Grupo de lectura “Leer juntos” del IES Goya
Sesión del 16 de enero de 2023
Autora: Bertha von Suttner
Obra
comentada: ¡Abajo las armas! Edición de Olga García García. Ed. Cátedra, Letras Universales, 2014.
Pronto surgieron las primeras preguntas: ¿Quién es esta, para muchos, desconocida mujer? ¿Por qué leemos una obra publicada hace 130 años, de una escritora de no excesivo renombre literario?
Pero la novela
despertó interés por su contenido y su actualidad y también, conforme la hemos
ido conociendo, por la trascendencia de la autora en otros ámbitos y en otros
lugares.
Bertha Sophia Felicita Kinsny von Wchinitiz und Tettau (Praga, 1843-Viena, 1914), baronesa von Suttner por su matrimonio con Arthur Gundaccar von Suttner, fue la primera mujer que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1905, "por su audacia para oponerse a los horrores de la guerra" [1]. Por este hecho, consecuencia de su intenso trabajo a favor de la Paz en la época de "la Paz Armada", y por la relación de amistad con Alfred Nobel (hay un consenso general en la idea de que fue ella quien inspiró a Nobel la inclusión de este ámbito entre sus cinco premios) es mundialmente conocida y reconocida. También mereció un lugar destacado en el ámbito literario en lengua alemana por sus numerosas obras: novelas, ensayos y centenares de artículos publicados en distintos medios sobre el tema de la Paz y otras cuestiones de actualidad.
Tomo prestados de Francisca Soria los comentarios literarios sobre la obra:
Conviene aquí
recordar que ¡Abajo las armas! es, ante todo, una novela y que su autora
–hija póstuma de Franz Kinsky von Wchinitz und Tettau– nació condesa y,
por ello, recibió una esmerada educación que le permitió dedicarse a la
escritura. Hoy es reconocida como escritora y pacifista, en este orden.
Fue novelista
profesional, hecho característico del siglo XIX europeo, cuando se
profesionalizaron los autores, gracias a la enorme difusión y popularidad de la
novela.
Bertha von
Suttner apareció en el panorama literario en 1889 y se inscribe en un romanticismo
tardío con claras influencias ya del realismo europeo.
¡Abajo las
armas! es inequívocamente romántica por su impulsiva y temeraria
heroína, por los amores apasionados, por su complacencia en describir lo
tétrico y por la minuciosidad en el detalle de la enfermedad y de la muerte.
Pero, ya lo
apuntábamos, la novela no se sustrae a los usos realistas del género e incluye
en su relato documentos reales, artículos de prensa, descripción documentada
del cólera, etc. Aporta multitud de datos sobre la Cruz Roja, la Convención de
Ginebra o el establecimiento del servicio militar obligatorio, que ponen hitos
reales en la estructura temporal de la novela. Destaca, además, la
decidida voluntad de hacer un fiel retrato de la sociedad en la que en cada
momento se desenvuelve la historia.
De ahí que hoy
sea reestudiada esta obra por su alto interés sociológico, convertida en lo que
se conoce como “literatura para historiadores”, porque a lo largo de sus
cuatrocientas cuarenta páginas desfilan las costumbres domésticas, la moda y la
intensa actividad social –conciertos, ópera, bailes, tertulias– e intelectual
de su tiempo.
No abandona en
ningún momento el elogio de la lectura como forma de enriquecimiento
personal. Y así, Martha, la protagonista, por recomendación de su
librero, lee History of Civilization in England de Henry Thomas Buckle,
recién editada[2].
Su amplia curiosidad intelectual y su avidez lectora la llevaban también a
frecuentar La Revue des Deux Mondes y otras publicaciones
que no especifica. Por sus páginas desfilan, además de su muy respetado Charles
Darwin, todos los autores franceses que leía: Flaubert, Zola, Gounod, –a quien
admiró como autor de libretos– (p. 440) o el poeta alemán Christoph August
Tiedge, de quien incorpora una Elegía de indudable sabor romántico[3].
Desde el punto
de vista narrativo, la novela lleva al lector del presente al pasado y vuelta
al presente, en largos vaivenes, puesto que se basa en los apuntes de sus
antiguos Cuadernos rojos –diarios personales que existen realmente–, contrapuestos
a las vivencias del presente con un ágil uso técnico del flash-back.
Destaca, para el
lector curioso, la afinada percepción de la lengua de Bertha von Suttner que,
sin duda influenciada por la corriente comparatista tan en boga en la época, se
fija en la lengua alemana del Norte (Prusia), más culta que la hablada en
Austria y no duda en señalar “las violaciones gramaticales” de sus
compatriotas, que confundían el dativo y el acusativo, incluso entre las gentes
de clase superior[4].
La novela
es, además, un constante alegato a favor de la Paz y en contra de la Guerra
vista de forma descarnada, sin un ápice de heroísmo. Y la consecuencia de todo
ello es la súplica desgarrada de la protagonista: “¡Abajo las armas!”[5].
Lamentablemente, ¡Abajo las armas! ha eclipsado el resto de la amplia obra de su autora. Una novela que en su época fue traducida a más de veinte idiomas y alcanzó el millón de ejemplares, por la que Tolstoi la denominó "la Harriet Beecher Stowe", autora de La cabaña del Tío Tom, “de la paz” y sobre la que A. Nobel le escribió: “Acabo de terminar la lectura de su admirable obra maestra. Se dice que hay 2000 lenguas –sobrarían 1999–, pero ciertamente no hay ni una en la que su deliciosa obra no debiera ser traducida, leída y meditada”. En el prólogo de la primera edición española de la novela, 1906, firmado por EME (quizá un seudónimo de Emilia Pardo Bazán), se dice: “…si sus novelas no sobresalen junto a Die Wafen nieder es por la misma causa que los diamantes no brillan ante las espléndidas luces de un solitario”.
La decisión de escribir la novela la tomó
en el momento que tuvo conocimiento de la existencia de un movimiento pacifista
(amigos de la paz, apóstoles de la paz, se les llamaba en aquella época). “Qué
mejor que escribir un libro para difundir sus ideas” –se
planteó. Y para ello se preparó intensamente con lecturas, documentos,
narraciones y descripciones, prensa, entrevistas a médicos y veteranos de
guerra, experiencias.
Su publicación no fue
fácil en el ambiente militarista austriaco de la época. Ni siquiera su editor habitual, E. Pierson, estaba
dispuesto a hacerlo. Le pidió, al menos, un cambio en el título. Ella lo
rechazó determinantemente: no se cambiaría ni una letra de las tres palabras
del título. El editor no tuvo que lamentarlo, comentaría ella misma más
adelante con cierta ironía.
La novela relata en
primera persona, de modo autobiográfico, la vida de Martha Althaus, una joven
aristócrata austriaca, desde su presentación en sociedad hasta su madurez y los
cambios que su mentalidad va experimentando, hasta convertir su vida en un firme
compromiso radical por la causa de la Paz.
¿Una novela
autobiográfica? La vida de Bertha von Suttner fue muy diferente a la vida de la
protagonista de ¡Abajo las armas![6],
pero la autora hace recorrer a Martha el mismo “itinerario formativo” que ella
recorrió para trasformar una mentalidad aristocrática y militarista en un
pensamiento socio-liberal comprometido con la desaparición de una vieja
sociedad en decadencia y la creación de un mundo nuevo, dominado por el deseo
de la Paz.
La protagonista recurre a
un diario escrito desde su juventud, para recordar cada momento de su vida[7].
Y esos momentos son, esencialmente, los grandes acontecimientos de la historia
de Austria en la época central del s. XIX: una historia militar y de guerras
que convirtieron al Imperio austro-húngaro, la gran potencia centro-europea, en
un pequeño país y las consecuencias y efectos que para ella tuvieron estos
sucesos. Una época de decadencia, cambio y el nacimiento de un mundo nuevo.
La novela está dividida
en seis capítulos (libros) y un epílogo. Parte de la juventud de la
protagonista, su temprana boda con un noble militar, el conde Arno Dotzky, y
las primeras derrotas austriacas frente a Italia (1859). Los gloriosos
acontecimientos de Custozza (1848) y Novara (1849), las glorias del “gran
Radetzky”, son recordados reiteradamente por el viejo militar, el conde Althaus
(Libro 1).
La viudedad y un periodo
de paz proporcionan a la condesa Dotzky una época de calma y reflexión, alejada
de la mundana vida social que, a pesar de las derrotas, seguía girando a su
alrededor. Los libros que les envía su librero la introducen en un mundo nuevo,
el mundo de los cambios y transformaciones materiales e intelectuales del s.
XIX. Thomas Buckle, Charles Darwin, Cuvier, H. Spencer, los autores franceses,
los poetas alemanes, etc.[8]
Su nuevo esposo, también militar, comparte sus inquietudes (Libro 2).
La Guerra de los Ducados
(1864), la Guerra Austro-Prusiana (1866), París, una esperanza para la Paz, la
Guerra Franco-Prusiana (1870-71) y un terrible final determinado por el nacionalismo
(Libros 3, 4, 5 y 6) [9]. Y un
epílogo (1889): por un lado, Austria, amparada por la protección de la Triple
Alianza con sus antiguos enemigos, Alemania e Italia, no renuncia a su ambición
expansionista en los Balcanes; por otro, algo cambia, eppur si muove: voces
diferentes, propuestas de desarme, el arbitraje como forma de resolución de
conflictos, confederación de estados, el Congreso Universal por la Paz de París...
Mientras que el bárbaro mundo anterior muestra su decadencia, un mundo nuevo, civilizado,
en Paz, se perfila en el horizonte.
El militarismo y el
nacionalismo, ejes centrales de la historia del s. XIX en Europa, están en el
centro de la novela. Pero la novela introduce otros temas nuevos, esencialmente
el feminismo y el pacifismo.
Desde las primeras líneas
se denuncia la “inferioridad irritante de las mujeres” con la que la sociedad
decimonónica las trata y considera. Sólo ellos alcanzan las glorias y honores
guerreros y, aunque educadas en los mismos valores patrióticos, como esposas y
madres deberán esperar, ansiosamente, que sus hombres vuelvan de la guerra
cargados de condecoraciones o envueltos en un sudario. Ese es su papel, compartir
su orgullo o llorar en silencio. Vemos a la protagonista alejarse, en numerosas
ocasiones, de una interesante conversación política porque “no es tema de
mujeres”. Otras veces, es recriminada por su padre, un veterano militar, por
sus quiebros sensibleros de mujer, frente al cumplimiento del deber para con la
patria que representan los hombres.
Bertha von Suttner no
participó directamente en el origen del movimiento de mujeres del s. XIX, pero estuvo
en estrecho contacto con él. A Auguste Fickert, una de las fundadoras de la
Asociación General Austriaca de Mujeres, le contestó, cuando pidió su
colaboración, que su mucho trabajo por
el tema de la Paz le impedía dedicarse a otras actividades. En el Congreso Internacional
de las Mujeres de Berlín de 1904, le ofrecieron la presidencia del Consejo
Internacional de las Mujeres (ICW) y no la aceptó por el mismo motivo.
El primer rechazo a la
guerra lo produce la respuesta afectiva ante la marcha de un ser querido. Los
siguientes argumentos son esencialmente humanitarios. Sin paños calientes, la
novela narra la guerra desde dentro, las destrucciones, los cuerpos mutilados,
los heridos abandonados… La descripción parece una lectura de los grabados de
Goya. Están surgiendo voces que denuncian los horrores de la guerra, voces pacifistas.
Pero no son sólo las
vidas humanas, la guerra destroza todo a su alrededor. Nuevos argumentos
económicos y sociales. El coste de la guerra es inmenso. No es tiempo para la
cultura, los libreros se hunden. La banca, todavía con pocos instrumentos de protección,
se arruina. Las familias, los seres humanos, sufren doblemente, por todos sus
flancos.
El gasto en armamento es
inmenso, las nuevas armas altamente mortíferas, la locura del servicio militar
obligatorio[10]. Ya no
son los ejércitos, son los pueblos los que luchan. Después, el odio entre los
pueblos es difícil y costoso de olvidar.
Pero hay un final
esperanzador, la fraternidad de los pueblos, el arbitraje, el desarme total y
universal, la federación de estados.
En mayo de 1914, Bertha von Suttner estaba
invitada en Berlín a la fundación de la Asociación de Mujeres de la Sociedad
Alemana de la Paz. Su estado de salud no le permitió viajar y escribió una
carta a sus “queridas hermanas”[11].
Entre otras cosas decía:
No es cierto, como afirman algunos
que sólo ven en el movimiento pacifista un sentimentalismo poco masculino, que
todas las mujeres, por naturaleza, estén contra la guerra. No. Sólo aquellas
mujeres avanzadas que se han formado en el pensamiento social, las que tienen
capacidad para liberarse de la influencia de instituciones milenarias y la
fuerza para luchar contra ellas.
….
Pero hay algo más que podemos
hacer, algo a lo que la mayoría de los hombres se resisten, porque no quieren
mostrarse débiles y sentimentales: dejemos hablar a nuestro corazón. En nombre
del amor, el más sagrado de los sentimientos, lo que consideramos dominio
propio del género femenino, en nombre de la bondad, que nos hace humanos, en
nombre del concepto de Dios a quien reverenciamos, queremos luchar contra la guerra;
no sólo porque ya no es rentable y es una locura, sino porque es terrible y es
un crimen. No hay que olvidar esto en todas las argumentaciones políticas y
económicas. Si la inteligencia se alza contra la guerra, mejor, pero por ello
no tenemos que reprimir la rebelión de nuestro corazón. No sólo pensar,
conocer, contar y concluir representan nuestras fuerzas espirituales, también
el sentir. Nuestro pensamiento tiene que ser claro y nítido, pero es mejor que
nuestros cálidos y nobles sentimientos nos apasionen –sólo
entonces alcanzamos la plena dignidad humana–. Es bueno sacar conclusiones
correctas –necesitamos pasión para trabajar y actuar– sólo
la pasión entusiasma.
¡Abajo las armas!
Concha Gaudó
Gaudó,
con la
colaboración de Francisca Soria Andreu e Inocencia Torres Martínez
- Carmen Romeo
Pemán localizó en la hemeroteca histórica el primer texto de B. von Suttner
publicado en castellano. Es un cuento titulado “Horrores de la guerra”,
publicado en 1894 en el periódico madrileño La Época. Podéis leerlo aquí.
- Hace un par de años
preparamos Inocencia Torres y yo un artículo para la Liga Internacional de
Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF), titulado “Para leer a Bertha von Suttner”, con más información sobre el
trabajo por la Paz de la autora.
-
¡Abajo las armas!, 2014, Ed. Cátedra. Versión pdf:
(imágenes obtenidas en:
https://de.wikipedia.org/wiki/Bertha_von_Suttner)
[1] En la página web del Premio Nobel se
puede encontrar todo lo referente al proceso
de nominación y concesión del Premio y el discurso de recepción de la laureada.
[2] Se entiende que es la primera entrega de 1857, pues dice que el libro aún no está completo. Efectivamente el autor lo terminó en 1861. Esta obra aparece mencionada y comentada en varias ocasiones en las páginas 147, 148 y 337.
[3] Fue
escritor de poesía: Urania (1801), Elegien und vermischte
Gedichte, (1803-1807), y de otros libros como Die Eisamkeit,
obra de filosofía (1792) y varias biografías.
[4] Páginas 219 y 220.
[5] Elocuente título que el lector encuentra justificado hacia
la mitad del relato, en la página 255 de la presente edición.
[6] La propia Bertha von Suttner comentó,
divertida, la confusión provocada, cuando en alguna conferencia o encuentro alguna
señora lamentaba su viudedad o le
preguntaba por su hijo y ella tenía que aclarar que su marido estaba allí
presente y que Rudolf Dotzky sólo era producto de su imaginación, pues ella no
tenía hijos.
[7] Bertha
von Suttner también anotó en numerosos cuadernos, los principales sucesos de su
vida. Los Diarios de Bertha von Suttner
se conservan, junto a gran parte de su legado, en los Archivos de las Naciones
Unidas en Ginebra. Con ellos publicó en 1908 sus Memorias para
“informar, libremente, sobre la época de mi vida”, pues era consciente de la
excepcionalidad de los personajes y los acontecimientos que, debido a su
trabajo por la Paz, había podido conocer de primera mano.
[8]
Esta transformación intelectual
la llevó a cabo von Suttner durante su estancia en el Cáucaso (1876-1885),
época en la que tuvo que trabajar duramente para ganarse la vida, comenzó a
escribir y leyó, leyó mucho. Años de gran felicidad, confesaría ella misma.
[9] La
vida de Bertha von Suttner también atravesó todos estos acontecimientos
históricos, pero no parece que dejaran en ella una huella profunda. Su vida,
según cuenta en sus Memorias, continuaba de balneario en balneario, la
guerra era un acontecimiento inevitable que sucedía al margen de la frívola vida
social de la aristocracia que tan bien describió, de forma crítica, en sus
novelas.
[10] Bertha von Suttner escribió sobre la carrera armamentística y la aplicación de los descubrimientos científicos y técnicos en el armamento dos interesantes libritos: Armas y más armas (1909) y La barbarización del aire (1912), donde denuncia la utilización del “espacio indivisible e inapropiable” para matar y las armas de destrucción masiva.
[11] La carta fue publicada
íntegramente en el periódico Berliner Tageblatt unos días después de su
muerte.
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