Mario Luzi (Castello, Florencia, 1914-Florencia, 2005) fue ensayista, dramaturgo, traductor y uno de los grandes poetas italianos del siglo XX, asociado al movimiento hermético italiano, en el que se encuadran figuras como Eugenio Montale, Giuseppe Ungaretti o Salvatore Quasimodo, y otros más jóvenes como Piero Bigongiari, Oreste Macrì, Giorgio Caproni, Vittorio Sereni o Attilio Bertolucci.
Sus padres eran originarios de Samprugnano, en la zona de Monte Amiata, lugar donde Mario pasó las vacaciones hasta 1940 y que se convertirá para él en fuente de inspiración, asociada a la cultura agrícola y a la figura de su madre, que ejerció una gran influencia sobre él, especialmente en sus raíces cristianas: "Descubrí en mi madre todo aquel mundo de religión campesina, elemental pero reflexivo, pensado y vivido muy intensamente. Me fascinaba cómo transportaba todas las cosas a su interioridad", ha confesado el autor. En la década de los 20 comenzó su formación académica en la escuela de Castello, donde destacó por su inteligencia y su afición a la lectura. Inició los estudios de secundaria en Florencia, pero después (debido al trabajo del padre, empleado ferroviario) se trasladó a Milán y a Siena, donde completó la secundaria. La época de Siena es de enorme importancia ya que coincide con su descubrimiento del amor y del arte, pues el arte de la ciudad dejó en él una huella imborrable.
Regresó a Florencia en 1929. En estos años se despierta su interés por la filosofía (que le lleva a faltar a clase para leer a los filósofos, especialmente a san Agustín) y nace su admiración por autores como Joyce, Mann o Proust (los mejores "filósofos" que dice haber encontrado en sus años de formación, cuando dudaba entre la filosofía y la literatura). En esta época entró en contacto con el grupo de intelectuales antifascistas del café Le Giubbe Rosse, entre los que se encontraba Eugenio Montale, participó en la vida cultural de la ciudad y colaboró en revistas de vanguardia como Cubierta o Campo de Marte. En 1935 publicó su primer poemario, La barca, y en 1936 se graduó en literatura francesa con una tesis sobre François Mauriac. En 1938 comenzó a enseñar en secundaria, primero en Parma y posteriormente en San Miniato y Roma, hasta 1943. Mientras tanto, se casó con Elena Monaci en 1942 y nació su único hijo, Gianni, en 1943. Antes de la guerra, colaboró en la revista Perspectivas, de Curzio Malaparte.
En 1945 regresó a Florencia y enseñó en el centro de secundaria Leonardo da Vinci hasta que en 1955 pasó a impartir clases de literatura francesa en la Facultad de Ciencias Políticas Cesare Alfieri de Florencia. Se retiró en 1989. A partir de la década de los sesenta viajó a distintos países (Rusia, Georgia, India, Hungría, Estados Unidos, etc.) donde su obra empezaba a ser conocida. Su candidatura fue propuesta, sin éxito, en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura, pero recibió importantes reconocimientos como el premio Montale, el Carducci o la Legión de Honor Francesa (1997). En 2004, con motivo de su noventa cumpleaños fue nombrado senador vitalicio. Para entonces, Mario Luzi, que vivió el fascismo, la guerra y la posguerra encerrado en la literatura, se había convertido en la voz de la conciencia democrática de su país, manifestando su rechazo a conflictos bélicos como la Guerra del Golfo o la de Serbia o su preocupación por las actuaciones de Berlusconi, de cuyo gobierno dijo que estaba "dañando algunos fundamentos de la democracia". Falleció en Florencia el 28 de febrero de 2005 y fue sepultado en el cementerio de Castello. En su memoria, se colocó una placa en la basílica florentina de Santa Croce, junto a los restos de Miguel A. Buonarroti, Galileo Galilei y el cenotafio de Dante.
La poesía de Mario Luzi, como explica Coral García, está asociada al paisaje rural de su región natal, que se convierte en instrumento a través del cual accede al conocimiento de la existencia humana, es decir, que la descripción del mundo sensible y de sus gentes lo conduce a la reflexión sobre su estado interior y sobre la condición humana en su efímera participación en un universo en constante transformación. Para mostrar la multiplicidad del mundo, dialoga con otros seres y en sus diálogos muestra el caos reinante en el mundo, pero también su armonía. A estas características se suman, según Díaz Armas, su cristianismo esencial que se manifiesta en su confianza en Dios (quien, no obstante, permanece lejano), así como en la "caridad y comunión íntima con los demás y con el mundo, de signo casi panteísta"; la conexión entre poesía y pensamiento, que le ha llevado a definir su quehacer poético como pensiero poetante, de la que deriva su preferencia por la literatura reflexiva -de ahí su interés por poetas como Valéry, Rilke, Eliot, Montale, Antonio Machado, Apollinaire, Saba o Ungaretti- y las constantes referencias a los acontecimientos históricos recientes.
La crítica suele relacionar a Luzi con la corriente del hermetismo (especialmente con la generación de los neoherméticos), pero en opinión de Jesús Díaz Armas, esas etiquetas no son suficientes para encuadrar una obra que se desarrolla a lo largo de setenta años y se caracteriza por "una constante búsqueda poética" que permite distinguir varias etapas en su producción poética.
Para el propio autor, su primera entrega, La barca, no es aún un libro que pueda adscribirse al hermetismo, sino que pertenecería a una etapa previa que denomina "tentativa". En este libro aparecen ya, como señala Díaz Armas, muchos de los temas fundamentales de su poesía: el paisaje, la presencia de lo femenino, la caducidad de la belleza y la juventud, el paso del tiempo o un cristianismo esencial. Uno de los motivos fundamentales del libro es el viaje marítimo, convertido casi "en alegoría del tránsito por la vida". Por otra parte, inaugura "el tono elegíaco y melancólico" de gran parte de su poesía.
En cambio sí puede aplicarse la etiqueta de herméticos a sus siguientes libros. Esta primera etapa comienza con Adviento nocturno (1940), cuyo poema "Avorio" suele presentarse como modelo de esta corriente. Se trata de un poemario poblado de símbolos oscuros y violenta adjetivación, en el que el yo poético irrumpe rotundamente junto con la segunda persona del interlocutor a quien se dirige (en ocasiones, él mismo desdoblado). Siguen Un brindis (1946), libro atormentado, influido por el existencialismo, que destaca por la dureza del tono elegíaco, relacionado con el contexto bélico en que se escribe. Cuaderno gótico (1947) es un cancionero amoroso con evidente base biográfica y estructura dialógica entre el yo del poeta y el tú de la amada. El anhelo de perfección formal se manifiesta en la elegancia rítmica y en la predilección por el endecasílabo.
Primicias del desierto (1952) inicia una segunda etapa, que poco tiene que ver con el hermetismo, en la que profundizó en la exploración de las líneas centrales de su poética. Para Coral García el libro es "una especie de peregrinación espiritual a través del desierto bíblico de la expiación y la anulación" hasta alcanzar "la verdad, la purificación, una posible respuesta al porqué de la presencia y existencia del ser humano y del cosmos". Honor a la verdad (1957), último de los libros incluidos en su primera recolección de poemas (Lo justo de la vida, 1960), es una obra de transición que expresa la relación entre el poeta y el mundo. En la existencia de los otros encuentra el poeta motivo para seguir viviendo. Desde el fondo de los campos (1965) es el libro que abre la recopilación Nell'opera del mondo (1979). En él rinde tributo e su madre, muerta en 1959. Se trata de una obra ligada a la tierra, especialmente a la de sus padres, en la que las reflexiones sobre el mundo se convierten en interrogación sobre el sentido de la vida y de la muerte. Lejos de la tristeza de otros libros, el poeta muestra su deseo de formar parte del mundo.
En el magma (1963) abre la tercera etapa de su poesía, que supone una ruptura clara con lo anterior. El verso y el poema se dilatan y adquieren un carácter casi prosístico, mientras que los textos, mediante la escenificación del encuentro del poeta con otras personas, se vuelven más narrativos y dialógicos. El abandono del endecasílabo y del alejandrino acerca el discurso al "sermo merus", la simple charla, invocado en la cita de Horacio, al comienzo del libro. La descripción de los espacios (urbanos, incluso degradados) y los interlocutores (seres perdidos, enfermos...) roza, en ocasiones, lo sórdido. Sobre fundamentos invisibles (1971) profundiza en aspectos como la experiencia de la felicidad, el cambio como sustancia de la vida y la efímera condición humana. Las referencias políticas contemporáneas (guerra de Vietnam, invasión de Checoslovaquia) y autobiográficas salpican el poema, y el lenguaje se puebla de modismos. Al fuego de la controversia (1978) se compone de poemas fragmentarios que expresan la lucha entre el mundo del poeta y la confusa "obra del mundo", un mundo caótico e incomprensible al que Luzi contrapone la presencia de Cristo. Para expresar esa confusión recurre al empleo de tecnicismos, extranjerismos y latinismos, así como al uso frecuente de la interrogación retórica. Los vaivenes de la historia (terrorismo, atentados de la mafia...) están presentes también en su siguiente libro, Para el bautismo de nuestros fragmentos (1985), en que presenta un mundo caracterizado por la falta de comunicación ("inarticulado dialecto", "dialecto abominable"), mientras que la mudez es el signo de Cristo. Introduce innovaciones formales, como la presencia de neologismos y de algunas rimas. Frases e incisos de un canto saludable (1990) comparte muchos rasgos con el anterior: la longitud de los poemas, temas como la relación entre la humanidad y Cristo, los elementos autobiográficos, la presencia de la luz o las referencias a la femineidad. El léxico se puebla de neologismos, latinismos y términos del latín litúrgico, lo que será una constante en sus siguientes libros. Vida terrestre y celeste de Simone Martini (1994) se centra en el viaje imaginario del pintor sienés desde Aviñón a Siena, en compañía de familiares y de un estudiante de Teología, alter ego del poeta, que hará las veces de narrador. La biografía del pintor se mezcla con las reflexiones del estudiante o del pintor sobre los nombres de Dios, sobre la femineidad o sobre el arte. Bajo forma humana (1999) utiliza también un pretexto narrativo: la reconstrucción del diario de Lorenzo Malagugini, casi un heterónimo del poeta. El libro se centra en las obsesiones del autor: la conciencia de los límites y de la fragilidad humana, sentida no con dolor sino "con la conciencia complacida de la coparticipación en el mundo y en sus mutaciones y continuidades". El último Luzi supera el tono elegíaco de gran parte de su poesía anterior porque ha comprendido, según declaró, que la historia es "también un factor de evolución, un hecho creativo que continúa y dentro del cual nos encontramos inmersos". En Doctrina del extremo principiante (2004) sobresale el tono meditativo, la reflexión profunda sobre diversos temas, a menudo con sentido religioso. La producción poética de Luzi se cierra con Déjame, no me retengas (2009), libro póstumo que recoge poemas compuestos entre finales de 2002 y febrero de 2005, en los que mantiene la exigencia característica de toda su obra.
Sobre el poema "Parca-Aldea", poema-pórtico de La barca, dice Jesús Díaz Armas que fue escrito a posteriori, en 1951, y por ello no figura en la edición original ni en antologías posteriores. Añade que el poema "está dirigido al poeta por la voz de la Parca custodia de la aldea de origen de los propios familiares (Samprugnano); el hijo es Gianni Luzi, hijo del poeta, entonces de ocho años". Pedro Luis Ladrón de Guevara -en Mario Luzi, Antología de poemas (1932-1998), Huerga y Fierro, 1999, pp. 7-8- escribe al respecto:
Bibliografía consultada:
Sobre la obra poética de Luzi:
Prólogo a la edición de Jesús Díaz Armas de Vida fiel a la vida, fundamentalmente.
Sobre la biografía de Luzi:
Regresó a Florencia en 1929. En estos años se despierta su interés por la filosofía (que le lleva a faltar a clase para leer a los filósofos, especialmente a san Agustín) y nace su admiración por autores como Joyce, Mann o Proust (los mejores "filósofos" que dice haber encontrado en sus años de formación, cuando dudaba entre la filosofía y la literatura). En esta época entró en contacto con el grupo de intelectuales antifascistas del café Le Giubbe Rosse, entre los que se encontraba Eugenio Montale, participó en la vida cultural de la ciudad y colaboró en revistas de vanguardia como Cubierta o Campo de Marte. En 1935 publicó su primer poemario, La barca, y en 1936 se graduó en literatura francesa con una tesis sobre François Mauriac. En 1938 comenzó a enseñar en secundaria, primero en Parma y posteriormente en San Miniato y Roma, hasta 1943. Mientras tanto, se casó con Elena Monaci en 1942 y nació su único hijo, Gianni, en 1943. Antes de la guerra, colaboró en la revista Perspectivas, de Curzio Malaparte.
Mario Luzi, segundo por la izquierda, con un grupo de escritores. En primer plano, Pier Paolo Pasolini. Años 50 |
En 1945 regresó a Florencia y enseñó en el centro de secundaria Leonardo da Vinci hasta que en 1955 pasó a impartir clases de literatura francesa en la Facultad de Ciencias Políticas Cesare Alfieri de Florencia. Se retiró en 1989. A partir de la década de los sesenta viajó a distintos países (Rusia, Georgia, India, Hungría, Estados Unidos, etc.) donde su obra empezaba a ser conocida. Su candidatura fue propuesta, sin éxito, en varias ocasiones al Premio Nobel de Literatura, pero recibió importantes reconocimientos como el premio Montale, el Carducci o la Legión de Honor Francesa (1997). En 2004, con motivo de su noventa cumpleaños fue nombrado senador vitalicio. Para entonces, Mario Luzi, que vivió el fascismo, la guerra y la posguerra encerrado en la literatura, se había convertido en la voz de la conciencia democrática de su país, manifestando su rechazo a conflictos bélicos como la Guerra del Golfo o la de Serbia o su preocupación por las actuaciones de Berlusconi, de cuyo gobierno dijo que estaba "dañando algunos fundamentos de la democracia". Falleció en Florencia el 28 de febrero de 2005 y fue sepultado en el cementerio de Castello. En su memoria, se colocó una placa en la basílica florentina de Santa Croce, junto a los restos de Miguel A. Buonarroti, Galileo Galilei y el cenotafio de Dante.
Luzi, en la playa con su hijo |
La crítica suele relacionar a Luzi con la corriente del hermetismo (especialmente con la generación de los neoherméticos), pero en opinión de Jesús Díaz Armas, esas etiquetas no son suficientes para encuadrar una obra que se desarrolla a lo largo de setenta años y se caracteriza por "una constante búsqueda poética" que permite distinguir varias etapas en su producción poética.
Para el propio autor, su primera entrega, La barca, no es aún un libro que pueda adscribirse al hermetismo, sino que pertenecería a una etapa previa que denomina "tentativa". En este libro aparecen ya, como señala Díaz Armas, muchos de los temas fundamentales de su poesía: el paisaje, la presencia de lo femenino, la caducidad de la belleza y la juventud, el paso del tiempo o un cristianismo esencial. Uno de los motivos fundamentales del libro es el viaje marítimo, convertido casi "en alegoría del tránsito por la vida". Por otra parte, inaugura "el tono elegíaco y melancólico" de gran parte de su poesía.
En cambio sí puede aplicarse la etiqueta de herméticos a sus siguientes libros. Esta primera etapa comienza con Adviento nocturno (1940), cuyo poema "Avorio" suele presentarse como modelo de esta corriente. Se trata de un poemario poblado de símbolos oscuros y violenta adjetivación, en el que el yo poético irrumpe rotundamente junto con la segunda persona del interlocutor a quien se dirige (en ocasiones, él mismo desdoblado). Siguen Un brindis (1946), libro atormentado, influido por el existencialismo, que destaca por la dureza del tono elegíaco, relacionado con el contexto bélico en que se escribe. Cuaderno gótico (1947) es un cancionero amoroso con evidente base biográfica y estructura dialógica entre el yo del poeta y el tú de la amada. El anhelo de perfección formal se manifiesta en la elegancia rítmica y en la predilección por el endecasílabo.
Primicias del desierto (1952) inicia una segunda etapa, que poco tiene que ver con el hermetismo, en la que profundizó en la exploración de las líneas centrales de su poética. Para Coral García el libro es "una especie de peregrinación espiritual a través del desierto bíblico de la expiación y la anulación" hasta alcanzar "la verdad, la purificación, una posible respuesta al porqué de la presencia y existencia del ser humano y del cosmos". Honor a la verdad (1957), último de los libros incluidos en su primera recolección de poemas (Lo justo de la vida, 1960), es una obra de transición que expresa la relación entre el poeta y el mundo. En la existencia de los otros encuentra el poeta motivo para seguir viviendo. Desde el fondo de los campos (1965) es el libro que abre la recopilación Nell'opera del mondo (1979). En él rinde tributo e su madre, muerta en 1959. Se trata de una obra ligada a la tierra, especialmente a la de sus padres, en la que las reflexiones sobre el mundo se convierten en interrogación sobre el sentido de la vida y de la muerte. Lejos de la tristeza de otros libros, el poeta muestra su deseo de formar parte del mundo.
Mario Luzi./Il Giornale |
Sobre el poema "Parca-Aldea", poema-pórtico de La barca, dice Jesús Díaz Armas que fue escrito a posteriori, en 1951, y por ello no figura en la edición original ni en antologías posteriores. Añade que el poema "está dirigido al poeta por la voz de la Parca custodia de la aldea de origen de los propios familiares (Samprugnano); el hijo es Gianni Luzi, hijo del poeta, entonces de ocho años". Pedro Luis Ladrón de Guevara -en Mario Luzi, Antología de poemas (1932-1998), Huerga y Fierro, 1999, pp. 7-8- escribe al respecto:
En "Parca-Aldea" vemos la figura de la deidad, Cloto, que hila la vida de los hombres y cose pasado con presente (la fusión de pasado, presente y futuro será un tema preferente en toda su trayectoria poética); une la vida del hijo a la del padre, envuelto todo ello en una cotidianeidad representada por esa conversación sobre vidas, bodas y muerte. El sentido religioso no está presente tanto por la Parca como por esas plegarias vespertinas y la atmósfera de recogimiento existente en el poema.Por su parte, Alfredo Luzi, en "Iconos de lo femenino en la poesía de Mario Luzi", observa sobre este poema:
Se produce la identificación entre la madre custodia de los recuerdos familiares (autobiografía) y la Parca custodia del tiempo (mitología) a través de una figura femenina que, dirigiéndose al poeta, lo tranquiliza sobre su papel de continuador generacional.
Sobre la obra poética de Luzi:
Prólogo a la edición de Jesús Díaz Armas de Vida fiel a la vida, fundamentalmente.
Sobre la biografía de Luzi:
Aún los ayes colman mi alma, rememoro.
ResponderEliminarDías de silencio,camino los senderos de mi mente.
Añoro el miedo de mi niñez, me llevaba, me elevaba.
Gracias por visitarnos y por su aportación, lobo estepario.
ResponderEliminarUna oportuna explicación de Parca Aldea sin la que no habría podido comprenderla del todo.
ResponderEliminarEl otro poema es más fácil: una perezosa a la que le supone un trauma despertar a un nuevo día jajaja
Carlos San Miguel
Què bello, què ritmo, tanto tiempo perdidos.Ahora empiezo a recuperar todo eso, dramas, tipos, paisajes.
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