Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya
Sesión del 18 de diciembre de 2023
Autor: Simeón Martín Rubio
Obra comentada: Tiempo de prodigios. Comuniter, 2023.
Tiempo de prodigios de Simeón Martín Rubio
No me referiré a la obra en sí ni
a los aspectos literarios; para ello hay otras voces con más autoridad. Sólo
dos detalles sobre el libro:
- El título, Tiempo
de prodigios, hace referencia, por una parte, a su tiempo y a su realidad. Por
otra, este título está lleno de simbolismos, sugerencias y emotividad.
- La imagen de la portada, una reproducción de una de
las miniaturas del libro Las muy ricas horas del Duque de Berry (ca.
1410), representa una típica escena feudal en la Edad Media tardía, una
realidad social prolongada hasta tiempos no tan lejanos. Menos lejanas son las
dificultades sociales de las que habla la novela.
En primer lugar, quiero destacar
el rigor histórico de la novela, lo que conlleva un exhaustivo trabajo de investigación y
documentación histórica en archivos y bibliografía y un gran conocimiento de la
historia. Las explicaciones del autor sobre el descubrimiento del documento y
la historicidad de los personajes son muy esclarecedoras. Yo las incorporaría
al texto, junto con el documento final.
La obra muestra, además, un
absoluto respeto por la historia. Los hechos históricos no se abordan, no se
entra en ellos, no se deforman. Son el bastidor, el escenario donde se
desarrolla la acción. Se citan, a modo de pinceladas, para proporcionar la
localización cronológica, geográfica y política. No es un libro de historia,
sino un libro con historia.
¿Qué aporta Tiempo de
prodigios a la Historia?
1. Una
visión realista de la sociedad del Antiguo Régimen
La famosa pirámide de la sociedad
feudal nos ha creado una imagen mental
de estricta separación de clases y los “malos usos”, con el cinematográfico
ius prima noctis, que, seguramente, nunca existió, una idea equívoca de la convivencia cotidiana en
otros tiempos.
La novela cuenta el día a día y
muestra estas relaciones de forma muy diferente. La sociedad feudal, por ser
una sociedad atomizada y ruralizada, mantiene unas relaciones de proximidad y cercanía
y de convivencia, sin que ello signifique que no existan las diferencias de
clase, discrepancias, conflictos y enfrentamientos entre diferentes grupos y
estamentos. Está muy claro que no es lo
mismo el estatus de un capataz que el de un pechero, aunque el primero también
deba pagar sus impuestos al señor. Y que hay formas de alcanzar un cierto
estatus, aunque eso provoque las envidias de los otros.
La cercanía posible del señor con
sus súbditos, al menos con algunos, las relaciones entre las gentes distintas,
vecinos, amigos y transeúntes, los corrillos callejeros en los que se conocían
las noticias o se producían interesantes conversaciones, la difusión de los
chascarrillos….
La novela se centra en un grupo
social determinado, los hispano-musulmanes, grupo de gran trascendencia en el espacio
peninsular bajomedieval: los mudéjares (el término no implica conversión al
cristianismo) y los musulmanes conversos. Los moriscos o “cristianos de moro”,
como se los denominaba en la época, entre el 20 y 30 % de la población en la Corona
de Aragón. Una minoría social que ha pasado de la condición de dominadora a
dominada y más adelante, por razones de política interior y política exterior,
ha sido obligada a perder uno de los elementos más importantes de su identidad,
la religión. Finalmente, en 1609, a pesar de tratarse de población hispana, fue
obligada a partir al exilio.
Siglos de convivencia,
habitualmente pacífica por las necesidades políticas y económicas, no lograron la homogeneización social y la
integración, como muestran la pervivencia de numerosos rasgos culturales y la
insistente búsqueda de la identidad.
Todo ello queda muy bien reflejado en la novela.
2. El
urbanismo de la época
La obra se desarrolla en
ambientes urbanos, pequeñas y medianas ciudades tardo-medievales hasta la
renovada ciudad de la Corte. Burbáguena, Deza y Zaragoza, pero también Daroca,
Valencia, Alcalá, Medinaceli y Madrid. El
estudio urbanístico explica la estructura, la función, el uso y, lo más
difícil, el propio ambiente de las calles y plazas, sin olvidar el nomenclátor,
con el significado y razón del nombre de
las calles.
3. Los
viajes
Los continuos desplazamientos de
los protagonistas son aprovechados por el autor para construir un auténtico
mapa de carreteras que dan idea de los recorridos, la articulación de los
pueblos y ciudades y las dificultades de las comunicaciones. Y si seguimos los
itinerarios sobre el mapa, podemos identificar los accidentes geográficos e imaginar
los relieves y paisajes, no exhaustivamente descritos en la novela, pero cuando
lo hace, como en el caso del Moncayo, es
con gran detalle y verismo (cf. Pilar Cancer).
4. Profesiones
y ocio, dos aspectos de la vida cotidiana
El catálogo de actividades laborales,
artesanales y comerciales es muy largo y ello da una interesante imagen de la
vida económica de lo que hoy llamamos pueblos, mientras las actividades
meramente agrícolas tienen menor protagonismo.
Dos “oficios”, las profesiones de
los protagonistas, destacan sobre las demás: la profesión de sanador y la
profesión de narrador, “cuentacuentos”, memorioso o como se le quiera llamar (aquí se aúnan,
casual y oportunamente, la documentación histórica y los gustos del autor),
pero podemos seguir el rastro de muchas más, con buena información de los tipos
de trabajos que se realizan, las formas de intervenir, los instrumentos de
trabajo, etc.
El tratamiento de la profesión de
sanador es amplio y profundo. Enfermedades, formas de sanar, remedios sanadores,
plantas y minerales… y la creciente polémica entre las prácticas tradicionales
y las nuevas instituciones que desembocaron en la intransigencia inquisitorial.
La segunda profesión, la de
narrador, da acceso a otro importante aspecto social, el ocio. Ferias, fiestas,
celebraciones religiosas y sociales, veladas en las casas privadas, pudientes o
no, tabernas… dan pie al autor a introducir un tema bien conocido por el autor,
el ambiente literario de la época. Una excelente lección de historia de la
literatura y un buen repertorio de editores, literatos, incluidas las literatas,
en la época renacentista.
En los dos casos se plantea también
la forma del acceso al conocimiento. Y, otra vez, un acercamiento cercano y
personal del autor: la educación, con otras formas de docencia y discencia.
5. La
vivienda, el vestido, los objetos de la vida cotidiana
La descripción de todo el
escenario material en el que se desarrolla la vida social es extenso, preciso y meticuloso. Y enormemente
pictórico, evocador de la pintura del Barroco.
6. La
Inquisición
Como el autor en su novela, he
querido dejar este aspecto para el final.
Es verdad que se está anticipando
desde el comienzo, “se masca la tragedia”. Pero también es verdad que los procesos
inquisitoriales han sido abundantemente tratados por la historia y la
literatura y este, con gran acierto, no es el tema de la novela. Un morisco sabio,
sanador y con éxito social sólo puede acabar en la hoguera, afortunadamente
para él, “en efigie”.
7. El vocabulario y el estilo
narrativo (“cervantino”, cf. Carmen Romeo, 2023, “Tiempo de prodigios”. MOCADE)
son, sencillamente, deliciosos. La precisión en las muy exhaustivas
enumeraciones es excelente, tal vez excesiva. Aunque creo que aquí existe una
clara intención del autor, para acercarnos, quizá, a una literatura más oral,
más homérica.
7. A la
editorial COMUNITER
Me atrevo a pedirle a la
editorial una nueva revisión del texto para eliminar algunas erratas en una
próxima reedición.
Y también una mayor proyección y
promoción de esta obra, que yo considero una de las mejores novelas históricas
que he leído desde hace mucho tiempo.
Concha Gaudó Gaudó
Tres breves apuntes a Tiempo de
prodigios de Simeón Martín Rubio
Género
Tiempo
de prodigios es una obra inequívocamente literaria, pero de muy difícil
adscripción a un género. ¿Novela histórica? ¿Historia novelada? Todo el libro
es Historia e “Intrahistoria” con toda la documentación necesaria y su
correspondiente erudición, recabadas durante más de veinte años de
investigación. Hay también Historia de la Literatura y del ocio ligado a la
misma, tratados con documentación y rigor.
Desde
1868 en España se inicia una tendencia literaria encarnada por Benito Pérez
Galdós, que propugna que las obras de tema histórico estén fundamentadas en
documentación “positiva.” Esta narración cumple con el requisito muy por encima
de lo exigible a una obra de ficción, lo que la convierte en “literatura para
historiadores”.
Y precisamente la proporción de información
histórica que contiene y su especial tratamiento estilístico hacen de ella un
ensayo histórico y literario al mismo tiempo, es decir, una narración compleja
de muy difícil inscripción por género.
La
literatura
Tiempo
de prodigios es la obra de un filólogo y por todas partes
aparece su pasión por el libro, cuya presencia es constante: enumeraciones de
libros de medicina natural y artes curativas, alguno especialísimo, como el Liber pantegni; la nómina exhaustiva de las novelas de caballería; la precisa cita de los
principales editores; la mención de los principales autores, incluido
Cervantes, que forma parte del argumento y de la propia estructura de esta
novela, etc.
Y,
además, la “huella lectora”. El rastro es de tales dimensiones que, a veces,
funde obras muy distantes en el tiempo: La Celestina, la abundante
literatura erótica de los siglos XVI y XVII, y Yerma se unen en el
episodio del “exorcismo” de Ana Sanz, aquejada de un extraño mal que resulta
ser “mal de madre”, para el que se le da la solución lorquiana: “Son muchas las
romerías que hay a las que puedes ir con tu marido y con el pretexto de rezar a
la Virgen buscar el remedio donde esté, ya sabes en qué consiste”. (p. 230)
Narración,
Descripción y Diálogo
Tiempo
de prodigios es una obra narrada, con extensas descripciones y una gran
proporción de diálogo.
Merecen
especial mención las enumeraciones, en las que destaca el completo vocabulario
perteneciente a las plantas medicinales y a los remedios naturales para
combatir la enfermedad, que el autor usa con prolijidad y una certera voluntad
de estilo. En esas descripciones exhaustivas radica en tantas ocasiones el tono
lírico de la novela, que llega a su punto máximo, la enumeración caótica, ante
la presencia de un buhonero. (p.156)
El
diálogo es abundantísimo y va cobrando un ritmo más vivo e intenso a partir de
la segunda mitad del texto, lo que se debe, según explicación del propio Martín
Rubio, a un fallo informático que le borró la segunda parte y hubo de
reconstruirla. En este caso, se cumple el refrán “No hay mal que por bien no
venga”.
Tiempo
de prodigios, a lo
largo de sus 375 páginas, pide una lectura larga y siempre atenta, y lo logra
por el interés de todos los temas, sometidos a su probada habilidad literaria.
Francisca
Soria
Simeón Martín Rubio (Burbáguena, Teruel, 1946)
Reproducimos
a continuación la semblanza biográfica escrita por Carmen Romeo Pemán y
publicada en el blog Letras
desde Mocade con ocasión de la presentación de la novela Tiempo
de prodigios, que tuvo lugar el 27 de abril de 2023 en el Museo de
Zaragoza. Recomendamos la lectura de la entrevista que le hizo nuestra
compañera de tertulia Carmen al autor y que se recoge en el mismo artículo.
Tengo el placer de presentaros a Simeón Martín Rubio. Y
tengo tantas cosas que decir, que no sé por dónde empezar.
Conocí
a Simeón cuando yo llevaba uniforme y calcetines blancos. Luego coincidimos en
la Facultad, en esa época que tan bien refleja en su primera novela, Pintan Bastos.
Profesionalmente nos fuimos pisando los talones. Yo llegué al Instituto Goya el
mismo año que él se fue destinado a Borja, adonde también habían destinado a mi
marido. Y la araña del destino nos fue envolviendo, fuimos haciendo amigos
comunes, que llegan hasta hoy.
Simeón, Chimeneo en la Facultad y Chime para los
amigos, nació y vivió su infancia en Burbáguena. Cuatro siglos antes había
nacido allí Bartolomé de Palau, un importante autor de teatro de la escuela prelopista,
y la familia del médico Juan de Luna: su mujer, partera y su hijo, Román
Ramírez, un memorioso recitador de novelas de caballería. En el mismo siglo
XVI, pasó su infancia el nieto de Juan de Luna, Ramón Ramírez junior, otro
morisco sanador como su abuelo y recitador memorioso como su padre.
Precisamente esta familia de cristianos de moro nos convoca hoy para que
oigamos las confesiones del proceso inquisitorial de Ramón Ramírez. Y estas
raíces, tan largas y tan hondas, han condicionado la vida y las aficiones de
nuestro Chime, habitante del barrio del Moral, como la familia
de Juan de Luna.
Simeón es catedrático de Lengua y literatura, escritor de
poemas y novelas, autor, adaptador y director teatral. Ha ejercido de profesor
en el Instituto Goya de Zaragoza (1972-1977),
en el Juan de Lanuza de Borja (1977-1983) y el Avempace de Zaragoza
(1985-2011), donde fue uno de los impulsores de la REM; creador y mantenedor
del grupo de teatro del instituto y un profesor de referencia.
Con la escritura nos ha dado tempranas y constantes
alegrías. A su primera novela, Pintan bastos (1980, Ámbito Literario), le
siguieron Aire de un momento (Bóveda de Borja, 1981) y los
escritos nacidos al calor del buen yantar en el Instituto Avempace: Silva de varia cocción.
(Cuadernos 1 y 2. 1996-1997), Cocer y contar. (Cuadernos del 3 al 8. 2005). Y,
finalmente, Comer y contar (Cuadernos del 9 al 23,
2006-2021). En ello sigue cada viernes durante el curso, hasta hoy.
Pero su gran vocación es el teatro, como habréis notado en
las páginas de Tiempo de Prodigios. Ha sido, y es, director, autor,
adaptador y actor en varios grupos teatrales. En 1978 fundó el grupo de teatro
del Instituto de Borja que representó sus obras en los pueblos de la comarca,
dentro de las actividades culturales. Los alumnos de Borja, dirigidos por
Simeón, fueron los primeros que representaron en España Proceso por la sombra de un
burro de Friedrich Durrenmatt. A esta le siguieron otras.
Con Yerma de Federico García Lorca obtuvieron el
Primer Premio de Teatro Rural en Alfajarín. También representaron Las arrecogías del beaterio de
Santa María Egipciaca, de José Martín Recuerda, escrita en 1970,
inicialmente, prohibida por la censura.
En
su etapa del Avempace (1985-2011), y como profesor jubilado (2011-2023) ha dirigido
tres tipos de grupos teatrales: Sólo con alumnos. Con profesores y padres. Y,
finalmente, solo con profesores, en lo que siguen hasta hoy, dentro de la Red
de la Experiencia. Han representado en Institutos y Centros Cívicos de todo
Aragón. Muchas obras adaptadas por el propio Simeón y El derecho de la mujer al voto,
de la que es autor. Una pieza única en su género que se representa cada año en
varios centros y que ya es un clásico para la celebración del 8 de marzo.
Pero, por encima de los actos académicos, Chime es
nuestro bardo de cabecera. Es el poeta que inmortaliza las hazañas de un grupo
de amigos nacido al calor del instituto de Borja. Nosotros, sus amigos, hemos
recogido esos poemas espontáneos, de gran frescura y calidad, en dos
publicaciones; Cutorrimas, escritas en medio de las faenas de la
matanza de unos cerdos en Maleján, Zaragoza. Y Pateando en las alturas,
escrito en Espierba, Huesca, entre hígados y muslos de patos, salpimentados con
abundantes partidas de guiñote.
Carmen Romeo Pemán
Distintos momentos de la tertulia
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