San Miguel