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domingo, 5 de mayo de 2024

"Teoría de las islas" y otros dos poemas de Ben Clark

 




Teoría de las islas


                      Manuel Lara Cantizani, in memoriam

No determina el agua lo que es isla.
El mar no sabe nada
sobre las leyes viejas de las rocas.
Los mares se evaporan, se secan los océanos,
se pudren nuestros mapas y se caen 
del cielo los satélites.

Pero las islas siguen siendo islas.

Su condición depende de otra cosa:
de que existan por siempre los apátridas, 
los náufragos, los locos descastados.
Los errantes que, solos, fundan todos
los días una Arcadia
que merezca la pena abandonar
cuando caiga la noche
o se termine el vino.

Sin isleños las islas no serían
más que tierra mojada,
una anécdota más de las tormentas
tropicales que arrasan a los pobres
en la televisión.
Sin piratas en busca de un tesoro;
sin prisioneros viejos numerando las olas;
sin la visión amarga de una huella
en la arena empapada, el accidente
no se transformaría en pensamiento.

Por eso sueño siempre con las islas
que nunca pisaré,
por el mismo motivo que te nombro
sabiendo que ya nunca nos veremos.

De Demonios, Sloper, 2023

Cuando llegue el poema

Cuando llegue el poema que te quiero
escribir, cuando acuda vivo y joven
a los ojos primero y a las manos
después, sencillamente,
predicando que nada hubo más fácil
que esperarlo, a pesar
de haberlo hecho en cuarto sin ventanas
durante muchos años, desde siempre.
Cuando llegue y te lea ese poema,
y el poema envejezca y muera solo
como un santo incorrupto y no sepamos
dónde habita: si en ti, si en mí, si vaga
entre los dos igual que una promesa
que no puede cumplirse, cuando llegue
y exija ser, no sé si voy a estar
preparado. Pensarlo me atormenta
tanto como temer que no vendrá,
o que ya vino y no logré acogerlo;
ahora no podré decirte nunca
lo que sólo el poema, aquel poema
que podría llegar como llegaste
tú, de pronto, llenando de palabras
el espacio vacío, lograría
decirte como quiero yo decirte
y que te digo así, mientras espero,
con la urgencia y torpeza con que escriben
todos sus versos los enamorados.

De La policía celeste, Visor, 2018

No quiero

Yo no quiero una calle en mi ciudad
ni en la ciudad feliz donde fui joven
ni en esta otra ciudad donde me muero.
Y no, no soy modesto, ni me abruma
la idea (bien bonita, la verdad)
de tener una calle corta y fea
o que la gente escupa sobre el suelo
de mi nombre o que un niño flaco acabe
debajo de las ruedas de un camión
que reparte butano en esa calle.

Lo que a mí me fastidia es que, hoy en día,
si le ponen tu nombre a cualquier sitio,
la huella que se imprime en internet
al rastrear tu nombre son ofertas
de pisos y de plazas de garaje.

En Armisticio (2008-2018), Sloper, 2019

Encontrarás información sobre el autor y su poema "Contra todo florecen los almendros": AQUÍ.

[Imagen: etsy.com]

5 comentarios:

  1. El primer verso ya te pone la cabeza patas arriba y buceando: "No determina el agua lo que es isla".

    El último poema podría ser un alegato contra la gentrificación y turistificación de las ciudades: Ben Clark prefiere que sus habitantes escupan en la calle que lleva su nombre, o incluso que accidentalmente atropellen al hijo de la-Pilar-la-del-2ºB (sí, ese muchacho despistado y soñador que siempre va con los auriculares a todo volumen)...; prefiere todo eso a que los pisos de "su calle" se oferten en Airbnb a guiris que vienen a por su ración de sol y paella y sangría y flamenco y olé.

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  2. J. A. Sesé Bordonaba

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  3. Pues es cierto lo que dice, que a veces cuando buscas información sobre alguien famoso, te salen las ofertas de pisos en la calle que lleva su nombre. Me parece simpático el poema, sin descartar tu interpretación.
    El primero es mucho más profundo. Los dos sorprendentes.

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  4. ¡Ostras, son geniales los tres
    Ahora, se ve que el autor no cree en el Cambio Climático ni en particular en la amenaza que supone un nivel creciente de los mares para cualquier isla jejeje. Bromas aparte, me gusta ese doble significado de la palabra que le da en el poema: el del homenaje a las islas de la literatura aventurera de Defoe y de Stevenson y el de la amante lejano e inalcanzable como una de esas islas.
    Y el del poema con vida propia y transmisor de mensajes de amor, que una vez lanzado al aire ya no se sabe si pertenece al emisor o al receptor, es precioso también.
    Carlos San Miguel

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    Respuestas
    1. Estamos de acuerdo, Carlos, respecto a la valoración de los poemas. En cuanto al primero, creo que, como indica la dedicatoria, la persona a la que se dirige al final es un poeta amigo fallecido en 2020.

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