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domingo, 8 de diciembre de 2019

"El sepelio de Anticlea. Recuerdos", de Fernando Burbano

Sora Wheeler, Penélope



EL SEPELIO DE ANTICLEA. RECUERDOS


     Enterramos a Anticlea[1] a la Aurora.
Como ella hace algún tiempo nos pidiera,
buscamos un paraje desde el cual
ni la más gruesa mar en la tormenta,
con su fragor, rompiera su yacer.
Anticlea, mi suegra, aborrecía
el mar como Laertes, su marido.
Nos sobrecogió que hallara la muerte
entre las olas. Era el odio antiguo.

    Recuerdo que tornábamos de Esparta,
donde con Odiseo me habían casado
ante la corte de mi padre, Icario:
fui premio a una buena estratagema[2].
Tras de seis largos meses de demora
Laertes y Anticlea nos buscaron.
Fuimos a poco hacia Ítaca, vía
Pilos la Arenosa, donde embarcamos.
Me encontraba ya encinta de Telémaco
y era aquel mi primer viaje por mar.
De rada en rada, sin perder la costa
de vista, singlábamos por vinosas[3]
aguas. Con mis proverbiales mareos,
y una y otra vez, desde la toldilla
me acercaba a la borda del navío
para jitar[4] mi náusea profunda.
Y siempre echado sobre el parasemo[5],
hallábase a un Laertes embebido
en arrojar guijarros a las aguas,
la cabeza afirmaba pensativa
unas veces, en no sé qué caída
especial. Volví al tendal e inquirí
origen para aquel comportamiento
inexplicable. Mi suegra engoló
la voz, como hacen los viejos mistágogos[6]
o las oscuras sibilas, diciendo:
“La mar, el mar, lo mar”; quise escuchar
el murmullo del hado  y me callé.

    De vuelta al palacio tras de aquel hórrido
entierro, sentí a Laertes con nueva
mirada; fantaseé hacer un paño
bordado y sin costuras que usaría
de sudario en su aún lejano sepelio.
A poco mi suegro dejó la casa
yéndose a alojar a la del boyero
Filetio y su familia. El orgullo
de los pretendientes minaba lento
mi paz familiar. Supliqué al divino
argonauta[7] su retorno al palacio;
“Nunca sin mi hijo volveré a pisar
la casa”, secamente replicó.
Lo dejé lanzando jejos[8] al mar.
Volví a mi cámara y mandé un telar
con que hacer efectiva mi infantil
venganza. Inicié la greca enmarcante
de toda la historia: el mar que se riza;
mascarón de proa, muz[9] divinal[10]
…………………………………..
    Pasaron largas horas de silencio
total. Desde mi habitáculo nada
bullía. Euriclea[11] se alarmó, entró
asustada; me halló absorta al telar,
toda deshecha la labor del día.
No contestaba al estro[12] de su voz
y tuvo que zarandearme múltiples
veces para que volviera de nuevo
a mí. Algo me llevaba más allá
del tiempo siempre que emprendía el triste
lienzo. Inconcluso quedó en sola urdimbre.

De El lienzo de Penélope* (inédito)




[1] Esposa de Laertes y madre de Odiseo. Murió de tristeza por la
prolongada ausencia de su hijo. Según otras versiones, se suicidó
ahogándose en el mar
[2] Tíndáreo, padre de Helena, temía la reacción de los pretendientes
rechazados. Odiseo le aconsejó que les hiciera jurar a todos ellos que
prestarían su ayuda al elegido en el caso de que Helena le fuese
disputada. A cambio, Odiseo consiguió la ayuda de Tindáreo para
lograr la mano de Penélope, prima de Helena.
[3] Que tienen la apariencia del vino. Así se describe el mar en la Odisea.
[4] Echar, expulsar. Vomitar.
[5] Mascarón de proa de las galeras de los antiguos griegos y romanos.
[6] Mistagogo: En la Antigüedad clásica, sacerdote que iniciaba en los
Misterios.
[7] Laertes forma parte del catálogo de los argonautas, los héroes comandados
por Jasón que, a bordo de la nave Argos, viajaron a la Cólquide en busca  del
vellocino de oro.
[8] Guijarros.
[9] Extremidad superior y más avanzada del tajamar (madera recortada
en forma curva ensamblada en la parte exterior de la roda o pieza de
la proa con la que el barco hiende el agua).
[10] Divino, en lenguaje poético, ya que lo que representa es la nave Argos,
cuya proa tenía los dones del habla y la profecía porque  había sido hecha
con madera de roble procedente del oráculo de Dodona.
[11] Nodriza de Odiseo y de Telémaco. Es quien reconoce a Odiseo, tras su
vuelta, por la cicatriz de la rodilla que le había causado un jabalí.
[12] Inspiración.

*Las notas son nuestras.
   

Fernando Burbano (casavigo.wordpress.com)
Fernando Burbano García. Nacido en Zaragoza el 12 de abril de 1944. Educado en los Jesuitas durante doce años, he conseguido no ejercer demasiado de ello, aunque en algunas cosas estoy orgulloso e incluso ejerzo. Cursos universitarios de física y matemáticas en la Universidad de Zaragoza. Más adelante curso tres años de Arte Dramático en la Escuela Municipal de Zaragoza, entonces dirigida por José Giménez Aznar, para pasar a continuación a realizar dos cursos de improvisación y  análisis de texto en el estudio particular fundado por entonces en Zaragoza por la actriz argentina Esther Bonsi. He interpretado y dirigido varias obras teatrales que algún día reseñaré.

BIBLIOGRAFÍA:
Ecos de soledad (poesía), 1978
De mí, para ti, por todos (poesía), 1979
Resistencia a la rodadura (poesía), 1980
Café Levante, dígame (poesía), 2006

Tengo escritos varios sin publicar: teatro, un buen número de cuentos y varios libros de poemas, lo cual no cuenta más que para mí y para ti. Soy, desde su fundación, miembro de la Sociedad de Escritores Aragoneses.

Actualización (26 /12 /2023):
Fernando Burbano falleció en Zaragoza el 25 de diciembre de 2023. Tenía 79 años.

1 comentario:

  1. ¿Y esta autopresentación del autor? Esto se ha convertido en un "sírvase usted mismo" jeje
    Me ha gustado un montón el poema por la evocación (¡otra vez!) de la Odisea y de la Grecia clásica. Además, he aprendido un montón de palabras.
    Carlos San Miguel

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