martes, 28 de junio de 2016

LIBROS: NOVEDADES


El hacedor de sueños te presenta su propuesta de lecturas para este verano y te recuerda que no cerramos por vacaciones; así que, ya sabes, puedes enviarnos tus propias sugerencias u opiniones sobre los libros que hayas leído recientemente.

Deseamos que disfrutes de este tiempo de ocio y esperamos que encuentres en él un hueco para la lectura. ¡FELIZ VERANO Y FELICES LECTURAS!


domingo, 26 de junio de 2016

"Viento de bodas", de Philip Larkin



                         VIENTO DE BODAS


No paró el viento en todo el día de mi boda
      y mi noche de bodas fue noche de gran viento,
y tanto golpeaba la puerta del establo
que tuvo que salir a cerrarla dejándome
a la luz de las velas, boba, oyendo la lluvia,
viendo en la palmatoria rizada mi semblante,
sin ver nada. Al volver dijo que estaban
inquietos los caballos. Me apenó 
que a algún hombre o bestia le faltase esa noche
mi felicidad.

                           Ya de día,
bajo el sol, sigue todo revuelto por el viento.
Él ha ido a ver las inundaciones. Llevo
al gallinero un cubo medio roto.
Dejo el cubo y contemplo. Viento por todas partes,
acosando entre nubes y bosques, agitando 
mi delantal y la ropa tendida.
¿Se puede tolerar que el gozo de mis actos
lo condicione el viento como un hilo sus cuentas?
¿Y tendré que dormir ahora que mi cama 
es compartida con este alba perenne?
¿Puede incluso la muerte desecar estos lagos
de reciente placer y terminar con nuestra
postración de ganado sobre las aguas fértiles?


VERSIÓN ORIGINAL EN INGLÉS:


                    WEDDING-WIND

The wind blew all my wedding-day,
    And my wedding-night was the night of the high wind;
And a stable door was banging, again and again,
That he must go and shut it, leaving me
Stupid in candlelight, hearing rain,
Seeing my face in the twisted candlestick,
Yet seeing nothing. When he came back
He said the horses were restless, and I was sad
That any man or beast that night should lack
The happiness I had.

                                      Now in the day
All's ravelled under the sun by the wind's blowing.
He has gone to look at the floods, and I
Carry a chipped pail to the chicken-run,
Set it down, and stare. All is the wind
Hunting through clouds and forests, thrashing
My apron and the hanging cloths on the line.
Can it be borne, this bodying-forth by wind
Of joy my actions turn on, like a thread
Carrying beads? Shall I be let to sleep
Now this perpetual morning shares my bed?
Can even death dry up
These new delighted lakes, conclude
Our kneeling as cattle by all-generous waters?

    De Un engaño menor. Versión de Álvaro García.
La Veleta, 1991


El escritor británico Philip Larkin nació en Conventry en 1922. Miembro de una familia de clase media, pasó su infancia y adolescencia en su ciudad natal, de la que su padre llegó a ser tesorero. Se familiarizó con la poesía a través de la lectura  de Ezra Pound y T. S. Eliot, sus primeras influencias, a las que sumó después el simbolismo de Yeats (presente en sus primeros libros), la poesía de Auden y, sobre todo, la de Thomas Hardy. A edad temprana  también nació su afición al jazz y se manifestó  la tartamudez que lo acompañaría siempre.  Por su miopía quedó exento de ir al frente durante la Segunda Guerra Mundial y estudió literatura en Oxford (1940-1943). 
   A mediados de la década de los cincuenta, junto a algunos universitarios de Oxford -entre los que se encontraban Robert Conquest, Kingsley Amis, Tom Gunn, Donald Davie y Elizabeth Jennigs- formó un grupo poético denominado "The Movement" (El Movimiento) que se propuso recuperar una vertiente de la poesía inglesa, representada a principios de siglo por T. Hardy, que había quedado interrumpida por la Primera Guerra Mundial y el impacto de Yeats y de Eliot. 
  Trabajó como bibliotecario en distintas ciudades (entre ellas, Belfast, donde pasó cinco años) antes de hacerlo (desde 1955) en la universidad de Hull, donde en 1965 alcanzó el puesto de primer bibliotecario. Fue crítico de jazz del diario Daily Telegraph entre 1961 y 1971. Larkin, hombre adusto al que Eric Homberger definió como "el corazón más triste del mercado de posguerra", no se casó nunca, pero tuvo algunas relaciones amorosas importantes, entre otras,  con  Ruth Bowman (a quien llegó a pedir matrimonio) y con la profesora de inglés Monica Jones, a la que dedicó su libro Un engaño menor. Se convirtió a partir de los sesenta en el principal poeta inglés posterior a Auden*. Cuando en 1984 fue propuesto para ocupar el puesto de poeta laureado, lo rechazó alegando que le había abandonado el impulso de escribir. Murió en Hull en 1985. A pesar de la controversia provocada por la publicación en 1992 de sus cartas y de su biografía oficial, en 2003 fue elegido el poeta más querido de Gran Bretaña.

Larkin es, en palabras de Álvaro García, "el cantor de la renuncia, la normalidad y las clases medias" ("para mí la pérdida es lo que para Wordsworth** los narcisos", bromeó el propio autor). Se trata de un poeta de producción lenta, que corregía incansablemente. En 1945 apareció su primer poemario, El barco del norte, en el que ya se manifiesta su característico pesimismo. Le siguieron Un engaño menor (1955), con el que le llegó el reconocimiento; Las bodas de Pentecostés (1964) y Ventanas altas (1974), considerada su mejor obra. La suya es una poesía austera y perturbadora, de extraordinaria perfección formal y lenguaje excepcionalmente claro y directo, que refleja experiencias cotidianas y trasluce un profundo pesimismo. Escribió además las novelas Jill (1946) y Una chica en invierno (1947), y editó la antología The Oxford Book of Twentieth Centuy English Verse (1973).

En el poema elegido, el único escrito por Larkin desde una perspectiva femenina, persiste todavía  la influencia de Yeats. Un yo femenino evoca su noche de bodas y su primera mañana de casada, con un marido ausente ocupado en los asuntos prácticos de la granja.

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miércoles, 22 de junio de 2016

Leer tiene premio



        En la mañana de hoy, a punto de terminar las clases, la directora del centro, doña Pilar López, ha entregado un libro para la alumna de 2º D de ESO, Valeria Goche Rueda, ganadora del sorteo celebrado entre los lectores de la biblioteca de este tercer trimestre. En su nombre ha recogido el obsequio su amiga Paula Soler.  
        Confiamos en que la lectura sea para Valeria uno de sus pasatiempos favoritos de este verano como lo ha sido durante el curso. 

domingo, 19 de junio de 2016

"Cerca de la mar. Tenía...", de Salvador Espriu

Pintura de Eliseo Meifren i Roig



Cerca de la mar. Tenía
una casa, mi sueño,
cerca de la mar.

Alta proa. Por libres
caminos del agua, la esbelta
barca que yo gobernaba.

Los ojos sabían
todo el reposo y el orden
de una pequeña patria.

¡Necesito contarte este pavor
que produce la lluvia
en los cristales!
Hoy cae noche oscura
sobre mi casa.

Las rocas negras
me atraen a naufragios.
Prisionero del cántico,
mi esfuerzo inútil,
¿quién puede guiarme al alba?

Cerca de la mar tenía
un lento sueño, una casa.

            De Cementerio de Sinera


VERSIÓN ORIGINAL EN CATALÁN:

A la vora del mar. Tenia
una casa, el meu somni,
a la vora del mar.

Alta proa. Per lliures  
camins d'aigua, l'esvelta
barca que jo manava.  

Els ulls sabien
tot el repòs i l'ordre
d'una petita pàtria.

Com necessito
contar-te la basarda
que fa la pluja als vidres!
Avui cau nit de fosca
damunt la meva casa.

Les roques negres
m'atrauen a naufragi.
Captiu del càntic,
el meu esforç inútil,
qui pot guiar-me a l'alba?  

Ran de la mar tenia  
una casa, un lent somni.

        De Cementiri de Sinera, 1946. En Antología
de Salvador Espriu. Ed. bilingüe de Enrique Badosa.
El Bardo Colección de poesía, 2005

Salvador Espriu fue un poeta, novelista y dramaturgo español en lengua catalana, considerado una de las grandes figuras de las letras catalanas contemporáneas.

Nació en 1913 en Santa Coloma de Farners (Girona), donde su padre era notario. La familia se trasladó a Barcelona en 1915, pero  veraneaban en Arenys de Mar, población de donde era originaria  la familia y espacio esencial en el universo literario del poeta, que la mitifica con el nombre de Sinera. La epidemia de sarampión de 1922 causó la muerte de su hermana María Isabel y obligó al autor   a una larga convalecencia, tiempo dedicado a la lectura de los libros de la biblioteca familiar. Dos años después de la muerte de su hermana, fallece el hermano mayor, víctima de un accidente.

En 1930, tras obtener el premio extraordinario de bachillerato, ingresa en la universidad de Barcelona para estudiar Derecho e Historia Antigua. En 1933 participa en un viaje por Oriente, organizado por el Gobierno de la República para estudiantes y profesores, visitando Egipto, Turquía, Palestina, Italia y Grecia, lugares que ocuparán un papel relevante en su obra. En estos años se relaciona con escritores e intelectuales como Carles Riba, Bartomeu Rosselló-Pòrcel o Ferran Soldevila. En 1935 se licencia en Derecho y en 1936 lo hace en Historia, pero la Guerra Civil frustra su proyecto de estudiar lenguas clásicas y egiptología.

Acabada la guerra, trabajó durante veinte años como ayudante en una notaría, mientras sufría el exilio interior y continuaba su producción literaria. El hecho de que el cantautor Raimon musicara algunos de sus poemas y que sus obras dramáticas se representaran en el Teatre Lliure, lo   convirtieron en un símbolo de la resistencia frente a la dictadura. Fue uno de los cuatro miembros fundadores de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana. Durante los últimos años de su vida se dedicó a revisar y corregir su obra y recibió distintos reconocimientos oficiales, incluso llegó a ser candidato al Premio Nobel (1971 y 1983). Falleció en Barcelona en 1985, pero fue enterrado en el cementerio de Arenys de Mar.
Salvador Espriu y  Raimon (1966)/Archivo picab-jordi fornas

Escritor precoz, con dieciséis años publicó su primer libro, Israel, el único escrito en castellano. Josep Maria Castellet ha destacado de la extensa obra de Espriu su capacidad de asimilación de la herencia mítica de la humanidad: el Libro de los muertos del antiguo Egipto, la mitología griega o  la Biblia. En sus obras se interroga sobre las grandes cuestiones humanas, crea una geografía mítica, muestra su compromiso ético ante la guerra y la posguerra, así como la defensa de la cultura catalana, y una visión de España ("la piel de toro", Sepharad) basada en el diálogo y la tolerancia. 

Sus primeras novelas (Doctor Rip, 1931, y Laia, 1932, llevada al cine con Nuria Espert como protagonista) lo muestran como un narrador original que se aparta del noucentisme vigente. Aspectes (1934), Ariadna al laberint grotesc (1935), Miratge a Citerea (1936) y Les rognes i el mar, el blau (1981) lo convierten en uno de los renovadores de la prosa en catalán. Para el teatro escribió Antígona (escrita en 1939 y publicada en 1955), Primera història d'Esther (1948) y Una altra Fedra, si us plau (1978).

Sobre su poesía -de gran calidad formal, intenso lirismo y contenido simbólico-, Salvador Espriu ha escrito que es, esencialmente, una meditación sobre la muerte, la cual  reúne "los elementos de la meditación religiosa y la filosófica: el cordial y el mental", según Enrique Badosa, quien añade que en los poemas "no se ignora ni se calla la experiencia de la rebelión, de la protesta, del lamento", pero finalmente el hecho de la muerte es aceptado y su poesía "alcanza una serenidad sólo posible con la plena  aceptación de la muerte".

Inicia su producción poética con Cementiri de Sinera (1946), que forma  el llamado ciclo lírico con Les hores (1951), Mrs. Death (1952), El caminant i el mur (1954) y Final del Laberint (1955). La problemática personal se transforma pronto en colectiva:  La pell de brau (La piel de toro; 1960) es para algunos críticos el gran libro sobre la guerra civil en España, sobre la lucha fraticida de las gentes de Sepharad. Llibre de Sinera (1963) cierra su meditación sobre la muerte.

Cementerio de Sinera es un libro compuesto por treinta poemas breves en versos de arte menor. El nombre de "Sinera" surge de la lectura inversa de Arenys, pueblo costero situado al nordeste de Barcelona donde vivieron los antepasados del poeta. En él, como explica E. Badosa, el poeta expresa "estupor ante la realidad de la muerte sentida en la vecindad dolorosa de los seres queridos, y, por tanto, sentida como personal agresión". La Sinera que se vislumbra en los poemas, ese espacio de juventud, lleno de vida y alegría es en el presente un lugar de tristeza, de contemplación de la muerte. De manera que, añade Badosa, "Sólo es posible la elegía. El recordar, el evocar, el hacer presentes las cosas perdidas".


Cementerio de Arenys de Mar (www.cabrejunqueras.cat)

domingo, 12 de junio de 2016

"El día que Milú inventó a Tintín", de Raquel Lanseros

Ulises y su perro Argos


               EL DÍA QUE MILÚ INVENTÓ A TINTÍN


Mon sembable, mon frère
                                                                                                                              Baudelaire


   He sido un árbol que crece hacia el origen.
           El viejo roble erguido sobre su propia sangre.
                         Porque es sólo de ida el recorrido,
                         la soledad me viene siguiendo desde lejos.
Entonces tú la arrancas con los dientes.
Tu asombro persistente me rescata,
                                       tu latido uniforme de certeza.

Miro la playa inmóvil de mi nativa Ítaca
los viñedos benéficos salpicando la tierra
miro mi casa azul en la colina
                      gota de agua salada sobre el polvo.
Está muda, ya todos se han marchado
los años han barrido el rastro de mi espada.
Menos tú, dulce Argos,
                   hermano, semejante,
                   pequeño compañero.
Menos tú que me esperas solo, para morir
             igual que un semidiós que sabe que envejece.

Somos el mismo aliento en cuerpos simultáneos.
Los campos de mi alma yacen bajo tu pelo.
                                              Ladras mi mismo idioma.
Hasta mi hambre compartes porque te pertenece.

No me pidas que olvide tus dos ojos de lago.
Dime una última vez que existe la pureza.

                   De Croniria, Hiperión, 2009



Raquel Lanseros (Jerez de la Frontera, España, 1973), poeta y traductora, es una de las voces más premiadas y reconocidas de la actual poesía en español, elegida la poeta más relevante en lengua española nacida después de 1970.
   Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de León y Máster en Comunicación
Raquel Lanseros
Social, forma parte del proyecto literario-teatral "Hijos de Mary Shelley", que reúne a poetas, novelistas, dramaturgos y músicos. Como traductora, ha realizado una versión rimada de los poemas de amor de Edgar Allan Poe publicada con el título de Poemas de amor, además de la traducción de una selección de poemas de Lewis Carroll (Poemas) y de Los ojos de Elsa, el libro más reconocido de Louis Aragon. Es la traductora oficial al español para el proyecto europeo Pop Science, auspiciado por la Universidad de Ginebra, el CERN y la Academia Mundial de la Poesía. En colaboración con Ana Merino* ha preparado el volumen Poesía soy yo (2016), una antología que reúne a ochenta y dos mujeres poetas en lengua castellana nacidas entre 1886 y 1960.

      Ha publicado los poemarios Leyendas del Promontorio (2005), Diario de un destello (2006), La acacia roja (2008), Los ojos de la niebla (2008), Croniria (2009) y Las pequeñas espinas son pequeñas (2013). Su producción poética ha sido galardonada con los premios Unicaja (2008), Antonio Machado en Baeza (2009), Poesía del Tren (2011) y el Premio Jaén (2013), además de un accésit en el Premio Adonáis (2005).

Otros poemas de la autora en este blog:


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martes, 7 de junio de 2016

Leer juntos Hoy: ‘La asesina’ (Ἡ φόνισσα), de Aléxandros Papadiamantis


Grupo de lectura I "Leer juntos Hoy" del IES “Goya”
Sesión del 16 de mayo de 2016
Obra comentada: La asesina, 1903.
Autor: Aléxandros Papadiamantis
Traducción de Laura Salas, Periférica, 2010.

Φὀνισσα! Φὀνισσα! (fónisa, fónisa) “¡Asesina! ¡Asesina!”, pronunciaba el agua parlante que, cual voz de la conciencia, perseguía la atormentada huida de la protagonista de la novela del escritor griego Aléxandros Papadiamantis; pero la vieja Jadula no había cometido δολοφονίες (dolofoníes), asesinatos a traición; sino que, cual maga-sacerdotisa (μάγισσα), realizaba sacrificios rituales intentando evitar a sus pequeñas víctimas –φονεύματα (foneúmata: ‘aquello que está destinado al sacrificio’)– el sufrimiento de la existencia en un mundo que predestinaba a las mujeres a una vida llena de pesares y sufrimientos y sin posible escapatoria. 

En la portada de la edición de la editorial Periferia, aparecen las manos poderosas de una mujer que es capaz de aliviar, sanar y, a la vez, cometer infanticidios con la piadosa perspectiva de ahorrar suplicios a las inocentes criaturas.

La protagonista de la obra es una vieja de casi sesenta años: “una mujer bien hecha, de rasgos hombrunos, de energía masculina y con un asomo de bigote sobre los labios”, celestina, charlatana, curandera, lista como un rayo, que al haber ejercido de partera, sabe lo que vale la vida de una niña en aquella sociedad de principios del siglo XX: “Pero vamos a ver, dígame usted si hacía falta que nacieran tantas niñas. Y si nacen, ¿vale la pena criarlas? Mejor que no salgan adelante”, Hasta las niñas de buena familia (tan raras entre su sexo) mueren más que las incontables hembras de la pobreza. ¡Las niñas de esa clase son las únicas que tienen siete vidas! Parece que se multiplican a propósito, para castigar a sus padres, desde este mundo ya.”

Aléxandros Papadiamantis, autor griego del siglo XIX, que a menudo aparece etiquetado como costumbrista, supera con La asesina el determinismo decimonónico y hace una reflexión sobre la mujer, su situación y papel en la sociedad, que el autor retrata con amargura en la persona de Fragoyanú, una de tantas mujeres de las islas o las poblaciones pequeñas de aquel estado griego recién inaugurado, marcada desde su nacimiento por el azar de haber sido niña y no varón.

En una sociedad mermada por las guerras, la pobreza y la emigración masculina, donde la tradición exige de la mujer una generosa dote (una vivienda, terrenos y dinero en metálico, además del ajuar) para poder acceder al matrimonio y liberar así a los padres de una pesada carga, nacer mujer o engendrar niñas es casi una maldición, o al menos a esa conclusión llega nuestra asesina tras una muy difícil vida en la que solo ha contado con su ingenio (una mente femenina, que se dice en griego, por su capacidad de resolución) para sortear las sucesivas olas que la han azotado desde su llegada al mundo. De hecho, para su madre, también curandera y acusada de brujería,  siempre ha sido un estorbo; su familia dejará la mejor parte de sus bienes para el varón de la casa, portador del apellido y el linaje, y buscará para ella un marido conformista y simplón, que acepte cualquier propiedad ruinosa como dote. Del mismo modo, también ella, madre de niñas y varones, percibirá la existencia de estas como un verdadero lastre en su vida, ante la imposibilidad de encontrarles marido a todas. Por su parte, los varones son educados por esas mismas mujeres en la permisividad y libertad total, y así los hijos de la protagonista la olvidan a ella y a sus hermanas una vez que parten a hacer las américas… Otro de ellos maltrata a su madre viuda y apuñala a su hermana, pero las dos lo encubren e interceden por él ante la autoridad.

La protagonista halla la solución al oneroso destino que persigue a cuantas mujeres prolongan esta maldición bíblica dando a luz a otras mujeres: “que no se salven, que no crezcan más”. Un apretón en el delicado cuello de un bebé aleja tantos quebraderos de cabeza… llegando a considerar la suya una misión bendecida por el cielo, incluso cuando la justicia humana la empieza a perseguir: ”lo que había hecho tanto antes como ahora lo había hecho para bien”, transformando esta historia en un acto religioso sobre el ser humano, sobre su capacidad para superar el peso de una realidad miserable y oprimida, transida por la angustia de existir, por la imposibilidad de ninguna justicia, divina o humana, como en la última frase de esta obra maestra: “La vieja Jadula encontró la muerte en el paso de San Salvador, en la lengua de arena que une la roca con la tierra, a mitad de camino entre la justicia divina y la humana.


El telón de fondo es la naturaleza griega de la hermosa isla de Skiathos, que vio nacer al escritor, convirtiéndose en otro personaje más de la obra, que participa con el rumor del agua fresca que mitiga la sed de la fugitiva o el fragor de las olas que rompen salvajes en su escondrijo; con los rayos de sol que convierten en diamantes las gotas de rocío y disipan el frío que acucia la noche del alma de la asesina; con los pájaros que, para envidia de Fragoyanú, reinan libres sobre paisajes nunca vistos por los lugareños; o con las arenas que se abren bajo los pies de la anciana cuando la marea sube terrible y veloz, como la llegada del ángel exterminador.

Un cálido rayo llegado desde lejos, desde el océano en llamas, atravesó la espesa hojarasca y la hiedra que rodeaba el escondrijo de la extenuada vieja, e hizo que el rocío matutino brillara como una multitud de  perlas que empapara el exuberante velo esmeralda, disipando todo el estremecimiento de la humedad y toda la frialdad del macilento miedo, trayendo esperanza y calidez.”




Aléxandros Papadiamandis (4 de marzo de 1851 - 3 de enero de 1911)  está considerado como el mejor prosista de la Grecia moderna. Papadiamandis nació en la isla de Skiathos, en la zona oeste del mar Egeo. La isla aparece notablemente en su obra. Su padre fue sacerdote. Se mudó a Atenas de joven para terminar sus estudios de bachillerato, e inició estudios en la Facultad de Filosofía de Atenas, pero nunca los terminó. Volvió a su isla natal al final de su vida, donde murió de neumonía. Se ganó la vida (de mala manera) escribiendo, desde artículos en periódicos y pequeñas historias hasta varias novelas. No se casó, era un hombre solitario. La mayor obra de Papadiamandis fue la serie de novelas Η γυφτοπούλα (La gitanilla o La hija del gitano) y Η μετανάστις (La emigrante). Eran libros de aventuras por el Mediterráneo, con ricos argumentos sobre capturas, guerras, plagas, etc. Sin embargo, el autor es más recordado por sus breves relatos. Su obra más conocida es La asesina, llevada al cine por el cineasta Kosta Ferris en 1974.


Casa de Papadiamantis en Skiathos

Mercedes Ortiz Ortiz

domingo, 5 de junio de 2016

Dos poemas de Julio Martínez Mesanza




                VÍCTIMA Y VERDUGO

Soy el que cae en el primer asalto
entre el agua y la arena  en Normandía.
Soy el que elige un hombre y le dispara.
Mi caballo ha pisado en el saqueo
el rostro inexpresivo de un anciano.
Soy quien mantiene en alto el crucifijo
frente a la carga de los invasores.
Soy el perro y la mano que lo lleva.
Soy Egisto y Orestes y las Furias.
Soy el que se echa al suelo y me suplica.

                    De Europa, 1988

               
          REMEDIA AMORIS II

Los soldados asirios nunca amaron.
Así se afirma en un tratado antiguo.
Si no te sirve el caso, a mí tampoco,
pero deja el amor para mañana.
Si desprecias la guerra, no guerrees:
dedícate el estudio, por ejemplo,
hay campos no trillados todavía:
el imperio kitán, Saray quemada,
la diplomacia escita, el Siglo Oscuro,
pero deja el amor para mañana.

De Europa y otros poemas, 1990


Julio Martínez Mesanza (Madrid, 1955) es traductor y poeta perteneciente a la generación de los ochenta. 
   Licenciado en Filología Italiana, fue director de comunicación de la Biblioteca Nacional y asesor del Ministerio de Educación y Cultura. Dirigió los centros del Instituto Cervantes de Lisboa, Milán, Túnez y Tel Aviv. Actualmente es director del Área Académica en la sede central del Instituto Cervantes. Está casado con la poeta Amalia Bautista*.
   Ha traducido a Dante (La vida nueva), Sannazaro (Arcadia), Miguel Ángel  Buonarroti (Rimas), Ugo Foscolo (Sonetos) , Eugenio Montale  (Fuera de Casa) y Alberto  Moravia (Paseos por África). 

Como poeta, es autor del libro  Europa, que ha ido creciendo en sucesivas ediciones: 1986, 1988 y 1990 -en este caso con el título Europa y otros poemas (1979-1990)-, y todavía en 1998 apareció Fragmentos de Europa 1977-1997. Entre estos dos últimos publicó un segundo libro, Las trincheras, 1996, y posteriormente, Entre el muro y el foso (2007), y Elogio del desierto (2009, con fotografías de José del Río). Ha publicado también la antología Soy en mayo (2007), con poemas de Europa, Las trincheras y Entre el muro y el foso
    Europa, compuesto en endecasílabos blancos, ha sido  considerado el proyecto poético más ambicioso de toda su generación y  ha convertido a su autor en uno de los poetas españoles más significativos de finales del siglo XX. Las frecuentes imágenes épicas presentes en el libro han hecho que la crítica considere a Martínez Mesanza el más fiel representante de la tendencia épica de la nueva poesía española, opinión que el autor no comparte ya que -argumenta- esta imaginería surge de su interés por la historia y solo aparece en sus poemas de la década de los ochenta y en parte de la de los noventa. En cualquier caso, aunque cante hechos y personajes de la historia antigua y medieval, no puede ser considerado un poeta belicista porque, como ha escrito Trevor J. Davson ("El otro, el mismo"), "Su poesía es un canto infinitamente tierno, infinitamente humano de los sentimientos de la guerra; no le interesan tanto las hazañas de los vencedores, como la tragedia y la tristeza del desertor, del vencido, del cobarde, del cautivo".

Sobre el primer poema -en que el yo poético se siente al mismo tiempo víctima y verdugo, destinos inseparables del ser humano- ha escrito Trevor J. Dadson ("Julio Martínez Mesanza y la poesía épica"): 
En una serie de versos lapidarios -ninguna frase o sentencia dura más de dos versos, y la mayoría son de un verso sólo-y como si estuviéramos mirando por un telescopio al revés, el poeta nos lleva desde la época moderna (el asalto y desembarco en Normandía en junio de 1944) a los tiempos clásicos (Egisto y Orestes), pasando por el Renacimiento («el saqueo») y las Cruzadas medievales («en alto el crucifijo»). Lo que une a todos estos tiempos históricos son el último y antepenúltimo versos: «Soy el perro y la mano que lo lleva/ ... / Soy el que se echa al suelo y me suplica». Al subrayar la indisolubilidad del concepto de víctima y verdugo (o de perseguidor y perseguido, como en el poema «El desertor»), el poema da un nuevo enfoque al tiempo histórico al revelar su unicidad. En el fondo, nada cambia a pesar del fluir del tiempo.
    El segundo poema, cuyo título está tomado de Ovidio,  es una muestra de la pervivencia del mundo clásico en la poesía de Martínez Mesanza.

Actualización:

Julio Martínez Mesanza ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía 2017 por su obra Gloria (Rialp, 2016).

Puedes leer  dos poemas de este libro en:


*Entrada relacionada: