Foto: Julio López |
EL HOGAR
La niña sólo tenía cuatro años, sus recuerdos, probablemente, ya se habían desvanecido y su madre, para concienciarla del cambio que les esperaría, la llevó a la cerca de alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseñó el tren.
-¿No estás contenta? Ese tren nos llevará a casa.
-Y entonces ¿qué pasará?
-Entonces ya estaremos en casa.
-¿Qué significa estar en casa? -preguntó la niña.
-El lugar donde vivíamos antes.
-¿Y qué hay allí?
-¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
-Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
-No, allí no hay.
-Entonces, de allí ¿se podrá escapar?
De Cuentos de un minuto. Traducción de Judit Gerendas, Thule, 2006
István Örkény, narrador y dramaturgo húngaro, nació en Budapest en 1912, en el seno de una familia burguesa de origen judío. Tras el bachillerato en un centro católico, cursa estudios de ingeniería química y farmacia, siguiendo la tradición familiar. En 1937 entra en contacto con el círculo Szép Szó, revista en la que verán la luz sus primeros relatos; más tarde viaja a Londres y a París, donde vive de trabajos ocasionales. En 1941 regresa a Budapest, concluye sus estudios universitarios y se diploma como químico. Durante la Segunda Guerra Mundial es movilizado y enviado al frente ruso. Hecho prisionero tras la batalla de Stalingrado, es recluido en un campo de trabajo, de donde regresará en 1946. A partir de 1954 trabaja como lector en la editorial Szépirodaliom. Entre 1958 y 1963 se le prohíbe publicar por su participación en la Revolución húngara de 1956; durante este tiempo trabaja como químico en una fábrica de medicamentos. Falleció en su ciudad natal en 1979.
Los microrrelatos reunidos en Cuentos de un minuto son textos reducidos a su esencia cuyo rasgo principal es el humor y el absurdo; sin embargo, en varios de ellos denuncia las calamidades de la guerra y mueve a profunda reflexión. Otras obras suyas publicadas en castellano son: Un comandante en casa y El programa estelar (Argos Vergara, 1984), además de Juego de gafas (Asociación de directores de escena, 1991).
¡Y yo que pensaba que los microrrelatos eran un invento reciente...
ResponderEliminarCarlos San Miguel