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miércoles, 3 de marzo de 2021

'El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre', de Juanjo Sáez

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES “Goya” - Zaragoza

Sesión del 15 de febrero de 2021

Obra comentada: El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre, Astiberri, 2016.

Autor: Juanjo Sáez


¿QUIÉN ES JUANJO SÁEZ?

Juanjo Sáez (Barcelona, 1972) estudió Arte y Diseño en la Escola Massana (Barcelona). En sus inicios participó en fanzines como Círculo Primigenio y despuntó en publicidad con premios en los festivales de San Sebastián y Cannes. Destacan sus libros Viviendo del cuento (2004) y El arte. Conversaciones imaginarias con mi madre (2006, edición revisada y ampliada en 2016). Después del éxito cosechado por ambos, creó las series de animación Arroz pasado (2009), merecedora de un Ondas, y Heavies tiernos (2018). Sus colaboraciones en prensa han sido recogidas en las obras Crisis (de ansiedad) (2013) y Hit emocional (2015). Este año vuelve con su obra más personal, Para los míos, una extensa carta ilustrada que ha escrito a sus familiares más directos, que fallecieron en un breve espacio de tiempo.

 

 


El arte. Conversaciones imaginarias con mi madre

¿Qué es el arte?” podría ser la pregunta cuya respuesta esperamos al empezar a leer, pero conforme se avanza nos damos cuenta de que no es la pregunta fundamental, o al menos, no la única; estamos ante una reflexión en torno al arte, sobre cómo lo entendemos y cómo llegamos a él. Como Juanjo Sáez dijo en una entrevista:

Y es que… ¿Quién decide lo que es el arte? “Es una pregunta difícil –confiesa Juanjo-, solo tengo claro que sin espectadores no hay arte; el arte es un lenguaje, si nadie lo recibe no tiene mucho sentido. Puede ser arte, pero sería absurdo, eso de que "yo pinto para mí" o " yo escribo para mí" me parece una gilipollez, yo en ese caso me vale con pensarlo y me ahorro el trabajo. Sobre quién decide qué es arte y qué no, a mi parecer lo debería decir la gente. Si hay alguien que se siente emocionado ante una obra determinada, yo no soy nadie ni creo que nadie tenga autoridad para decir que eso no es arte si a esa persona le consigue emocionar de verdad. Pero, como todo lo relacionado con las emociones, es algo muy subjetivo, personal y a cada uno le emociona lo que le emociona”.

Ya en las primeras páginas de la obra que nos ocupa, el autor plantea el propósito y la intención de la misma, en una de las conversaciones con su madre:

Mamá, el arte es un tesoro que nos han robado. Sólo los ‘intelectuales’ pueden disfrutar del tesoro. La élite de la cultura. Han encerrado el arte en un cofre de conocimientos y para abrir la cerradura hace falta haber leído mucho. Pero cualquier persona mínimamente sensible puede saltarse la cerradura y abrir el tesoro”.


 

Otra de las ideas clave se resume en que “El arte no es solo una representación de la realidad, el arte puede crear su propia realidad… El arte ha de ser libre y no puede estar esclavizado a la realidad” (pág.45). El autor pretende desmitificar la idea generalizada que se tiene sobre el arte, pretende acercarlo al gran público y que la gente de a pie entienda que, para disfrutar de un cuadro o de una escultura, no hace falta saber, sino sobre todo sentir.

A través de conversaciones (algunas reales, otras muchas imaginarias) con su madre, Juanjo Sáez repasa la historia de las vanguardias artísticas y saca la esencia de Picasso, Miró, Calder, Magritte, Warhol, Tàpies, Chillida, Joseph Beuys, Duchamp o Dalí. 

 


Por una parte, Sáez imagina conversaciones con su madre y recupera recuerdos familiares, con gotas de autobiografía. Por otra, crea un ensayo donde expone sus ideas sobre el arte contemporáneo, el sentido de este y su relación con el público. Utiliza un lenguaje totalmente directo, sencillo pero vivo, sin tratar con condescendencia al lector. La caligrafía manual así como el dibujo son perfectos para transmitir cercanía.

El libro explica el último siglo del arte occidental, dominado por la caída de los cánones y la revolución de las vanguardias. «El arte es mucho más que un sistema de representación de nuestro entorno, el arte es tan infinito y múltiple como personas hay en este mundo» (p. 57). Para llevar a cabo ese cambio, hace falta un lenguaje nuevo, pero también romper con la academia, que no podía validar según qué atrevimientos. Así el arte deja de ser algo estrictamente relacionado con la técnica para pasar a estar vinculado, más bien, con la intención. Los capítulos dedicados a Tàpies y Duchamp profundizan en esa idea: hasta la basura puede ser arte.

Sáez postula que no hay nada que entender, en realidad. Sin despreciar el estudio del arte en ningún momento, defiende la experiencia estética y vincula el arte con lo religioso y lo místico. Volver a esa espontaneidad, dejar de preocuparse por convenciones técnicas, perspectivas, composición y demás, permite descubrir aspectos inmediatos y sensaciones que a menudo quedan ocultas bajo la técnica. 

 


Leyendo este libro podemos decir que Juanjo Sáez, a través de esas pinceladas del arte del siglo XX, busca provocar reflexión y conmover al lector.

Paula Andía Val

 


Este libro fue publicado en el año 2006 por la editorial Random House. La edición de Astiberri de 2016 (segunda edición en 2018) es la que hemos manejado. Ha renovado la portada e incorpora un prólogo y un epílogo ilustrados que ayudan a entender la obra dentro de un momento crucial en la trayectoria vital del autor (su madre, enferma de cáncer, falleció poco después de la publicación del libro). Además añade al final unas páginas desplegables con varias reinterpretaciones en clave familiar de cuadros contemporáneos. 
 
Toda obra tiene una intencionalidad. Juanjo Sáez hace esta afirmación a propósito de la obra de arte. Y también este libro muestra abiertamente su intención desde el mismo título. Una doble intención: hablar sobre el arte y establecer una conversación imaginaria con su madre (a propósito del arte). 
 
El componente autobiográfico es uno de los pilares de la obra. El autor realiza una auténtica labor de introspección; se retrata en relación con su madre buscando una manera de estar con ella en la enfermedad, un modo distinto de decirle 'te quiero', de transmitirle ganas de vivir. El libro es un auténtico canto a la vida. También persigue que su madre conozca y comprenda mejor lo que a él más le interesa y emociona, el arte:
 
"Mi madre estaba ya enferma y eso fue lo que finalmente me hizo tener la necesidad de hacer un libro en el que les explicara mis inquietudes a mi familia y a mi madre en concreto. Todos sabemos que si quieres contar algo al mundo, primero se lo has de contar a tu madre" (entrevista a J. Sáez en elDiario.es, 26 de septiembre de 2016, a raíz de la reedición del libro El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre).

 
 
El arte constituye el segundo pilar de la obra y se va desgranando en íntima "conversación" con el primero. Juanjo Sáez expone su visión sobre el arte a partir de interesantes reflexiones, acudiendo a un elenco de grandes artistas del siglo XX y haciendo uso del humor, con un lenguaje sencillo, lleno de símiles de andar por casa pero que cumplen muy bien con la función tanto de desmitificar como de hacer inteligibles diferentes movimientos artísticos contemporáneos. Me voy a detener de manera especial en el lugar desde el que se sitúa en sus reflexiones genéricas sobre el arte, acudiendo a algunos pasajes del libro que me han llamado particularmente la atención.

- Mamá, el arte es un tesoro que nos han robado. Sólo los ‘intelectuales’ pueden disfrutar del TESORO. LA ÉLITE de la CULTURA. Han encerrado el arte en un cofre de conocimientos y para abrir la cerradura hace falta haber leído mucho. Pero cualquier persona mínimamente sensible puede saltarse la cerradura y abrir el tesoro (pp. 80-81). En la reunión del grupo uno de los puntos debatidos fue la dificultad de definir el arte. El autor huye de definiciones académicas, cerradas y concluyentes: el arte produce sentimientos cuasi místicos, es una creación humana que transmite emociones. Una de las tesis del libro es que el arte lo puede entender cualquier persona que sea mínimamente sensible.

- Toda obra de arte tiene que plantear un problema (del tipo que sea) y tiene que, por lo menos, intentar dar alguna respuesta, tiene que revelar algo, la calidad de la obra de arte depende tanto de la calidad de lo que se cuestiona como de la calidad de las respuestas que da (p. 247). Este es para nuestro autor el mejor caldo de cultivo de la creatividad. Buscando ejemplos significativos, se remonta a la tradición renacentista para dar respuesta al problema de la representación espacial y, volviendo el arte contemporáneo, nos trae a colación los interrogantes de Picasso respecto a la posibilidad de romper un único punto de vista y sustituirlo por la simultaneidad de visiones condensadas en una sola imagen.

- El ARTE no solo es una REPRESENTACIÓN de la realidad, el arte puede crear su propia realidad... (p.55). El capítulo 5 ("No es real") nos introduce en la reflexión sobre arte y representación a partir del conocido cuadro de Magritte (el propio pintor ironizaba cuando le preguntaban sobre este asunto: ¿la famosa pipa? (...) ¿puede usted llenarla?). En este capítulo Juanjo Sáez nos proporciona también algunas claves sobre su forma de dibujar, echando mano una vez más del diálogo con su madre, mamá: ¿qué piensas de mis dibujos? (p. 58) y concluye que la REALIDAD y el dibujo son cosas diferentes (p. 59).

- Mamá, tendrías que ver las chorradas que se hacen hoy en día y nos lo intentan dar como arte (p.233). No todo vale, a veces se confunde arte con novedad, excentricidad y provocación. El arte está relacionado con la creatividad y las emociones, la novedad por la novedad no tiene sentido. Siguiendo la estela abierta por Duchamp y Warhol (los auténticos como él los cataloga), Juanjo Sáez no se corta a la hora de señalar a colegas españoles con nombres concretos: hoy en día todavía hay mucho SINVERGÜENZA que sigue chupando de esa idea (p. 233).

- Los artistas miran por encima del hombro a personas como YO (p. 250). ¿La distinción entre las artes aplicadas, como la ilustración o el cómic y el Arte (puro, "con mayúsculas") es adecuada?. En el debate se señaló cómo en el mundo actual esta separación canónica entre artes mayores y menores ha perdido su vigencia. Hay que rescatar artes tradicionales silenciadas (muchas veces de mujeres) del mismo modo que hay que dar cabida a nuevos formatos y expresiones artísticas. En cualquier caso, este libro lo apreciamos como una obra de arte.

- Hacer arte de la vida (p.281). Esta máxima, que podríamos considerar como una auténtica declaración de principios en la obra, se va desenvolviendo a lo largo de su desarrollo en varias incursiones en relación con las experiencias de vida del autor y su familia: "El arte de navegar" (1, 2, 3; ver pp. 63, 149, 262). Esta última consideración sobre el arte, que da sentido a la vida, cierra en cierto modo el círculo enlazando con el componente autobiográfico que tiene este libro. El mar en el que navegan Juanjo, su abuela o su madre es la vida. Y se puede vivir la vida de una forma creativa (puedes ir a contracorriente, p. 262) o siguiendo el camino fácil y ya trazado (puedes dejar que te arrastren las mareas, p.262).

Por último, creo que puede resultar muy sugerente para nosotros, profesores, todo el capítulo 7 ("Los estudios"), una auténtica incursión crítica en el sistema educativo a propósito de la experiencia escolar del autor, por lo que se intuye mal estudiante y marginado hasta que llegó a la escuela de arte Massana. La página 110 ("La educación convencional") me ha evocado al pedagogo y dibujante italiano Francesco Tonucci, FRATO (Con ojos de niño/ Con ojos de niña). En ella Juanjo Sáez sintetiza toda una crítica a la función social real de la escuela -más allá de declaraciones y principios retóricos- tema sobre el que tenemos sesudos tratados; pues bien, aquí bastan y sobran dos dibujos y un mínimo texto. El capítulo incluye también una bonita reflexión sobre la enseñanza del arte, es una llamada a la necesidad de cultivar la creatividad, la intuición y la sensibilidad porque, ¿puede enseñarse el arte atendiendo solo a los conocimientos y las técnicas? A partir de estas premisas se hace una toque de atención ante los ejercicios de virtuosismo vacío: el VIRTUOSISMO por sí solo no es ARTE, eso sí, puede resultar asombroso (p.109).

Por primera vez el grupo "Leer junt@s" se ha ocupado de un cómic. Nos hemos enfrentado a un formato distinto, extraño para muchos de nosotros acostumbrados a la supremacía de la palabra escrita. El cómic es un producto de la contemporaneidad, aunque el arte de contar historias empleando imágenes no es nuevo como podríamos ver si hiciéramos un recorrido por la historia del arte y de la literatura. Actualmente ha pasado de ser un medio popular marginado por la alta cultura o un mero entretenimiento infantil a estar considerado como una creación artística.


Pilar Cancer Pomar






2 comentarios:

  1. Excelente recensión o recensiones, pero totalmente enlazadas y complementarias. Excelente lectura.

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