EL BLOG DE LA BIBLIOTECA "IRENE VALLEJO" DEL IES GOYA DE ZARAGOZA


biblioteca.ies.goya@gmail.com


domingo, 17 de agosto de 2014

"Hombre con violín", de Carmen Conde

Marc Chagall, El violinista (1912)


Hombre con violín

Esos hombres del violín llevan su voz en el brazo
como la vena firme de una canción muchacha.
Van celándola dulces, con los ojos cerrados,
todos brasa y suspiro del ensueño que llueve
diminuto rocío de aprisionadas flores
en los cuerpos fragrantes de sus violines músicos,
aun con hojas y aromas del encendido bosque.

Un violín es la voz de una fuente con viento
a la que brizan* ásperos y dulcísimos soplos,
lo sabe quien lo pulsa, y flotan sus cabellos
como hierba que sube por el tronco de un árbol,
mientras la mano empuja hacia el cielo las cuerdas
y la otra recorre con el arco un zodíaco.

En rubio; huele a nardo en la noche con luna,
y de jazmines siembra la abandonada tarde.
Tan delgado y ligero como fueron las ninfas,
sinuoso y con algas, como verde sirena.
Es la voz que prefiere la primavera fría.
Y al otoño le cuenta que se fueron las aves.
Los cipreses la exhalan. El calor de los vuelos
en los violines junta con las plumas los nidos.

                              De Ansia de la gracia, 1945

*brizar, acunar.

Carmen Conde Abellán, poeta, narradora  y ensayista española, nace en Cartagena (Murcia) en 1907, pero su familia se traslada a Melilla en 1914 a causa de la quiebra del negocio familiar. Regresan a Cartagena en 1920, y en 1923 Carmen empieza a trabajar en la Sociedad Española de Construcción Naval, labor que compatibilizó con los estudios de Magisterio, iniciados a los diecinueve años, y un temprano quehacer literario. 
    En 1929 publica su primera obra, Brocal, algunos de cuyos poemas había publicado ya Juan Ramón Jiménez en  sus minoritarias revistas. En 1931 contrae matrimonio con el poeta Antonio Oliver Belmás, quien la había orientado en sus lecturas desde que se conocieran en 1927. Junto a su esposo funda la primera Universidad Popular de Cartagena, con el fin de acercar la cultura a las clases populares. Más tarde colaboran en las Misiones Pedagógicas, dirigidas en Cartagena por María Moliner. En octubre de 1933 nace muerta la única hija del matrimonio. En 1934 publica Júbilos (poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos), con prólogo de Gabriela Mistral. En esta época colabora en periódicos nacionales y en publicaciones hispanoamericanas.
   Al comenzar la Guerra Civil, Antonio Oliver se une al bando republicano, mientras Carmen se ve obligada a renunciar a la pensión que le había sido concedida para estudiar las instituciones de cultura popular en Francia y Bélgica. Durante la contienda sigue cursos de Filosofía y Letras en la Universidad de Valencia. Terminada la guerra, su esposo queda recluido en casa de su hermana en Murcia, y Carmen se refugia en casa de unos amigos en El Escorial y en Madrid. Después vivirá en un piso propiedad de Vicente Aleixandre, en el mismo inmueble donde residía el poeta del 27. En 1940 se instruye un procedimiento judicial contra la escritora por su apoyo a la República, que concluye en 1944 cuando se le notifica su sobreseimiento provisional. No es de extrañar, entonces, que durante la década de los 40, muy productiva en el plano literario, para publicar sus obras se vea obligada a utilizar distintos seudónimos como Magdalena Noguera, Florentina del Mar o Asunción Parreño. Con su verdadero nombre publica el poemario  Pasión del Verbo (1944).
    En 1945, con la ayuda del catedrático Cayetano Alcázar,  comienza a colaborar en la Sección Bibliográfica del CSIC y en la Sección de Publicaciones de la Universidad de Madrid. Por fin puede reunirse con su esposo y fijar su residencia en Madrid. En los años siguientes trabaja como maestra y recorre España impartiendo  lecciones o recitando poemas, también inicia una serie de viajes a países extranjeros (Inglaterra, Francia, Bélgica e Italia) con la misma finalidad. En 1953 recibe el Premio Elisenda de Montcada por su novela Oscuras raíces (1954), y el Premio Internacional de poesía Simón Bolívar de Siena (Italia) por Vivientes de los siglos. En 1956 el matrimonio gestiona la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que había quedado en manos de su última compañera, la española Francisca Sánchez del Pozo, y en 1961 ganan el Premio Doncel de Teatro Juvenil por su obra conjunta A la estrella por el cometa. Invitado Oliver por Nicaragua  a impartir conferencias con motivo de  los días grandes anuales de Rubén Darío,  en 1963 realizan un largo viaje por Centroamérica, durante el cual Carmen dará conferencias y lecturas de sus obras.  En 1967 Carmen Conde recibe el Premio Nacional de Poesía por Obra poética (1929-1966). En 1968 fallece Antonio Oliver.
     En 1978 es elegida miembro de la Real Academia Española, convirtiéndose en la primera mujer en alcanzar este honor. En los años siguientes se suceden los premios y reconocimientos.  A comienzos de los 8o empieza a padecer los primeros síntomas de la enfermedad de Alzhéimer, a pesar de lo cual no cesa en su actividad creadora y cultural. En 1987 recibe el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Canciones de nana y desvelo. Pasa sus últimos años en una residencia de Majadahonda y muere en Madrid el 10 de enero de 1996.
     Su producción poética inluye los poemarios: Brocal, Poemas a María, Corrosión, La noche oscura del cuerpo, En la tierra de nadie, Los poemas del mar Menor, A este lado de la eternidad, Cancionero de la enamorada y El tiempo es un río lentísimo de fuego.

1 comentario:

  1. Del Alzheimer, que siempre es temible y terrorífico, aún se hace más patente su fatalidad cuando disuelve un cerebro tan trabajado como el de esta señora...¡qué paradoja tan dolorosa!
    No sabía que María Moliner también había participado en las misiones pedagógicas de la República. Y me extraña que a esta señora le permitieron ejercer como profesora durante el franquismo.
    Me parece que hay violines y violines; los que suenan en Radio Clásica me temo que no son así de espontáneos y vivos.
    La pintura de Chagall es fascinante en su buscada ingenuidad infantiloide.
    Carlos San Miguel

    ResponderEliminar