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Francisco Díez Tripiana, El cerrojo, acuarela sobre papel
RETORNO
He sacado la llave de mi casa. El pulso no muy firme. El latido se me hace más intenso a cada instante. Es la llave de antaño con que abría una puerta de largos corredores, estancias amplias, con olor a espliego y a retama, al olor de los míos, el puchero bullendo en la cocina. Los gatos del ayer nos han dejado, igual que tantas cosas. Y da un escalofrío recorrer los sillones con los dedos, tan descuidadamente que parece que no estamos aquí. Rezuman las paredes lejanía. Huele a espera. A esa mano que llegue autoritaria y abra los visillos, y limpie los cristales. ¡Que entre otra vez la luz y pueble los salones de gritos y chiquillos! No en vano ésta es mi casa.
(De Vuelo rasante, 1996)
ODISEA DOMÉSTICA
I
Era un lobo de mar, un titán laureado en páramos ignotos, protagonista altivo a la luz cenicienta de las noches de invierno.
Era Ulises Rodríguez, tatarabuelo nuestro, tallado en el temblor de la voz procelosa de la abuela.
Atravesó mil mares, remontó el curso de ríos encrespados. Fue justo, fue valiente, casi inmortal, honesto. Se enfrentó a todos los peligros sobre la superficie de la tierra y dejó en el océano una estela de sangre.
En el pueblo lo aguardaban su esposa y su único hijo.
Tardó más de veinte años en volver pero antes se enfrentó a monstruos y a tiranos. Ordenó que lo ataran a un mástil para no oír la voz malvada de unas bellas mujeres que querían alejarlo de mi tatarabuela, mordiendo su memoria con la miel de su canto.
II
Nadie puede saber cuánto sufrí por ellos, cuántas noches recé contra las sábanas extensas letanías por el feliz encuentro y porque en otro mundo jamás se separaran.
Un día en el colegio, los puñales más crueles hirieron mi memoria. Huérfana y desolada, enmudecí frente a la crónica que el libro de lectura ofrecía ante mis ojos.
Llegué a casa llorando, con las trenzas deshechas y odiando a la maestra. Me había arrebatado —en apenas dos páginas— la historia de mi vida un tal Homero.
(De Carmín rojo sangre, U. P. José Hierro, 2015)
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María Rosal |
María Rosal Nadales (Fernán-Núñez, Córdoba, 1961) es licenciada en Filología Hispánica y doctora en Teoría de la Literatura y el Arte y en Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Trabaja como profesora de Didáctica de la Literatura y Literatura Infantil en la Universidad de Córdoba, donde es Directora de Igualdad y Directora de la Cátedra Leonor de Guzmán desde 2015. Posee numerosos reconocimientos académicos y ha impartido conferencias en diversas universidades de Italia (Salerno,Venecia, Cerdeña, Foggia, Nápoles, Roma), Polonia (Kielche, Varsovia), Cuba, Alemania (Koblenz, Landau, Berlín), Holanda (Tilburg), Brasil Instituto Cervantes de Tetuán, Utrech, Tánger, Madrid, y en Grecia (Patras y Atenas).
Entre sus publicaciones de poesía se encuentran las siguientes obras: Abuso de confianza (1995, Premio de Poesía Gabriel Celaya), Don del unicornio (1996, Premio Cálamo de poesía erótica), Sonetos (1996, Premio de poesía Gerardo Diego), Tregua (2000, Premio Internacional de poesía Ricardo Molina), Ruegos y preguntas (2001, Premio de poesía Ana de Valle), Otra vez Bartleby (2003, Premio Cáceres Patrimonio de la Humanidad y Premio Andalucía de la Crítica 2004), Últimas noticias de Louise Benton (2007, Premio de poesía San Fernando), Síntomas de la devastación (2007, Premio Alegría José Hierro), Discurso del método (2007, Premio Tardor de poesía), Espeleología humana (2008, Premio Aljibe), Carmín rojo sangre (2015, Premio de Poesía José Hierro) y Estrella de la noria (2019). Su obra poética ha sido traducida al inglés, holandés, italiano, griego y árabe.
Como crítica literaria, se ha dedicado principalmente a los estudios de género, de entre los cuales hay que señalar Con voz propia: estudio y antología comentada de la poesía escrita por mujeres (2006) y el ensayo Poética de la sumisión. Malos tratos y respuesta femenina en la copla (2011, Premio Carmen de Burgos 2010). Es autora también de algunas obras de literatura infantil: poesía (Conjuros y otras brujerías, 2007, Premio de poesía El príncipe preguntón), teatro (Malapata III y la máquina del tiempo (2019) y narrativa (El secreto de las patatas fritas, 2020).
Jajaja La abuela de la autora tenía mucha imaginación - o poca, según se mire, al atribuirle a su abuelo nada menos que las hazañas de Odiseo- y, también, un poco de caradura...
ResponderEliminar¡Menudo hiperrealismo el de la acuarela del cerrojo más fotográfico.
Son dolorosas esas herencias... ¿Qué hacer con la casa familiar ¿renovarla y tirar todos los recuerdos de los padres y abuelos ¿mantener todo como en una cápsula del Tiempo? Yo opto por lo segundo, pero me duele pensar en lo que harán los siguientes herederos .
Y en relación a ese pronombre demostrativo con tilde (ésta) ¿por qué ya no se tildan ahora ¿desde cuándo
Carlos San Miguel