EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


biblioteca.ies.goya@gmail.com


jueves, 13 de febrero de 2025

'Tiempo para contar', de Carmen Sancho Hernández

 

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya

Sesión del 20 de enero de 2025

Autora: Carmen Sancho Hernández

Obra comentada: Tiempo para contar (Relatos y microrrelatos), Madrid, ViveLibro Ed., 2024.



¿QUIÉN ES CARMEN SANCHO HERNÁNDEZ?

Carmen Sancho Hernández, nacida en Daroca (Zaragoza), realizó sus estudios de Bachillerato en Daroca y Tafalla (Navarra) y cursó Filología Románica en la Universidad de Zaragoza.

Ha desempeñado su vida laboral en la docencia en institutos de Huesca, Igualada (Barcelona), Arnedo (La Rioja) y, finalmente, en los IES “Ítaca” y “Goya” de Zaragoza en donde ejerció hasta su jubilación.

Carmen Sancho, en el centro
(las presentaciones de autora y obra corrieron a cargo, respectivamente,
de Josefina López, a la izquierda, y Francisca Soria, a la derecha)

¿QUÉ ES TIEMPO PARA CONTAR? 

La obra comentada es una colección de 40 relatos y microrrelatos dedicados a Carmen, Sofía e Inés, precedidos siempre de título:

Frustración Literaria. El lenguaje de las olas. Microhomenaje. El testigo de la vida. La mudanza. Lección de gramática. Establecimiento con estilo. Paranoia gramatical. Sueños de identidad. Mutación estacional. Un golpe de viento. ¿Ubi sunt las miradas? Armisticio. Decepción. Un dedo para mover el mundo. El dicciosaurio.  Moderna Cenicienta. Invierno. Con el filo de la espada. Lágrimas superpuestas. Identidad. Aquella vieja melodía. Agotamiento. Persecución. Perplejidad. La sonrisa de Arcilla. Metamorfosis. Confusión. Pasos de papel. ¡Los catorce! El árbol de la diosa. Cuestión de dimensiones. Anodino. Palabras derramadas. Pesimismo gramatical. Tejiendo recuerdos. Ni héroe ni poeta. Palabras de vida. Y siempre Él. Cuestión de género.  

Todos ellos forman un conjunto amalgamado, en el que las historias no guardan ninguna distribución especial, salvo la primera y la última. Se trata, como adelanta el subtítulo, de una amplia selección de narraciones breves, en la que Carmen Sancho, filóloga, distingue entre dos subgéneros narrativos y, sabedora de la necesidad de explicarlo al lector, explica su acercamiento al microrrelato a través de cuatro de ellos.

El que encabeza la obra, Frustración Literaria, que comienza por Érase una vez y finaliza por Colorín colorado, muestra en seis líneas la inutilidad de aferrarse a fórmulas si falta inspiración. En Microhomenaje evoca el más famoso, tal vez el que le descubrió este subgénero, citando el publicado por Augusto Monterroso en 1959: “Cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí”. Por fin, en Palabras derramadas, desvela la dificultad de amaestrar a las musas para someterse al estrecho corsé de una narración tan breve, que obliga a domeñar la visión literaria de la realidad (prescindiendo de adjetivos, adverbios y todos los recursos que ensanchan o matizan el significado del discurso), en aras de lograr la esencialidad que cabe en cuatro líneas. Y cierra el libro Cuestión de género, un diálogo que enfrenta al microrrelato con la novela mostrando la diversa intención de ambos. La novela subyuga al lector, mientras el microrrelato juega con él.

Por su condición miscelánea, no hay temas preponderantes ni organización temática, porque este libro quiere ser el fiel reflejo de las observaciones y vivencias de la autora. En sus páginas encuentra el lector objetos animados, constantes menciones al mundo de la lengua y la literatura, paisajes repletos de emociones y, en seis de ellos, personas importantes en su vida.

Destaca, en buena parte de ellos, el tratamiento de los objetos, dotados de la capacidad de sentir y dialogar. No importa que sean un faro, un perchero, un libro, un diccionario, un sombrero o un espejo. Sobre cada uno de ellos proyecta Carmen Sancho su mirada reflexiva, sensible, empática.  

Merece destacarse a este respecto, el abundante uso de la técnica del diálogo explícito, en catorce de los cuarenta, siempre con muy diferentes funciones: en ocasiones sirve para definir situaciones opuestas, en otras se utiliza para dar vida a los objetos o para confrontar lo estático y lo dinámico, lo nuevo y lo viejo, el antes y el después, dado que numerosos de estos relatos se basan en una comparación antitética.

Sobre el libro planea siempre la sombra de la filología, ya sea en evocaciones literarias (Machado, Joyce, Quevedo, Verlaine) o mediante el recurso a la gramática o a la retórica como tema del relato. Sí, hemos leído bien, la autora usa la gramática (Lección de gramática, Paranoia gramatical, Identidad, Pesimismo gramatical) y también la retórica y los tópicos literarios como elemento esencial de algunas narraciones (Establecimiento con estilo, Ubi sunt las miradas?). En todos ellos se hace patente su profunda reflexión y un finísimo sentido del humor.

El libro es un reflejo de la propia autora, su familia, su sensibilidad, su profesión tan numerosamente desvelada en estos relatos y su sentido del humor, plasmado en títulos que son juegos de palabras (Agotamiento, Los catorce, Cuestión de género).

Sancho Hernández se muestra heredera agradecida a la cultura grecolatina, a la que rinde un especial homenaje en el cuento El árbol de la diosa, que alberga en cuatro páginas un diálogo ordenado en el tiempo, entre el olivo y Atenea y del olivo con la trirreme que transporta su aceite al otro lado del Mediterráneo.  Aquí la autora se explaya, se permite utilizar todos los recursos literarios sin las restricciones de los relatos breves y muestra así su habilidad de narradora.

En los cuarenta relatos se ofrece al lector la visión diferenciada de narradores en primera y tercera persona, aunque también se abre paso el “tú” en algunos cuentos que contienen diálogos.

Hemos subrayado más arriba que esta colección es miscelánea, pero hay tres narraciones que escapan a esa condición: El Dicciosaurio, Nueva Cenicienta e Invierno, dedicados a sus nietas y que guardan un perfecto orden jerárquico: el primero, en el que la autora crea el neologismo del título, es el más largo y está dedicado a la mayor de ellas; el segundo, más corto, a la mediana, y el tercero, muy breve, a la benjamina.

Carmen Sancho, lectora voraz, que confiesa en el título de esta opera prima que, tras una larga carrera profesional y vital, por fin le ha llegado al tiempo de escribir, crea en este libro, con verdadera maestría, una atmósfera íntima y lírica que envuelve las historias. Aunque predominan los microrrelatos, lo que implica una cierta idea de divertimento, de juego literario con la realidad, Tiempo para contar logra atrapar plenamente al lector. Es prosa poética y emociona.

 

Francisca Soria Andreu



Diversos momentos de la tertulia

Pueden leerse un par de textos de esta obra y una semblanza de la autora en otra entrada de este mismo blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario