Diego Jesús Jiménez, por Julián Garu Santos, 1961 |
Aunque pertenece por edad a la Generación del 68 o de los 70, en la que se integran también los Novísimos, su línea poética se encuentra más próxima a la de autores de la generación anterior. Algunos críticos lo incluyen en la Promoción de los 60, que constituye una especie de paréntesis entre la Generación de los 50 y los Novísimos. Publicó su primer libro de poemas, Grito con carne y lluvia, con el que obtuvo el Premio del Club Internacional de Poesía de Jerez. A partir de ahí, se sucedieron los galardones, entre los que destacan el Adonáis por La ciudad, en 1964; el Premio Nacional de Literatura 1968 con Coro de ánimas; el Premio de Poesía Bienal de Zamora 1976 con Fiesta en la oscuridad; el Premio Juan Ramón Jiménez 1990 con Bajorrelieve, y con Itinerario para náufragos, punto culminante de su trayectoria poética, obtuvo el Premio Jaime Gil de Biedma 1996, el Premio Nacional de la Crítica 1996 y el Premio Nacional de Literatura 1997. Su obra no goza, sin embargo, del reconocimiento merecido por su extraordinaria calidad, y actualmente no está recogida en muchas antologías.
El crítico Luis García Jambrina ha escrito (en ABC, 13/10/1998) sobre la obra de este peculiar y extraordinario poeta:
El crítico Luis García Jambrina ha escrito (en ABC, 13/10/1998) sobre la obra de este peculiar y extraordinario poeta:
Diego Jesús Jiménez nos ofrece una visión del mundo centrada en el perpetuo misterio de la vida. [...] Y es que la labor del poeta no es conocer la verdad -tarea imposible-, sino soñarla. De hecho, la verdad del poema no es otra cosa que esa inmersión en lo desconocido, en lo misterioso, en lo oscuro de la vida. Todo esto, en fin, ha dado como resultado una poesía hondamente reflexiva y desmitificadora y una estética esencialmente barroca.
El autor define Itinerario para náufragos como "un canto a los desheredados, los fracasados, las víctimas de la Historia o de cualquier historia". Por su parte, Manuel Rico (en "El jinete de las raras palabras", en Revista de Libros, 01/10/1997) observa sobre este libro que, en un panorama poético donde predomina la poesía realista, este poemario "surge como una saludable invitación a la heterodoxia" cuyos poemas "indagan e iluminan otras zonas de la experiencia: el espacio del sueño, el azaroso trayecto de la historia, la memoria íntima y colectiva, el poder revelador del lenguaje". Y añade que "no estamos ante una poesía 'descargada de realidad', sino ante un modo muy peculiar de enfrentarse a ella desde el lenguaje".
En el poema seleccionado, el autor reflexiona sobre la labor del lingüista, representado por el conquense Juan de Valdés (Cuenca, 1509-Nápoles, 1541), humanista, erasmista y escritor protestante autor de Diálogo de la lengua, obra compuesta en 1535, pero que no vio la luz hasta 1736. Se trata de una obra clave para entender el ideal literario y lingüístico erasmista: verosimilitud en la narración, sencillez y precisión en el estilo e imitación de la lengua hablada.
Sobre ello explica Marta Sanz Pastor (en Metalingüísticos y sentimentales, Biblioteca Nueva, 2007):
[Imagen principal: sitiosdeespana.es]
El poeta Diego Jesús Jiménez. ABC |
Sobre ello explica Marta Sanz Pastor (en Metalingüísticos y sentimentales, Biblioteca Nueva, 2007):
El símbolo del lingüista, del humanista Juan de Valdés, ilumina una concepción de la poesía, en que la búsqueda de la precisión, la exactitud y la capacidad evocativa de las palabras, en función del referente nombrado -hay referentes concretos y otros intangibles- se alía con la sabiduría referencial y con el conocimiento dimanante de ese proceso de búsqueda de lo exacto, de lo preciso, de lo bello, de esa "ambición hermosa" que consiste en "someter la palabra" " pues que así se da nombre y destino a la vida, la materia ilumina su corazón cerrado".El pasado 13 de septiembre se cumplieron diez años del fallecimiento de Diego Jesús Jiménez.
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