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domingo, 22 de mayo de 2022

Tres poemas de María Ángeles Pérez López

© Gintare Drainelyte


[DOS]

Dos piernas, dos rodillas, dos tobillos,
los dedos diminutos de los pies
que son tan parecidos unos a otros
y suman sus falanges en parejas,
los huesos semejantes, sucedidos
y su contaduría vertebral
para escribir el peso o el fulgor
son nómina y carbón en papel copia,
perfecta simetría con que el cuerpo
busca no estar tan solo y se consuela
del lunes y su abrazo envenenado.
Por eso se acompasa en paridad,
escruta sus meninges, sus alardes,
su tiempo entristecido y concluyente
y cuenta sus costillas mientras gime,
porque es inmensa la llanura sola
y el sol está tan lejos como el mar.
El día en que nos faltan los afectos,
palabras olvidadas como trébede,
justicia, lapicera o resplandor,
cuando estalla la flor de la torpeza
y aroma los manzanos al troncharse,
el cuerpo se conforma como puede,
busca su concordancia, su acomodo
para la ley de las compensaciones
y balancea su peso duplicado
por el estrecho beso de lo dual.
Tan solo los impares desiguales
-el sexo, el corazón o la cabeza-
revientan en su plomo solitario,
reclaman con ardor para la sed
y exigen de algún modo compañía,
un canto en que se enreden otras voces
haciendo más liviano el universo.

                                  (De La ausente, 2004)



[LA IMAGINACIÓN DEL CEREAL]

En la imaginación del cereal
la hoz se reduce a una herramienta.

Media luna que canta en el centeno
su amor diseminado en cada corte,
la violencia más dulce del verano.

Metal de la alianza, la apetencia
en que la espiga entrega su esplendor,
circulación y flujo de lo vivo
que se resiste a ser identidad
y busca diluirse entre la harina.

Melaza en que se aprietan hierro y cobre,
aleación y prodigio de no ser
lo que se era al principio. Convincente
cesión hacia lo dúctil que transforma
el rígido enunciado del objeto
en savia derramada como aire,
como metal en punto de fusión
que corre enrojeciendo las dos manos.

En la ardiente planicie de la siega
se estrechan la cuchilla y las gramíneas
mientras los cuerpos buscan a los cuerpos
y las letras se funden lentamente
con la vocal redonda de la hoz.
Disolución de lo que fue en el todo
que es nacer y morir para la boca.

                      con Claudio Rodríguez, de nuevo

     (De Fiebre y compasión de los metales, 2016)




    [¿Y SI ERES NADIE?]


    ¿Y si eres nadie?
    Miras  dentro de  ti y solo  hay  un  inmenso  páramo  en el  que nada se oye. Ni
siquiera  la respiración agitada en  el incendio de aquello que fuiste. ¿Adónde  irás
cargando tu vacío?
    Nada pesa lo que  no tienes, pero no hay ligereza  posible para ti porque el vacío
te arrastra  hacia  sus  pies. Ha  arrasado  con  toda la  flora, los días  sin viento, las
reservas de agua y  de pardales. Quedan  muchos  más  pájaros atrapados contra las
vallas: vencejos,  cormoranes,  petirrojos. Un  viejísimo  albatros  sacude su cabeza
como si se hubiera atragantado con un mal verso. Entre  ellos se disputan las raspas
del sol y todos  los poemas  sobre   ruiseñores o palomas   que  han sido  capaces de 
digerir. Disputan también con quienes han quedado  crucificados  contra esas vallas,
atrapados en la larga migración del hambre, de la guerra.
    Y mientras, tú sobre tu páramo vacío.
    Te asomas  con  miedo  al brocal  de  la boca  y  solo se  ve un  espejo  negro  que 
parece  saludarte  desde  el fondo. También  alguna  mano de gente difusa tras tantas
pantallas entreabiertas. Nada se oye sino la frugalidad de la desgana.
    A  lo lejos,  tal vez  el  agua  pida   que   abras  la  puerta  de  tu  cuerpo. ¿O  vas  a
conformarte con ser páramo? ¿Eriazo  que no habilitan las  hormigas? ¿Pedregal que
golpea con su sed?
    ¿Y si  nadie  somos  todos?  Pájaro  perro,   pájaro  persona,  población  y  polluelo
enardecido. ¿Qué harás en el tránsito de las taxonomías?
    En ti están los cien mil caracteres hereditarios  que te atan dulcemente a los demás,
los tres mil millones de letras del  genoma  humano que  has aprendido sin esfuerzo y
silbas  con  felicidad al  levantarte,  veinticuatro  de los  noventa  elementos químicos, 
todas las maletas que quedan extraviadas  frente a las aduanas y  las noches de Ítaca y
Caronte.
    En  ti,   partículas    lejanísimas  de   estrellas  y    otros   parientes,   piedras,   peces,
patronímicos,  banderas  deslucidas y   otros  trapos  del dolor. Incluso   meteoros en el 
festejo de la luz.
    Todos ellos te bendicen y completan.
    Bendicen cada una de las  capas   freáticas que  alimentas  con tu desesperación y tu
amor radical a esta extrañeza que llamaron vivir, estar viviendo.
    Porque tú no eres suficiente para ti.
    Desconoces quién eres y no importa.
    De pronto apremian la vida y los  tendones. De  pronto estallan  granos  rojísimos de
luz sobre la superficie  torpe  de tu lengua.  Algunos estorninos los disputan  y te besan
con su canción de alambre.
    ¿Cómo dejar entonces  que el  día  colisione?  ¿Que  haya  personas aparcadas como
muebles mientras viajan las mesas en primera?
    Alguna vez recibiste en herencia un baúl y una silla de esparto pero hoy todo ha sido
arrasado por el fuego, hasta el  flequillo que desordenó  los días y la expiación y nota a
lápiz del  convenio  laboral, mientras  hay  personas aparcadas  como  muebles  y están 
dentro de ti, son tu apellido. Con  el agua que mana de sus letras humedeces tu frente y
te levantas.
                                                                                                        con Fernando Pessoa
                                                                                                        y Antonio Machado

                                                                            (De Incendio mineral, Vaso roto, 2021)
      

Mª Ángeles Pérez López./MANUEL LAYA
(elnortedecastilla.es)
María Ángeles Pérez López (Valladolid, España, 1967) es poeta y profesora titular de Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, donde coordina la Cátedra Chile. Ha sido profesora visitante en James Madison University (USA) y University of Washington (USA), y docente invitada en universidades europeas y americanas. Es miembro correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (Anle) y de la red internacional "Escritura y discurso de mujeres latinoamericanas" (Universidad de Chile),  miembro de la Academia de Juglares de Fontiveros e hija adoptiva del pueblo natal de san Juan de la Cruz. 

Ha publicado los libros de poesía Tratado sobre la geografía del desastre (1997), La sola materia (Premio Tardor, 1998), Carnalidad del frío (Premio Ciudad de Badajoz 2000), La ausente (2004), Atavío y puñal (2012), Fiebre y compasión de los metales (2016), Diecisiete alfiles (2019), Interferencias (2019) e Incendio mineral (2021, Premio de la Crítica 2022). Catorce vidas (Poesía 1995-2009), 2010, recoge todos sus libros hasta esa fecha.

Antologías de sus obras han sido editadas en Caracas, Ciudad de México, Quito, Nueva York, Monterrey y Bogotá. También, en modo bilingüe, en Italia y Portugal. Poemas suyos han sido recopilados en antologías colectivas, y traducidos al gallego, portugués, inglés, francés, italiano, neerlandés, rumano, húngaro, armenio, árabe, polaco y chino. Ha sido incluida en el prestigioso dosier monográfico "Voix d'Espagne (XXe-XXIe siècles). Résonances contemporaines de la poésie espagnole: Poèmes, poétiques et critiques" en HispanismeS. Revue de la Société  des Hispanistes Français 13 (2020). Ha sido jurado, entre otros, del Premio Cervantes, del Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y del José Donoso.

Balcells Doménech* señala como singularidad de la poesía de María Ángeles Pérez López  que su poética de las cosas, desde las más cotidianas y domésticas (la cuchara, el hilo, el vestido, el armario) hasta las tecnológicas, como la lavadora, "las tamice un prisma en el que se proyecta [...] su vertiente misteriosa", así como su inocencia,  cuando se trata de instrumentos dañinos (filosos, cortantes...), como en los versos de Fiebre y compasión de los metales.  Para Balcells, uno de los vectores de la poesía de la autora cabría entenderlo como "una poética de la mujer en medio de las cosas y sumergiéndose en el interior de ellas". 

Entre los asuntos más representativos, destaca Balcells, el de la escritura del cuerpo femenino, "como si esa escritura brotase a veces de ese mismo cuerpo":

Merced a esa vertiente lo corpóreo se siente vibrar, se atestiguan su pálpito y su piel, se sufre, es violentado, se criminaliza, se goza eróticamente, ensalza, se ritualiza, se reivindica y, a través de la palabra poética, el cuerpo se dice como vida y se dice en el verso. Incluso llega por momentos a plantearse una ontología corporal y un saber atesorado por el cuerpo de la mujer a lo largo de la historia. Este saber de algún modo perviviría latente, acaso de una manera intra-histórica en cada una y en su contexto, al margen del grado de conciencia de ese legado genérico interno que pueda percibirse y manifestarse en personas determinadas.

Los poemas de La ausente "completan una ambiciosa poética corporal,  una aventura interrogativa y telúrica, poblada de imágenes potentes que son a la vez el instrumento para iluminar la oscuridad y la materialización de ese proceso de conocimiento propio y de lo ajeno en que se convierte el poema, siempre en busca del centro y sus alrededores"(Santos Domínguez). 

En Fiebre y compasión de los metales parte del motivo de los metales de los instrumentos y herramientas de trabajo para acercarnos a una realidad cotidiana tan áspera como enigmática. Una poesía barroca y a la vez indignada, inconformista, tan capaz de hablar de las cuchillas en las vallas de Melilla como del bisturí del cirujano o la hoz del campesino.

Incendio mineral, su último libro, es una reflexión sobre el tiempo y el fundirse de la poeta en él para abrazar lo individual y lo universal, lo cotidiano que es sustancia entre pasado y presente. Sus poemas nos formulan preguntas dolorosas: ¿qué hemos hecho por la dignidad del ser humano, la de los otros, la nuestra, con nuestro nombre, que lleva inscrita la propia identidad?: "¿Y si eres nadie?". "¿Y si nadie somos todos?".

*Balcells Domenech, José María, "La escritura de María Ángeles Pérez López: una escritura de las cosas y los cuerpos", en Lectura y Signo 13/2018. Recuperado en:  https://www.researchgate.net/publication/329942531_Antologia_poetica_personal

[La foto de los segadores está tomada de Pinterest; la del páramo, de ecologiaverde.com] 

5 comentarios:

  1. ¡Qué complejidad! Una bella complejidad, ojo...
    Pues es curioso eso de la simetría del cuerpo, aunque somos afortunados al contar sólo con un cerebro. Porque dos... ¡seguro que no pensarían mejor, que somos humanos y discutiríamos con nosotros mismos! Incluso llegaríamos al crimen en nuestro propio cuerpo... ¿y cómo cargar con medio cadáver?
    Un poco anacrónico el segundo hermoso poema: ¿una atronadora y cómoda cosechadora se prestaría a lo poético como la humilde y siseante hoz? No creo.
    Lamento no compartir las tan buenas intenciones del tercero. Al menos de esa forma ambigua en que se tratan estos temas de la solidaridad ya que el problema de la solidaridad es matemático: cuántas personas ajenas a una cultura podemos acoger sin trastocar la propia. Nunca lo plantean los bienintencionados intelectuales.
    Y por cierto ¿por qué no puedo comentar desde el móvil
    Carlos San Miguel

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    1. No sé por qué no puedes comentar desde el móvil. Esta respuesta está escrita desde mi móvil.

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  2. Pues es curioso que una vez has contestado tú, sí que puedo acceder. Sin embargo, no puedo hacerlo en la anterior a ésta, donde todavía no hay comentarios...

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    1. Ponlo en versión web, a ver si puedes.

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    2. ¡Sí! Así sí que puedo escribir comentarios en esas otras entradas. ¡Cuánto sabes jajaja

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