EL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "GOYA" DE ZARAGOZA


biblioteca.ies.goya@gmail.com


lunes, 25 de abril de 2011

"Helena", de Yorgos Seferis

Paris y Helena, de J.L. David (1788)



HELENA

Teucro: A la tierra de Chipre, en medio del mar, donde
Apolo dispuso mi nuevo hogar, la llamaré
Salamina, en memoria de mi isla, de mi patria
perdida.
Helena: Jamás estuve en Troya fue un simulacro
El mensajero: ¿Qué dices?
¿Entonces hemos sufrido por una nube?

(Eurípides, Helena)

"Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."

Tímido ruiseñor, escondido en la respiración de las hojas,
tú que regalas la frescura musical del bosque
a los cuerpos separados y a las almas
de aquellos que saben que no regresarán.
Ciega voz, que tanteas en la memoria nocturna
pasos y gestos, no me atrevería a decir besos;
y la amarga agitación de la furiosa cautiva.

"Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."

¿Qué es Platres? ¿Quién conoce esta isla?
He pasado mi vida oyendo nombres desconocidos:
nuevos lugares, nuevas locuras de los hombres
o de los dioses; mi destino, que oscila
entre el último golpe de la espada de un Ayax
y una nueva Salamina, me trajo aquí a esta playa.
La luna surgió del mar como Afrodita;
ocultó las estrellas de Sagitario, va ahora a encontrar
el corazón de Escorpio, y todo lo cambia.
¿Dónde está la verdad?
Yo también fui arquero en la guerra:
mi destino, el de un hombre que no dio en el blanco.
Ruiseñor, juglar,
en una noche como ésta en la playa de Proteo
te escucharon las esclavas espartanas y prorrumpieron en lamentos,
y entre ellas —quién diría— ¡Helena!
Aquella que perseguimos durante años junto al Escamandro.
Estaba allí, al borde del desierto; la toqué, me habló:
"No es verdad, no es verdad", gritaba,
"No entré en la nave de proa azul.
Nunca pisé la valiente Troya".
Con el cóncavo corpiño, el sol en los cabellos y aquel talle,
sombras y sonrisas por todas partes,
en los hombros, en los muslos, en las rodillas;
fresca la piel, y los ojos
de largas pestañas,
estaba allí, a orillas de un Delta.
¿Y en Troya?
En Troya nada —un simulacro.
Así lo quisieron los dioses.
Y Paris se acostaba con una sombra como si fuera un cuerpo sólido;
y nosotros matamos durante diez años por Helena.
Un gran dolor había caído sobre Grecia.
Tantos cuerpos arrojados
a las fauces del mar, a las fauces de la tierra;
tantas almas entregadas como trigo a la piedra de los molinos.
Y los ríos se henchían de sangre y de lodo
por una onda de lino, por una nube,
por el aleteo de una mariposa, por un plumón de cisne,
por una túnica vacía, por una Helena.
¿Y mi hermano?
Ruiseñor ruiseñor ruiseñor
¿Qué es un dios? ¿qué no es un dios? ¿Y qué entre los dos?

"Los ruiseñores no te dejan dormir en Platres."

Ave llorosa, en Chipre la besada por el mar
donde fue dispuesto que me acordara de la patria,
anclé sólo con esta fábula,
si en verdad esto es fábula,
si en verdad los hombres no volverán a morder
el viejo cebo de los dioses;
si en verdad otro Teucro, después de años,
o algún Ayax o Príamo o Hécuba
o algún desconocido, alguien anónimo, que sin embargo
vio un Escamandro rebosante de cadáveres,
no tiene en su destino oír
al mensajero que viene a decir
que tanto dolor tanta vida
fueron al abismo
por una túnica vacía, por una Helena.

 De Diario de a bordo, III

[Selección de la profesora Mercedes Ortiz]




YORGOS SEFERIS (1900-1971) poeta y diplomático griego, Premio Nobel de Literatura 1963. En sus poemas combina sus experiencias vitales con los temas históricos o mitológicos, con la finalidad de mostrar que la personalidad de los seres humanos ha cambiado poco a lo largo de los siglos. Su poesía está impregnada de amor y nostalgia del mar Mediterráneo y de Esmirna, su ciudad natal.


En 1953 y 1954 Seferis realiza dos fugaces viajes a Chipre, la isla de Afrodita,  cuando se está gestando la insurrección contra la presencia colonial británica en la isla. Chipre reabre las viejas heridas del poeta, que vuelve  a presentir la inminencia de tiempos difíciles. Fruto de estos viajes y de la compenetración con la tierra y las gentes de la isla son sus poemas de ...Chipre, donde el oráculo me reveló... (título tomado de un verso de Eurípides), en los que se encuentra el que quizá sea su mejor poema, "Helena". El libro pasó luego a su Poesía completa con el título de Diario de a bordo, III y contiene, según Pedro Bádenas de la Peña (Yorgos Seferis, Poesía completa, Alianza Tres, Madrid, 1986),  su lírica más sentida en relación con su concepto de helenismo.

Sobre el poema elegido explica Pedro Bádenas de la Peña  que viene a parafrasear los versos de Helena, de Eurípides, que se citan en el exergo. Teucro, hermanastro de Ayax Telamonio, fue pretendiente de Helena, por lo que tomó parte en la expedición a Troya, donde realizó grandes hazañas. Al regresar a Salamina, su tierra, Telamón lo acusó de no haber defendido el honor de Ayax y, por tanto, de ser responsable del suicidio de su hermanastro, y lo condenó al destierro. Apolo lo envió a Chipre, donde fundó otra nueva Salamina. En la tragedia de Eurípides, Teucro viaja a Egipto, donde se encuentra con Helena. Esta le cuenta que, en realidad, Paris no la había raptado a ella sino a su fantasma, mientras que la auténtica Helena había sido trasladada por Hermes al palacio de Proteo.

Añade Pedro Bádenas que los ecos de Eurípides no se limitan al tema de la falsa Helena, sino que "todo el poema está recorrido por  reminiscencias del poeta de Salamina: el estribillo de los ruiseñores de Platres (localidad chipriota, famosa por la belleza de su vegetación y su paisaje), el engaño de los dioses, el plumón de cisne, la pregunta sobre qué es un dios y qué no es ... El poema termina con unos versos "de cierto regusto cavafiano":
No sólo hay que ver aquí una variación, literariamente muy lograda, de la fábula de Helena, como algo que se mueve sin más en el plano mítico, sino que también es una manera de acercarse a la situación histórica de Chipre y más en los momentos en que el poema se compone. De este modo, la lucha de los troyanos por un fantasma no deja de ser un símbolo de la larga y sangrienta lucha por la autodeterminación de la isla. Seferis, testigo de lo que estaba sucediendo en Chipre, tanto en su manifestación exterior como en los motivos profundos, experimenta una inquietud, muy cercana a las preocupaciones de Eurípides en su tiempo, sobre el sentido mismo de la existencia y se plantea los mismos interrogantes morales que el poeta antiguo. Estas preocupaciones llegan a verse desbordadas por la angustia personal, como se aprecia en el recuerdo de su hermano muerto (v. 51).
 Otros poemas del autor en este blog:

domingo, 17 de abril de 2011

"Este abril", de José Luis Hidalgo



                         Este abril

Cómo llegas, abril, con qué delgada
planta de junco pisas en la arena.
Un delirio de luz en cada vena
y una gota de azul en la pisada.

Una gota de azul, la delicada
inundación de amor ceñida y plena,
una esbelta delicia que encadena
de inabarcable aroma desbordada.

Algo en mí, que no es mío, se levanta
surtidor de imposibles sensaciones,
canta tu dicha y mi delicia canta.

Y la honda transparencia de tenerte
en la alta alegría que me impones
vencedor cada día de la muerte.

                       (José Luis Hidalgo)



José Luis Hidalgo (1919-1947) poeta, ensayista y pintor español. Está considerado una de las figuras más notables de la poesía existencial, o poesía desarraigada, de posguerra. En 1936 publicó Pseudopoesías, al que siguieron Las luces asesinadas y otros poemas (1938) y Mensaje hasta el aire (1938), libros de tendencia surrealista. Tras la guerra, aparecen Raíz (1944), Los animales muertos (1945) y su obra más representativa, Los muertos (1947), libro póstumo en el que reflexiona sobre Dios, el Tiempo y el fin de la existencia humana.

Entrada relacionada:


domingo, 10 de abril de 2011

"Cabalística", de Raúl Vacas

Pintura: Israel de Bruno



                      CABALÍSTICA

Si (como el griego afirma en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes y vocales,
habrá un terrible Nombre, que la esencia
cifre de Dios y que la Omnipotencia
guarde en letras y sílabas cabales.
JORGE LUIS BORGES

A la palabra amor le daré el 1 y a la muerte el 3
al otoño el 2 y al hombre un 5 por ejemplo
porque dicen que Dios también
está en los números sobre todo en el 0
el cual emplearé en la palabra verso
y conservo el 6 y el 7 para el mar y la noche
y el 8 que es un número infinito y cereal
para la vida misma que un buen día
acabará en un ataúd que ya es el 9
y donde dicen que solo hay silencio
un silencio al que sin duda le daríamos el 10
para empezar la crónica del lunes
o de cualquier otro día pues casi todos
son irrepetiblemente iguales si no
tienes quien te quiera o quien te
engañe pues en esto del 1 (poner aquí la palabra
que proceda) sólo el 5 sabe si terminará en
un 0 o en un 10 tan extraño y hermoso como
el 6 o el 2 porque el amor es
una triste ruleta en la que apostamos
siempre al mismo número para al final
perderlo todo o ganar un sueño
pues en esto del destino el 1 es 8
y el 9 es 3 y nunca se sabe porque los números
son traidores como la noche que era el 7
y a veces nos engañan como a niños con su dos y dos son 4
que por cierto no está en este
poema y cuatro y dos seis y seis y seis y dos
son ocho y aquí podéis tener la palabra
que queráis no tengáis miedo
pues la vida como este extraño y absurdo
poema al final resulta que tan sólo
es un juego de niños.

                    (Raúl Vacas, de Esto y ESO, Edelvives,
 Colección Alandar Poesía, Zaragoza, 2010)

[Selección: José Sus, 1º ESO B]

Raúl Vacas. Licenciado en Ciencias de la Información y diplomado en Educación Social. Desempeña labores de edición, animación y gestión cultural y colabora con diversos medios de comunicación y revistas literarias. Dirige, junto a Isabel Castaño, la Escuela de Escritura Creativa “De Vacas y Castaño”. Entre sus publicaciones destacan las plaquettes Confieso que he fumado, El calor de los labios a solas, El imán de la muerte y Corte y confección, así como los libros Proceso de amor (2003), Al fondo a la derecha (2005), Consumir preferentemente (2006), y Esto y ESO (2010).



lunes, 4 de abril de 2011

Del árbol del corazón 2011

Durante la semana dedicada a la poesía amorosa, semana del 14 al 18 de febrero, el árbol de Amor confeccionado por los alumnos de volumen de 1º de Bachillerato, bajo la batuta de la profesora Inmaculada Martín, se ha visto cubierto por hojas, en las que profesores y alumnos han querido imprimir hernosas palabras de amor.
En algunas aparecían los poemas preferidos de los participantes, en otras versos propios. Como novedad, este año los poemas aparecían en todas las lenguas impartidas en el centro: inglés, alemán, francés, latín y griego.
La semana anterior se hizo campaña para que se participase en la actividad, para lo que se colgaron carteles que por primera vez aparecieron en todos las lenguas enumeradas anteriormente.






domingo, 3 de abril de 2011

"A sí mismo", de Giacomo Leopardi

Giacomo Leopardi


                        A SÍ MISMO

Ahora, cansado corazón, por siempre
reposarás. Murió el engaño extremo,
que eterno imaginé. Murió. Bien veo
que de los dulces goces la esperanza
no sólo ha muerto en mí, sino el deseo.
Reposa ya. Bastante
palpitaste. No valen cosa alguna
tus anhelos, ni es digna de suspiros
la tierra. Acíbar, tedio
es la vida no más, y fango el mundo.
Cálmate desde ahora. Desespera
la última vez. A nuestra especie el hado
no dio sino el morir. De hoy más, despréciate,
desprecia la creación, el espantoso
poder que, oculto, para el mal impera
y la infinita vanidad del Todo.

       (Giacomo Leopardi, en Mil años de poesía europea. 
                                                 Francisco Rico (ed.), Planeta, 3ª ed., Barcelona, 2009.
                                                                               Versión de Miguel Romero Martínez)

[Selección de Paula Campo Torrero y Sara Oliveros Pérez, 4º ESO 

Giacomo Leopardi (1798-1837), poeta romántico, uno de los mayores de la literatura italiana. Nacido en una familia aristocrática pero de escasa fortuna, desde niño mostró su precocidad y amor por los estudios clásicos. Las numerosas horas dedicadas a la lectura y el estudio en la biblioteca del palacio familiar le ocasionaron problemas de visión y una deformación en la columna. Tras una amarga vida de penurias económicas y de fracasos amorosos y laborales, murió en Nápoles a consecuencia del cólera. Su obra poética, recogida bajo el título de Cantos (1831), presenta una visión de la existencia humana y de su propia vida radicalmente pesimista, solo mitigada por la evocación de la infancia y de los tiempos heroicos de los griegos.
    En el poema seleccionado, el poeta quiere calmar su corazón, persuadiéndolo para que se resigne estoicamente a la suerte humana, despreciándose a sí mismo, a la creación, al poder "y a la infinita vanidad del Todo".