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domingo, 7 de mayo de 2023

"Tiempo", un poema de Ada Salas


Cinamomo o árbol del paraíso, en flor



TIEMPO

I

NO conocer el nombre de los pájaros
pero
reconocer en ellos
a aquellos que anunciaban el verano. Exactamente
ellos. La misma
inexpresable
soledad. La finísima hoja 
azul de la promesa
                               —un pan de oro
limpio
sobre el cielo—. Ese canto abre un túnel
estás
exactamente allí
                              el níspero la higuera
los rosales
                  —su corona
de luz

el lilo las celindas
el jazmín.

La minúscula flor
del cinamomo. 

El melocotonero.

No conoces el nombre de los pájaros
te dicen
             lo que esperabas
fue.
       Aún esa profunda
desesperación

aún

esa belleza.


II

SE movían
las ramas. Se movían
las sombras
tumbada bocarriba feliz sobre la tierra bajo
las encinas. El olor
de la hierba. Las traía 
la brisa
            —algunas flores
blancas
amarillas moradas a veces en el plano
de visión—. Y el tiempo se hizo
tres. Se hizo tres
mi cerebro
—cuánto
me asombraba
de niña 
la imagen de Moisés dividiendo las aguas.
Pensaba en los cangrejos los erizos.
Pensaba en tanta gente atravesando
tropezando sus pies.
Pensaba aquellos muros a punto de cerrarse
sobre 
sus cabezas.
Pensaba en esos muros.
Moviéndose.
De agua.
Y en la ausencia
del Sol
            el brillo
de su carro
fulgurando tan lejos—. Y con qué 
claridad
—os decía
se hizo tres mi cerebro. Exactamente
como
si el mar se hubiera abierto en tres mitades. Una
era yo
de pequeña sintiendo
—olfato vista
tacto
primavera tardía aire tibio el campo
de mi tierra el mundo suspendido en la
contemplación.
La otra era yo en aquel momento. La misma
plenitud. Igual
felicidad.
               La tercera
llegó 
con una lacerante
nitidez: el recuerdo
—o, mejor,
la conciencia
de haber sentido
entonces
con más
intensidad
—¿serás tú, intensidad,
la palabra que busco?—. La tercera era yo
añorando mis ojos
el olfato mi tacto
añorando ese yo que sentía ese campo sintiéndose
partícipe
de toda esa belleza. Perfectamente pude
sentir
—¿o recordar?
cómo sentía. Perfectamente 
pude
darme cuenta. Y me vi
desde arriba
                     —un plano
cenital
una mujer
tumbada—.
                   Una Eva en el
paraíso expulsada. El agua
de sus lágrimas
bajando por
las sienes. Empapando
su pelo. Un plano
cenital una mujer

saliéndose del mundo.
   

(De Arqueologías, Pre-Textos, 2022)


Escribe el poeta Jordi Doce en su magnífica reseña* del último poemario de Ada Salas que toda la poesía última de la extremeña "toma la forma de soliloquio, de un diálogo con ese 'tú' —aprendido en Cernuda y en Valente, entre otros— que es uno mismo, pero que engloba al lector y lo vuelve oyente privilegiado de lo que ahí se dice".

Añade Jordi Doce que, al igual que en Descendimiento (2018), el  anterior libro de Ada Salas, en el cual establecía un diálogo con el cuadro homónimo de Rogier van der Weyden, en Arqueologías insiste en la idea de descenso, de ingreso en "lo oscuro", en este caso en el ámbito de los yacimientos arqueológicos:

Dividido en dos secciones más o menos simétricas, "Antiquarium" y "Civitas", con un poema suelto a modo de introducción, este libro está obsesionado con lo oculto, lo que vive bajo tierra, lo que es exhumado y vuelve a la luz. Pero esta realidad material lo es también temporal: se trata de restos y objetos del pasado, presencias ("instantes") que hablan de un tiempo que ya no es pero que sigue existiendo a través de ellos y nos interpela.

"Tiempo", perteneciente a la  segunda sección, forma parte de un grupo de poemas que, en palabras de Jordi Doce, "son epifanías, escenas del pasado que exploran el vínculo con la naturaleza y buscan, una vez más, curar la herida del tiempo". 

*En:  http://jordidoce.blogspot.com/2022/08/incursiones-en-un-pasado-que-nunca-se.html

3 comentarios:

  1. Me habría gustado un ejemplo de los poemas "arqueológicos", de esa exploración de lo oscuro y enterrado. Pero me ha gustado esa evocación del paso por el Mar Rojo.
    Es que el verano... el verano se ha convertido en una estación temible.
    Carlos San Miguel

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  2. A mí me va apeteciendo ya un poema clásico de los renacentistas o barrocos. O uno que leímos en clase de un miembro de la Generación del 27 que hablaba en un verso sobre la testuz de un toro y empleaba la palabra congelado...algo parecido...y que yo pensaba que era de Cernuda pero que no logro encontrar ...
    Carlos San Miguel

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  3. Pues en las próximas semanas tengo previsto publicar uno muy clásico, que habrás leído muchas veces. Pero mañana toca otro actual. Paciencia. :)

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