Amado Nervo, uno de los más destacados poetas mexicanos, nació en Tepic (una pequeña ciudad de la costa del Pacífico) el 27 de agosto de 1870. Trabajó como redactor en distintos periódicos de su país, uno de los cuales lo envió como corresponsal a París en 1900, con motivo de la celebración de la Exposición Universal. Allí se relacionó con escritores como Paul Verlaine, Oscar Wilde y Rubén Darío. En esta época conoció también a quien sería el gran amor de su vida, la joven Ana Cecilia Luisa Daillez, cuya prematura muerte en 1912 le inspiraría La amada inmóvil, considerada su obra maestra. De vuelta a México ejerció la docencia, y en 1905 ingresó en la carrera diplomática como secretario de la embajada de México en Madrid. Tras un breve paréntesis debido a la Revolución mexicana, ejerció el cargo de ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay. Murió en Montevideo el 14 de noviembre de 1919. México le tributó un multitudinario homenaje y fue sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres.
En su obra se suelen distinguir dos etapas. A la primera, influenciada por el simbolismo francés y el modernismo, pertenecen, entre otros, los poemarios Perlas negras (1898), Las místicas (1898) y Poemas (1901). La segunda, caracterizada por la obsesión por el dolor y la muerte y un misticismo que configura una poesía más depurada e intimista, se abre con Los jardines interiores (1905), a la que seguirán Serenidad (1914) y Plenitud (1918), además de tres libros publicados póstumamente: El estanque de los lotos (1919), El arquero divino (1919) y La amada inmóvil (1922).
El poema seleccionado inspiró el famoso tango del mismo título que, con letra de Alfredo Le Pera y música de Carlos Gardel, se grabó en 1935, como tema de la película homónima dirigida por el cineasta de origen austriaco John Reinhardt e interpretada por Gardel. Existen numerosas versiones de esta canción, una de las más recientes es la de Diego, el Cigala, que puedes escuchar aquí:
Conocía la canción, pero no tenía ni idea de que estuviera inspirada en un poema.
ResponderEliminar¡Ah, qué preciosos los tangos de Gardel...! Este poema, cantado como tango, me recuerda a la Sara Montiel en una des sus películas, no sé si "La violetera".
ResponderEliminarY el nombre de Amado Nervo me evoca lecturas infantiles en los libros Senda o de Anaya...como María Elena Walsh o el poema del Chopo y el sol, de María Luisa Buendía...
Carlos San Miguel