domingo, 29 de agosto de 2021

"Adiós al mar", de Tomás Segovia


Foto: Josefina López


Adiós al mar

Y qué va a hacer sin mí mañana
El mar dormido
A quién va a susurrar sin que nadie se entere
sus vanos devaneos soñolientos
Para esperar a quién
Se querrá levantar temprano ahora
Ah por nada del mundo yo quisiera
Dejarle allí esperándome
No merece quedarse así tan solo
Sin meta sin razón sin cumplimiento
No puede ser que se quede frustrado
Algo que es tan visible
Que tiene que existir en este mundo
No puede ser que yo no vuelva
Como si al mar le hiciera tanta falta
Y yo le hubiera dado mi palabra.

"Adiós al mar" es uno de los últimos  poemas  escritos por Tomás Segovia (1927-2011) e impreso  como poema suelto en 2011 por Juan Pascoe en su taller Martín Pescador, ubicado en la localidad mexicana de Tacámbaro.

(fr.scribid.com)

domingo, 22 de agosto de 2021

"No deseo abrir la boca" y otro poema de Nadia Anjuman


Mujeres afganas con burka


No deseo abrir la boca

No deseo abrir la boca
¿A qué podría cantar?
En mí, a quien la vida odia,
tanto da cantar que callar.
¿Acaso debo hablar de dulzura
cuando siento tanta amargura?
Ay, el festín del opresor
me ha tapado la boca.
Sin nadie al lado en la vida
¿a quién dedicar mi ternura?
Tanto da decir, reír,
morir, existir.
Yo y mi forzada soledad
con mi dolor y mi tristeza.
He nacido para nada
mi boca debería estar sellada.
Ha llegado, corazón, la primavera,
el momento propicio del festejo.
¿Pero qué puedo hacer si un ala 
tengo ahora atrapada?
Así no puedo volar.
Llevo mucho tiempo en silencio,
pero nunca olvidé la melodía
que no paro de susurrar.
Las canciones que brotan de mi corazón
me recuerdan que algún día
romperé la jaula.
Volando saldré de esta soledad
y cantaré con melancolía.
No soy un frágil álamo
sacudido por el viento.
Soy una mujer afgana
Entiéndase pues mi constante queja.

(En revista Trasversales número 6, primavera 2007*)

Un llanto sordo

El sonido de las verdes huellas está en la lluvia
nos llega desde la carretera
almas sedientas y faldas polvorientas llegaron del desierto
su ardiente respiración y el espejismo-fundido
de sus bocas secas y de polvo cubiertas
nos llegan, ahora, desde la carretera
sus atormentados cuerpos, chicas criadas en el dolor
la alegría alejada de sus rostros
corazones viejos y alineados de grietas
no surgen sonrisas en los inhóspitos océanos de sus labios
ni una lágrima brota del seco cauce de sus ojos
¡Oh Dios!
¿Podría ignorar si sus sordos llantos que saltaron del cielo,
alcanzan las nubes?
El sonido de las verdes huellas está en la lluvia.

(En poetassigloveintiuno.blogspot.com)

Nadia Anjuman. (elperiodico.com)
Nadia Anjuman fue una poeta y periodista afgana nacida en Herat en 1980, convertida tras su trágica muerte en símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres afganas. 

En septiembre de 1995 los talibanes se apoderaron de la ciudad de Herat y destituyeron al gobernador de la provincia. Con los talibanes en el poder, las libertades de las mujeres se vieron muy restringidas y se les privó del acceso a la educación (cerraron las escuelas para niñas y se prohibió la instrucción privada de las mujeres). La costura y el bordado eran las únicas enseñanzas permitidas para ellas, por lo que en 1996 Anjuman se unió a otras jóvenes de su ciudad en los Círculos de Costura de Herat y comenzó a asistir a un círculo educativo clandestino llamado Escuela de Costura Aguja de Oro, dirigido por el profesor de universidad Muhammad Ali Rahyab, en el que estudiaban a autores prohibidos como Shakespeare o Dostoievski. Las mujeres del grupo se reunían tres veces por semana con el pretexto de aprender a coser, pero en realidad asistían a conferencias impartidas por profesores de la Universidad de Herat y participaban en debates sobre literatura. Todos los participantes se arriesgaban a sufrir terribles castigos e incluso a ser condenados a la horca, de haber sido descubiertos. Para evitarlo, hacían que sus hijos jugaran en las proximidades del edificio donde se reunían, de modo que les pudieran avisar de la presencia de la policía. 

La caída del régimen talibán en 2001, tras la invasión de Estados Unidos en respuesta a los atentados del 11-S,  permitió a Nadia estudiar  Literatura persa en la universidad de su ciudad natal. En 2005, cuando aún era universitaria, publicó su primer libro de poesía, Gul-e-dodi (Flor roja oscura o Flor ahumada), que alcanzó cierta notoriedad no solo en su país sino también en Pakistán e incluso en Irán. La suya es una poesía testimonial en que la autora expresa sus ansias de libertad con un lenguaje actual, nada afectado, e introduce un punto de vista juvenil en la poesía dari. 

Sobre su profundo compromiso con la poesía  y sus temores e inseguridades en el ejercicio de la creación, confiesa la autora: 

Desde que tengo memoria, he amado la poesía, y las cadenas con las que seis años de cautiverio bajo el régimen talibán me ataron los pies me llevaron a entrar vacilante en la arena de la poesía. El estímulo de amigos que pensaban como yo me dio la confianza para seguir este camino, pero incluso ahora, cuando doy el primer paso, la punta de mi pluma tiembla, como lo hago yo, porque no me siento a salvo de tropezar en este camino, cuando el camino por delante es difícil y mis pasos son inestables.

Algunos meses después de la aparición de su primer libro, 4 de noviembre de ese mismo año, la policía encontró el cuerpo sin vida de Nadia en su casa de Herat. La muerte fue causada por la paliza propinada por su marido (un graduado en literatura) y algunos familiares de este, que, al parecer, consideraban a Nadia una deshonra  para su familia por escribir sobre amor y describir la opresión de las mujeres afganas. Le sobrevivió un hijo, que en el momento de su muerte tenía seis meses y quedó bajo la custodia del marido. Este apenas pasó un mes en la cárcel pues, oficialmente, su muerte se consideró suicidio. También dejó un segundo libro inédito: Yek sàbad délhore (Una abundancia de preocupaciones), con poemas que expresaban su aislamiento y la tristeza en su matrimonio. Su brutal asesinato  inspiró a Atiq Rahimí (1962),  escritor afgano residente en París,  para escribir la novela Syngué sabour. Pierre de paciencia (La piedra de la paciencia), con la que ganó el premio Goncourt en 2008. 

Los recientes sucesos en Afganistán, con la vuelta al poder de los talibanes, hacen más necesarios si cabe su  poesía y el ejemplo de su lucha en  defensa de los derechos de las mujeres.

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En el segundo poema, compuesto en 2001, quizá más difícil de comprender que el primero,  utiliza un lenguaje directo para expresar su compasión por las mujeres más pobres de su país, que parecen casi espectros. El poema comienza y termina con una metáfora esperanzada en su promesa de vida en el desierto  (www.universeofpoetry.org).

*La versión no poética en castellano de este poema  se basa en la versión en inglés de Mahnaz Badihian y en la versión en italiano de Cristina Contilli.

La traducción del segundo poema es de María Germaná Matta, a partir de la versión inglesa de Suzanna Olszewska y Belgheis Alavi.

[Imagen inicial: guioteca.com]

jueves, 19 de agosto de 2021

"Fábula primera", un cuento de Juan Benet


Antonio María de Reyna Manescau (1859-1937), Mercado árabe


Fábula primera


—Vete al mercado —dijo el comerciante a su criado— y compra mi destino. Estoy seguro de que será fácil encontrarlo. Pero no te dejes engañar, no pagues más de lo que vale.

—¿Cuánto he de pagar? —preguntó el criado.

—Lo mismo que para los demás. Mira cómo está el destino de los demás y paga lo mismo por el mío.

El criado estuvo ausente durante largo tiempo y volvió desazonado, asegurando a su amo que no había encontrado su destino en el mercado, a pesar de haberlo buscado con gran ahínco. El comerciante le reprendió con acritud y se quejó de su ineficacia.

—No puedo encargarte la encomienda más sencilla. ¿Es que lo he de hacer todo yo? No puedo —compréndelo— abandonar este negocio que sólo marcha si yo lo vigilo. Por otra parte, me interesa mucho hacerme con ese destino. Sigue buscando y no vuelvas por aquí sin haber dado con él.

El criado volvió al mercado y durante días buscó el destino de su amo, sin encontrarlo en parte alguna. Pero alguien le sugirió que buscara en otros mercados y ciudades porque una cosa tan especial no tenía por qué hallarse allí. El criado volvió a casa del comerciante  a pedirle permiso y dinero para el viaje, a fin de buscar un destino por toda la parte conocida del país.

El comerciante lo pensó y dijo:

—Bien, te concedo ese permiso y ese dinero, a condición de que no hagas otra cosa que buscar mi destino. No vuelvas por aquí sin él —y añadió— o sin la seguridad de que no está en parte alguna y a merced de quien se lo quiera llevar.

El criado se puso en viaje y ya no hizo otra cosa que recorrer toda la parte conocida del país en busca del destino de su amo. Viajó por regiones muy lejanas y envejeció; perdió la memoria pero, fiel a la promesa hecha a su amo, sólo conservó la obligación contraída. También el comerciante envejeció y perdió muchas de sus facultades. Un día su constante peregrinación llevó al criado hasta el negocio de su amo a quien ya no reconocía, empero sí le interrogó sobre el objeto de su búsqueda.

—Por lo que me dices —dijo el comerciante—, tengo algo aquí que creo que te puede convenir —y le mostró su propio destino.

—Es exactamente lo que necesito —repuso el criado—. Pero espero que no cueste mucho. Llevo tantos años buscándolo que me he gastado casi todo el dinero que tenía. Sólo me resta esto.

—Ya es bastante y me conformo —repuso el amo—. Este trasto lleva toda la vida en mi casa y a nadie ha interesado hasta ahora. Te lo puedes llevar a condición de que me digas para qué lo quieres.

—Eso no lo puedo decir porque lo ignoro. Lo he olvidado. Sé muy bien que lo necesito, pero no sé para qué.

—Entonces es tuyo —replicó su viejo amo—; es un objeto que conviene a un desmemoriado. Creo recordar que alguien lo olvidó aquí y no se me ocurre destino mejor para él que quedar encerrado en el olvido de quien tanto lo necesitó.

Y cuando el comerciante vio que su antiguo criado se alejaba con su destino bajo el brazo, dijo para sus adentros:

—Al fin.

(Juan Benet, Una tumba y otros relatos. Edición de Ricardo Gullón, Col. Temas de España, Taurus, Madrid, 1981)


Juan Benet. (Pinterest)
Juan Benet (Madrid, 1927-1993) fue un escritor español cuya obra comprende novelas, relatos, teatro y varios libros de ensayos. Era el tercero de una familia de tres hermanos. Su padre, abogado de profesión, fue detenido en zona republicana al comienzo de la Guerra Civil y fusilado poco después aunque contra  él no constaba cargo alguno. La familia buscó refugio en San Sebastián, de donde regresaron al finalizar la guerra. Tras terminar el bachillerato en el elitista colegio Nuestra Señora del Pilar, en 1948 ingresó en la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, donde se licencia en 1954 en la especialidad de Hidráulica. Durante su etapa universitaria frecuenta las tertulias literarias de los cafés Gambrinus y Gijón y conoce a quien se convertirá en su gran amigo, el escritor Luis Martín-Santos. En 1949 viaja por primera vez a París para visitar a su hermano Francisco que, en 1945, aprovechando un viaje de estudios a París, se quedó a vivir en la capital francesa y, desde allí, organizó en 1948 la exitosa fuga de presos franquistas del campo de Cuelgamuros en que se basa la película Los años bárbaros, de Fernando Colomo, convirtiéndose así en un exiliado político. En 1955 contrajo matrimonio con su prima Nuria Jordana, con quien tuvo cuatro hijos. Su esposa falleció trágicamente en 1974. Desempeñó su actividad profesional de ingeniero en diferentes provincias españolas hasta que en 1966 regresó definitivamente a Madrid, integrándose en la plantilla del Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo, donde trabajaban también su amigo, el novelista Juan García Hortelano, y el poeta Ángel González. En 1985 se casó con la poeta Blanca Andreu

Juan Benet pertenecía por edad a la Generación del medio siglo, pero su obra literaria, experimental e incluso hermética,  guarda escasa relación con la de los autores de su generación, y no empieza a publicar hasta la década de los 60. Ha escrito los libros de relatos Nunca llegarás a nada (1961), que pasó inadvertido, Cinco narraciones y dos fábulas (1972), Sub Rosa (1973) y Trece fábulas y media (1981). Alcanzó notoriedad con Volverás a Región (1967), novela que, dentro de la narrativa española, representa la más radical ruptura con la tradición anterior. Hermética y difícil, trata sobre Región, espacio mítico creado por al autor al modo de lo que había hecho Faulkner con el imaginario condado de Yoknapatawpha, en el que ambientará muchas de sus novelas posteriores. Con una sintaxis complejísima y sin orden cronológico alguno, presenta la decadencia de la condición humana, asociada a la ruina de su entorno. El hermetismo de Benet, que escribe para la "clase culta", continúa en Una meditación (1970, Premio Biblioteca Breve), Un viaje de invierno (1972), La otra casa de Mazón (1973), Saúl ante Samuel (1980) y se atenúa en novelas posteriores como El aire de un crimen (1980) y Herrumbrosas lanzas (tres vols.: 1983, 1985, 1986). 

domingo, 15 de agosto de 2021

"La nieve y el amor", de Lêdo Ivo




La nieve y el amor


En este día de calor ardiente, estoy esperando la nieve.
Siempre estuve a su espera.
Cuando niño leí Memorias de la Casa de los Muertos*
y vi la nieve cayendo en la estepa siberiana
y en el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Amo la nieve porque ella no separa el día de la noche
ni aleja al cielo de las aflicciones de la tierra.
Une lo que está separado:
los pasos de los hombres condenados al hielo oscurecido
y los suspiros de amor que se pierden en el aire.
Es necesario tener un oído muy fino
para oír la música de la nieve cayendo, algo casi silencioso
como el rozar del ala de un ángel, en caso de que los ángeles existan,
o el estertor de  un pájaro.
No se debe esperar la nieve como se espera el amor.
Son cosas diferentes. Basta que abramos los ojos para ver la nieve caer
en el campo desolado. Y ella cae en nosotros, la nieve blanca y fría
que no quema como el fuego del amor.
Para ver el amor nuestros ojos no bastan,
ni los oídos, ni la boca ni aun nuestros corazones
que laten en la oscuridad con el mismo rumor
de la nieve cayendo en las estepas
y en los tejados de las cabañas oscuras
y en el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Para ver el amor nada basta. Y tanto el frío del invierno como el calor escaldante
lo alejan de nosotros, de nuestros brazos abiertos
y de nuestros corazones atormentados.
Fiel a mi infancia, prefiero ver la nieve
que une el cielo y la tierra, la noche y el día,
a ser presa indefensa del amor,
el amor que no es blanco ni puro ni frío como la nieve.

De Mormaço (2011). En Estación Final, Colección Los torreones, selección,
traducción y prólogo de Mario Bojórquez, Bogotá, 2012 / Valparaíso, Granada,
2013 / Taberna Librarias, Zacatecas, 2013

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*Novela autobiográfica de Dostoievski publicada en 1862 y basada en su experiencia  en presidio.

Estación final
es una antología que reúne una selección de poemas compuestos por el autor brasileño entre 1940 y 2011. Lêdo Ivo (1924-2012) sostenía que "La nieve y el amor" era su último poema, si bien posteriormente parece que han aparecido otros poemas del autor inéditos. Sobre "La nieve y el amor" escribe José Ángel Leyva que, tras charlar con el autor de su infancia brasileña,
Me quedaba claro por qué esa nostalgia de geografías ajenas, de visiones, de la nieve, del saco roto de Fedor Dostoievski en el despertar de la imaginación y la lectura, en un medio caluroso donde la nieve es lo imposible, pero es el sueño que empuja a buscarla en otras latitudes y circunstancias, en la escritura [...].

Sirva este poema como humilde homenaje al gran escritor ruso Fédor Dostoievski (1821-1881), de cuyo nacimiento se cumplirán doscientos años el próximo  11 de noviembre.  

Dostoievski. (okdiario.com)

[Imagen inicial: Pinterest]

domingo, 8 de agosto de 2021

"Circe esgrime un argumento", de Silvia Ugidos

Beatrice Offor, Circe, 1911



CIRCE ESGRIME UN ARGUMENTO

Si regresas, Ulises, 
encontrarás allí en Ítaca una mujer cobarde:
Penélope ojerosa
que afanosa y sin saberlo
le teje y le desteje una mortaja
al amor. Ella pretende
aferrarse y aferraros a lo eterno.
Si regresas
hacia un destino más infame aún
que éste que yo te ofrezco
avanzas si vuelves a su encuentro.
Más enemigo del amor y de la vida
que mis venenos
es vuestro matrimonio, vil encierro.

Quédate, Ulises: sé un cerdo.

De Las pruebas del delito, 1997


Silvia Ugidos. (La Nueva España)
Silvia Ugidos
nació en Oviedo en 1972. Es columnista del semanario Les Noticies y de La Voz de Asturias. Ha publicado poemas en revistas literarias como Reloj de Arena, Clarín o Hélice. Ha sido incluida en antologías de poesía española como Selección nacional (1995), La generación del 99 (1999) y Un siglo de sonetos en español (2000). Es autora del cuaderno Poemas (1995) y del poemario Las pruebas del delito (1997), reeditado parcialmente en 2001. Sus últimos poemas han aparecido en el volumen colectivo Fábula de fuentes (2006). Ha sido traducida al portugués. Vinculada con la llamada poesía de la experiencia, de autores como Ángel González, Jaime Gil de Biedma o Gabriel Ferrater ha tomado el poema narrativo y el empleo del monólogo dramático. También ha publicado relatos en libros colectivos o en revistas, y algunos libros para niños, entre ellos Mi padre es ama de casa (¿Y qué), publicado simultáneamente en castellano, asturiano, gallego, catalán, eusquera y aragonés.

jueves, 5 de agosto de 2021

"La inmolación", un cuento de Quim Monzó

La torre de Pisa junto a la catedral de Santa María Asunta (AP) (La Vanguardia)
 

LA INMOLACIÓN


Marido y mujer contemplan la silueta de la torre. La mujer se siente especialmente tierna y abraza al marido.

—Tenía muchas ganas de hacer este viaje.

Se besan. El marido acaricia el pelo de la mujer. Vuelven a mirar la torre.

—¿A qué hora tenemos que estar en Florencia? —dice la mujer.

—Por la noche. ¿Tienes hambre ahora? ¿Cogemos el coche y vamos a comer a algún sitio cerca de aquí?

—Sí. Pero primero subamos a la torre.

—¿A la torre? Ni hablar.

—¿Cómo que no? A ver si hemos venido a Pisa y nos vamos a ir sin subir a la torre.

—Pues claro que no. Lo que es yo, no subo.

—¿Por qué no?

—Porque no es segura. No me haría ninguna gracia que se cayera justo cuando subimos nosotros a hacer la visita turística.

—¿Cómo se va a caer? Hace siglos que se aguanta así. ¿No pensarás que se va a derrumbar precisamente cuando subimos nosotros?

—Hace siglos que está inclinada. Pero no es verdad que haga siglos que está tan inclinada. Lo está cada vez más. Y algún día se va a derrumbar. Todo el mundo dirá: "Ya ves, ha sido hoy, ¿quién iba a decirlo?" Pero yo no quiero estar dentro el día que pase.

—¿No ves que la han tenido cerrada durante años hasta que se han asegurado de que no pasaba nada, hasta que un comité de geólogos, arquitectos y no se qué más han decidido que no había peligro?

—Precisamente, que la hayan tenido cerrada tantos años quiere decir que es peligrosa. Cuando se caiga dejará de haber peligro. Ya no podrá subir nadie. El problema es mientras no se cae. Además, lo único que han hecho es fajarla con unos anillos de acero, anclarla a una plataforma de cemento y ponerle un contrapeso de plomo. Y el hecho de que sólo pueda subir un número determinado y reducido de personas por turno confirma que no lo han solucionado.

—No. Lo que confirma es que han tomado las medidas de seguridad necesarias. Ahora ya no puede pasar nada.

—Al contrario. Ahora pueden pasar más cosas que antes. Antes, con el correr del tiempo, la torre se había ido estabilizando. Ahora, con tanto anillo de acero y tanto parche, lo único que han conseguido es quitarle incluso su relativa estabilidad. Ahora es cuando más se puede caer. En el momento menos pensado.

—Me dejas de piedra. ¿De verdad no quieres subir? ¿Hemos venido a Pisa y no vas a subir a la torre conmigo?

—Es un riesgo innecesario.

—Todo es un riesgo innecesario. Subir a un avión. Ir en coche. Fumar. Incluso quedarte en casa. Puede ser que la vecina de abajo no haya apagado bien el gas, que alguien encienda una cerilla y estalle todo el edificio.

—Eres una pelma.

—Yo subo. Si quieres, me esperas aquí.

El viento sopla de manera pavorosa. El pañuelo que la mujer lleva al cuello se le pega a la cara. Lo aparta con una mano; mira al marido con rictus ofendido. El marido comprende que negarse sería abrir la primera grieta en el muro que los une, un muro que han ido construyendo a fuerza de años. Porque haría cualquier cosa por que el muro no se agrietase, acepta.

—Venga, vamos —dice.

La mujer sonríe, lo abraza por la cintura, van hacia la torre, empiezan a subir y no tiene tiempo ni de darse cuenta de esa prueba de amor.

(Quim Monzó, El porqué de las cosas, Barcelona, Anagrama, 1994. Trad. Marcelo Cohen)


Quim Monzó. (enriquetafilms.com)
Joaquim Monzó Gómez, conocido como Quim Monzó, es un escritor español, autor de novelas y cuentos en catalán y de artículos de opinión en catalán y castellano. 

Hijo de andaluza y catalán, nació en Barcelona en 1952. Tras estudiar en la escuela Massana, se dedicó al diseño gráfico, pero a principios de los setenta empezó a publicar en periódicos de Barcelona y Madrid sus crónicas sobre el conflicto de Irlanda del Norte y sobre las guerras de Vietnam y Camboya. En 1976 apareció una  primera novela que refleja la experiencia viajera del autor, L'udol del griso al caire de les clavegueres, ganadora del premio de novela Prudenci Bertrana. Al año siguiente, Self-Service, su primer libro de relatos, escrito en colaboración con Biel Mesquida. 

Pronto destacará en el terreno del cuento y la narrativa breve, que le proporcionarán el reconocimiento de la crítica y del público. Es un escritor que mezcla dos registros: uno realista y lírico; otro, fantástico y grotesco. Sus relatos parten de situaciones prototípicas que, debidamente manipuladas, consiguen crear un efecto ridículo. En 1978 publica Uf, va dir ell, y en 1980, Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux y Maury, recopilación galardonada con el premio de la crítica Serra d'Or 1981, con el que será galardonado de nuevo en 1986 por L'illa de Maians (1985, La isla de Maians). Con El perquè de tot plegat  (1993, El porqué de las cosas) gana el premio Ciudad de Barcelona 1993 y el Serra d'Or 1994, premio que logrará también en 1997 por Guadalajara (1996). Con la colección Vuitanta-sis contes (1999, Ochenta y seis cuentos), en la que revisa y reúne los relatos de los cinco libros anteriores, obtiene el Premi Nacional y la Lletra d'Or del año 2000. En 2001 publica El millor dels mons (El mejor de los mundos), formado por tres relatos y una novela breve; Tres Nadals (2003, Tres Navidades), y la recopilación Mil cretins (2007, Mil cretinos), premio Maria Àngels Anglada. El director Ventura Pons ha llevado algunas de sus historias al cine con las películas El porqué de las cosas (1994) y Mil cretinos (2010).

Tras una larga estancia en Nueva York, becado para estudiar literatura contemporánea, publica su segunda novela Benzina (1983, Gasolina), sobre el sinsentido del arte posmoderno, y posteriormente, La magnitud de la tragèdia (1989, La magnitud de la tragedia), con la que gana el premio de novela El Tiempo. Sus artículos aparecidos en medios como Diario de Barcelona, Avui, El Periódico de Cataluña, El Mundo, El Correo Catalán, El País o La Vanguardia han sigo recogidos en recopilaciones como El dia del senyor (1984), ZZZZZZZZ (1987), La maleta turca (1990), Hotel Intercontinental (1991), No plantaré cap arbre (1994), Del tot indefens davant dels hostils imperis alienígenes (1998), Tot és mentida (2000), El tema del tema (2003) o Esplendor i glòria de la Internacional Papanates (2010).

Desde mediados de los 80 ha colaborado en Catalunya Ràdio, TV3 y RAC1. Con Cuca Canals escribió los diálogos de la película Jamón, jamón, de Bigas Luna, y en colaboración con Jérôme Savary, la obra de teatro El tango de Don Joan. Ha traducido a Truman Capote, J. D. Salinger, Ray Bradbury, Thomas Hardy, Hemingway, Roald Dahl, Mary Shelley, Javier Tomeo y Arthur Miller, entre otros. Su obra ha sido traducida a más de veinticinco idiomas. En 2007 recibió el encargo de escribir y leer el discurso inaugural de la Feria del Libro de Frankfurt, en que la cultura catalana fue la invitada. Monzó escribió un aplaudido texto en forma de cuento, muy alejado de los discursos tradicionales.

Quim Monzó tiene numerosos tics a consecuencia del síndrome Gilles de la Tourette que padece, además de un trastorno obsesivo-compulsivo.

domingo, 1 de agosto de 2021

Dos poemas de Pablo Moreno Prieto


© Epifanio Serna



El sur y la ceniza

Zaguán, dehesa, limonero, patio,
cisco, jazmín, enjambres. Cal y forja.
Alcores, huertos, adoquín y recuas.
Ropa tendida, muros, clavel, sombra,
pinos, brisa, castaño, dunas, brea,
noche oscura. Fanales, luna rota,
vega, olivar, agosto, vides. Altos
cerros, adobe, pena, luces, loma,
fuentes, racimo, tasca, verso y zéjel.
Plegaria, jueves, almenara, aroma,
bronce, torretas, vino, luto y siesta.
Todos tus nombres y hasta mí retorna
tu ancho pasado, el negligente olvido.
Y tú siempre doliendo —fuego y roca
sin yo saber que te quisiera tanto.

(De Discurso de la ceniza, Rialp, 2008)


Atardecía

Omnia mea mecum porto

Si el día se adelanta y precipita
su sombra
y ves por la ventana a los vencejos
coronando la luz en su inicial caída.
Si al corazón te asomas y es noche cerrada
cuando el café expande su aroma evocador
de otra tarde que nunca tuvo fin
porque eras feliz o al menos lo sentías,
espérate.
Levanta la cabeza,
no escribas nada. Busca paciente en la repisa
un disco —por ejemplo de Scarlatti
y detente en la música: la armonía del clave,
en su allegro y después en el adagio,
cómo te va diciendo la manera de estar
solo.
Cómo dentro de ti, sin darte cuenta,
vas llevando a la gente que alguna vez quisiste.
Y al momento congregas,
junto a la mesa de tu cuarto
a una muchedumbre.
Y al final de la quinta sonata, en el compás
que antecede al silencio, estás hablando
contigo.
Pero qué compañía la de ahora:
serenos arreboles, la luz amoratada.
Y entonces, sí, el folio preparado
y la mano dispuesta al verso que querías:
nunca estaremos solos.

(De Clara contraseña, Númeror, 2002)



Pablo Moreno Prieto

Pablo Moreno Prieto (Sevilla, 1977) es licenciado en Derecho por la Universidad Hispalense y trabaja como  profesor en un colegio de su ciudad natal. Miembro del consejo de redacción de Númenor, ha colaborado en publicaciones literarias como Renacimiento y Nadie Parecía. Poemas suyos han sido recogidos en la antología de poesía joven sevillana La búsqueda  y la espera (Kronos,2001), en Los cuarenta principales (Renacimiento, 2002) y en Andalucía poesía joven (Plurabelle, 2004). En 1999 publicó el cuaderno de poesía De alguna manera, en Númenor, donde también apareció su primer libro de poemas, Clara contraseña (accésit del Premio Luis Cernuda 2001), al que siguieron Discurso de la ceniza (2008, accésit Premio Adonáis 2007) y Lauda (2011, III Premio de poesía Fundación Ecoem).