LA GRAN GUERRA
Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasa la nación estas semanas.
El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podía ser cualquiera.
Lejos quedaron ya los días del festejo,
tú admirada por mí, por mi uniforme,
repartidos tú y yo por las esquinas,
soñando en el café nuestros destinos,
el ambiente insensato de alborozo,
de tu mano el periódico doblado
con grandes titulares celebrando la guerra.
Nunca amamos, sin duda, como entonces.
Días de permiso, hoteles viejos.
Un fantasma de gas me espera en la ventana,
tú corres las cortinas y te tiendes,
no sabes qué podrá pasarnos luego.
No pides más que este lugar y este ahora,
un recodo de hotel
donde el amor habita en un instante.
Hoy he vuelto. La guerra la perdimos.
Perdimos la gran guerra; estamos muertos.
Alguien quedó dormido en los alambres,
mis amigos se enredan
en el frío de cada amanecer.
Visito cada tarde a sus familias.
Me miran como a un ser de tierra extraña.
Les pregunto por ti, si no te han visto.
Todas las chicas se parecen ahora,
llevan todas el mismo traje gris,
la misma sombra larga,
son espectros delgados
ocultos de la luz.
Te he buscado
perdido por la lluvia
que arrasó la nación esas semanas.
El tráfico de gestos en las calles
húmedas y cargadas de silencio
me dice que tu rostro podría ser cualquiera.
Es posible que tú me reconozcas.
Entonces yo me miro en los espejos,
en los ojos ausentes de soldados que vuelven.
Somos todos el hombre derrotado.
También tú,
si me estuvieras buscando,
podrías confundirme con cualquiera.
En Andalucía poesía joven. Sel. de Guillermo Ruiz Villagordo.
Plurabelle, 2004
Gracias! Este gran poema es la mejor manera de conmemorar un centenario. Que nunca se repita. Que se acaben las guerras. Construyamos la paz.
ResponderEliminarQue así sea, Carmen. Muchas gracias.
ResponderEliminarEl primer recuerdo consciente que tengo de la Gran Guerra es un póster de Charlot, pertrechado como soldado norteamericano en las trincheras, de la peli "Armas al hombro" (1918). Era un póster que tenía un primo mío colgado en su habitación. En cierto modo, Chaplin tenía mucha razón por todo ese absurdo de tener que luchar (o sufrir más que nada) por intereses tan lejanos a un recluta. Y no digo yo que no haya nunca una guerra justificada porque eso es demasiado simplista e ingenuo, aunque las razones reales económicas siempre prevalezcan sobre cualquier idealismo.
ResponderEliminarCarlos San Miguel