Título:
Nadie quiere la noche (Nobody Wants the Night)
Año: 2015
Duración: 118
min.
País: España
Guión: Miguel
Barros
Música: Lucas
Vidal
Fotografía: Jean-Claude
Larrieu
Reparto: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi, Gabriel Byrne, Matt Salinger, Velizar Binev, Ciro Miró, Reed Brody
Productora: Coproducción
España-Francia-Bulgaria; Mer Film / New Art Productions / Noodles Production /
One More Movie
Género: Aventuras. Drama. Supervivencia. Basado en hechos reales.
Nadie quiere la noche, pero a veces de manera no
muy consciente se la invoca. A veces la obstinación de una sola persona acarrea
la noche permanente para muchos otros e incluso la sufre quien provocó la
cadena de catástrofes, pues no se sale indemne cuando la muerte bordea tan de
lleno. Y esa es la trama de la película: una esposa en la distancia que desea
presenciar la inmediatez del momento de gloria del marido. Como cuando vamos a
buscar al cónyuge al trabajo sin avisar. Lo único, que en la película resulta
que el esposo, ese que parece que nunca se alcanza a ver, se encuentra en un
lugar imposible del Polo Norte. El empecinamiento de ella, Josephine, una
mezcla de frivolidad, despecho (el marido explorador que tan poco tiempo ha
estado en el hogar con ella) y deseo, produce que la esposa no se pare ni un
momento a valorar los graves peligros de su decisión. Es la gran diferencia
entre ella y los demás, ya que el resto de personajes que la rodean sí son
conscientes de la situación límite que se provocará; y, llegado el momento, la
asumen con resignación. Josephine, sin embargo, quizá por su inexperiencia con
el medio (nada más y nada menos que el Polo Norte), se da de bruces con la
cruda realidad y por ello tendrá que soportar una intemperie de por vida bajo
la sombra de la persona más bondadosa, la esquimal Alaka, esa que parecía tan
simple y boba pero que resulta que lo sabía todo.
Un
buen guion da la impresión de que son ciertas las palabras de esta cruda y
sutil historia; una muy acertada interpretación y una destacable dirección
(esos primeros planos, por ejemplo, que enfatizan el desasosiego sin forzar el
drama) hacen que valga, desde luego, la pena ver la última película de Isabel Coixet.
Marily Gómez Llop
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