| Con este  poema de Vicente Gallego os deseamos un feliz
 reencuentro con vuestros compañeros y amigos. Ojalá que
 también vosotros hayáis disfrutado este verano de hermosos
 momentos cuyo recuerdo os consuele en las horas oscuras.
 
 
 
 
 
 
En las horas oscuras 
que van creciendo en nuestras vidas 
al igual que la noche se alarga en el invierno, 
en esas horas, a menudo, 
una imagen tenaz y hermosa me consuela. 
Regreso hasta una playa de otro tiempo, 
todavía cercano. Es un día precioso 
de final de septiembre, brilla el mar 
con su estructura lenta, sugestivo y exacto 
como un cuchillo. Quedan 
unos cuantos bañistas a esa hora 
dudosa de la tarde, y no estoy solo, 
un grupo de muchachas me acompaña; 
el sol dora sus cuerpos de diecisiete años, 
y es ya fresca la brisa, y en sus nucas 
la humedad reaviva el aroma a colonia. 
La tarde transcurre dulcemente, 
y las muchachas ríen, y me dan su alegría, 
aunque no amo a ninguna, 
y hay un aire de adiós en cada cosa: 
en el verano aquel, en los bañistas, 
en aquellas muchachas 
que desconozco hoy, y en la luz de la playa. 
 
Apuré aquel momento agradecido, 
al igual que se goza un hermoso regalo, 
en su dicha sereno, destinado a perderse 
tras la felicidad frecuente de esos años. 
Y ahora comprendo que en aquella tarde 
algo más que belleza se ocultaba, 
porque su luz me salva, muchas veces, 
en las horas oscuras. 
En las horas oscuras me consuela 
una imagen tenaz de la alegría. 
Y yo me pregunto por qué vuelve, 
y qué es lo que perdí en aquella playa.
 
 
 
            (Vicente Gallego, de La plata de los días, 1996) 
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Precioso homenaje a la despreocupada y emocionante adolescescencia.
ResponderEliminarLo malo es cuando ya se está tan mayor que hasta esos recuerdos aburren ya de tanto rememorar los. Entonces sí que estamos perdidos porque si el futuro es negro, el presente no tiene alicientes y el pasado ya es aburrido al visitarlo continuamente, ¿qué nos queda
Carlos San Miguel