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domingo, 29 de marzo de 2015

"Ya toda me entregué y di...", de santa Teresa de Jesús

Gian Lorenzo Bernini, Éxtasis de santa Teresa, 1647-1652


SOBRE AQUELLAS PALABRAS "Dilectus meus mihi"*

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada** de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

*"Ego dilecto meo, et dilectus meus mihi",
'Yo soy para mi amado y mi amado es para mí"
(Vulgata, Cantar de los cantares, 2:16).

**Envenenada.

José de Ribera, Santa Teresa de Jesús
Santa Teresa de Jesús (Gotarrendura, Ávila, 28 de marzo de 1515-Alba de Tormes, Salamanca, 4 de octubre de 1582), nacida Teresa de Cepeda y Ahumada, fue religiosa y escritora mística española.
  Nació en una familia próspera y respetada, a pesar de que su abuelo paterno, converso acusado de recaer en el judaísmo, fue obligado por la Inquisición a hacer penitencia pública. A los siete años, estimulada por la lectura de vidas de santos, quiso huir de su casa con intención de llegar a tierras de infieles buscando el martirio. Se aficionó más tarde a la lectura de novelas de caballerías, y comenzó a escribir una en colaboración con su hermano Rodrigo. 
    Fue instruida durante algún tiempo en el convento de las Agustinas de Ávila, pero a los diecinueve años, influida por la lectura de las Confesiones de san Agustín, ingresó como novicia en las Carmelitas de la Encarnación, donde profesó en 1537.  La extremada dureza de los ejercicios ascéticos a que se sometió la pusieron al borde de la muerte y, si bien se sobrepuso, su salud quedó seriamente   quebrantada. En los años siguientes, dedicados a la oración, el sacrificio y el recogimiento, alcanzó éxtasis  durante los cuales creía ver y hablar con Dios, su "Divino esposo". 
    Una visión de las penas del infierno la impulsó a iniciar la reforma de su orden religiosa para hacerle recobrar la severidad y pureza primitivas, lo que le ocasionará no pocos sufrimientos. En 1562, con algunas de sus compañeras, fundó el convento de San José de Ávila, el primero de la nueva regla, llamada de las carmelitas descalzas. La hostilidad de los carmelitas de la antigua observancia y de la princesa de Éboli, que la denunció a la Inquisición y consiguió que fuera procesada, sumada a la  de otros enemigos de la reforma, produjeron fuertes tensiones eclesiásticas y persecuciones contra la religiosa (intentaron deportarla a las Indias y lograron confinarla en Toledo para impedir que siguiera fundando conventos). La intervención del rey Felipe II, consiguiendo del Papa la organización de los carmelitas descalzos como provincia independiente, aseguró la reforma del Carmelo, en la que Teresa de Ávila contó con la colaboración de san Juan de la Cruz*, a quien le encomendó la reforma de los frailes carmelitas. Fueron años de enorme actividad, viajando de un lugar a otro para fundar nuevas congregaciones carmelitas (fundó diecisiete conventos y reformó otros muchos) y estimular con sus visitas  las ya fundadas.  A finales de septiembre de 1582, viajando de Burgos a Ávila, se detuvo en el convento de Alba de Tormes, donde se sintió enferma y donde falleció el 4 de octubre.


Sepulcro de santa Teresa en la iglesia de la Asunción del convento de las
Madres Carmelitas Descalzas de Alba de Tormes
     Empezó a escribir por recomendación de su confesor, y en sus obras en prosa da cuenta de sus trabajos y de su experiencias interiores. Escritos para sus compañeras de convento, personas de escasa formación, sus libros  tienen una intención didáctica, por lo que se expresa en un lenguaje sencillo, directo y coloquial, en el que abundan las metáforas y giros populares tomados de la vida diaria. De su producción ascético-mística destacan  Camino de perfección (1585, consejos de perfección cristiana destinados a las monjas del convento de San José de Ávila) y Castillo interior o Las moradas (1588), cumbre de la mística cristiana en la que describe los siete grados de oración, las siete "mansiones" o habitaciones  que debe atravesar el alma en su progreso hacia la unión mística: tres durante la vía purgativa, tres más durante la iluminativa, hasta alcanzar la unión perfecta con Dios en la séptima, la más profunda. Dejó también una autobiografía espiritual, el Libro de su vida (1588), que se complementa con el Libro de las fundaciones, y numerosas Cartas.
    Compuso, además, algunas poesías sobre temas piadosos. Las escribía para entretener a los monjas y aliviar el cansancio y monotonía de los viajes. El número de composiciones en verso que se le puede atribuir, todas ellas en metros tradicionales,  es muy escaso. La más conocida es "Vivo sin vivir en mí", si bien solo es suya la glosa.
  Santa Teresa fue beatificada en 1614 y canonizada en 1922. Pablo VI, que la había nombrado patrona de los escritores españoles en 1965, la declaró doctora de la Iglesia en 1970.

     En 2015 se celebra el V Centenario de su nacimiento.


Para saber más:
-artículo de Clara Janés, "Santa Teresa, entre pasión y razón":


*Entrada relacionada:

1 comentario:

  1. Otro ejemplo de lo perniciosos que eran los libros de caballerías para la salud mental... jejeje
    ! Lástima de talento desaprovechado el de esta mujer. Me gustaría saber en qué lo habría empleado de vivir en tiempos más racionalistas.
    Carlos San Miguel

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