EL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "GOYA" DE ZARAGOZA


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lunes, 30 de enero de 2023

Día Escolar de la Paz y la No Violencia

Hoy, 30 de enero, se celebra el Día de la Paz y la No Violencia. Con este motivo, en Poesía para llevar, los centros educativos de Aragón hemos preparado un especial con 52 poemas que hablan de guerra y, sobre todo, de paz.

Dada la terrible situación que Ucrania vive y que repercute en el mundo y, de un modo especial, en Europa, el grupo del IES Goya ha seleccionado un poema del poeta de origen ucraniano Ilya Kaminsky, que publicamos junto con una selección de comentarios de alumnos, alumnas y un profesor.

Hoy hemos tenido día festivo en Zaragoza, pero en los próximos días, podréis leer todos los poemas con sus comentarios en la exposición del instituto. No obstante, también podéis acceder a ellos desde este enlace.

Esperamos que los disfrutéis.


VIVIMOS FELICES DURANTE LA GUERRA

Ilya Kaminsky (Odesa, 1977) 


We Lived Happily During the War    

 And when they bombed other people’s houses, we

 protested

but not enough, we opposed them but not

enough. I was

in my bed, around my bed America 

was falling: invisible house by invisible house by invisible house.

I took a chair outside and watched the sun.

In the sixth month

of a disastrous reign in the house of money

in the street of money in the city of money in the country of money,

our great country of money, we

(forgive us)

lived happily during the war.

Copyright © 2013 by Ilya Kaminsky.   Source: Poetry International 2013 (Poetry International website, 2013) 


Vivimos felices durante la guerra

 

Y cuando bombardearon las casas de otras gentes

protestamos

pero no lo suficiente, nos opusimos

pero no

lo suficiente. Yo estaba

en mi cama, alrededor de mi cama Estados Unidos

se desplomaba: casa invisible tras casa invisible tras casa invisible.

Saqué una silla y me senté a mirar el sol.

En el sexto mes

de un reinado catastrófico en la casa del dinero

en la calle del dinero en la ciudad del dinero en el país del dinero,

nuestro gran país del dinero, nosotros (perdónennos)

vivimos felices durante la guerra.

 

Traducción: Gustavo Solórzano-Alfaro, 2019



Ilya Kaminsky nació en Odesa (antigua Unión Soviética) en 1977 y emigró con su familia a Estados Unidos en 1993. Su poesía ha sido traducida a más de 20 idiomas y ha recibido múltiples reconocimientos como la Guggenheim Fellowship, el Whiting Writer's Award o el American Academy of Arts and Letters' Metcalf Award, entre otros. Asimismo, fue finalista del Neustadt International Literature Prize.  Actualmente vive en Atlanta. Su más reciente libro, Deaf Republic (Graywolf Press, 2019) ha sido aclamado por la crítica. En los primeros días de la invasión rusa de Ucrania comenzó a circular por las redes sociales uno de sus poemas, escrito originalmente en inglés y titulado ‘Vivimos felices durante la guerra’ (de Deaf  Republic). Según explica el propio Kaminski en un reciente artículo en el New York Times, el poema se publicó por primera vez en 2013, “el mismo año en que comenzaron las protestas de Maidan en Ucrania. Víktor Yanukóvich, el entonces presidente ucraniano, intentaba acercarse a Putin y aplastar las manifestaciones. Los ucranianos le rechazaron, Putin robó Crimea y comenzó la guerra en Donbas”. En ese momento, añade, “mi país de adopción, los Estados Unidos, estaba inmerso en sus propias campañas por la ‘libertad’” en Bagdad. “¿Quién se acuerda ahora de los bombardeos de Grozni, la capital de Chechenia?”, se pregunta Kaminski. “Los políticos americanos vociferaron un poco. Luego se olvidaron. Es lucrativo olvidarse. A las petroleras les gusta hacer negocios con Putin”.

 Creo que el autor describe  cómo se siente mucha gente que está lejos de su familia y sienten que no pueden hacer nada por ayudar a su país,  viviendo en el privilegio de no soportar diariamente  algo tan duro como la guerra, que sufren muchas personas  como nosotros  y que acaban afectados por algo que ni deciden ni les concierne. (Anastasia Benito  Pshenyshna, 2º BTO, Alumna de origen ucraniano)

Claro ejemplo del poeta comprometido que usa su habilidad literaria para llamar a las conciencias contra una guerra de la que nadie estamos a salvo, en la línea de Lord Byron en la guerra de Independencia griega o los hermanos Machado en la Guerra Civil española.(Fernando Alquézar, Profesor de Historia del IES Goya y poeta)

Este poema me hace reflexionar y ser más consciente de que si no te afecta un problema, no le das importancia. En este caso pone el ejemplo de EEUU pero es un poema universal: por todo el mundo hay gente que ignora la guerra. (Ara Valdelvira 2º ESO A)

 Me hace pensar en que deberíamos ayudar más a las personas en situaciones complicadas. (Sofía Gascón, 2º ESO A)

 El poema está muy bien pensado para llamar nuestra atención y hacernos pensar. Muestra  de un modo original lo que suele pasar en situaciones como las que está sufriendo Ucrania en este momento. (Mirella Eras 2º ESO A)

 El yo del poema se ha opuesto a la guerra, ha protestado. Pero eso no le impide sentir remordimientos por no haber hecho algo más. El poema nos recuerda a todos los que lo leemos la necesidad de actuar para cambiar lo que no está bien. Las palabras pueden cambiar el mundo, pero necesitan apoyarse en actos. (Cayetana Mallén, 3º ESO D) 

Las familias pierden padres, hermanos e hijos en la guerra. Mientras tanto, a la gente solo le preocupa la inflación, la subida de los precios. Nos quejamos, pero no hacemos nada para que la situación cambie. (Radu Tataru, 3º ESO D)  

Me gusta el punto de vista del poeta. Se hace responsable y se siente culpable por no hacer nada al respecto, pero ¿qué podemos hacer? Su modo de pensar nos hace reflexionar sobre qué hacer o qué no. (Andrea Linca, 3º ESO D)

Es un poema duro. Te carga de una cierta responsabilidad que ni siquiera sabías que tenías. (Diego Rodrigo, 3º ESO D) 

Todo el mundo debería apoyar a los que están mal, ya sea una persona o un país. (Cloé Sanjuán, 3º ESO D) 

Cuando empezó la guerra, me sentí inquieta y pensé en qué haría si estuviésemos en el caso de Ucrania, en lo mal que lo pasaríamos y en que, seguramente, no podría evitar lo que sucede. Me da rabia que esto pase todavía en el siglo XXI. (Irene Carrey, 3º ESO).

 Alumnado y profesorado del IES Goya, Zaragoza


domingo, 29 de enero de 2023

"Anne Hathaway", un poema de Carol Ann Duffy



Supuesto retrato de Anne Hathaway realizado por
Nathaniel Curzon en 1708



Anne Hathaway

"Dejo, a mi esposa, mi segunda mejor cama..."
(testamento de Shakespeare)

La cama en que nos amábamos era un mundo en rotación
de bosques, castillos, antorchas, riscos, mares
donde él buceaba perlas. Las palabras de mi amante
eran estrellas fugaces que caían a la tierra como besos
sobre estos labios; mi cuerpo a veces una rima imperfecta
de su cuerpo, como un eco o asonancia; sus caricias
un verbo bailando en el centro de un sustantivo.
Algunas noches, soñaba que él me había escrito, la cama
una página bajo su mano de escritor. Romance
y drama interpretados por el tacto, el gusto y el olfato.
Y en la otra cama, la mejor, nuestros huéspedes dormitaban
babeando prosa. Mi amor vivo y alegre
yace en el ataúd de mi cabeza de viuda
como él yacía conmigo en aquella segunda mejor cama.

(Trad. de Mirta Rosenberg y Lorea Canales. En:
http://www.archivopdp.unam.mx/index.php/63-
traducciones/traducciones/2031-043-traducciones-carol-ann-duffy)


VERSIÓN ORIGINAL:

Anne Hathaway


 ‘I gyve unto my wife my second best bed…’
(from Shakespeare’s will)


The bed we loved in was a spinning world

 of forests, castles, torchlights, clifftops, seas

 where he would dive for pearls. My lover’s words

were shooting stars which fell to earth as kisses

 on these lips; my body now a softer rhyme

 to his, now echo, assonance; his touch

 a verb dancing in the centre of a noun.

Some nights, I dreamed he’d written me, the bed

a page beneath his writer’s hands. Romance

and drama played by touch, by scent, by taste.

In the other bed, the best, our guests dozed on,

dribbling their prose. My living laughing love –

I hold him in the casket of my widow’s head

as he held me upon that next best bed.

(De The World's Wife, 1999)


La escritora Carol Ann Duffy

Carol Ann Duffy (Glasgow, Escocia,1955) es una poeta y dramaturga británica. Fue poeta laureada, es decir, poeta de la corte del Reino Unido,  desde abril de 2009 a 2019, convirtiéndose en la primera mujer, la primera escocesa y la primera persona abiertamente homosexual en obtener esta distinción.

Vivió en Glasgow hasta los seis años, cuando su familia se trasladó a Stafford, Inglaterra. Su padre, instalador de una compañía eléctrica, presentó una candidatura fallida al Parlamento en 1983. Duffy estudió en la Universidad de Liverpool y se graduó en Filosofía en 1977. Publicó libros, trabajó como crítica de poesía para The Guardian (1988-1989) y como editora de la revista de poesía Ambit. En 1996 empezó a dar clase de poesía en la Manchester Metropolitan University, donde más tarde se convirtió en directora creativa de la Escuela de Escritura. Además de numerosos libros de poemas, ha publicado obras de teatro, canciones y libros de literatura juvenil, obras por las que ha sido reconocida  con  numerosos e importantes galardones.

Sus colecciones de poesía para adultos son: Standing Female Nude (1985), ganadora de un premio del Scottish Arts Council; Selling Manhattan (1987), Premio Somerset Maugham; El otro país (1990); Mean Time (1993), Premio de Poesía Whitbread y Premio de Poesía Forward (Mejor Colección de Poesía del Año); La esposa del mundo (1999); Evangelios femeninos (2002); Rapture (2005), Premio T. S. Eliot 2005; The Bees (2011), ganadora del Premio Costa de Poesía 2011 y finalista del T. S. Eliot en el mismo año; La tregua de Navidad (2011); Wenceslas: A Christmas Poem (2012); Cumpleaños de Navidad de Dorothy Wordsworth (2014) y Sincerity (2018).

 El poema elegido es quizá el más famoso del libro The World's Wife (La esposa del mundo). En él recrea una serie de voces de mujeres, reales o imaginarias, que no tuvieron oportunidad de hablar por sí mismas o que fueron eclipsadas por sus parejas, desde la esposa de Orfeo, Eurídice, hasta la de Charles Darwin, Penélope o la señora Freud.   En este poema da voz a Anne Hathaway,  la esposa del poeta y dramaturgo William Shakespeare (1564-1616). Pocos son los datos que conocemos sobre la vida de esta mujer nacida en 1556 y criada en la granja familiar, en Shottery, una pequeña población situada a kilómetro y medio de Stratford-upon-Avon, lugar de nacimiento de Shakespeare. En noviembre de 1582, cuando tenía veintiséis años y estaba embarazada de tres meses, contrajo matrimonio con William Shakespeare, de dieciocho. Del matrimonio nacieron tres hijos: Susanna en 1583 y los gemelos Hamnet y Judith en 1585. Hamnet murió en 1596, a los once años. Anne falleció el 6 de agosto de 1623.

Los biógrafos y estudiosos de Shakespeare han tratado con desdén la figura de su esposa, presentada como una campesina analfabeta y  poco atractiva que con su embarazo atrapó al escritor en un matrimonio forzado que con el tiempo se convirtió en  una pesada carga para él. Esta teoría se fundamenta en el hecho de que cuando el escritor se trasladó a Londres, la esposa no se reunió con él, sino que permaneció en Stratford, lo cual demostraría la falta de afecto entre los cónyuges. En contra de ello, se suele aducir que Shakespeare enviaba a su esposa todo el dinero que ganaba y que, cuando se retiró del teatro en 1613, regresó a Stratford con ella, a New Place, la casa que había adquirido para la familia con las ganancias del teatro, en lugar de permanecer en Londres. 

Otra razón que esgrimen los detractores de Anne es que, en el testamento, Shakespeare dejó a su mujer su "segunda mejor cama", lo cual se interpreta como un desaire, la clara evidencia de que el escritor no amaba a su esposa. Sin embargo, según las leyes de la época, Anne habría recibido un tercio de la fortuna del escritor y el derecho a permanecer en New Place. Además, las camas eran un mueble ornamental y costoso que no era extraño destacar en los testamentos. Finalmente, sabemos que en la Inglaterra isabelina la costumbre dictaba reservar la mejor cama para los invitados, por lo que bien pudiera ser que esa "segunda mejor cama" fuera el lecho matrimonial, y que por tanto tuviera un significado especial para ambos. Precisamente, a eso se alude en el poema. 

No es casual que Duffy haya elegido para este poema el soneto, la estructura métrica que alcanzó con Shakespeare las más altas cimas, si bien se trata de un soneto algo heterodoxo, como si la esposa se hiciera eco de las creaciones de su marido, pero ideara una obra propia y distinta.  Por otra parte, la composición contiene algunas alusiones veladas  a las obras de Shakespeare, al mundo que había creado con sus palabras, pues en la cama matrimonial ("un mundo en rotación") también se habla: "bosques" (v. 2) sugiere el escenario de Sueño de una noche de verano y también el bosque de Arden de Como gustéis; los castillos aparecen en varias de sus obras, entre ellas, Hamlet y Macbeth, y en lo alto de un acantilado transcurre una escena memorable de King Lear. La descripción de Shakespeare buceando en busca de perlas (v. 3) evoca la canción de La Tempestad sobre el supuesto cadáver que yacía en el fondo del mar. Finalmente, la imagen de la cabeza de Anne como un "ataúd" (v. 13) parece recordar los tres ataúdes entre los que deben elegir los pretendientes de Porcia en El mercader de Venecia.

El poema se inscribe en la tendencia de la literatura actual a dar voz a las figuras femeninas para que cuenten una versión propia de su historia, que no suele coincidir  con la oficial.  En el monólogo que es el poema,  Anne Hathaway, ya viuda,  toma la palabra para reflexionar sobre la relación apasionada que vivió con su marido y tratar el asunto de la cama, convertida aquí en el objeto que explica y representa el amor de la pareja. Describe la intimidad física con términos utilizados habitualmente para hablar de poesía. Palabras como "eco", "asonancia", "verbo" o "sustantivo" describen la forma en que su cuerpo responde y completa al de su esposo, presentando dos seres en perfecta armonía. En esa relación, ella es la más pasiva, el "eco" de su esposo, cuyo toque es el "verbo" (la acción), frente a ella, que es el "sustantivo". Recuerda sus sueños, en los que se veía como una creación de su esposo (un poema o una obra de teatro) sobre las sábanas blancas de la cama (la página en blanco). Mientras en su "segunda mejor cama" los esposos se amaban creando  poesía, en la mejor cama sus invitados "dormitaban / babeando prosa". De esta forma, el hecho de que Shakespeare legara a su mujer su "segunda mejor cama",  lejos de interpretarse como un gesto de rencor, se convierte en un acto de amor en el poema de Duffy, y este en una reivindicación de la figura de Anne Hathaway.

En los últimos años, otras escritoras se han sumado a la reivindicación de la figura de Anne Hathaway. En 2011 la feminista Germaine Greer publicó Shakespeare's Wife, una biografía imaginada en parte, en cuyo prólogo declara su intención de oponerse a los 'bardólatras' que han menospreciado a la esposa de Shakespeare. En 2020 la escritora Maggie O'Farrell publicó Hamnet, una novela sobre la muerte del hijo, en que la verdadera protagonista es la esposa, a quien se llama Agnes, el nombre con que se la cita en el testamento de su padre, otro motivo de menosprecio para los 'bardólatras'. En la novela de O'Farrell (puedes leer una reseña AQUÍ), Agnes aparece como una mujer atractiva y nada convencional, con conocimientos sobre plantas que utiliza para curar a los enfermos de manera desinteresada, que se rebela contra la vida que los padres de su marido tratan de imponerle y encuentra la forma de liberar a su esposo de la tiranía paterna. 

domingo, 22 de enero de 2023

Cinco poemas de Charles Simic


 
Foto: Josefina López


Miedo

El miedo pasa de un hombre a otro
sin saberlo,
como una hoja pasa su temblor 
a otra.

Y de pronto todo el árbol está temblando
y no hay señales de viento.

(De Desarmando el silencio,1971. Versión de
Marcela María Raggio. En: http://lascienciashumanas.com>,
ISSN XXX-XXX)

Mi hartazgo de las proporciones épicas

Me gusta cuando 
matan a Aquiles
o a su colega Patroclo,
o a Héctor, ese exaltado,
y toda la 
jeuneusse dorée
griega y troyana
acaba más o menos 
expertamente masacrada
y hay por fin
un poco de paz y tranquilidad
(los dioses se han callado
por un momento)
se escucha
el canto de un pájaro
y una niña le pregunta a su madre
si puede ir al pozo
y claro que puede
por esa hermosa senda
que serpentea
por el huerto de olivos.

(De Desmontando el silencio. Trad. de Jordi Doce.
Ayuntamiento de Lucena, 2004)

Guerra

El dedo tembloroso de una mujer
Recorre la lista de víctimas
La noche de la primera nevada.

La casa está fría y la lista es larga.

Todos nuestros nombres están incluidos.


Mil novecientos treinta y ocho

Fue el año en que los Nazis invadieron Viena,
Superman debutó en Action Comics.
Stalin mataba a sus camaradas revolucionarios,
abrieron la primera Dairy Queen en Kankakee, III,
mientras en la cuna yo me orinaba en los pañales.

"Seguro que fuiste un precioso bebé", cantaba Bing Crosby.
Un piloto a quien los periódicos llamaron

         "El despistado Corrigan"
despegó de Nueva York hacia California
y aterrizó en Irlanda, mientras yo veía a mi madre
sacarse el pecho de su bata azul y acercarse a mí.

En septiembre hubo un huracán que hizo que un teatro
en Westhampton Beach acabara en el mar.
La gente temía que fuera el fin del mundo.

Un pez que se creía extinguido hace más de setenta
millones de años
apareció en una red en la costa de Sudáfrica.

Yo estaba tumbado en mi cuna mientras los días
eran cada vez más cortos y fríos,
y la primera gran nevada cayó de noche
silenciando las cosas en mi habitación.
Creo que entonces me oí llorar por mucho, mucho tiempo.

(En Mil novecientos treinta y ocho. Trad.: Nieves García Prados.
Valparaíso Ediciones, 2014)

El diccionario

Tal vez haya alguna palabra por ahí
que describa el mundo tal y como es esta mañana,
una palabra para cómo la luz temprana
se deleita en apartar la oscuridad
de los escaparates y los portales.

Y otra palabra para el modo en que se detiene
sobre un par de gafas de alambre
que alguien perdió en la acera
la noche pasada, tambaleándose a ciegas
hablando consigo mismo o rompiendo a cantar.

(De The Lunatic, 2015. Trad. de Martín López-Vega.
Tomado de su blog Rima interna)


Simic, en una imagen de 2011. EPA (Avui)
Charles Simic (Belgrado, actual Serbia, 1938-Dover, Estados Unidos,  2023) fue un poeta, ensayista y traductor serbio-estadounidense, reconocido como una de las voces más relevantes e innovadoras de la literatura  estadounidense actual.

Pasó su infancia en un país en guerra (la desaparecida Yugoslavia), bajo la ocupación de la Alemania nazi, y en una ciudad bombardeada por los alemanes y los aliados, lo que dejó una profunda huella en su poesía. A pesar del horror, la guerra fue vivida por él como un  periodo de libertad y de aventura, sin el control de los adultos y con las clases suspendidas. Tras el triunfo de los partisanos en la liberación del país, se instauró un régimen comunista. Estas circunstancias empujaron a su familia a abandonar el país. En palabras del autor, "Mis agencias de viaje fueron Hitler y Stalin". Su padre, ingeniero electrónico, emigró a Italia en 1944 y después a Estados Unidos. Pero Simic, su madre y su hermano tuvieron que permanecer  en  Yugoslavia hasta 1953. Entonces pudieron llegar a París, donde esperaron un año hasta conseguir los visados para viajar a Estados Unidos en 1954, cuando el poeta tenía 16 años. En Belgrado había estudiado un poco de francés y de ruso. En París su madre  puso a los hermanos  a estudiar inglés, un idioma que Simic no tardaría en dominar. En París también entró en contacto con la poesía: aprendió a recitar de memoria poemas en francés.

Entraron a Estados Unidos por el puerto de Nueva York, ciudad por la que se sintió fascinado. En su primera noche, su padre lo llevó a un club de jazz, pues el jazz -del que llegó a decir que había hecho de él un norteamericano y un poeta- le apasionaba desde que siendo un niño de cinco o seis años empezó a escucharlo por la noche a través de la radio. La familia se estableció en Chicago, donde Simic terminó la secundaria pero no fue a la universidad, sino que empezó a trabajar como ayudante de oficina y corrector de pruebas en el Chicago Sun-Times. En 1958, mientras sus padres se estaban divorciando,  se trasladó a Nueva York, ciudad en la que realizó distintos trabajos para subsistir mientras estudiaba por las noches. Publicó sus primeros poemas en 1959 en la Chicago Review. En 1961 fue reclutado y  enviado  como policía militar a Europa, donde pasó dos años, periodo en el que revisó su poesía y se dio cuenta de que la influencia de los grandes autores que había leído era vergonzosamente evidente, por lo que decidió tirar todos sus poemas. A su regreso a América, encontró una voz poética propia observando los objetos cotidianos: los primeros poemas que decidió conservar tratan sobre una carnicería (escrito en 1963), un par de zapatos y un tenedor. Con ellos inicia sus "object poems", tan celebrados por crítica y público.

En 1964 contrajo matrimonio con Helen Dubin, con quien tuvo dos hijos. Se tituló en la Universidad de Nueva York en 1966, y al año siguiente apareció su primer poemario, What the Grass Says (Lo que dice la hierba), bien recibido por la crítica. En 1971 se convirtió en ciudadano estadounidense y fue contratado como profesor en el campus de Hayward del California State College. En  1973 renunció a ese puesto para ejercer como profesor de literatura en la Universidad de New Hampshire. Es autor de cerca de una treintena de libros de poesía, ensayo y crítica, así como editor de la revista The Paris Review y traductor al inglés de poesía francesa,  serbia, croata, macedonia y eslovaca. 

En 1990 recibió el Premio Pulitzer de Poesía por El mundo no se acaba y fue finalista para el mismo galardón en dos ocasiones: en 1986 por Selected Poems, 1963-1983 y en 1987 por Unending Blues. Recibió, además, el premio Griffin de poesía en 2005 y el Wallace Stevens en 2007. Fue nombrado el decimoquinto poeta laureado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 2007. En 2011 recibió la Medalla Frost, por toda una vida dedicada a la poesía. Falleció en estado de demencia en una residencia de ancianos de Dover, New Hampshire, el 9 de enero de 2023.

Además de los títulos mencionados, podemos destacar otros como Hotel Insomnia (1992), A Wendding in Hell (1994), Walking  the Black Cat (1996), finalista del National Book Award en poesía, o Jackstraws (1999), nominado como Libro Notable del Año por el New York Times. Muchos de sus libros han sido traducidos al castellano. DVD publicó en 1999 El Mundo no se acaba y otros poemas. Bajo el sello editorial Valparaíso han aparecido Mil novecientos ochenta y cuatro. Antología (2014), Días cortos y largas noches (2017), Paseando al gato negro (2017), Picnic nocturno (2018), El señor de las máscaras (2018), Poesía (1962-2020) (2021), Libro de dioses y demonios (2021), Ese pequeño detalle (2021) y Una boda en el infierno (2022). Vaso Roto ha publicado Mi séquito silencioso (2014), El monstruo ama su laberinto (2015), El lunático (2017), La vida de las imágenes (2018), Garabateando en la oscuridad (2018), Acércate y escucha (2020) y Una mosca en la sopa (2010), su libro de memorias. En Visor apareció Antología poética en 2019.

En  su poesía, caracterizada por el humor y el minimalismo, el autor observa una clara evolución. En una primera etapa estuvo interesado en poemas más visuales e  impersonales: "Escribía sobre piedras, cuchillos, tenedores y zapatos". Después comenzó a incluir, de forma más directa, su propia vida en unos  poemas más narrativos y se inclinó por la claridad en sus composiciones y una mayor preocupación por el lenguaje y la musicalidad de los poemas:

"Ahí está ese cambio: pasé de ser impersonal y un poco objetivo a ser más personal. También estaba interesado en imágenes y metáforas muy fuertes: mi influencia surrealista. Durante los primeros 20 años -incluso por más tiempo- mi obra incluyó esas imágenes. En algún momento empecé a apreciar los poemas escritos con claridad, en los que el lenguaje es muy simple. [...] Yo quería un poema que fuera totalmente accesible, en que el lector quedara desarmado, contrario a la idea de cuando estás leyendo un poema y piensas "esto va a ser difícil" y no sabes qué diablos significa el poema. Se trata de dar a los lectores un poema al que puedan acceder con facilidad. Pero luego les tiendes trampas. Parece sencillo, pero cuando lo terminen van a decir: "algo más está pasando aquí". Apuesto a que releerán el poema. Entonces los tienes atrapados".

Se convirtió así, dice el autor, "en un poeta de país tanto como  en un poeta de ciudad".

Simic es el gran poeta de la civilización urbana,  capaz de ver lo absoluto en una escena cotidiana, según Diego Doncel, para quien la voz de Simic

"está tocada de aquella levedad de que hablaba Italo Calvino, una levedad capaz de expresar los más íntimos dramas humanos que se viven junto a la luz de los neones, de los anuncios publicitarios y de los cubos de basura. Su sensibilidad está llena de las boquitas pintadas de las mujeres infelices que salen de trabajar en los grandes almacenes, de los viejos que van a buscar sus medicinas, de la epidemia de los corazones solitarios. Es decir, de vida y de tiempo, de absurdo e intensidad".
Pasaporte yugoslavo emitido el 18 de junio de 1953 para 
Charles Simic (arriba) y su hermano. (Revista Nexos)

Referencias: 

-Diego Doncel, "Muere Charles Simic, la voz más irónica y pop de nuestro tiempo", ABC, 10 de enero de 2023.

-Daniel Gigena, "A los 84 años, murió Charles Simic, el poeta que quiso convertir 'lo divino en cosa humana'", La Nación, 10 de enero de 2023.

-Eduardo Lago, "Muere Charles Simic, una de las voces más desenfadadas e innovadoras de la poesía norteamericana", El País, 10 de enero de 2023.

 -C. Simic, "Espero que a la muerte le gusten mis bromas" /Entrevistado por Alejandro García Abreu. En Nexos, nº 444, dic. 2014. Trad. de Álvaro García. Consultada en: http://www.enriquevilamatas.com/escritores/escrgarciaabreu3.html.

-C. Simic, "Entrevista con Charles Simic"/ Entrevistado por Juan Carlos Gaicano. Revista Poesía, nº 133. En: https://poesia.uc.edu.ve/entrevista-con-charles-simic/.

-C. Simic, "Entrevista a Charles Simic" / Entrevistado por Mark Ford, de The Paris Rewiev. En Círculo de Poesía. Revista electrónica de literatura. Consultada en: https://circulodepoesia.com/2014/03/entrevista-a-charles-simic/.

-Fernando Valverde, "Charles Simic", Altazor. Revista Electrónica de Literatura, 1 Época, Año 4, Enero 2023. En: https://www.revistaaltazor.cl/charles-simic-3/.

domingo, 15 de enero de 2023

Dos poemas de 'Un número finito de veranos', de Aurora Luque

Imagen de Sierra Nevada desde Granada. (nevasport.com)


Lo numinoso*

Esa nieve acunada en frías nieblas
sobre las sierras altas de Granada
promete tal potencia de vida en su blancura
que apenas puedo hacer
otra cosa que orar. Rezar, sí, yo, pagana.
Los paganos decimos oraciones
cuando la vida urge arrolladora.
Rezamos al presente los paganos.
La nieve será pétalos y frutas,
ciruelas amarillas, madreselvas. No va mucho más lejos
nuestra oración pagana, pero la vida breve
recoge con más brío, con garras aún más bravas,
la emoción no abarcable
que fructifica al cabo del invierno.
No esperemos placer, palabras, carne, fruta,
más allá de la muerte. A qué apostar más lejos.
No esperemos más vida. No la hay.
Queda una llama breve y está en el borde mismo
de las alas del labio-mascarón,
de esa proa de carne que somos cuando amamos
y el amor nos obliga a navegar
entre graves borrascas oceánicas.
Está al alcance aún de las palabras,
podemos protegerla con ellas de la muerte
y aun de los paraísos teológicos.
No me lo secuestró doctrina alguna,
no está bajo retórica cansada,
este canto a la vida que me entona la nieve,
bella y alta, en la sierra,
cuando paso, en el coche, preguntándome
qué frutos traerá el verano amado, cómo el amor sabrá
regir siempre los tiempos,
a su manera, artística y hermosa
y libre y desquiciada.

*numinoso: (del lat. numen, -minis, "numen" y -oso). Perteneciente o
relativo al numen como manifestación de poderes divinos.


Pecado contra el mar
Fábula 

Han dicho que la moda de tapa este verano
se llamará crujiente de medusa.
Las lluvias calurosas les han dado
la potestad del mar, y ahora su gelatina electrizada
amenaza la arena turística del piélago.
Los gastrónomos han recomendado
degustar a esas primas de Afrodita
que aúnan, como eros, belleza con veneno.
Hay algo mórbido, culposo en esa dieta.
Rememoro el grabado de Hokusai,
Sueño de la mujer del pescador:
un pulpo que se adhiere, obsceno y tierno,
y enfila los brocales. Imagino a mi amigo bajo la gelatina
de una medusa húmeda y gigante
con su hambre de escualo.

Para tanta medusa no hay perseos*.

Devoramos, letárgicos, nuestros propios errores.


*El héroe mitológico Perseo dio muerte a Medusa, una de las tres
gorgonas, que tenía serpientes venenosas vivas en lugar de cabellos y 
cuyos ojos convertían en piedra a todo el que la mirara directamente.
Medusa, el personaje de la mitología grecolatina, dio nombre a
la medusa, el celentéreo marino, por la similitud de sus tentáculos
colgantes con los cabellos de la gorgona. (Las notas son nuestras)

De Un número finito de veranos, Milenio, 2021


La poeta Aurora Luque ha ganado el Premio Nacional de Poesía 2022 por  su poemario Un número finito de veranos, publicado en noviembre de 2021 en un pequeño sello editorial. La autora ha dicho de su libro:

Es un libro que refleja todas mis obsesiones y con ese adjetivo, el de "finito" referido al verano, que responde a mi vieja fijación del estío como contrapunto del existir y del deseo, de la luminosidad y del goce de vivir también, y de la finitud que lo afecta todo, nacida precisamente de la consciencia de la finitud de los veranos que nos quedan por vivir. Así que es un libro agridulce, vital, de disfrute de la existencia y consciente del implacable paso del tiempo.

El jurado ha destacado también que se trata de "un canto al Mediterráneo y al amor por la tradición griega, que mira el universo desde el pasado para comprender el presente, usando los recursos de la tradición y las formas de la Antigüedad para interpretar nuestros días". 

[Imagen final: Medusa, de Caravagio (Galería Uffizi, Florencia)]

domingo, 8 de enero de 2023

"En una estación de metro" y otro poema de Óscar Hahn

Foto de una campaña publicitaria de METRO DE MADRID,
cartel de la exposición 'Un viaje en el tiempo'./ Público


En una estación de metro


Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro

y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos

y la perdieron para siempre entre la multitud

Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por las estaciones

y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles

Y quizás el amor no es más que eso:

una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro

y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre

De Versos robados, 1995

Muerte de mi madre

El Papa ha muerto
y todos los televisores del mundo
están mostrando la noticia
Ahora vemos el traslado del cuerpo
a través de los aposentos del Vaticano
Yo sé que a usted
le hubiera gustado ver todo esto mamá
y que se hubiera emocionado
y que hubiera seguido la transmisión
desde su cama

Y los restos del Papa
fueron trasladados desde la capilla
hasta la catedral de San Pedro
Pero a usted
tuvimos que bajarla hasta el sótano del edificio
en una silla de ruedas
porque el ataúd no cabía en el ascensor

En estos momentos
los mil millones de católicos
que hay en el mundo
expresan su dolor por la muerte del Papa
pero la suma de todo ese dolor
no puede compararse
con el dolor que sintieron sus hijos
cuando la levantaron de la silla de ruedas
y la pusieron en el ataúd

El hecho de que me esté dirigiendo a usted
aunque no pueda responderme
me dice que usted no está muerta
que está en alguna parte del universo
escuchándome
porque existir no puede ser algo tan pobre
como vivir metido adentro de un cuerpo
que se hace escombros que se hace cenizas

Recuerdo que cuando era niño
y tenía pesadillas con el diablo
corría a meterme en su cama
y ahora a veces tengo mucho miedo mamá
y no quiero tener más miedo
quiero que todo el universo sea como una gran cama
en la que pueda meterme cuando tenga miedo
y usted esté a mi lado aunque no pueda verla

De En un abrir y cerrar de ojos, 2006


En este blog puedes leer otro poema del autor, "Los fantasmas de Lisboa": AQUÍ.

miércoles, 4 de enero de 2023

'Hamnet', de Maggie O’Farrell

Grupo de lectura “Leer juntos” del IES Goya

Sesión del 12 de diciembre de 2022

Autora: Maggie O’Farrell

Obra comentada: Hamnet. Traducción de Concha Cardeñosa. Libros del Asteroide, 2021.

 



Cuaderno de bitácora: guía que nos orienta en el bosque de personajes

 Maggie O’Farrell, partiendo de un puñado de datos de la vida de William Shakespeare, trenza una historia de ficción con los temas y los ambientes de la producción shakespeariana. En términos de crítica bajtiniana, es un relato en permanente intertextualidad con las obras del autor. Esos motivos, puestos como al azar, transcienden la anécdota y le confieren el estatus de verdadera obra de arte.

En Hamnet los elementos históricos conviven con tradiciones celtas de la brujería, con cuentos y leyendas populares y con argumentos de obras teatrales del propio Shakespeare. No tardamos en darnos cuenta de que Agnes es una reescritura de La fierecilla domada. Aunque, en este caso, no está “domada” por el marido, sino por las costumbres ancestrales que encorsetaban a la sociedad. Agnes, la verdadera protagonista, se pliega a las circunstancias, pero en su conducta cotidiana sigue siendo indómita, como las hijas del bosque. Como Blancanieves, tiene una madrastra con un cuarto lleno de manzanas y, precisamente, entre esas manzanas entrega su amor al preceptor de latín. ¿Acaso no es un alarde de intertextualidad con el Génesis? ¿Acaso no es una inversión de las tradiciones y los mitos y una nueva propuesta a través de la reescritura? Esta técnica la subraya haciendo coincidir el final de la novela con el final de la obra teatral Hamlet.

Y todo envuelto en unos temas recurrentes que van modulando la trama y a los personajes. Todos están encorsetados por unas convenciones sociales que les impiden ser ellos mismos, como si fueran marionetas manejadas por el destino. Pero todos encuentran alguna grieta por la que escapa su personalidad apabullante. Ninguno de ellos nos deja indiferentes.

 

RELACIÓN DE PERSONAJES

 La novela se organiza en torno a la rivalidad de dos familias, que no aceptan el matrimonio de sus hijos: Agnes, la Anne Hathaway histórica, y el preceptor de latín de sus hermanos. Este preceptor, aunque en la novela no lo menciona, resulta ser el propio William Shakespeare, hijo de un guantero venido a menos y metido en turbios negocios con la lana.

Me llama la atención la extensa galería de personajes complejos, con personalidades muy bien definidas. Hasta los secundarios, los meramente esbozados, resultan ser personajes auténticos y creíbles. Cada uno de ellos engancha al lector con su historia personal. Y de todos querríamos saber un poco más.

 LA FAMILIA DE AGNES Y LA GRANJA DE HEWLANDS

 Rowan, o Serbal. Es la madre biológica de Agnes y Bartholomew. Encarna la fuerza y el poder del mito del gran ausente. En realidad, no tiene nombre. Solo lo conocemos por un recuerdo lejano de Agnes: “Sabe que vino un sacerdote. Recuerda que pronunció el nombre de su madre en medio de muchas plegarias: Rowan, Rowan”. “Levanta la cabeza y ve al otro lado el tronco plateado y las delicadas hojas de un serbal. Si se planta en la puerta de la casa, los malos espíritus no se acercan. Dicen que con sus ramas se hizo la primera mujer. Así se llamaba su madre, aunque su padre nunca pronunció su nombre; se lo dijo un pastor cuando ella le preguntó” (p. 147). Murió en el tercer parto con su bebé. “Se le hinchó el vientre por tercera vez y allí terminó su suerte. Dio a luz al tercer hijo y ya no se levantó de la cama” (p. 49).

 Richard Hathaway. El granjero. Se casó dos veces. Padre de Agnes y Bartholomew, de su primer matrimonio. Y padre de seis hijos de su segundo matrimonio. Un hombre respetado, amable y muy fiel. Encontró a Rowan, su primera mujer, a la salida del bosque. “Según la historia, había aparecido un día separando las zarzas, había salido del mundo verde y sombrío, y, desde entonces, el granjero, que estaba allí por casualidad cuidando las ovejas, no pudo dejar de mirarla. Le quitó las hojas del pelo y los caracoles de las faldas. Le cepilló las ramitas de musgo de las mangas, le limpió el barro de los pies. Se la llevó a su casa, le dio de comer, la vistió, la desposó y poco después nació la niña” (p. 48).

Cuando murió, guardó un mechón de su cabello en un dije, del que nunca se separó. Se volvió a casar con Joan. El granjero murió pronto, pero dejó testamento en el que favorecía a los hijos de la primera mujer. Este gesto es una fuente de conflictos en la novela.

 Agnes. Nombre literario de Anne Hathaway. Es la verdadera protagonista. Se trata de un personaje histórico recreado libremente. Sus deseos y sentimientos van evolucionando al ritmo de nuestra lectura. Anne Hathaway, en 1582, a los veintiséis años, embarazada de tres meses, se casó con un William de dieciocho. En el testamento, su padre la llamó Agnes, Con este cambio de nombre, Maggie O’Farrell borra la historia que conocíamos de la mujer de William Shakespeare y reescribe su vida. Anne, al transformarse en Agnes, se convierte en una mujer fuerte e independiente. Además, así se distingue de Anne, la hermana de su marido que murió de peste bubónica cuando tenía ocho años.

En la novela, Agnes tiene una personalidad ingobernable, con rasgos de bruja y con capacidades extraordinarias: podía conocer el interior de una persona presionando entre el pulgar y el índice de la mano. Esta mujer, amorosa y sabia, conocía plantas curativas y sentía la presencia de los muertos. Como las madres de las grandes tragedias, no pudo ver la muerte de su propio hijo. Su destino era sufrir en soledad.

 Bartholomew. Hermano de Agnes y el protector de su vida y de su honra desde la muerte de su padre. El aspecto rudo contrasta con la extrema sensibilidad y responsabilidad. Es un personaje con gran autoridad sobre los demás. 

Cuando nació, “era un niño enorme, con las manos anchas y los pies tan grandes que podía haberse echado a andar” (p. 49).

 Joan. La segunda mujer del granjero. La madrastra. Llegó de nodriza cuando se murió Rowan. Su actitud cambió cuando se casó con el granjero. Encarna bien el tópico de malvada madrastra a la que conocemos a través de Agnes. ”Luego esta madre se fue y apareció otra en su lugar, junto a la lumbre, echando leña, soplando las llamas, cambiando la olla del hogar a la rejilla diciendo: no lo toques, cuidado, quema. Esta segunda madre era más ancha, se tapaba el pelo claro, recogido en un moño, con una cofia pringada de sudor. Olía a cordero y a aceite. Tenía la piel enrojecida y llena de pecas, como si le hubiera salpicado un carro que pasara por el barro. Tenía un nombre: Joan. A Agnes siempre le decían que no había tenido otra madre. La viuda del boticario le dijo tu madre era todo corazón. Tenía más bondad en el dedo meñique que todas esas juntas en todo el cuerpo” (p. 53 y ss.).

 Seis hijos del granjero y Joan. “El granjero la tomó por esposa y ella le dio seis hijos, Todos rubios, sonrosados y rellenitos como ella” (p. 51).

 Tres niñas. Caterina, la de la nariz ancha; Joanie, a la que le nacía el pelo desde muy abajo, y Margaret, la del cuello ancho y los largos lóbulos de las orejas.

 Tres niños. Un poco desdibujados. James, el menor, el que ayudaba a Agnes a ordeñar; Thomas, el pastor; William, el menor.

 En Hewlands, además, vivía Hettie, la que cuidaba los cerdos y de las gallinas. Un personaje de relleno que ayuda a crear ambiente.

 

Campiña inglesa - foto viajeros callejeros

HENLEY STREET, STRATFORD. FAMILIA DEL PRECEPTOR DE LATÍN

 John. El padre, el guantero de Stradford, un pueblo a dos días a caballo desde Londres, metido en turbios asuntos con el comercio de la lana. Cuando lo conocemos, ya hacía tiempo que había perdido el prestigio. Tenía deudas con la granja de Hewlands: intentó arreglarlas empleando a su hijo como preceptor de latín de los niños pequeños y aceptando su boda con Agnes.

Mandó a su hijo, el intelectual y poco trabajador, a que se instalara solo en Londres y a que, con sus ingresos, librara a la familia de los apuros económicos. Llegado a Londres, el hijo se sintió libre del peso familiar y se dedicó a componer e interpretar obras de teatro.

John es un personaje malhumorado y cruel: los hijos tenían que aprender a esquivar sus golpes. Es deshonesto, siempre metido en asuntos turbios.

 Mary. La madre de Henley Street. Es la abuela por excelencia de los tres hijos de Agnes y William: Susana, nacida en 1583; Judith y Hamnet, gemelos, nacidos en 1585. Se cree que los gemelos llevaban los nombres de un matrimonio amigo de sus padres, el panadero Hamlet Sadler y su esposa Judith.

Como personaje ambivalente, evoluciona desde una hostilidad inicial contra Agnes a un acercamiento cuando se produce el desenlace fatal.

 Dos niñas. Murieron antes de nacer Eliza. Una se llamaba Eliza, nombre que recuperaron para la Eliza de los acontecimientos narrativos y la otra, sin nombre.

 Eliza. Se llamaba como su hermana mayor, la que murió antes de que ella naciera. Su hermano Gilbert aprovechaba esa herencia y la amenazaba con que su hermana volvería a reclamar su nombre. La conocemos a los trece años, pero sabemos que se escondía con su hermano y Anne en el desván, y que su hermano les enseñó a leer. En la intriga es importante que Eliza sea la única que sepa leer y que le enseñe algunas palabras a Agnes.

 El preceptor de latín. No se nombra en toda la obra. Sabemos que era menor de edad, de diecisiete años. Un personaje bastante desdibujado. Siempre atemorizado por su padre. Estaba enamorado de Agnes, pero la dejó en Stradford con los tres niños cuando él se fue solo a Londres.

 Anne. La hermana que había muerto a los ocho años de peste bubónica hacía menos de dos años. Su recuerdo y el dolor de su ausencia están muy vivos en sus hermanos. Su presencia crece cuando Judith enferma de peste. Uno de los mejores pasajes de la novela es la digresión histórica sobre la llegada de la peste a Europa.

 Gilbert. El hijo preferido de John porque era fuerte y disfrutaba enfrentando a las personas (p. 134 y ss.).

 Richard. El preferido de Mary. Este niño en edad escolar sirve de contrapunto a los gemelos, hijos de Agnes, y sirve para ahondar en los personajes principales.

 Edmond. Un niño de pocos meses de quien cuida su hermana Eliza. Esos cuidados destilan el carácter de Eliza, un antecedente de su sobrina Susanne: dos mujeres reservadas para las tareas domésticas.

 En Henley Street también vivían dos criadas, que amplían el mundo de las tareas domésticas. Y Ned, el aprendiz que trabaja en la guantería.


Casa de Shakespeare en Stratford-upon-Avon. Foto wikipedia

PERSONAJES PRINCIPALES. AGNES, EL PRECEPTOR Y SUS TRES HIJOS

 Agnes es la protagonista. En ningún momento se menciona el nombre de su marido. Es una forma de no empequeñecer a su mujer. Aquí vemos al gran Shakespeare en las miserias de su vida doméstica.

 Susanne. La hermana mayor. Es una chica joven agobiada por los trabajos domésticos y que reacciona al dolor con mal humor.

 Judith y Hamnet. Los gemelos. Representan el amor filial en su grado máximo. Hamnet es capaz de sacrificar su vida para que viva su hermana. Así lo expresa en una de las escenas más bellas de la novela.

“Él sabía que su hermana entendería inmediatamente lo que está haciendo. Hace gestos negativos con la cabeza, pero está tan débil que no puede levantarse del jergón. Hammet sujeta con fuerza la sábana que los tapa a los dos. Coge aire, lo expulsa. Vuelve a la cabeza, respira echando el aliento en la oreja de su hermana; le insufla su propia fuerza, su salud, su todo. Tú te quedas, le susurra, y yo me voy. Le manda estas palabras. Quiero que te quedes con mi vida. Es para ti. Te la doy.” (p. 188).

 

ESTRUCTURA

 La novela tiene dos partes con distinto ritmo y contenido. La primera, en la que transcurre el devenir temporal de las historias con un ritmo trepidante. En esta parte el presente narrativo está entretejido con varios flashbacks, en los que recuperan el pasado de las familias.

La segunda parte. En un contrapunto espacial con el devenir temporal de la primera, asistimos a la expresión del dolor en su estado puro. Como en el poema Espacio de Juan Ramón Jiménez, es un capítulo secuenciado según la intensidad de los sentimientos. Es un cierre que da sentido y transcendencia al proceso narrativo de la primera parte.

 Parte I. La narración en el tiempo

 La novela comienza in medias res. Un niño, que a las pocas páginas identificamos con Hamnet, busca desesperadamente a alguien que atienda a su hermana Judith, que se ha puesto enferma. Pronto sabremos que se le han declarado las pústulas de la peste bubónica.

Desde el primer momento notamos que la acción se basa en una continua cadena de errores. Los personajes, poseídos por su destino, no están en su sitio ni están atentos a lo que sucede a su alrededor. Y el lector, conocedor de los errores y cómplice con el narrador, palpita y sufre. Así se va creando la tensión de una intriga que parte de pequeñas acciones reales. Esas acciones cotidianas son los principales soportes de la verosimilitud.

Esta primera parte avanza en dos planos, bien delimitados por los capítulos. El cliffhanger, o final en suspenso de los capítulos, le da un ritmo de thriller o novela de suspense, que favorece la intriga y la atracción compulsiva del lector.

Capítulos impares. El presente narrativo. La acción novelesca reducida a la mínima expresión. Dura aproximadamente un día y una noche. Desde que enferma Judith hasta el desarrollo de la enfermedad.

Capítulos pares: los flashbacks, en los que se recuperan las historias familiares de Agnes y William, y que duran unos quince años. Estos flashbacks, o vueltas al pasado de las dos familias, van alternando: dedica uno a Hewlands y el siguiente, a Henley Street. Y así sucesivamente.

A su vez, dentro de cada familia, el pasado tiene sus propios flashbacks. Por ejemplo, los orígenes de Agnes y Bartholomew, relacionados con su madre-árbol son nuevos flashbacks. Así, en una cadena de recuerdos, vamos creando un ambiente mágico donde la realidad se mezcla con el mito, como en las propias obras de Shakespeare. Pero Maggi O’Farrell lo hace de forma tan natural que el resultado es un mundo ficcional tan verosímil que nos resulta familiar, como si de una novela costumbrista se tratara.

 Parte II. El espacio: la intensidad del dolor

 En un solo capítulo dividido en secuencias de distinta extensión, en función del sentimiento de dolor. En la primera parte, los personajes se perfilan a través de la enfermedad y la muerte. Saben mucho de pérdidas. Esta parte, que podríamos llamar del duelo, es una hipérbole trágica de todas las pérdidas y duelos anteriores. Aquí, cada personaje vive el duelo a su manera.

En esta parte de redención y transcendencia, Agnes se transforma en una nueva mujer cuando comprende el trasunto del arte de su marido, cuando comprende que William a través de Hamlet ha querido rescatar a su hijo de la muerte. Como el fantasma del padre de Hamlet, Agnes y su marido también se convierten en fantasmas o espectros atormentados por el dolor que les ha provocado la pérdida de su hijo Hamnet.

 

Para terminar

 Hamnet reescribe el mundo shakespeariano en su inmensidad y profundidad desde el punto de vista de Agnes. Me ha cautivado cómo se ha servido del costumbrismo de la vida rural para rescatar a los personajes, casi todos mujeres, que viven en los márgenes de la historia. Desde el principio, ahonda en problemas familiares relacionados con el dolor y la pérdida, que nos van preparando para el éxtasis de la segunda parte. Y todo en un mundo de afecto, envuelto por un halo de misterio.

La novela es una nueva reescritura de Eros y Thanatos. Puede parecer que predominan las pérdidas y los duelos. Pero no. Yo la definiría como una novela de amor en sus múltiples formas y facetas. Cada personaje vive un amor singular, expresado de una forma también singular. Hasta los más broncos tienen su rinconcito para el amor. Y, por encima de todos, destaca el amor materno de Agnes y el amor filial de Judith y Hamnet.

 

Carmen Romeo Pemán



Hamnet. Comentarios a la segunda parte

Si en la primera parte Maggie O’Farrell nos introduce en la vida del campo y de una pequeña ciudad con sus vecinos cercanos, niños que van y vienen de la escuela, ayudan a otros vecinos, conocen sus necesidades, en la segunda parte de esta novela, la escritora dibuja a la perfección, en muy pocos párrafos, la vida de la gran ciudad, sus olores y característica niebla, el ajetreo de sus calles, el comercio, para terminar con la precisa descripción de un teatro isabelino que, sin necesidad de nombrarlo, sabemos que es “The Globe”.

Pero, ante todo, nos habla del duelo. El de Judith, con su sentimiento de íntima soledad a la que no puede ni nombrar. Ha perdido a su gemelo: no es viuda, no es huérfana, ¿qué es? Con su sentimiento de culpa, porque piensa que su padre no va a Stratford para no ver la cara de su hijo muerto reflejada en la de su gemela.

Y, en especial, el duelo de Agnes, también con su sentimiento de culpa, por no haberse dado cuenta de que Hamnet corría más peligro que Judith. El dolor, al principio, la hace ausentarse psicológicamente, no responde, permanece inmóvil. Pasa a una angustia que le nubla la vista y no le permite ni siquiera pensar en lo que sabe sucederá: “El descenso a la tierra… la idea de no volver a verlo nunca… No se lo puede imaginar”. Su tristeza se hace añoranza por lo que nunca volverá; toca y siente las manos de Hamnet como cuando estaba vivo. Camino del cementerio, como en un obituario en el que se dan datos sobre la vida del fallecido, Agnes lee la vida de su hijo a través de las miradas de los que observan el cortejo fúnebre. Todo ello no le impide la aceptación del destino: “…no se puede domeñar lo que estaba dispuesto para cada uno”. Y sufre la pérdida conviviendo con sus recuerdos.

El padre, el marido, el hijo, que se siente atrapado en la ausencia... Tiene la necesidad de apartarse de su recuerdo. Dos maneras de sufrir la pérdida. Ella se queda. Él se va, pero plasma en su literatura todo lo que alberga su alma y que no ha sido capaz de expresar con sus acciones. Nada más que silencio. Recuérdame. The rest is silence. Remember me.

Cristina Baselga


Pueblo de la campiña inglesa - foto descubrir uk

Hamnet. Desde una visión historiográfica

La lectura de Hamnet me ha sugerido algún asunto tangencial en relación con lo que la historiografía ha denominado Historia desde abajo. Independientemente de que los datos históricos sean escasos (la única referencia que aparece en la novela es un breve apunte inicial) y, sin olvidar que Maggie O’Farrell no hace Historia sino que recrea personajes y ambientes de la Inglaterra de finales del siglo XVI, en esta ficción percibimos un cierto aire de familia con la Historia hecha desde abajo. En los años 80 del siglo pasado historiadores como Peter Burke o Carlo Ginzburg, herederos del camino abierto por los historiadores marxistas británicos, dieron entrada en sus investigaciones a nuevos protagonistas, a los grupos sociales olvidados que estando al margen de las grandes gestas del pasado­ nunca habían sido objeto de atención por parte de la Historia. Junto a este cambio de protagonismo, nuevos métodos de investigación centrados en lo micro fueron enriqueciendo una disciplina demasiado anclada en el estructuralismo y donde la experiencia humana había estado ausente.

Paralelamente, formando parte también de ese giro historiográfico, empieza a hacerse un hueco la Historia de las mujeres, cuyo punto de partida es la pregunta por la ausencia, la invisibilidad de las mujeres (la mitad de la humanidad) en una Historia claramente androcéntrica aunque presentada con pretensiones de universalidad. El trabajo de las historiadoras feministas ha permitido sacar a la luz, además, cómo los estereotipos sobre "lo femenino" pueden ser subvertidos por las propias mujeres a medida que van ejerciendo prácticas de insumisión frente a los cánones establecidos. Y esto enlaza perfectamente con la figura de Agnes que nos presenta la novela.

 En una entrevista concedida a El Periódico, la autora explica el protagonismo que fue alcanzando en su obra el personaje de Anne Hathaway presentada como una mujer libre intuitiva, amante de la naturaleza y gran conocedora de las plantas y sus propiedades terapéuticas. O'Farrell se inspira en la caracterización de Anne que había hecho Germaine Greer en Shakespeare's Wife (2007): "En el prólogo, Greer admite que todas las biografías de Shakespeare son 'casas de paja' porque se basan en las mismas y escasas evidencias (...) declara que su intención es oponerse a los 'bardólatras' que han pintado toda la vida a la mujer del autor como una campesina analfabeta que con su embarazo atrapó a Shakespeare en un matrimonio forzado que con el tiempo se volvió una vergüenza para él (...) ¿Por qué es tan difícil de creer que William Shakespeare con 18 años se enamoró tanto de una chica de 26, que la cortejó y finalmente se la ganó?" [https://smoda.elpais.com/feminismo/hamnet-maggie-o-farrell-mujer-shakespeare-hathaw]. Lo cierto es que apenas se sabe nada de la  mujer de William Shakespeare. Virginia Woolf, en Una habitación propia, refiriéndose a las mujeres en la época de Shakespeare, dice: "Se las entrevé un instante en las vidas de los grandes hombres despareciendo enseguida en la distancia (...)".

Estamos ante una historia desde abajo escrita, en este caso, desde la mirada de las mujeres Agnes, Judith, Susanna, Mary que describen magistralmente sus sentimientos sobre el amor, la maternidad, la hermandad, la pérdida. A través de sus vivencias podemos viajar en el tiempo tanto a una granja en la linde de un bosque como a la pequeña ciudad de Stratford o a Londres.

A través de la protagonista de la novela se afirma de forma rotunda el protagonismo de la mujer rompiendo estereotipos: una mujer-sujeto que toma decisiones sobre su vida, está llena de saber y es consciente de su sabiduría. Este saber de las mujeres está muy presente en toda la obra a través del personaje de Agnes. Pero sus conocimientos y prácticas son objeto de sospecha y desvalorización. De nuevo está perfectamente captado el trasfondo histórico, el proceso que se produjo durante los siglos XVI y XVII en Europa cuando, al amparo de la ciencia, campos del saber que habían sido propios de las mujeres van a ser perseguidos y excluidos de la cultura legítima.

Pilar Cancer Pomar



Dos momentos de la tertulia sobre Hamnet