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domingo, 8 de febrero de 2015

"Poesía y verdad", de Antonio Cabrera



                     Poesía y verdad


                                                       A Carlos Marzal

En la naturaleza no hay nada melancólico,
aseguraba Coleridge.*
                                           He salido a mirar
entre las nubes mansas
una luz semejante a la luz triste
que escriben los poetas.
El resplandor solemne y repetido
del ocaso cubriendo el naranjal
es todo lo que había. Se ocultaba
el sol que tantas veces han descrito
los poemas que niegan lo que sostuvo Coleridge,
pero cuya silueta inofensiva y noble
he podido observar, y no era un apagado
cristal de pesadumbre.

Luego he puesto mis ojos
en algunas presencias más sencillas,
por si estuviera en ellas el hálito extinguido
que ensombrece las cosas esenciales
de la naturaleza, que les otorga un don
oscuro, una verdad umbrosa, ya cantada:
ni en la vegetación humilde, ni en los brazos
inmóviles del árbol,
ni en las piedras –que son el tiempo puro–,
ni en la casa ruinosa donde anidan los pájaros,
he visto en su dominio
a la melancolía.

Así que he regresado adonde estaba,
persuadido, sereno, y a la vez
envuelto enteramente en la nueva ignorancia
que esta certeza teje, porque he visto
que nada es melancólico en la naturaleza
mientras no la pensamos.
                                                    Quien la contempla tiene,
acaso como Coleridge,
el solo afán de ser testigo mudo
de su mudo fragor,
                                        pero al considerarla,
al detener su luz,
se abre allí, sin remedio, en la conciencia,
la exhausta flor mental de la melancolía.

                 De En la estación perpetua, 2000

*Poeta y crítico inglés iniciador del Romanticismo en su país.


Antonio Cabrera Serrano (Medina Sidonia, Cádiz, 1958) es poeta, crítico y traductor español.  Reside desde los siete años en el País Valenciano y en la actualidad imparte clases de filosofía en un instituto de Sagunto (Valencia). Con Vicente Gallego y Carlos Marzal, forma parte de un grupo de poetas valencianos pertenecientes a la promoción de los 80 o de la Democracia, continuadores de  Juan Gil-Albert, Francisco Brines,  César Simón, Jaime Siles y Jenaro Talens.

   Su poesía encuentra una de sus principales fuentes de inspiración en la naturaleza, y su principal tema, en la relación conciencia-mundo. Sus primeros poemas se divulgaron mediante los cuadernos Autorretrato (1987) y Ante el invierno (1996) y una breve antología titulada La mano que escribe (1998). Pero se dio a conocer al  gran público   en el año 2000 con Estación perpetua, su primer libro, galardonado con el  XII Premio Internacional Fundación Loewe y el Premio Nacional de la Crítica. Al año siguiente apareció Tierra en el cielo, colección de haikus de tema ornitológico, al que siguieron Con el aire (2004), XXV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla y Premio de la Crítica Valenciana, y Piedras al agua (2010).

   Ha colaborado en revistas culturales (Clarín, Letras Libres, Lateral) y periódicos (El País, Levante, ABC). El minuto y el año (2008) recoge una selección de sus textos en prosa aparecidos en la edición valenciana de ABC. Ha traducido a Gianni Vattimo (Poesía y ontología, 1993), Josep Maria de Segarra (Los pájaros amigos, 2002) y Vicent Alonso (Sobre el lamento de Jasón, 2007).

   En la entrevista concedida a F. J. Garcerá Román ('Cuadernos de Aleph', 5), el autor ha dicho sobre  el poema elegido   que es un emblema del libro al que pertenece y de su poética. Añade que eligió el título siendo consciente de que remitía no sólo a Heidegger sino también al Romanticismo y a Goethe, cuya biografía se titula  Poesía y verdad. De Coleridge y del Romanticismo inglés le interesa su relación con la naturaleza. De Heidegger adopta la concepción de la poesía como "desvelamiento ocultante" (desvela algo en las palabras pero conlleva siempre un ocultar).

Actualización (18 de junio de 2019):
Antonio Cabrera falleció el 17 de junio de 2019, a los 61 años, dos años después de haber sufrido una caída que le produjo una grave lesión medular, a consecuencia de la cual quedó tetrapléjico.


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La imagen superior está tomada de vipucholfotoblog.spot.com
La foto del autor, de www.fundacionsantandercreativa.com

1 comentario:

  1. Pues para ser el iniciador del Romanticismo, veo al tal Coleridge poco dispuesto a dejarse influenciar por el subjetivismo al contemplar la Naturaleza...
    Me ha gustado el poema porque pretende ser liberador (las emociones no tienen porqué ser impuestas por el ambiente) pero en mi caso compruebo con pesar que está equivocado porque el ocaso vespertino siempre me encoge el ánimo.
    Trágica agonía y muerte del poeta, siendo tan joven. Me ha gustado esa dedicatoria a otro habitual de este blog como es Carlos Marzal.
    Carlos San Miguel

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