Andreu Martín y Jaume Ribera, No pidas sardina fuera de temporada, Ed. Alfaguara, Madrid, 2003, 178 páginas.
Juan Anguera, más conocido como “Flanagan” entre sus clientes, es un chico de unos catorce años aficionado a la investigación privada, que junto con su hermana ha montado una pequeña agencia de detectives en el almacén del bar de sus padres. Una tarde recibe la visita de María Gual, que le propone ser su socia y utilizar como despacho el cobertizo que ella tiene en su jardín, ya que sabe que los padres de Juan van a hacer reformas en el bar y va a desaparecer el almacén, y con ello el negocio de detectives. Juan acepta, pero antes de cerrar el trato, María pone como condición averiguar por qué su hermano, Elías Gual, empieza de repente a aprobar con buena nota todos los exámenes, algo bastante extraño teniendo en cuenta que repite curso por segunda vez.
Juan está convencido de que este va a ser tan fácil como sus casos anteriores: encontrar mascotas perdidas, identificar admiradores secretos, o averiguar e informar de los gustos de la chica más guapa del instituto; pero él no se imagina que va a ser testigo y, en algunas ocasiones víctima, de robos, peleas, chantajes y persecuciones. Además, conforme más se complica el caso, más le interesa, y no se da cuenta de que se está enredando en una telaraña de conflictos en la que es muy fácil entrar pero muy difícil salir.
Este libro me ha gustado mucho porque nunca puedes imaginar lo que va a pasar; además, como están muy bien contadas las escenas de acción, puedes sentirte como si estuvieras dentro del libro. Otra cosa que también me ha gustado es que el protagonista es un chico normal, con el que te puedes identificar, ya que el papel que desempeña lo podríamos ocupar cualquiera de nosotros; con esto quiero decir que la historia es bastante verosímil. Yo, personalmente, recomiendo este libro a todos los lectores a los que les gusta identificarse con los personajes de los libros.
Juan Anguera, más conocido como “Flanagan” entre sus clientes, es un chico de unos catorce años aficionado a la investigación privada, que junto con su hermana ha montado una pequeña agencia de detectives en el almacén del bar de sus padres. Una tarde recibe la visita de María Gual, que le propone ser su socia y utilizar como despacho el cobertizo que ella tiene en su jardín, ya que sabe que los padres de Juan van a hacer reformas en el bar y va a desaparecer el almacén, y con ello el negocio de detectives. Juan acepta, pero antes de cerrar el trato, María pone como condición averiguar por qué su hermano, Elías Gual, empieza de repente a aprobar con buena nota todos los exámenes, algo bastante extraño teniendo en cuenta que repite curso por segunda vez.
Juan está convencido de que este va a ser tan fácil como sus casos anteriores: encontrar mascotas perdidas, identificar admiradores secretos, o averiguar e informar de los gustos de la chica más guapa del instituto; pero él no se imagina que va a ser testigo y, en algunas ocasiones víctima, de robos, peleas, chantajes y persecuciones. Además, conforme más se complica el caso, más le interesa, y no se da cuenta de que se está enredando en una telaraña de conflictos en la que es muy fácil entrar pero muy difícil salir.
Este libro me ha gustado mucho porque nunca puedes imaginar lo que va a pasar; además, como están muy bien contadas las escenas de acción, puedes sentirte como si estuvieras dentro del libro. Otra cosa que también me ha gustado es que el protagonista es un chico normal, con el que te puedes identificar, ya que el papel que desempeña lo podríamos ocupar cualquiera de nosotros; con esto quiero decir que la historia es bastante verosímil. Yo, personalmente, recomiendo este libro a todos los lectores a los que les gusta identificarse con los personajes de los libros.
Ariadna Ferrer, 2º ESO A
¡Pero Andreu Martín y Jaume Ribera eran guionistas de los tebeos de Bruguera en los años 70 y 80...! Al menos el primero lo era del gran Sir Tim O'Theo. Te lo digo de buena tinta porque tras los cuentos, aprendí a leer con todos esos maravillosos tebeos brugruerianos.
ResponderEliminarCarlos San Miguel