Durante la Primera Guerra Mundial, el frente
occidental se estancó. Ninguno de los generales de ninguno de los bandos supo
encontrar una solución, aparte de mandar millones de hombres a una muerte
segura durante cuatro años. Los líderes (directivos) de los países y
ejércitos que combatieron en la Segunda Guerra Mundial habían estudiado y
analizado minuciosamente la Primera Guerra Mundial, muchos de ellos incluso
habían participado en sus combates. Así que su objetivo inicial era no volver a
repetir los errores del pasado. Pero el ser humano se deja guiar por la llamada
inercia activa, y antes nuevos retos o situaciones, optamos por hacer lo
de siempre. Algo parecido le sucedió a Alemania cuando perdió la iniciativa en
la guerra: no fue capaz de adaptarse a la nueva situación.
La mala selección de los consejeros por parte de
su líder, Adolf Hitler, solo sirvió para complicar las cosas. Se rodeó de
personas fáciles, que le decían lo que quería oír, lo cual no es una estrategia
muy inteligente en una situación de crisis. Alemania tenía lo que podría
llamarse una ventaja operacional en el campo de batalla: sus tropas eran de más
calidad y luchaban mejor. Sin embargo, no llevaban a cabo una estrategia
coherente. Y como sucede a menudo en el mundo empresarial, cuando los
competidores consiguen al fin igualar su eficiencia, sustituyendo la calidad
por cantidad, acabó por no poder ganar.
Tener una estrategia requiere compromisos, lo
cual significa asumir riesgos y concentrar recursos y esfuerzos. También exige
saber retirarnos a veces y a tiempo, sabiendo sacrificar objetivos. Por
ejemplo, tras el desastre del verano de 1941, Stalin comprendió que para salvar
a sus tropas y no cometer el error de nuevo, debía ceder terreno y retirarse
hasta Stalingrado. Aguantando a las fuerzas alemanas arriesgándose a perder la
ciudad. Y cuando se sintió con suficiente fuerza (tras el tiempo de
recuperación) decidió contraatacar, sorprendiendo al contrario en su flanco más
desprotegido con una innovadora propuesta.
El mundo de la empresa no es tan peligroso como
el de la guerra, pero sí que es igual de complicado. Hacer sencillas las cosas
complicadas es el trabajo de todo buen directivo. Definir una estrategia
ganadora, poner una meta común y permitir que los recursos se concentren en el
punto de máximo esfuerzo llegado el momento.
La historia de la Segunda Guerra Mundial nos ha
demostrado que todo lo anterior es posible, preocupándonos por los hombres,
rodeándonos de expertos colaboradores y manteniendo la integridad moral. Hemos de rodearnos de personas innovadoras,
prestar atención a la palabra de los expertos y evitar a los incompetentes.
Luchar con decisión, no perder nunca de vista nuestro objetivo y compartir la
responsabilidad. Ese es el verdadero método para ganar una guerra, ese es el verdadero método para llegar a ser un buen directivo y sacar adelante
una empresa.
Desde mi punto de vista, “Cómo ganar una guerra”
es un libro muy interesante en el que el autor, Ignacio González-Posada, nos
descubre que no hay muchas diferencias entre la II Guerra Mundial y nuestro
día a día profesional. Y a la vez que aporta importantes (y curiosos) datos
históricos sobre dicha guerra, nos da lecciones sobre las decisiones tomadas,
aplicadas a la estrategia empresarial de importantes marcas como Sony,
Microsoft o Coca-Cola.
Narrado de una forma muy amena, utilizando
interrogaciones retoricas e ironías, consigue que mientras lo estás leyendo,
disfrutes no solo con el contenido de la lectura en sí (que tanto para los
amantes de la historia como para los futuros economistas es de gran interés),
sino también con la manera en la que está expresado todo: cada pensamiento del
autor, cada situación vivida por los personajes conocidos que se mencionan,
etc.
Resumiendo, es un libro con el que uno es capaz
de enterarse de curiosidades de la guerra que nunca habría imaginado o de
ciertos hechos que desconocía (a no ser que sea profesor o historiador), y
también consigue que las personas interesadas en la economía, aprecien la
importancia de llevar a cabo una buena estrategia, mediante innumerables
ejemplos y sucesos actuales.
Entretenido en cada párrafo, educativo, lleno de
información muy útil y que no está de más conocer. Y escrito de tal forma que
nunca resulta duro o aburrido leerlo. Me ha
gustado mucho, me ha parecido una buena obra, y desde luego, me lo volvería a
leer.
Alejandro Gaite Marcellán, 2º bachillerato E
En esas guerras no se si compiten por saber quien mata más o quien muere menos, lo cierto es que en todas el que pierde es el pueblo y los soldados, los presidentes siempre están a la cabeza y si pierden salen a esconderse en sus casas secretas o se lavan las manos diciendo que todo fue por la patria, cuando lo que defendían eran sus propios intereses.
ResponderEliminarTiene mucha razón.
Eliminarnecesito descargar el libro, porfavor si alguien me facilitaría la información le estaría eternamente agradecido...es para mi monografia
ResponderEliminar¡Qué interesante! . Aunque imagino que es muy fácil disertar a toro pasado, porque ¿cómo saber en el momento qué decisión o qué asesor sin los correctos
ResponderEliminarCarlos San Miguel