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domingo, 24 de mayo de 2015

"Aula de Química", de Carlos Sahagún




                          AULA DE QUÍMICA

Si vuelvo la cabeza,
si abro los ojos, si
echo las manos al recuerdo,
hay una mesa de madera oscura,
y encima de la mesa, los papeles inmóviles del tiempo,
y detrás,
un hombre bueno y alto.

Tuvo el cabello blanco, muy hecho al yeso, tuvo
su corazón volcado en la pizarra,
cuando explicaba casi sin mirarnos,
de buena fe, con buenos ojos siempre,
la fórmula del agua.

Entonces, sí. Por las paredes,
como un hombre invisible, entraba la alegría,
nos echaba los brazos por los hombros,
soplaba en el cuaderno, duplicaba
las malas notas, nos traía en la mano

mil pájaros de agua, y de luz, y de gozo…

Y todo era sencillo.

El mercurio subía caliente hasta el fin,
estallaba de asombro el cristal de los tubos de ensayo,
se alzaban surtidores, taladraban el techo,
era el amanecer del amor puro,
irrumpían guitarras dichosamente vivas,
olvidábamos la hora de salida, veíamos
los inundados ojos azules de las mozas
saltando distraídos por en medio del agua.

Y os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Pero, ¿cómo decir a los más sabios,
a los cuatro primeros de la clase,
que ya no era preciso saber nada,
que la sal era sal y la rosa era rosa,
por más que ellos les dieran nombres impuros?
¿Cómo decir: moveos,
que ya habrá tiempo de aprender,
decid conmigo: Vida, tocad
el agua, abrid los brazos
como para abrazar una cintura blanca,
romped los libros muertos?

Os juro que la vida se hallaba con nosotros.

Profesor, hasta el tiempo del agua químicamente pura
te espero.
De nuevo allí verás, veremos juntos
un porvenir abierto de muchachas
con los pechos de agua y de luz y de gozo…


                  De Profecías del agua, 1958

El poeta español Carlos Sahagún nació en Onil (Alicante)  en 1938. Vivió en Alicante hasta 1956, año en que se trasladó a Madrid para completar los estudios de Filosofía y Letras y licenciarse en Filología Románica en 1959. Posteriormente, fue lector de español en la Universidad de Exeter (Gran Bretaña) y, a partir de 1965, ejerció la docencia como profesor de Lengua y Literatura castellana en Segovia, Barcelona, Las Palmas, Madrid y Palermo.
   Miembro de la generación poética de los cincuenta, su poesía, de aparente sencillez pero de extraordinaria perfección formal, gira en torno a la existencia humana y al paso del tiempo, tanto en aquellos poemas que  evocan  la infancia (vinculada a las circunstancias históricas) como en los de tema amoroso o los de denuncia social. Su obra poética es escasa y aparece muy espaciada ya que en él la escritura obedece a necesidades expresivas vitales que le obligan, por una parte, a hacer referencia a su historia personal, pero por otra "la Historia grande manda en mí y me hace tomar partido, responsabilizarme como hombre ante los demás". 
    Poesía del recuerdo, de la memoria,  sobre la que Enrique Balmaseda  ha escrito que "nace del río de su vida y en sus aguas espejeantes se van reflejando el cielo, los árboles, las orillas, la luz, las estrellas, los enamorados y los solitarios, la soledad y la noche, el camino que es el suyo y el de otros muchos hombres. Quien se detiene a mirar con atención su corriente no sólo puede complacerse con los saltos alegres y pujantes del manantial, o reposar en la contemplación de los tramos anchos y serenos de la plenitud fluvial -del amor o de la madurez ideológica-, sino también sumergir la mirada en el lecho del río con una visión en profundidad que es una cifra del tiempo, de la experiencia del sujeto, pero también de una memoria generacional que, en muchas ocasiones, se desborda en memoria humana sin más, en el gran río de la vida en que otros ríos, otros hombres, vienen a confluir para conocer o conocerse en su materia acuática esencial: la multiforme e idéntica naturaleza temporal". *
   Tan solo cuatro títulos recogen, pues,  su producción poética: Profecías del Agua (1958, Premio Adonáis de Poesía 1957), Como si hubiera muerto un niño (1959, Premio Boscán 1960),  Estar contigo (1972, Premio Juan Ramón Jiménez), y Primer y último oficio (Premio Provincia de León 1978 y Premio Nacional de Literatura 1980).  Memorial de la noche (1976) reúne los tres poemarios anteriores, a los que se añade la sección "En la noche", y Las invisibles redes (1989) es una antología de su poesía amorosa.

* Enrique Balmaseda: "La poesía de Carlos Sahagún o el río de la memoria", en Carlos Sahagún. Poesía en el campus, 35 (curso 1995-1996).

Escucha el poema "A imagen de la vida" recitado por el autor: 


2 comentarios:

  1. Carlos Sahagún falleció en Valladolid el pasado 28 de agosto.

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  2. ¡Uno de mis mejores profes también fue el de Física y Química! Pero al contrario del recordado por el poeta, no era un profe cómplice; al contrario, era serio y bastante rígido (al menos en los comienzos de curso ya que tras el paso de los años nos íbamos cogiendo confianza y cariño), pero lo mejor de todo es que le gustaba su trabajo y se lo tomaba en serio y pretendía que aprendiéramos sin regalarnos el curso. ¡Qué buenos tiempos con aquellos problemas en los que había que emplear el coco y lo teníamos ágil y receptivo! Qué gran invento las matemáticas y cómo servían para aplicarlas a tantas materias diferentes...Si la Literatura no fuera un vicio tan adictivo, yo ahora estaría repasando Física...
    Pero volviendo al poema, veo que este señor no valoraba las dotes docentes del profe; incluso parece que no era demasiado exigente...Y atendiendo a esas estrofas del mercurio subiendo y los tubos de ensayo explotando y las chicas...pues que parece que lo que mejor recuerda son las hormonas adolescentes en erupción jejeje
    Un poema muy simpático que me ha traído grandes recuerdos.
    Carlos San Miguel

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