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domingo, 16 de mayo de 2021

Tres poemas de José Manuel Caballero Bonald



A silentio vindicare

El trazado del tiempo se asemeja a esa ráfaga basculante que 
dejan  a su paso  los pájaros  del amanecer. No hay nada más 
consolador  que  un pájaro  cruzando  el tenue cielo cóncavo 
matinal. En  su  insondable  vuelo  comparecen los pretéritos 
todos  del  vivir. Pasa  el tenaz  turbión del tiempo, pasan los 
resquicios impuros de la historia, pasan los rastros aleatorios
del deseo. Lo  único que  finalmente  persevera es el silencio
con que imparte la vida su enseñanza.

                           Playa de Montijo, 21 de septiembre de 2018 

En Campo de Agramante: revista de literatura, Núm. 28
 (invierno-primavera 2019)

Didáctica

Si miras un reloj y esperas impasible
a que pase un minuto,
comprenderás al fin en qué consiste
la eternidad.
                    Detente, caminante,
                                                      escucha
esos latidos perentorios, ese inconmensurable
desplazamiento de tu corazón
que deja por momentos un gran foso vacío
entre lo efímero y lo permanente.

El instante que pasa ocupa todo el tiempo.

No hay final ni principio:
sólo el todo y la nada equidistando.

                                        (Empédocles, Polemos)

De Diario de Argónida, Tusquets, 1997

La palabra más tuya

Con una mano escribo
y con la otra abro
las páginas de un libro.
Aquí está
la palabra que busqué tantos años.
¿Merezco repetirla 
impunemente ahora,
mientras leo tu nombre
siemprevivo
en el piadoso mármol?

Abel Martín, Juan de Mairena,
conmigo estáis oyendo 
la apócrifa verdad, peregrinando
por las abiertas páginas
de un libro, lejos ya
de los muros hostiles
que circundan las letras de la fe.

Latino mar liberto
de Colliure, piedra 
sonora entre las impasibles
violetas sepulcrales,
          aquí
              dejo caer sobre la tierra
calladamente
la palabra más tuya.

De Pliegos de cordel, Colliure,1963

José M. Caballero Bonald, en 2014. CARLOS GARCÍA POZO. (elmundo.es)


El escritor José Manuel Caballero Bonald, uno de los últimos exponentes de la Generación de los 50, falleció en Madrid el día 9 de mayo de 2021 a los 94 años. Fue poeta, novelista, ensayista, autor de memorias, editor, productor y estudioso del cante jondo. Había ganado todos los premios importantes de la literatura en castellano: además del Cervantes (2012), el Nacional de las Letras Españolas (2005), el Nacional de Poesía (2006) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2004), se alzó tres veces con el premio de la Crítica, dos dentro de la categoría de Poesía (1960, 1977) y una en la de Narrativa (1975). Sin embargo se quedó tres veces a las puertas de entrar en la Real Academia Española: en 1987, en 1995 retiró su candidatura y en 1999 se quedó fuera por un solo voto cuando era el único candidato.

Su trayectoria poética, que se extiende a lo largo de más de sesenta años, dejó constancia, según Ana Caballé ("Una conciencia vigilante", en El País, 10 de mayo de 2021), de "una voz poética despierta en lo político, indignada ante la fealdad que ha venido sustituyendo al paisaje, vigilante ante la debilidad y el apocamiento al que pueden conducir los años cumplidos". 

Para Aurora Luque ("Noche de duelo en Argónida", en El País, 10 de mayo de 2021) los poemas de Caballero Bonald "invocan cíclicas obsesiones: la noche, el tiempo, los destiempos de la noche. Nos enseñan las elasticidades tramposas de la memoria y los vértigos del tiempo vacío y desfondado. La noche está presente como marco, como fondo y como esencia de la poesía bonaldiana". Pero también el mar andaluz, el mar de Argónida, al que Caballero Bonald dio "cuerpo de mito", un mito que trasciende el espacio del Coto de Doñana: "atañe al poeta que indaga en la memoria secreta de algunos pueblos a menudo imprecisamente mediterráneos [...]. Atañe a la relación del poeta con el mar; la relación del poeta con el mar es, ante todo, una relación moral: lejos del mar nunca podrás ser libre" (A. Luque).

Los poemas seleccionados pertenecen a distintas épocas de su producción poética. El primero, todavía inédito,  tenía intención de incluirlo en un libro que llevaba el título provisional de Diario de Argónida II. Como observa Antonio Lucas  (La esfera de papel, el 7 de octubre de 2018), "En estos versos escritos frente a la playa de Montijo hay un rastro estoico, voz de vida muy vivida, muy rozada, con algo de estampido sereno donde toda certeza no es más que la verdad del silencio".

El segundo pertenece a  Diario de Argónida, un libro íntimo de anotaciones al modo de Juan Ramón,  en el que se produce el regreso del autor al espacio mítico de Argónida, topónimo ficticio con que el autor designaba literariamente al Coto de Doñana, frente al que vivía una parte del año. Un libro del que explica su editor:
En él asistimos a la secreta crónica (que el propio autor delimita entre febrero de 1995 y mayo de 1997) del reencuentro, físico y moral, con un paisaje que el poeta reconoce como suyo, un reencuentro con el paso del tiempo, así como las lecciones ocultas de la naturaleza omnipresente: desde la exaltación del mar y su proximidad, los barcos y las dunas, la aventura y el naufragio, las aves y las alimañas, pasamos subrepticiamente a la reflexión sobre los libros y la memoria, a la introspección y el balance.
Pliegos de cordel, el poemario al que pertenece el último poema, representa la vertiente más social de la poesía bonaldiana. Se publicó en la colección Colliure, vinculada estrechamente con los actos que en febrero de 1959 se organizaron en la localidad francesa para conmemorar el vigésimo aniversario de la muerte de Antonio Machado, en los que participaron Caballero Bonald y otros compañeros de generación. Explica Araceli Iravedra ("Los poetas del cincuenta bajo el signo de Colliure", en Campo de Agramante, Nº 11, primavera-verano 2009) que en este poema dedicado a  Machado, el poeta celebra:
la incombustible presencia póstuma de un poeta que pervive en la dignidad de su testimonio vital y en la lucidez de su pensamiento: la mención de los apócrifos machadianos -"Abel / Martín, Juan / de Mairena"- consuena con la interpretación castelletiana a propósito de las predilecciones de la joven generación, que se reconocería en el prosista ("el autor del Juan de Mairena, del Abel Martín y Los Complementarios") mejor que en el poeta.
El poema, que en principio llevaba el título de "Una palabra para la tumba de Antonio Machado", iba a ser publicado en el número que la revista Acento Cultural editó en 1959 en homenaje al poeta sevillano, pero la censura lo impidió. Años más tarde (en "El homenaje a Machado que censuró el franquismo", Babelia / El País, 15/02/2019), Lea Vélez, hija de Carlos Vélez, director de la revista, imaginaba así la génesis del poema:
Veo al poeta sobre la tumba del padre poético de tantos otros autores y me pregunto si leería estos versos allí, en el homenaje de Colliure, o si los escribiría unos días después, aún lleno de las emociones del homenaje, para la revista Acento.
En Collioure, febrero de 1959. Arriba, de izquierda a derecha, Blas de Otero, 
José Agustín Goytisolo, Ángel González. José Ángel Valente y Alfredo Castejón.
Sentados: Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y Caballero Bonald./
Foto: Asunción Carandell

Aquí  puedes escuchar a Juan Peña El Lebrijano cantando "Dame la libertad", sobre un poema de Caballero Bonald.

También puedes escuchar el poema "La palabra más tuya" cantado por Rosa León.

[Imagen inicial: pixabay.com]

1 comentario:

  1. El último episodio de "Imprescindibles", de la 2, lo dedicaron a este señor, en el día de su muerte; sólo vi un cachito en el que mostraba su impresionante "biblioteca", que no era una estancia de su casa, sino toda la casa porque había libros por todas partes. desordenados y donde, según él, ya era imposible encontrar ninguno. Me causó angustia y pensé que era absurdo almacenar tanto si es imposible leer tanto o, al menos, conservar recuerdo de lo que se ha leído, de lo que trata cada título. Así que cambié de canal.
    Me ha hecho cavilar el segundo poema; eso de que no hay principio ni final sino un instante que va del todo a la nada (matizable, creo yo, porque un "todo" se va llenando.
    Y el tercero, como homenaje a Machado, me ha gustado pero si la palabra es "libertad", compruebo estos días que todo el mundo se la apropia como lema.
    Carlos San Miguel

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