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domingo, 11 de octubre de 2015

"Las garzas", de Miguel Ángel Velasco



            Las garzas

                                                                                                 Para Angelika



Las vi cruzar el puente, en un rasguño
de la noche cerrada: transcurrían
en formación precisa,
un sereno triángulo
como flecha segura que apuntara
al corazón del sol adivinado
más allá de la niebla,
tatuaje rojo inscrito en el calor
del territorio propio entre las alas.
Batían en la fe de un solo pulso
el plomo de los cielos, sacudiéndose
las bajas nubes tardas.
Volaban de memoria aquellos pájaros,
fantasmas de pureza con la mirada fija
en la línea de acero de una ancha tierra santa.
Quedé como imantado
en toda mi estatura a la alta aguja
de su navegación, mientras seguía
con los ojos errantes el vector de su rumbo.
Al cabo, la bandada
fue mullendo su esquema en una mecha
de bruma, hasta perderse
en la tinta del cielo.
¿A dónde irían
las garzas? Sólo sé
que algo de mí partió
como saeta fiel aquella noche
desde el arco del puente;
algo de mí se fue y boga dichoso
hacia algún sur de luz en la flecha del vuelo.

  

                                             De La miel salvaje, 2003


El poeta español Miguel Ángel Velasco, compañero de generación de Vicente Gallego* y Carlos Marzal**,  nació en 1963 en Palma de Mallorca, ciudad donde murió prematuramente en 2010, a los 47 años. Poeta precoz, logró pronto notoriedad con dos libros muy influidos por las vanguardias: en 1979 con Sobre el silencio y otros llantos logró un accésit al Premio Adonáis, galardón que obtuvo en 1981, a los dieciocho años, por Las berlinas del sueño. Tras  un silencio de quince años dedicados a la maduración y a los estudios de filología y filosofía, regresa con una nueva poesía que tiene sus raíces en la obra de Agustín García Calvo***. Poesía reflexiva y elegíaca, con notable influencia de los clásicos, caracterizada por un verso claro y una cuidada musicalidad. A esta etapa pertenecen El sermón del fresno (1995), El dibujo de la savia (1998), La vida desatada (2000), La miel salvaje (2003, Premio Loewe), Fuego de rueda (2006), La mirada sin dueño (2008), Minotauro del agua (2008), Ánima de cañón (2010) y el libro póstumo La muerte una vez más (2012).

1 comentario:

  1. Me ha parecido encantador porque a mí también me entusiasma mirar sus formaciones en noviembre. Lo que me escama es por qué no las vemos regresar en primavera qué rutas toman a la vuelta de África.
    Carlos San Miguel

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