domingo, 28 de enero de 2024

"Una especie de pérdida" y otros dos poemas de Ingeborg Bachmann

Ingebor Bachmann


Una especie de pérdida

Juntos usamos: estaciones del año, libros y una música.
Las llaves, las tazas de té, la panera, sábanas y una cama.
Un ajuar de palabras, de gestos, traídos, usados, gastados.
Un orden respetado en la casa. Dicho. Hecho. Y la mano
          siempre tendida.

Me enamoré del invierno, de un septeto vienés, y del verano.
De mapas, de un refugio de montaña, de una playa y de una
          cama.
Un culto alimentado con fechas, promesas declaradas
          irrevocables,
un algo idolatrado, que fue sublime antes de una nada,

(-del diario doblado, de la ceniza fría, del papel con un
          mensaje)
sin miedo a esa religión, ya que la iglesia era esa cama.

De la visión del mar surgió mi pintura inagotable.
A los pies del balcón estaban los pueblos, mis vecinos para
          saludar.
En el fuego de la estufa, en la seguridad, mi pelo tenía su color
          más pleno.
El timbre de la puerta era el fin de mi alegría.

No es a ti a quien he perdido,
sino al mundo.

(De Últimos poemas.  Versión al castellano 
de Javier Barreiro Cavestany)

Cada día

Ya no se declara la guerra,
se prosigue. Lo inaudito
se ha vuelto cotidiano. El héroe
permanece lejos
del campo de batalla. El débil
se ha adentrado en la línea de fuego.
El uniforme del día es la paciencia,
la condecoración, la estrella miserable
de la esperanza sobre el corazón.

Se concede
cuando ya no sucede nada más,
cuando se calla el fragor del combate,
cuando el enemigo se ha vuelto invisible
y la sombra eterna de las armas
cubre el cielo.

Se concede
por la huida ante las banderas,
por el valor ante el amigo,
por la delación de secretos indignos
y el desacato
de toda orden.

(De El tiempo postergado. Versión de 
José Luis Gómez Toré)

Nada de delikatessen

Ya nada me gusta.
¿Debo ataviar una metáfora
con una flor de almendro?
¿Crucificar la sintaxis
sobre un efecto de luz?
¿Quién se romperá la cabeza
por cosas tan superfluas?

He aprendido a ser sensata
con las palabras que hay
(para la clase más baja)

hambre          deshonra
lágrimas        tinieblas.

Con los sollozos no depurados,
con la desesperación
(y desespero de desesperación)
por tanta miseria,
por el estado de los enfermos,
el costo de la vida,
me las arreglaré.
No descuido la escritura,
sino a mí misma.
Los otros saben
dios lo sabe
qué hacer con las palabras.
Yo no soy mi asistente.

¿Debo aprisionar un pensamiento
llevarlo a la iluminada celda de una frase?
¿Alimentar oídos y ojos
con bocados de palabras de primera?
¿Investigar la libido de una vocal,
averiguar el valor de amateur de nuestras consonantes?
¿Tengo que, con la cabeza apedreada,
con el espasmo de escribir en esta mano,
bajo la presión de trescientas noches
romper el papel, barrer las urdidas óperas de palabras,
destruyendo así: yo tú y él ella lo nosotros vosotros?
(Que sea. Que sean los otros).
Mi parte, que se pierda.

(De Últimos poemas, trad. de Cecilia Dreymüller y 
Concha García, Hiperión, 1999)

Ingeborg Bachmann fue una de las más destacadas escritoras en lengua alemana del siglo XX y la primera autora mediática en esa lengua. 

Nació en 1926 en Klagenfurt localidad del estado austriaco de Carintia, región apartada del sudeste de Austria, en la frontera con Italia y Eslovenia—, donde su padre, miembro de la organización nacionalsocialista NSDAP, antecesora del partido nazi alemán, era profesor de italiano. Sus años de infancia y juventud se vieron ensombrecidos por la crisis económica,  la propagación del nazismo, la ocupación alemana y la guerra. Estas traumáticas experiencias estarán expresadas de forma implícita en toda su obra. Acabada la Segunda Guerra Mundial,  estudió filosofía, psicología, filología alemana y derecho en las universidades de Insbruck, Graz y Viena. En esta última se doctoró en 1949 con una tesis titulada La recepción crítica de la filosofía existencial de Martin Heidegger, en la que expresa su creciente desilusión con el existencialismo heideggeriano. 

En Viena entró en contacto con el mundo literario de la ciudad y en 1947 conoció  al poeta rumano de origen judío Paul Celan, superviviente del Holocausto, con el que inició una relación amorosa y de afinidad literaria que duró varios años, a pesar de que él estaba casado. El escritor español Andrés Sorel recreó esta historia de amor en su novela ...y todo lo que es misterio (2015), y la cineasta austriaca Ruth Beckermann basó su largometraje Los soñados (Die Geträume, 2016) en la correspondencia entre Bachmann y Celan.

Ingeborg Bachmann y Paul Celan

Trabajó como secretaria en la oficina estadounidense de las tropas de ocupación y en la emisora de radio de las fuerzas de ocupación americanas, donde traducía literatura anglosajona, lo que le permitió tener un amplio conocimiento de la literatura contemporánea, y adaptaba novelas al teatro radiofónico. Esta emisora publicó sus primeras obras escritas para la radio: Ein Geschäft mit Träumen (Un negocio con los sueños, 1952) o Die Radiofamilie (La familia de la radio).

Mantuvo vínculos  con el célebre Grupo 47, cuyo objetivo era  renovar y redimir la lengua alemana manchada tras el Holocausto, para crear un mundo nuevo.   Miembros  de este grupo fueron, entre otros,  Ilse Aichinger, Paul Celan, Heinrich Böll y Günter Grass. Bachmann se convertirá en una celebridad cuando este círculo literario vanguardista premie en 1953 su primer libro de poemas: Die gestundete Zeit (El tiempo postergado o El tiempo aplazado), "lamento por un mundo en ruinas y advertencia contra el nacionalismo militante" (Dreymüller), expresado por medio de "metáforas originales, en una expresión escueta y renovadora" (C. A. Molina), y lleno de referencias intertextuales a la poesía de Paul Celan. El título "recoge el tópico bíblico de lo transitorio de la existencia humana, cuando se refiere a un tiempo solo concedido a plazos" (Dreymüller). Tras este,  solo publicará en vida un segundo poemario, Anrufung des Groβen Bären (Invocación a la Osa Mayor, 1956), escrito en Italia y reconocido con el premio literario de Bremen. Como observa Dreymüller,  pese a la presencia constante de los paisajes mediterráneos, la visión de Italia no es una imagen idealizada, sino que se centra en el contraste entre el esplendor de su pasado y el caótico presente, entre la belleza natural y la miseria social. Continúa la denuncia por un mundo devastado y sin amor, con poderes amenazantes (la figura de la Osa Mayor), al tiempo que se anima a la resistencia y a la confianza en las fuerzas del amor y de la escritura, personificada  por la lechuza del poema "Mi pájaro". La preocupación por la decepción amorosa, presente en el libro anterior, se hace aquí más intensa. Tras la publicación de su segundo poemario, decide abandonar la poesía: "Dejé de escribir poemas cuando sospeché que 'sabía' hacerlos", afirma en una entrevista. No obstante, en la edición de las Obras completas de 1978  se incluyeron dieciocho poemas inéditos compuestos entre 1957 y 1967, agrupados bajo el epígrafe de Últimos poemas. En ellos se acentúa  la visión pesimista del amor, una relación marcada por la tiranía del hombre sobre la mujer. Y en 2000 apareció en Múnich No sé de ningún mundo mejor, una colección de textos inconclusos que, en palabras de sus hermanos, expresan el "luto por la poesía perdida y el sufrimiento de los seres y son al mismo tiempo una crítica implacable de la sociedad".

En 1955 realiza un viaje a Estados Unidos para asistir  al "Seminario Internacional de Harvard", invitada por su director, Henry Kissinger (1923-2023), entonces profesor y, más tarde, político estadounidense de origen judeo-alemán que llegaría a ser secretario de Estado. Bachmann se siente  enormemente  desilusionada  con  Estados Unidos y con Harvard, según se desprende de su correspondencia con familiares y amigos. Pero sin ese viaje resultaría inconcebible, tal como la conocemos,  su más famosa pieza de teatro radiofónico, El buen dios de Manhattan, una obra sobre la problemática existencial del ser humano,  escrita en 1957 y estrenada el 29 de  mayo de 1958. Con ella obtuvo en 1959 el premio más prestigioso de Alemania para este tipo de producciones, el Premio para Obras Radiofónicas de la Asociación de Invidentes de Guerra (Hörspielpreis der Kregsblimden).

En la primavera de 1958, cuando Bachmann era ya una joven estrella del universo literario,  el novelista y dramaturgo suizo Max Frisch, quince años mayor que ella,  le escribe una carta porque ha quedado impresionado por El buen dios de Manhattan. El 3 de julio de ese mismo año tiene lugar su primera cita, en París, donde Bachmann visitaba a su antiguo amante Paul Celan.  Se  inicia entre ellos una tormentosa relación abierta marcada por el deseo de emancipación de Bachmann— que durará cuatro años, durante los cuales conviven en Zurich y en Roma, adonde se había trasladado la autora en 1953. En 1962, la ruptura, motivada por los celos de Frisch y las convenciones de la época, con las que choca el ideal de independencia femenina de Bachmann (Dreymüller),  dejará a la escritora devastada, incapaz de dormir ni de escribir. Para sanar sus heridas emprende un viaje a Egipto y Sudán con el escritor Adolf Opel. Con motivo del cincuenta  aniversario de la muerte de la autora, esta historia fue llevada al cine por Margarette von Trotta, directora alemana especializada en biopics de importantes figuras femeninas. Ingebor Bachmann-Journey into the desert (2023), que se acaba de estrenar en España,  se presentó en la Berlinale 2023. Muchos de los diálogos se basan en las cartas de sus amigos Hans-Werner Henze, Paul Celan y Hansa Magnus Enzensberger, pues la realizadora no pudo acceder a la correspondencia entre Bachmann y Frisch, entonces inédita, que se publicaría en el otoño de 2022 con el significativo título de No lo hicimos bien

Max Frisch e Ingeborg Bachmann en 1962, en la única imagen conocida en la que aparecen ambos juntos.
 
MAX FRISCH ARCHIVE; ZURICH; PHOTO: MARIO DONDERO (SUHRKAMP VERLAG)

Entre noviembre de 1959 y febrero de 1960 impartió cinco conferencias sobre poética en la Universidad Goethe de Frankfurt, consideradas como parte central de su obra. Tras abandonar la poesía, se vuelca en otros géneros para expresar sus preocupaciones existenciales: guiones para radio (publicados bajo el seudónimo de Ruth Keller) y televisión, libretos de ópera para el compositor alemán Hans Werner Henze, ensayos y narrativa. 

Entre sus obras en prosa, se encuentran sus libros de cuentos: A los treinta años (1961) y  Tres senderos hacia el lago (Simultan, 1972, es el título original). El primero, concebido en fechas próximas a las  conferencias de Frankfurt,  reúne siete relatos algunos de ellos de carácter autobiográfico, como el titulado "Años de juventud en una ciudad de Austria", en los que los personajes y situaciones le sirven para ejemplificar ideas. Su protagonista, que experimenta a los treinta años una gran crisis, reflexiona sobre su pasado y sobre el rumbo a tomar (Dreymüller). El segundo pertenece al ciclo de Formas de morir (Todesartenzyclus), junto a la trilogía inacabada formada por  MalinaEl caso Franza y Réquiem para Fanny Goldmann, pues se concibieron simultáneamente y, tanto las novelas como los cinco relatos, tienen como personajes centrales a mujeres vienesas con un problema común: "unas vidas torcidas o al menos limitadas por no encontrar su lugar (como mujer) en el mundo moderno", explica Dreymüller. Malina (1971), única novela terminada de la trilogía y uno de los best-sellers de la época, "es una autobiografía espiritual donde a través de la ficción la narradora desdobla la voz del 'yo' en otro personaje",  observa Serra Pfeninnig, quien añade:

Malina  como ser ambiguo, desposeído de toda cualidad humana, cerebral y carente de emociones, se enfrenta a otro personaje, cuya ambigüedad es a la vez su otro yo, que junto con el amante Iván forman una relación triangular, un mundo de relaciones imposibles que les lleva a la aniquilación y al crimen.
      Malina es una novela compleja, fuera de todo canon tradicional, considerada por la crítica literaria como una de las obras más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Es una obra que admite una multiplicidad de lecturas posibles, que van desde la perspectiva del doble, pasando por una novela de amor, un Klunstlenrroman, una novela policíaca, una novela vienesa, un estudio filosófico y finalizando en última instancia a un prototipo de novela "patriarcal".

Ingeborg Bachmann, cuya dependencia del alcohol y de los fármacos la obligó a someterse a una cura de desintoxicación en 1962, tras su ruptura con Max Frisch, murió en Roma en 1973 a los 47 años, como consecuencia de las quemaduras de un incendio en su piso cuyo origen no ha sido bien aclarado. El síndrome de abstinencia por su adición a los barbitúrico pudo contribuir al fatal desenlace. Desde entonces, uno de los premios literarios más prestigiosos en lengua alemana lleva su nombre. En 2021 el estado de Carintia adquirió la casa de su infancia para convertirla en museo.

Referencias:

-Cecilia Dreymüller, Vida y escritura de Ingeborg Bachmann, en Tuerto rey. Consultado el 21/01/2024 en: https://www.tuertorey.com.ar/php/autores.php?idAutor=142

- Cecilia Dreymüller, Ingeborg Bachman: un icono se humaniza, ctxt. Contexto y Acción, Nº 302, nov. 2023. En: https://ctxt.es/es/20231101/Culturas/44715/Cecilia-Dreymuller-Ingeborg-Bachman-poesia-literatura-amor-libre-homenaje.htm. Consultado el 20/01/2024.

- César Antonio Molina, Libido de una vocal, en: https://www.revistadelibros.com/obras-de-ingeborg-bachmann/. Consultado el 20/01/2024.

-Isabel Serra Pfennig, La imagen de Italia en la obra de Ingeborg Bachmann, "Transfer" III: 1 (mayo 2008), pp. 9-17, en: file:///C:/Users/Personal/Downloads/203817-Text%20de%20l'article-272464-1-10-20101018.pdf. Consultada el 22/01/2024.

[Imagen inicial: best-poems.net]

4 comentarios:

  1. Bueno, aquí mismo hay uno que "se rompe la cabeza con estas cosas tan superfluas" intentando desentrañar los significados de los poemas...
    Veo claramente que el último se adscribe a esa época en la que había dejado atrás la Poesía hacía mucho tiempo, renegando casi de ella. Menos mal que se contradice gloriosamente.
    El segundo estremece por la reflexión que hace de la Guerra y cómo los ciudadanos de a pie pasan a ser los héroes intentando tan sólo la proeza de sobrevivir. ME gustan esas metáforas de la condecoración por esos actos de pura supervivencia que en otro contexto serían casi vergonzosos. Muy bueno.
    Carlos San Miguel

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    1. Gracias, Carlos, por ser un fiel y extraordinario lector, que no te quedas en la superficie, y gracias por tus comentarios, siempre interesantes.

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  2. Superflua, en el buen sentido.
    Tiene flow (como dirían en el rap).
    Ingeborg Bachmann superfluye y desborda “la celda de una frase”; te rompe la cabeza: «Deja que te vuele la cabeza», como canta Guitarricadelafuente.

    El amor desgastado o muerto (y mucho más) del primer poema.
    El antibelicismo (y mucho más) del segundo poema.
    La búsqueda del sentido de su poesía (y mucho más) del tercer poema.

    No la conocía. Me ha impactado su talento.
    Sigo aprendiendo contigo, Josefina. Es un placer.

    ¡Un abrazo!

    J. A. Sesé Bordonaba

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    1. También para mí es un placer leer tus agudos comentarios, Sesé, y una alegría saber de ti. Otro abrazo para ti.

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