El pasado 5 de noviembre se cumplieron cincuenta años de la muerte en el exilio mexicano de Luis Cernuda (Sevilla,1902-México,1963), el poeta del 27 con más influencia en la época actual, "el más vivo y el más contemporáneo entre todos los grandes poetas del 27", como escribió Gil de Biedma en 1962, y posiblemente "la figura española del siglo XX que mejor se puede codear con un Kavafis, un Pessoa, un Rilke o un Auden -es decir, el más en sintonía con la modernidad- y, junto a su fibra neorromántica, destaca en él una vena meditativa de honda entraña existencial que ha iluminado a las promociones poéticas posteriores", en opinión de Carles Barba.
Luis Cernuda en Málaga, 1933 |
Luis Cernuda concibe su poesía como un todo unitario, por ello en 1936 reunió sus poemarios en un solo volumen titulado La realidad y el deseo. A partir de entonces, irá presentando sus obras poéticas como secciones sucesivas de un único libro. El título del mismo hace referencia al tema primordial de su obra: la lucha entre los anhelos más íntimos y una realidad que reprime los deseos vitales del poeta (deseo de belleza, de libertad, de amor, de felicidad y de pureza). La poesía representa para él el instrumento para romper con esa realidad, que es el espacio de la frustración, de la ausencia y del caos. Su condición de homosexual y su conciencia de ser un marginado por ello explican su desacuerdo con el mundo y su rebeldía.
A su etapa de formación -bajo el influjo de la poesía pura (Perfil del aire, 1927) y de los clásicos españoles, sobre todo de Garcilaso, (Égloga, elegía y oda, 1927)-, siguen dos libros de inspiración surrealista en los que expresa su malestar íntimo:Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931).
A partir de 1932 comienza a apartarse de modas para seguir un camino en solitario, con una poesía que rechaza los ritmos marcados, la rima y el estilo brillante, sustituido por un tono conversacional aprendido de algunos poetas ingleses. Su voz más personal surge a partir de su reencuentro con Bécquer en Donde habite el olvido (1933), título tomado de un verso de la rima LXVI ("donde habite el olvido /allí estará mi tumba."). El libro, de una desgarrada sinceridad, es el testimonio de una historia de amor rota de forma dolorosa que, recuerda en Ocnos, dejó al poeta " sin calma para reposar por la noche, sin fuerzas para afrontar el día." Hundido por el sufrimiento amoroso, renuncia a todo, mientras el nihilismo y la más absoluta desolación se apoderan de su ánimo: "No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y aun si pudiera esperar algo, sólo sería morir allí donde no hubiese penetrado aún esta grotesca civilización que envanece a los hombres." Representativo de su estado anímico es el poema elegido -pórtico del libro al que da título-, formado exclusivamente por oraciones subordinadas, donde el yo poético quiere huir del tormento del amor, "ángel terrible" y del deseo, y encontrar un lugar donde "disuelto en niebla" poder olvidar; pero el olvido representa la muerte del amor y, en consecuencia, la muerte espiritual. Después el poeta herido se distancia del mundo y busca consuelo en la soledad, tema esencial en Invocaciones (1934-1935), libro formado por diez memorables poemas extensos, como el "Soliloquio del farero."
En el exilio publica Las nubes (1937-1940), Como quien espera el alba (1941-1944), Con las horas contadas (1950-1956) y Desolación de la quimera (1956-1962), poemarios de un lenguaje cada vez más sobrio y contenido en los que, junto a sus temas fundamentales, aparece también la España lejana. En prosa escribió Ocnos (1942), hermosa evocación de su infancia andaluza.
Otros poemas del autor en este blog:
Para saber más:
http://cvc.cervantes.es/ACTCULT/cernuda/biografia.htmA su etapa de formación -bajo el influjo de la poesía pura (Perfil del aire, 1927) y de los clásicos españoles, sobre todo de Garcilaso, (Égloga, elegía y oda, 1927)-, siguen dos libros de inspiración surrealista en los que expresa su malestar íntimo:Un río, un amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931).
A partir de 1932 comienza a apartarse de modas para seguir un camino en solitario, con una poesía que rechaza los ritmos marcados, la rima y el estilo brillante, sustituido por un tono conversacional aprendido de algunos poetas ingleses. Su voz más personal surge a partir de su reencuentro con Bécquer en Donde habite el olvido (1933), título tomado de un verso de la rima LXVI ("donde habite el olvido /allí estará mi tumba."). El libro, de una desgarrada sinceridad, es el testimonio de una historia de amor rota de forma dolorosa que, recuerda en Ocnos, dejó al poeta " sin calma para reposar por la noche, sin fuerzas para afrontar el día." Hundido por el sufrimiento amoroso, renuncia a todo, mientras el nihilismo y la más absoluta desolación se apoderan de su ánimo: "No sé nada, no quiero nada, no espero nada. Y aun si pudiera esperar algo, sólo sería morir allí donde no hubiese penetrado aún esta grotesca civilización que envanece a los hombres." Representativo de su estado anímico es el poema elegido -pórtico del libro al que da título-, formado exclusivamente por oraciones subordinadas, donde el yo poético quiere huir del tormento del amor, "ángel terrible" y del deseo, y encontrar un lugar donde "disuelto en niebla" poder olvidar; pero el olvido representa la muerte del amor y, en consecuencia, la muerte espiritual. Después el poeta herido se distancia del mundo y busca consuelo en la soledad, tema esencial en Invocaciones (1934-1935), libro formado por diez memorables poemas extensos, como el "Soliloquio del farero."
En el exilio publica Las nubes (1937-1940), Como quien espera el alba (1941-1944), Con las horas contadas (1950-1956) y Desolación de la quimera (1956-1962), poemarios de un lenguaje cada vez más sobrio y contenido en los que, junto a sus temas fundamentales, aparece también la España lejana. En prosa escribió Ocnos (1942), hermosa evocación de su infancia andaluza.
Otros poemas del autor en este blog:
Para saber más:
Precioso, pese a algún alambicamiento que, en una primera lectura confunde un poco, como eso del amor como ala de acero, pero que una vez comprendida su temática queda totalmente justificado y engrana perfectamente. Me ha gustado mucho por su tono y su desolación que, al mismo tiempo, es un alivio a esta vida tan chunga.
ResponderEliminarNo sabía yo que era el poeta mejor valorado en la actualidad de los del 27.
Carlos San Miguel