EL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "GOYA" DE ZARAGOZA


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domingo, 31 de agosto de 2014

"Lección de geografía", de Juan Carlos Mestre




LECCIÓN DE GEOGRAFÍA

Quien no haya visto el mar que se levante,
yo os lo voy a contar, cerrad los ojos.
Imaginad que el agua, como un caballo blanco,
se hubiera subido al campanario.
Las hojas de los árboles son peces,
la nieve, espuma de cristal sobre las olas.
Como un vaso de luz
que sostuviera la mano de Dios,
van cayendo una a una las gotas de la vida.
Así, el inocente pájaro,
la piedra, el musgo o la mariposa
van entrando en el agua que ya todo lo cubre.
Creeréis que el mundo, desde siempre,
ha ido llevándole sus ríos.
Del fuego, de la oculta ceniza de madera
ha tomado el mar su verde brote de esmeralda.
Como el ruiseñor que canta
en los jardines de la tierra
también las caracolas en sus profundos valles
celebran la música.
Por eso al acercar tu oído
a ese bello laberinto de leche
escucharás, aunque no quieras,
el inmenso ruido del mar.
Ahora ya lo sabéis,
y sólo falta empujarlo, entre todos,
al aire.

            De Antífona del otoño en el Valle del Bierzo


Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957) pertenece a la generación de poetas que comienzan a publicar en los años ochenta. Antífona del otoño en el Valle del Bierzo fue galardonada con el premio Adonáis en 1985; posteriormente, en 2013, la editorial Calambur reeditó la obra acompañada de un CD en el que el autor recita poemas del libro, con fondos musicales de distintos músicos, lo que resulta oportuno ya que "antífona" es el "versículo que se canta o reza en las horas canónicas antes y después de un salmo."  
     Mestre sitúa su libro como un eslabón más de la tradición leonesa de poesía mediante citas de Pereira, Llamazares, Colinas, Gamoneda, José María Merino y Núñez Ursinos. El libro parte de la necesidad de cantar una civilización ya desaparecida de pastores y campesinos pobres, pero con alusiones también a una cultura de raíces nórdicas, de druidas, bosques y agua. El poeta retorna líricamente hacia un tiempo y un lugar concretos para recuperar mediante la memoria sus señas de identidad. El pasado mítico y el paisaje de las tierras del Bierzo se transparentan en estos versos, pero también, en opinión de Marta Sanz Pastor, "las marcas de todo lo que el paisaje no es  y, tal vez, anhela, como el mar en esta Lección de geografía." En el poema, la voz del maestro explica cómo es el mar a unos niños que no lo han visto nunca, por medio de metáforas y comparaciones en que los elementos de la realidad conocida (las hojas de los árboles, la nieve) actúan como imágenes del mar y ayudan a los niños a imaginarlo.


domingo, 24 de agosto de 2014

"Un caso sencillo", de Benjamín Prado



               UN CASO SENCILLO

Hoy llueve y es domingo. Hay hombres grises
tatuados en las calles. Así empieza esta historia:
llueve sobre la flor negra de los paraguas
y los árboles crecen junto a un Ganges de asfalto.

Teresa ve en el cielo nubes color frambuesa
que cruzan la ciudad como coches-patrulla.
El trébol de la luz se abre en sus ojos verdes
y el nácar de las horas brilla en sus labios fríos.

No ocurre nada más.

Yo me acerco a Teresa y la llamo arco iris,
corola de las noches y yema de los días.
Las mujeres que pasan brillan igual que arcángeles,
pero sus sombras hierven en un infierno de agua.

No ocurre nada más.
A veces es tan fácil:
el que quema una carta, inventa la ceniza;
quien resuelve una suma, ordena el universo;
el que mira la sangre, ve una rosa incompleta.

No ocurre nada más.

Miro la tarde oscura, entre óxido y caoba
Las acacias se agitan igual que un mar de cobre.
El reloj va tallando el diamante del sueño.
El aire huele a menta y sabe a plomo.

No ocurre nada más.
A veces 
es tan fácil.

Por las fuentes heladas del invierno
se alejan patinando, su corazón y el mío.

              De Un caso sencillo, 1986

Benjamín Prado (Madrid, 1961) es poeta, ensayista y novelista español.  Colabora en distintos medios de comunicación y ha dirigido la revista  'Cuadernos hispanoamericanos'.
   Como poeta, suele ser adscrito a la corriente denominada 'poesía de la experiencia', una poesía de temática urbana y cotidiana, estética realista, suave intimismo y tono conversacional. Ha publicado los siguientes poemarios: Un caso sencillo (1986), El corazón azul del alumbrado (1990), Asuntos personales (1991), Cobijo contra la tormenta (1995, Premio Hiperión), Todos nosotros (1998), Ecuador. Poesía 1986-2006 (2002), Iceberg (2002, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla) y Marea humana (2007, VIII Premio Internacional de Poesía Generación del 27).
    Entre sus narraciones encontramos las novelas Raro (1995), Nunca le des la mano a un pistolero zurdo (1996), Dónde crees que vas y quién te crees que eres (1996, destinada al público juvenil), Alguien se acerca (1998, sobre las personas que desaparecen voluntariamente para cambiar de vida), No solo el fuego (1999, XIV Premio Andalucía de Novela; con ella inicia su indagación en la historia española), La nieve está vacía (2000, novela negra), Mala gente que camina (2006, sobre el robo de niños en la España franquista), la novela de espías Operación Gladio (2011), ambientada en la Transición democrática española,  Ajuste de cuentas (2013, con la crisis financiera actual como telón de fondo), y los libros de relatos Jamás saldré vivo de este mundo (2003) y Qué escondes en la mano (2013).
    Es autor, asimismo, de los ensayos Siete maneras de decir manzana (2001), Los nombres de Antígona, sobre cinco mujeres escritoras (2001, Premio de Ensayo y Humanidades José Ortega y Gasset 2002); la biografía Carmen Laforet (2004, en coautoría con Teresa Rosenvinge); el libro autobiográfico A la sombra del ángel. 13 años con Alberti (2002, en realidad, un homenaje al poeta del 27),  el ensayo autobiográfico Romper una canción (2009, sobre la composición de las canciones del disco Vinagre y rosas [2010] junto a Joaquín Sabina), y los volúmenes de aforismos Pura lógica (2012) y  Doble fondo (2014).

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domingo, 17 de agosto de 2014

"Hombre con violín", de Carmen Conde

Marc Chagall, El violinista (1912)


Hombre con violín

Esos hombres del violín llevan su voz en el brazo
como la vena firme de una canción muchacha.
Van celándola dulces, con los ojos cerrados,
todos brasa y suspiro del ensueño que llueve
diminuto rocío de aprisionadas flores
en los cuerpos fragrantes de sus violines músicos,
aun con hojas y aromas del encendido bosque.

Un violín es la voz de una fuente con viento
a la que brizan* ásperos y dulcísimos soplos,
lo sabe quien lo pulsa, y flotan sus cabellos
como hierba que sube por el tronco de un árbol,
mientras la mano empuja hacia el cielo las cuerdas
y la otra recorre con el arco un zodíaco.

En rubio; huele a nardo en la noche con luna,
y de jazmines siembra la abandonada tarde.
Tan delgado y ligero como fueron las ninfas,
sinuoso y con algas, como verde sirena.
Es la voz que prefiere la primavera fría.
Y al otoño le cuenta que se fueron las aves.
Los cipreses la exhalan. El calor de los vuelos
en los violines junta con las plumas los nidos.

                              De Ansia de la gracia, 1945

*brizar, acunar.

Carmen Conde Abellán, poeta, narradora  y ensayista española, nace en Cartagena (Murcia) en 1907, pero su familia se traslada a Melilla en 1914 a causa de la quiebra del negocio familiar. Regresan a Cartagena en 1920, y en 1923 Carmen empieza a trabajar en la Sociedad Española de Construcción Naval, labor que compatibilizó con los estudios de Magisterio, iniciados a los diecinueve años, y un temprano quehacer literario. 
    En 1929 publica su primera obra, Brocal, algunos de cuyos poemas había publicado ya Juan Ramón Jiménez en  sus minoritarias revistas. En 1931 contrae matrimonio con el poeta Antonio Oliver Belmás, quien la había orientado en sus lecturas desde que se conocieran en 1927. Junto a su esposo funda la primera Universidad Popular de Cartagena, con el fin de acercar la cultura a las clases populares. Más tarde colaboran en las Misiones Pedagógicas, dirigidas en Cartagena por María Moliner. En octubre de 1933 nace muerta la única hija del matrimonio. En 1934 publica Júbilos (poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos), con prólogo de Gabriela Mistral. En esta época colabora en periódicos nacionales y en publicaciones hispanoamericanas.
   Al comenzar la Guerra Civil, Antonio Oliver se une al bando republicano, mientras Carmen se ve obligada a renunciar a la pensión que le había sido concedida para estudiar las instituciones de cultura popular en Francia y Bélgica. Durante la contienda sigue cursos de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. Terminada la guerra, su esposo queda recluido en casa de su hermana en Murcia, y Carmen se refugia en casa de unos amigos en El Escorial y en Madrid. Después vivirá en un piso propiedad de Vicente Aleixandre, en el mismo inmueble donde residía el poeta del 27. En 1940 se instruye un procedimiento judicial contra la escritora por su apoyo a la República, que concluye en 1944 cuando se le notifica su sobreseimiento provisional. No es de extrañar, entonces, que durante la década de los 40, muy productiva en el plano literario, para publicar sus obras se vea obligada a utilizar distintos seudónimos como Magdalena Noguera, Florentina del Mar o Asunción Parreño. Con su verdadero nombre publica el poemario  Pasión del Verbo (1944).
    En 1945, con la ayuda del catedrático Cayetano Alcázar,  comienza a colaborar en la Sección Bibliográfica del CSIC y en la Sección de Publicaciones de la Universidad de Madrid. Por fin puede reunirse con su esposo y fijar su residencia en Madrid. En los años siguientes trabaja como maestra y recorre España impartiendo  lecciones o recitando poemas, también inicia una serie de viajes a países extranjeros (Inglaterra, Francia, Bélgica e Italia) con la misma finalidad. En 1953 recibe el Premio Elisenda de Montcada por su novela Oscuras raíces (1954), y el Premio Internacional de poesía Simón Bolívar de Siena (Italia) por Vivientes de los siglos. En 1956 el matrimonio gestiona la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que había quedado en manos de su última compañera, la española Francisca Sánchez del Pozo, y en 1961 ganan el Premio Doncel de Teatro Juvenil por su obra conjunta A la estrella por el cometa. Invitado Oliver por Nicaragua  a impartir conferencias con motivo de  los días grandes anuales de Rubén Darío,  en 1963 realizan un largo viaje por Centroamérica, durante el cual Carmen dará conferencias y lecturas de sus obras.  En 1967 Carmen Conde recibe el Premio Nacional de Poesía por Obra poética (1929-1966). En 1968 fallece Antonio Oliver.
     En 1978 es elegida miembro de la Real Academia Española, convirtiéndose en la primera mujer en alcanzar este honor. En los años siguientes se suceden los premios y reconocimientos.  A comienzos de los 8o empieza a padecer los primeros síntomas de la enfermedad de Alzhéimer, a pesar de lo cual no cesa en su actividad creadora y cultural. En 1987 recibe el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Canciones de nana y desvelo. Pasa sus últimos años en una residencia de Majadahonda y muere en Madrid el 10 de enero de 1996.
     Su producción poética inluye los poemarios: Brocal, Poemas a María, Corrosión, La noche oscura del cuerpo, En la tierra de nadie, Los poemas del mar Menor, A este lado de la eternidad, Cancionero de la enamorada y El tiempo es un río lentísimo de fuego.

domingo, 10 de agosto de 2014

"El durmiente del valle" (Le dormeur du val), de Arthur Rimbaud




El durmiente del valle

Es un hoyo en el que canta entre el verdor un río,
extendiendo a lo loco entre las hierbas harapos
de plata; donde el sol, desde el monte altanero
brilla; es un vallecillo que espumea de rayos.
Un joven quinto*, abierta la boca y sin la gorra,
y bañando su nuca en los berros** azules
duerme; bajo las nubes, tumbado entre la hierba,
blanco en su verde lecho donde llueve la luz.
Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriendo como
lo haría un niño enfermo, se echa un sueño: su frío,
oh tú, Naturaleza, cálidamente acuna.
Estremecer no pueden su nariz los olores:
duerme en el sol, la mano sobre el pecho tranquilo.
En su costado tiene dos rojos agujeros.

               Traducción de Luis Martínez de Merlo
*aquí, 'soldado joven'.
**planta que crece en lugares aguanosos, cuyas hojas, de sabor 
picante, se emplean en ensalada.

Versión original en francés:

Le dormeur du val

C’est un trou de verdure où chante une rivière,
Accrochant follement aux herbes des haillons
D’argent ; où le soleil, de la montagne fière,
Luit : c’est un petit val qui mousse de rayons.
Un soldat jeune, bouche ouverte, tête nue,
Et la nuque baignant dans le frais cresson bleu,
Dort ; il est étendu dans l’herbe, sous la nue,
Pâle dans son lit vert où la lumière pleut.
Les pieds dans les glaïeuls, il dort. Souriant comme
Sourirait un enfant malade, il fait un somme :
Nature, berce-le chaudement : il a froid.
Les parfums ne font pas frissonner sa narine ;
Il dort dans le soleil, la main sur sa poitrine,
Tranquille.
Il a deux trous rouges au côté droit.

                 Arthur Rimbaud, octubre de 1870

El poeta francés Arthur Rimbaud (Charleville,1854-Marsella,1891) es, junto a Verlaine y Mallarmé, uno de  los tres grandes genios de la poesía francesa de la época. Hijo de un padre ausente y de una madre severa, a los dieciséis años abandonó su hogar para marchar a París, dando inicio a una vida de rebeldía perpetua y constante vagabundeo. Dotado de una extraordinaria precocidad intelectual, sus primeras composiciones datan de sus quince o dieciséis años. Con el poema "Le bateau ivre" (El barco ebrio), 1871, que envió a Paul Verlaine, se inicia entre ambos una turbulenta relación de amor, alcohol y estupefacientes (Rimbaud hablaba de la necesidad del desarreglo de los sentidos para que el poeta se convirtiera en vidente), poesía y violencia  que escandalizó a la sociedad parisina, provocó la separación matrimonial de Verlaine y, tras una escapada a Londres y posteriormente a Bélgica,  acabó en 1873 con la cárcel para Verlaine por haber disparado contra Rimbaud hiriéndole en una mano. 
   En 1873, en una pausa de su relación con Verlaine, compuso una de sus obras más revolucionarias, Une saison en enfer (Una temporada en el infierno), libro de carácter unitario con   extensos poemas en prosa, que constituye una especie de confesión autobiográfica. Después de haber escrito  Iluminations, (otro conjunto de prosas incrustadas de versos, publicado por Verlaine en 1886), y de algunos años errante primero por Alemania, luego como marino de guerra y desertor en las colonias holandesas en Asia, Rimbaud embarcó para  África en 1880. En Abisinia (actual Etiopía)  ejerció como comerciante  y traficante de armas. Mientras tanto, Verlaine lo había hecho famoso al incluirlo en Los poetas malditos (1884). Regresa a Francia en 1891,  enfermo de cáncer. En el hospital le  amputaron una pierna, pero  murió a los pocos meses,  a los treinta y siete años. Llevaba casi veinte años sin escribir ni un solo verso.
    Su obra poética es, por tanto muy breve: una colección de poesías en la que alterna los poemas en alejandrinos con otros próximos a la canción popular, y sus colecciones de poemas en prosa, Una temporada en el infierno  e Iluminaciones, que lo convierten un uno de los nombres fundamentales de la poesía moderna, relacionado con el simbolismo y el decadentismo, y lo sitúan en el inicio del surrealismo. 

"El durmiente del valle" pertenece a la segunda parte  de  Cahiers de Douai (colección de veintidós poemas reunidos por Rimbaud durante su estancia en Douai,  compuestos probablemente entre marzo y octubre de 1870). Fue escrito en octubre de 1870, en plena guerra franco-prusiana*, durante la segunda fuga del poeta, que abandona el domicilio materno en las Ardenas y marcha a Bruselas y después a Douai. El horror de la guerra le inspira este inolvidable soneto en alejandrinos sobre un joven soldado que, rodeado de una naturaleza idílica,  parece dormido salvo por dos agujeros rojos en el costado. El poeta crea un "lugar ameno" en el que destacan los elementos sensoriales que hacen más patético el contenido del poema.

* La guerra franco-prusiana (o franco-alemana) fue un conflicto bélico entre el Segundo Imperio francés y el reino de Prusia (apoyado por la Confederación de Alemania del Norte) que tuvo lugar entre el 19 de julio de 1870 y el 10 de mayo de 1871, y acabó con la victoria alemana. Algunas de sus consecuencias fueron la unificación alemana, el fin del Segundo Imperio de Napoleón III y el inicio de la Tercera República francesa.

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viernes, 8 de agosto de 2014

Darío Villanueva: "Valle-Inclán en la Gran Guerra"

Primera Guerra Mundial. Soldados británicos en las trincheras francesas/ Getty Images

La Primera Guerra Mundial representa un punto de inflexión en la evolución ideológica del escritor español Ramón del Valle-Inclán, y  origina una profunda transformación en su obra:  el tránsito del modernismo a la poética del expresionismo, que culmina en los esperpentos.
   Vallle, hasta entonces carlista "por estética", al estallar el conflicto se declara aliadófilo (francófilo, sobre todo)  y encabeza un manifiesto de apoyo a los aliados, firmado por artistas, escritores e  intelectuales españoles (entre los que se encuentran Manuel Azaña, Azorín, Antonio Machado, Pérez Galdós y Unamuno),  que se publicó el 15 de julio de 1915 en el periódico El Liberal, lo que lo enfrenta a la mayoría de sus correligionarios carlistas, entusiastas germanófilos.  Invitado por el gobierno francés a visitar los frentes de la guerra,  realiza un viaje  a Francia que le gestiona quien fuera vicecónsul de Francia en España antes de la Primera Guerra Mundial, su amigo  y traductor Jacques Chaumié (1880-1966), posiblemente durante la visita que realizó a nuestro país en la primavera de 1915, si bien el viaje no se pudo realizar hasta el año siguiente.
     El escritor marcha a Francia como corresponsal de El Imparcial  de Madrid y de La Nación de Buenos Aires. En compañía de Corpus Barga  y de Pedro Salinas, el 30 de abril de 1916 sale con destino a París, vía Irún, y el 2 de mayo se encuentra ya en la capital francesa.  En su destino coincidirá con otros dos escritores españoles: Pérez de Ayala y Armando Palacio Valdés. Durante su estancia, que se prolonga hasta el 28 de junio, visita las fronteras de Alsacia y los Vosgos, en primer lugar, y posteriormente, Reims, La Champagne, Flandes y Verdún.
     De aquella experiencia surge la serie de crónicas que publica en El Imparcial bajo el título genérico de Un día de guerra (Visión estelar). La primera parte, La media noche, se transformó en libro en 1917, mientras que la segunda, En la luz del día, quedó olvidada durante años. Ya  antes de viajar a Francia, Valle había manifestado a  Rivas Cherif su intención de escribir un libro que relatase su experiencia como si la guerra fuese contemplada desde una estrella: "La guerra no se puede ver como unas cuantas granadas que caen aquí o allá, ni con unos cuantos muertos y heridos que se cuentan luego en estadística; hay que verla desde una estrella, amigo mío, fuera del tiempo y del espacio". Parece que esta idea inicial se concretó tras las dos jornadas pasadas en un campo de aviación, en las que tuvo ocasión de realizar un vuelo nocturno que le produjo una viva impresión.
    Darío Villanueva, que ya había estudiado (en "La medianoche de Valle-Inclán: análisis y suerte de su técnica narrativa") la importancia capital de La media noche en la obra de Valle-Inclán, resume sus opiniones en un interesante artículo publicado en Babelia, el 26 de julio de 2014,  con ocasión de la conmemoración del centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial:

[...] Valle-Inclán aborda en 1916 el relato de una guerra grande, la primera que empieza a ser moderna. Tiene en esta oportunidad experiencia directa de ella, de su enormidad, de sus miserias y de los impresionantes recursos de destrucción en juego. Su grandeza reta la ambición del poeta, que quisiera estar a la altura del asunto, reflejar la totalidad de tal acontecimiento histórico. Y para ello no cabe seguir la batalla de rodillas*, ni tan siquiera de pie, sino desde lo alto. Gozar de la visión estelar de que disfrutaban los dioses míticos pero también, por caso, los heroicos pilotos franceses, ebrios de vértigo del aire como “los héroes de la tragedia antigua del vértigo erótico”. Solo así se podría reflejar tan vasto acontecimiento colectivo, signo de una historia nueva.
La media noche es la frustración del proyecto literario esbozado por el escritor en un inédito ‘Cuaderno de Francia’ que contiene sus primeras impresiones del frente. En una ‘Breve noticia’ preliminar así lo admite, pero nos dejó las consideraciones artísticas que tuvo que plantearse entonces. El eje de la obra está en el punto de vista narrativo, en la superación de las barreras espacio-temporales. El autor quisiera estar dotado del don de la ubicuidad, “ser a la vez en diversos lugares”, como Cagliostro. La visión colectiva de la guerra podría ser realizada a su final si el escritor consiguiese unificar los testimonios de los protagonistas individuales, pero Valle-Inclán prefiere que el poeta, mágicamente, llegue a parecido fin por distinto camino, elevándose de la tierra y contemplando la batalla con una visión estelar.
[...]
Valle-Inclán, al que los poilus**confundieron en una ocasión, por su manquedad y atuendo, con el popular general Goureaud en su visita a un aeródromo, convivió durante dos días con los aviadores franceses. Al término, según las palabras del también corresponsal Corpus Barga “no pudo negar que había volado sobre el campo de batalla”. Esta experiencia aeronáutica tuvo capital importancia como catalizadora para la construcción de la obra, pues Valle-Inclán le confesaría poco antes de partir para Madrid que “el vuelo de noche ha sido una revelación… Será el punto de vista de mi novela, la visión estelar”. Lo confirma en carta de junio de 1916 a un amigo: “Yo he volado sobre las trincheras alemanas, y jamás he sentido una impresión que iguale a esta en fuerza y belleza”.
La visión estelar comporta el protagonismo múltiple, la multiplicidad de focos espaciales y el fragmentarismo narrativo, así como la reducción o “angostura del tiempo” y la simultaneidad. Todo ello determina la modernidad de La media noche y de obras posteriores como Tirano Banderas y El ruedo ibérico, que sitúan a Valle-Inclán entre los innovadores de la novela contemporánea y lo adscriben al modernismo literario internacional.
A lo que no renuncia es a introducir en la narración sus comentarios. Incluso existen trancos donde, por caso, se teoriza sobre la sublimidad de la guerra, que no sirven a lo narrativo, sino exclusivamente a lo digresivo, al comentario, útil para reiterar la germanofobia del autor. El significado de la obra está ya orientado desde el inicio por toda una declaración de principios; luego no faltarán nuevas arremetidas contra unos (los alemanes), ni el enaltecimiento de los otros (sobre todo los franceses).
La media noche se construye, así, a base de una toma de partido, de la selección de determinados episodios concretos de la batalla y de un estilo modernista, suntuoso y eficaz, ajeno a la urgencia de la crónica. Y siempre, como marca del mejor Valle-Inclán por llegar, el aviso de un poderoso expresionismo que cuajará en el esperpento.
En suma: un proyecto en cierto modo fallido, pero de notorio impulso innovador y pionero. Acaso uno de los errores más apreciables en que se ha incurrido con Valle-Inclán haya sido el de circunscribirlo al ámbito de nuestra lengua, como partícipe peninsular del modernismo hispanoamericano o “hijo pródigo” del 98 según lo denominó Pedro Salinas, cuando el creador de los esperpentos es una de las figuras más descollantes, en toda Europa, de aquel apasionante proceso literario que representó la renovación de la novela y el teatro.
Así, Máximo Gorki concebirá su novela Jornada del mundo como una suma de sucesos ocurridos el 25 de septiembre de 1935. Más tarde Dziga Vertov, volviendo sobre la misma idea, distribuye por toda Rusia, el 24 de agosto de 1940, a sus operadores para montar luego su película Un día del mundo nuevo. El 13 de junio de 1942 se repetirá la operación, y el resultado llevará el título de Veinticuatro horas de guerra en la URSS. Y resulta obligado añadir, asimismo, la película The Longest Day de Darryl F. Zanuck que, tomando como base la novela del mismo título escrita por Cornelius Ryan, narra fílmicamente la jornada —“el día más largo”— del desembarco aliado en Normandía que selló el comienzo del fin de la otra gran guerra mundial del pasado siglo.
El escritor gallego buscaba una perspectiva de creación absoluta porque esta condensación del tiempo tiene un gran rendimiento simbólico, al perseguir la expresión de la totalidad a través de una de sus partes. Asimismo, en 1922 el autor de Ulysses, reduciendo el tiempo de la historia contada a un día de junio de 1904, buscó trascender de su limitación cotidiana, como lo quiso a su vez Valle-Inclán en La media noche, esbozo de un libro inconcluso que se hubiese titulado Un día de guerra. En el poema de Jorge Luis Borges dedicado a James Joyce leemos: “En un día del hombre están los días / del tiempo… / Entre el alba y la noche está la historia / universal…”.
Darío Villanueva es secretario de la Real Academia Española

*En la célebre entrevista con Gregorio Martínez Sierra, publicada en ABC (7 de diciembre de1928), Valle-Inclán formula su conocida teoría de las tres visiones, tres modos de ver artísticamente el mundo y sus personajes: de rodillas (como seres superiores o héroes, es la visión de la tragedia clásica), de pie (a su misma altura, como Shakespeare) y desde arriba, desde un plano superior (es la visión del esperpento: los personajes se deshumanizan convirtiéndose en muñecos o peleles, se cosifican o animalizan).

**poilus, 'peludos', nombre familiar de los soldados de infantería franceses en la Primera Guerra Mundial.

Puedes leer el artículo completo en:
 http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/24/babelia/1406202356_158955.html

domingo, 3 de agosto de 2014

"El rey Cophetua y la muchacha mendiga", de Olvido García Valdés


    EL REY COPHETUA Y LA MUCHACHA MENDIGA

                                                                                 Burne-Jones

Ella tiene los pies como Marilyn Monroe
y una tierna
indefensión en los hombros.
Están en una sala y la ventana
descorre sus cortinas a un atardecer
boscoso,
pero es como si fuera
una esfera
de cristal. No se miran.
Él la mira a ella. Ella a lo lejos.
Hace ya mucho tiempo que él la había soñado
como un aire
de cigüeñas, una luz,
y ahora estaba allí.
Tantas vidas que no parecen ciertas
en una sola vida.
Campanillas azules en la mano.
Él sabe que se irá. No hablan
y el momento está lleno de voz,
voz acunada, lejana.
El amor es una enfermedad,
campanillas azules. Siempre en ti,
como en el sueño, volviendo
siempre en ti. Tan incierta
la luz. Como en el sueño.
                                  De Exposición, 1990                                           
La poeta española Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) es licenciada en Filología Románica y en Filosofía. Perteneció al Grupo de Valladolid, que publicó la revista El signo del gorrión (1992-2002); ha sido profesora de Lengua y Literatura, directora del Instituto Cervantes en Toulouse,  codirectora de la revista Los Infolios  (1987-2005) y miembro de la comisión permanente de la revista hispano-portuguesa Hablar/Falar de poesía (1996-2002). Ha combinado su labor de creación lírica con la reflexión sobre otras artes, como la pintura, y con  la traducción.

    Próxima a la llamada poesía del silencio, su producción poética se caracteriza, entre otros rasgos, por el minimalismo y la interrupción del discurso lírico para que se oiga la voz del silencio. Ha publicado: El tercer jardín (1986), Exposición (1990; Accésit del Premio Esquío, 1989; Premio Ícaro, 1990), ella, los pájaros (1994; Premio Leonor, 1993), caza nocturna (1997), Del ojo al hueso (2001), Todos estábamos vivos (Premio Nacional de Poesía 2007), Esa polilla que detrás de mí revolotea (Poesía reunida, 1982-2008) y Lo solo del animal (2012).

    El poema elegido es una muestra del interés de la autora por la pintura. Se inspira   en "King Cophetua and the Beggar Maid" (1884), obra del pintor prerrafaelita  Edward Coley Burne-Jones (1833-1898), quien a su vez se basó en el poema de Alfred Tennyson "The Beggar Maid" (1842)*. La fuente del poema de Tennyson es una leyenda sajona sobre una mendiga a la que el rey, hasta entonces inmune al amor, encuentra casualmente y, enamorado, le ofrece su reino. La primera referencia escrita a la leyenda del rey y la mendiga la encontramos en el teatro de  Shakespeare (Trabajos de amor perdidos, Romeo y Julieta, Enrique IV); en la primera de estas obras Armando, prendado de una joven aldeana a la que ha sorprendido en el parque, con el fin de justificar su "transgresión",  alude a la balada de "El rey y la mendiga", que Moth considera inventada unos tres siglos antes, y que parece perdida. Sin embargo, la balada, titulada "El rey Cofetua y la muchacha mendiga", está incluida en el primer volumen de la colección del doctor Thomas Percy,  Reliquias de la antigua poesía inglesa, y  más tarde se reprodujo en Corona enguirnaldada de rosas de oro, de Richard Johnson, con el título de "La canción de la mendiga". La historia del rey y la mendiga ha inspirado a numerosos artistas, entre los que se cuentan  los escritores Hugo von Hofmannsthal (el poema en prosa "Köning Cophetua", 1895), Ezra Pound (el largo poema "Hugh Selwyin Mauberley", 1920) o Julien Gracq, en cuya novela Le Roi Cophetua (1970) la pintura de Burne-Jones tiene un papel simbólico. 

Actualización (26 de mayo de 2022):

Después de recibir el Premio Pablo Neruda en 2021, Olvido García Valdés acaba de ser galardonada con el XXXI Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. 


Otros poemas de la autora en este blog:
-[¿quién vive en ese árbol?] y [en este lugar es sobrio el color]: AQUÍ.

*The Beggar Maid
Her arms across her breast she laid;/She was more fair than words can say;/Barefooted came the beggar maid/Before the king Cophetua./In robe and crown the king stept down,/To meet and greet her on her way;/‘It is no wonder,’ said the lords,/‘She is more beautiful than day.’//As shines the moon in clouded skies,/She in her poor attire was seen;/One praised her ankles, one her eyes,/One her dark hair and lovesome mien./So sweet a face, such angel grace,/In all that land had never been./Cophetua sware a royal oath:/‘This beggar maid shall be my queen!’