Allí está todo el año
Cuando yo me muera, allí está todo el año: tómalo. Cuando yo me muera,
cómprate un calendario, y por cada mes que todavía me quieras, deshoja
la hoja, arráncala, arrójala: A enero, mándalo al cielo. A febrero, con mis
camisas. Con marzo, envuelve una rosa. Y hazte con abril un barco que
navegue despacio hasta mayo. A junio dile que me salude a julio y mánda-
los a los dos por un embudo. Y con agosto, amada mía, cubre tus pechos
para que se incendie el día. Cuando yo me muera, allí está septiembre:
bésalo. Con octubre, haz un cometa y con noviembre, su cola. Y a diciem-
bre deshójalo y jura que al mismo tiempo si me quieres, no me quieras, si
me olvidas, no me olvides.
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¡Qué afán egoísta por no dejar libre al amante! Cierto que aspiramos a permanecer en el recuerdo de la gente, aún de quien no tenemos trato, porque es la única forma de seguir "viviendo", pero no se puede pretender condenar a nadie a morir en vida por alargar la vida del finado; esa es mucha soberbia.
ResponderEliminarCarlos San Miguel