EL BLOG DE LA BIBLIOTECA DEL IES "GOYA" DE ZARAGOZA


biblioteca.ies.goya@gmail.com


jueves, 30 de mayo de 2024

"La verdad sobre Sancho Panza" y otros dos cuentos de Franz Kafka


Honoré Daumier, Don Quijote y Sancho Panza


La verdad sobre Sancho Panza

Sancho Panza, quien, por lo demás,  nunca se ha gloriado de ello, consiguió, después de muchos años, en las horas nocturnas, mediante la lectura de una gran cantidad de novelas de caballerías y de bandidos, apartar de sí de tal modo a su demonio, al que posteriormente bautizó con el nombre de Don Quijote, que éste se dedicó a realizar las acciones más locas y absurdas, las cuales, al carecer de un objeto predeterminado, pues éste tendría que haber sido Sancho Panza, no causaron daño a nadie. Sancho Panza, un hombre libre, siguió indiferente, tal vez sólo por cierto sentimiento de responsabilidad, a Don Quijote en sus aventuras y sobre ello sostuvo una gran y útil conversación hasta su final.


 Una fábula breve

—¡Ay! —dijo el ratón—, el mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan amplio y era feliz de poder ver, al fin, en la lejanía, muros a derecha e izquierda, pero esos muros tan largos comenzaron a cerrarse con tal rapidez, uno detrás de otro, que ya me encuentro en la última habitación, y allí, en el rincón, está la trampa en la que caeré.

—Sólo tienes que cambiar de dirección —dijo el gato, y se lo comió.


El puente

Yo era rígido y frío, yo era un puente tendido sobre un precipicio, en la parte de acá estaban atornilladas las puntas de los pies, en la de más allá, las manos; me aferraba a un barro que se desmoronaba. Los faldones de la chaqueta flameaban a ambos lados. En la profundidad bramaba el helado arroyo truchero. Ningún turista se perdía por estas altitudes intransitables, el puente aún no había sido marcado en ningún mapa. Así permanecía yo y esperaba; me veía obligado a esperar; un puente ya construido no puede dejar de ser puente sin despeñarse. Una vez por la noche, ya fuera la primera o la milésima, no lo sé, mis pensamientos se tornan confusos, no paran de vagar en círculo, una noche de verano, pues, cuando el arroyo murmuraba oscuro, oí la pisada de un hombre. Hacia mí, hacia mí. Extiéndete, puente, ponte en condición; vigas sin barandilla, sostened al que se os ha confiado, equilibrad imperceptiblemente la inseguridad de su paso, pero si vacila, muéstrate, puente, y llévale hasta tierra como un dios de la montaña. Llegó, me tanteó con la punta de hierro de su bastón, luego levantó con su ayuda los faldones de mi chaqueta y los puso sobre mí, se abrió paso a través de mi pelo enzarzado con la punta del bastón, probablemente mirando a su alrededor, y lo dejó descansar un rato. Pero entonces, precisamente cuando soñaba que le llevaba sobre montañas y valles, saltó con ambos pies en la mitad de mi cuerpo. Ignorante de todo, me estremecí al sentir un dolor salvaje. ¿Quién era? ¿Un niño? ¿Un gimnasta? ¿Un temerario? ¿Un suicida? ¿Un tentador? ¿Un destructor? Y me di la vuelta para verle. ¡El puente se da la vuelta! Aún no lo había hecho, cuando ya me había despeñado; me despeñé y ya estaba desgarrado y atravesado por los afilados salientes que, desde los furiosos remolinos, me habían contemplado siempre con mirada pacífica. 

Franz Kafka, Cuentos completos (textos originales), traducción de José Rafael Hernández Arias, Valdemar, 2000

Franz Kafka. (Málaga Hoy)

Franz Kafka, escritor checo en lengua alemana, nació en Praga en 1883, cuando esta ciudad formaba parte del Imperio Austrohúngaro. En honor del emperador Francisco José I,  le impusieron los nombres de pila de Franz Joseph. De familia judía, era el mayor de seis hermanos, tres varones y tres mujeres. Los otros dos varones fallecieron a edad muy temprana, y sus tres hermanas murieron entre 1942 y 1943, víctimas del Holocausto. Como otros praguenses en aquella época, hablaba checo y alemán, en su caso desde la primera infancia por ser las lenguas maternas de su padre y madre respectivamente. Posteriormente adquirió conocimientos de francés. 

Obligado por su padre, estudió Derecho en la Universidad de Praga y en 1906 obtuvo el doctorado en la misma especialidad. A partir 1908 trabajó en una compañía de seguros, pero la tuberculosis le obligó a ausencias intermitentes desde 1917 hasta 1922, cuando tuvo que jubilarse anticipadamente. Durante estos años, la comodidad del horario le dejó tiempo libre para dedicarse a la escritura, y el trabajo burocrático le proporcionó ideas para su obra literaria. Desde 1908 hasta 1913 viajó por Italia, Francia, Alemania y Austria. 

Franz Kafka se adhirió al sionismo y a los treinta años empezó a estudiar hebreo para poder leer la Biblia en su lengua original y porque tenía el sueño de emigrar a Palestina, que nunca pudo realizar debido a su delicado estado de salud. Murió el 3 de junio de 1924 en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena. Kafka, que había publicado muy poco en vida, antes de morir pidió a su amigo Max Brod que quemara todos sus escritos después de su muerte, una petición que no fue respetada por este. Tras la invasión de Checoslovaquia por Alemania en 1939, Max Brod emigró a Palestina y se llevó con él los manuscritos de Kafka, que actualmente son propiedad del Estado de Israel. 

Su obra constituye una de las cumbres de la literatura en lengua alemana, y se cuenta entre las más influyentes e innovadoras del siglo XX. En la línea de la Escuela de Praga, de la que es el miembro más destacado, su escritura se caracteriza por una marcada vocación metafísica y una síntesis de ironía, absurdo, lucidez y pesimismo. Para Hernández Arias, Kafka se ha convertido en "un símbolo de la inseguridad del individuo en el mundo moderno, de los problemas existenciales y anímicos, de la desolación, de la desesperanza y del desarraigo", pero añade no se puede permitir que desaparezca bajo ese manto de pesimismo un aspecto importante de la obra de Kafka: su insobornable realismo y su  gran ironía, que forman parte de la estrategia para afrontar una existencia que para él había perdido todo sentido. 

Es autor de Consideraciones (1913), colección de prosas breves; La metamorfosis (1916), su obra más famosa, en la que a través de la historia de un personaje que una mañana se despierta convertido en escarabajo, analiza la incomunicación que sufre el marginado; La sentencia (1916), La colonia penitenciaria (1919), el libro de relatos Un médico rural (1919); Carta al padre (1919), sobre las difíciles relaciones con su padre, y Un artista del hambre (1924). En sus novelas inacabadas El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927) aborda, respectivamente, la muerte inútil e injustificada, la incapacidad para luchar contra la alienación y la soledad experimentada por el apátrida.

Su nombre ha dado lugar al término 'kafkiano', adjetivo con el que se describen situaciones en que la burocracia domina a las personas, a menudo en un entorno surrealista y de pesadilla.

EN 2024 CELEBRAMOS EL CENTENARIO DE LA MUERTE DE FRANZ KAFKA.

1 comentario:

  1. Yo descubrí a Kafka por el teatro. Por la obra "La metamorfosis", que era una dramatización del relato protagonizada por el nieto del actor Pepe Isbert, (y no estoy seguro si también participaba su madre, Maria....) hacia 1994 o por ahí, y que me resultó fascinante. Después me compré la novela que, claro, también me entusiasmó. También me fascinó En la colonia penitenciaria, quizá por esa atmósfera irreal o de misteriosa inconcreción en la isla, aparte del mensaje antiburocrático y antodogmático. Sin embargo otros relatos suyos no consiguieron atraparme aunque siempre despiertan la curiosidad inicial.(El proceso, El artista del hambre.... Será que no tuve paciencia para indagar su significado o yo que sé. Me pasó como con estos que traes.
    Sería curioso conocer su opinión sobre el estado sionista cien años después.
    Carlos San Miguel

    ResponderEliminar