Fotograma de Desayuno con diamantes (ABC.es)
NUNCA DESAYUNARÉ EN TIFFANY[1]
Nunca desayunaré en Tiffany
ese licor fresa en ese vaso Modigliani[2] como tu garganta nunca aunque sepa los caminos llegaré[3] a ese lugar del que nunca quiera regresar una fotografía, quizá una sonrisa enorme como una ciudad atardecida, malva el asfalto, aire que viene del mar y el barman nos sirve un ángel blanco, aunque sepa los caminos nunca encontraré esa barra infinita de Tiffany el juke-box[4] donde late el último Modugno ad un attimo d'amore che mai piú ritornerá...[5] y quizá todo sea mejor así, esperando porque al llegar no puedes volver a Itaca[6], lejana y sola[7], ya no tan sola, ya paisaje que habitas y usurpas nunca nunca quiero desayunar en Tiffany, nunca quiero llegar a Itaca aunque sepa los caminos lejana y sola.
De Una educación sentimental, 1976. En Miguel Díez
Rodríguez y Mª Paz Díez Taboada, Antología de la poesía
española del siglo XX, Barcelona, Istmo, 1991
[1]
Alusión a la novela corta Desayuno en
Tiffany’s, del escritor
estadounidense Truman Capote (1924-1984), publicada
en 1958.
Sobre esta novela dirigió una película Blake Edwuards, en 1961,
titulada Desayuno con diamantes y
protagonizada por Audrey
Hepburn.
[2]
Amadeo Modigliani (1884-1920), pintor italiano famoso por sus
desnudos
femeninos y por el alargamiento vertical de las cabezas.
[3]
Referencia literaria a los versos: “Aunque sepa los caminos,
/ yo nunca llegaré
a Córdoba”, del poema “Canción del jinete”, de
Federico García Lorca.
[4]
En inglés, máquina tragaperras musical.
[5]
Fragmento de la letra de una canción del compositor y cantante
italiano
Doménico Modugno, titulada “L’uomo in frac”
(El hombre del frac): “Un instante
de amor que nunca más retornará”.
[6]
Referencia al poema “Itaca” (“Cuando emprendas tu viaje a Itaca
/ pide que el
camino sea largo…”), del poeta griego, nacido en
Alejandría (Egipto), Cavafis (1863-1933).
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El escritor Manuel Vázquez Montalbán (rtve.es) |
Fue hijo único de dos emigrados y vencidos en la guerra: una modista murciana y un gallego militante del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), al que no conoció hasta los cinco años, cuando salió de la cárcel. Nació en Barcelona a los pocos meses del final de la Guerra Civil y se crio en el Raval, barrio popular en el que gozó del "extraño privilegio" de ser "el único que llegó a la universidad". Licenciado en Filosofía y Letras y en Periodismo, en la universidad conoció a Anna Sallés -madre de Daniel, su único hijo, nacido en 1966- con quien contrajo matrimonio en 1961. Participó activamente en la oposición al régimen franquista, primero en el Frente de Liberación Popular (FELIPE) y después en el PSUC. En 1962 fue condenado a tres años de prisión (y su esposa a seis meses) por participar en una huelga en apoyo a los mineros de Asturias. En la cárcel de Lérida , donde cumplió condena, empezó a cocinar para sus compañeros y escribió sus primeros libros. Cuando había cumplido dieciocho meses de pena, en octubre de 1963, fue puesto en libertad merced al indulto concedido con motivo de la muerte del papa Juan XXIII.
Por su condición de perseguido político, tuvo dificultades para encontrar trabajo como periodista, por lo que se vio obligado a escribir en revistas de decoración, de cocina o de ropa interior de señora antes de entrar a formar parte en 1969 del equipo editorial de la mítica revista 'Triunfo', donde publicó bajo seudónimos como Sixto Cámara o Manolo V el Empecinado, entre otros. Colaboró también en otras publicaciones: Hermano Lobo, Solidaridad Nacional, tele/eXprés o Por Favor, y más tarde en La Vanguardia, El País, Interviú y el diario Avui. Vázquez Montalbán gozó pronto de reconocimiento como escritor y como intelectual comprometido. Tuvo la escritura como única profesión y fue galardonado con premios tan prestigiosos como el Nacional de las Letras Españolas, por el conjunto de su obra, en 1995. El escritor italiano Andrea Camillieri (1925-2019), admirador y amigo de MVM, confesó su entusiasmo cuando leyó por primera vez una novela del español, Asesinato en el Comité Central, porque "el enigma detectivesco estaba a la altura del retrato de una sociedad examinada críticamente". Camillieri bautizó a su detective con el nombre de Montalbano en agradecimiento a Vázquez Montalbán, ya que logró resolver los problemas de estructura de su novela El cervecero de Preston a partir de la lectura de El pianista de MVM.
Vázquez Montalbán falleció de un ataque al corazón el 18 de octubre de 2003 en el aeropuerto de Bangkok, cuando regresaba de un viaje a Australia y Nueva Zelanda, donde había dado conferencias en varias universidades y se había documentado para su novela póstuma, Milenio -la última de la serie Carvalho-, que se desarrolla en Bali, Nueva Zelanda y Australia. A este respecto, su hijo, el escritor y cineasta Daniel Vázquez Sallés, recuerda que su padre había compuesto un poema casi premonitorio sobre un cartero que lleva la noticia de una muerte en Bangkok.
Su abundante producción literaria se relaciona por un nexo común: la recuperación de la
MVM, con Elena Santonja, en el programa de cocina 'Con las manos en la masa' (rtve.es) |
En sus novelas, junto a la crítica social y política incorpora elementos de la cultura cinematográfica, la canción popular, la publicidad y el cómic. Recordando a Dardé (1969) fue su primera incursión en la narrativa, a la que siguieron El pianista (1985), Los alegres muchachos de Atzavara (1987), Cuarteto (1988), Galíndez (1990, premios Nacional de Literatura 1991 y Europa 1992) y El estrangulador (1994, Premio de la Crítica). Pero fue el ciclo de Pepe Carvalho el que le dio proyección internacional. Yo maté a Kennedy (1972) fue la primera entrega protagonizada por este detective escéptico y gastrónomo, que quemaba páginas de los libros de su biblioteca como forma de provocación. Reaparece en una larga serie de novelas -de la que forman parte títulos como Tatuaje (1975), La soledad del manager (1978), Los mares del Sur (1978, Premio Planeta y Premio Internacional de Literatura Policiaca en Francia), Asesinato en el Comité Central (1981), La rosa de Alejandría (1984), El delantero centro fue asesinado al atardecer (1988) y El laberinto griego (1991)- y en numerosos cuentos.
Su obra poética, compuesta a lo largo de casi cuarenta años, ha sido poco divulgada -a pesar de su calidad literaria y de que está recogida en las principales antologías, incluida Nueve novísimos poetas españoles de Castellet-, algo que Manuel Rico ("Manuel Vázquez Montalbán, el poeta", en Turia, Núm. 73-74, 2005) atribuye, por una parte, a que ha quedado oscurecida por el éxito de su ingente obra narrativa, periodística y ensayística, y, por otra, a que se aparta del canon culturalista de la época "manteniendo una mirada crítica sobre el mundo" y apostando " por una poesía de la vida, de la existencia, sin eludir sus contradicciones". El resultado es una poesía muy personal, heterodoxa e inclasificable, como ha explicado Rico:
En sus poemas está la realidad sin ser una poesía realista; hay búsqueda de nuevos significados del lenguaje sin ser poesía experimental; está profundamente teñida de cultura sin ser culturalista; se nutre de la experiencia, de la memoria y de lo cotidiano sin ser poeta experiencial en el sentido más convencional y gastado del término.Antonio Rivero Taravillo ("Manuel Vázquez Montalbán, un millar de versos tristes", en cronicaglobal.elespañol.com) relaciona la poesía de MVM con lo que Susan Sontag denominó estética camp, en la que coinciden la alta cultura (los poetas Ausias March, T. S. Eliot y Luis Cernuda) con lo popular (los maestros Quintero, León y Quiroga; los cantantes Paul Anka y Antonio Machín). En su última edición, su poesía completa, Memoria y deseo (1966-2003), cuyo título está tomado de uno de los primeros versos de La tierra baldía de Eliot, reúne los siguientes libros: Una educación sentimental (1967) y Movimiento sin éxito (1969), compuestos en la cárcel; Coplas a la muerte de mi tía Daniela (1973), A la sombra de las muchachas sin flor (1973), Praga (1982), Pero el viajero que huye (1990), Ciudad (1996), el inédito Rosebud, que vuelve a la infancia y cierra el ciclo iniciado con su primer poemario, y Construcción y deconstrucción de una teoría de la almendra de Proust, que solo había aparecido en una edición para bibliófilos.
Rivero Taravillo observa que en su primer poemario, Una educación sentimental, la escasez de signos de puntuación favorece que se intercalen de forma natural "los pasajes ajenos, no marcados por comillas o cursiva", algo que mantendrá en el futuro "siguiendo la técnica del collage", así como los versos escalonados que, en opinión de Pere Gimferrer, "remedan la síncopa del jazz".
J. F. Colmeiro (en Manuel Vázquez Montalbán, el compromiso con la memoria, Támesis, 2007) define su obra poética como "poesía de la memoria y del deseo, poesía vivencial cívico-social y erótico-amorosa, culturalmente híbrida y mestiza", e incluye el poema "Nunca desayunaré en Tiffany", de "técnica fragmentada" e impregnado "de ironía crítica",
dentro de la nueva poesía amorosa y desmitificadora, en la misma línea estética de collage híbrido y subcultural de la Crónica sentimental de España, en una constante canibalización del cine, la música, la literatura y los mitos colectivos que reivindicaban una memoria crítica de la cultura popular de la posguerra.
Maruja Torres, Eduardo Mendoza, Vázquez Montalbán y Juan Marsé, en Casa Leopoldo. (pliegosuelto.com) |
Supongo yo que hoy en día no cabe otra que la cultura Camp ésa que mencionas, si el intelectual no quiere parecer un extraterrestre. Y es que hay una homogeneización de la cultura porque creo yo que, en un proceso exclusivo del siglo XX en que se ha popularizado la alfabetización gracias a los mayores recursos económicos, al Cine y otros medios que han ayudado a extender lo cultural, las clases populares podemos acceder a la cultura y, al contrario, las élites gustan de lo popular y, es lo malo, de lo chabacano.
ResponderEliminarPues yo tengo El estrangulador, pero tendría que volver a leerlo porque, igual no lo comprendí entonces, me decepcionó.
Carlos San Miguel
Carlos San Miguel