domingo, 11 de febrero de 2024

"Me basta así", un poema de amor de Ángel González




Me basta así

Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría 
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de eso sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
                            entonces,

si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que sí yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía 
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas...
(Escucho tu silencio.
                   Oigo
constelaciones: existes.
                    Creo en ti.
                              Eres.
                                   Me basta).

(De Palabra sobre palabra, 1965)

Palabra sobre palabra es el cuarto libro de poemas de Ángel González. Pertenece a su primera etapa, de la que forman parte también Áspero mundo (1956), Sin esperanza, con convencimiento (1961), Grado elemental (1962) y Tratado de urbanismo (1967). Se trata de una breve colección de  poemas de tema exclusivamente amoroso, cuyo título tomará después el poeta como lema constructivo para hacer una recopilación sucesiva de su obra completa. Por su temática, enlaza con los poemas de tipo amoroso de sus dos primeros libros, si bien introduce una novedad, pues a la temática amorosa se une el acto de poetizar, la metapoética, como ha señalado Carmen Canet.

De desentrañar el sentido del poema seleccionado se ha ocupado Emilio Alarcos Llorach, cuyas certeras palabras sobre el mismo reproducimos a continuación:
"La pasión amorosa crea en el poeta un sentimiento tan intenso que en casi toda la composición se expresa hiperbólicamente. Se entremezclan dos ingredientes: uno, la ensoñación del poeta —ser Dios y poder crear un ser exacto a la amada—, y otro, la realidad que se vive y que aparece al final del poema. Una serie de subjuntivos y el condicional si, al principio, sitúan al lector en la zona irreal de lo soñado y lo deseado; pero se va insertando ya, en paréntesis, la realidad ("de eso sí estoy seguro", "pongo tanta atención cuando te beso"). En esquema: "Si yo fuese Dios haría un ser exacto a ti"; "lo probaría" y "si ese sabor fuese igual al tuyo", "entonces", "podría repetirte". En este momento, el soñar del poeta se interrumpe , porque observa  que si fuese Dios ya no sería él y ya no podría amar a su amada. De ahí, el giro brusco: "ya no sé si me explico". E intenta aclarar lo que está sintiendo, paradójicamente: si fuese Dios, explica, "haría lo posible por ser Ángel González", es decir, ser como es, ser el total amante de su amada. Y se introduce lo real, mediante verbos en presente: "como te quiero", "crees", "sorprendas", "corras". Ya no pretende recrear a la amada, es ésta la que ha de recrearse a sí misma diariamente al despertar, y el poeta —de querer ser Dios— se limita a considerarse criatura humilde, "Lázaro alegre", resucitado por la palabra de la amada, que recupera, salva y mueve "todo aquello" mientras no calla. Pero es tan intenso, que aunque calle, aunque el poeta escuche sólo su silencio,
                                                                           .... Oigo
                                                   constelaciones, existes.
                                                                                     Creo en ti.
                                                                                                     Eres.
                                                                                                            Me basta.
El poeta se deja de ensoñaciones. Lo válido es la realidad presente, potente, verdadera. Aunque haya silencio, la amada es ("Eres"). Para el poeta, basta".

(Émilio Alarcos Llorach, La poesía de Ángel González, Ediciones Nobel, Oviedo, 1996, págs. 43-44) 
-Puedes escuchar este y otros poemas en la voz de Pedro Guerra y Ángel Gonzalez: AQUÍ.   
-Otros poemas del autor en este blog:   
        -"Entonces": AQUÍ.    
        -"Canción de invierno y de verano": AQUÍ.
        -"Poética a la que intento a veces aplicarme": AQUÍ.
 

[Imagen: VIX]

3 comentarios:

  1. ¡Qué bueno y qué bien explicado. Supongo que a la posible censura, si es que prestó atención al poema, le tranquilizaría esa "bajada del burro" del poeta, dejando de querer ser Dios y dejándose de líos parateológicos y posiblemente blasfemos jejeje. Aunque es posible que ya la Censura estuviera harta de estar obligada a censurar y se diera el gusto de disfrutar de cositas así.
    Carlos San Miguel

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  2. Jejejeje ¡Me ha sacado la sonrisa la última parte de tu comentario, Carlos! Me he imaginado a la Censura relajándose y paladeando este poema de Ángel González, dándose el gusto.
    A veces los profesores también nos hartamos de reñir y nos permitimos disfrutar de alguna de las travesuras de nuestros alumnos, jóvenes poetas blasfemos.
    ¡Saludos!
    J. A. Sesé Bordonaba

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    Respuestas
    1. Pero no os relajéis que yo tengo la amarga impresión de que con ayuda de los padres actuales, la sociedad y su Educación, ( la Ética y el Conocimiento) va del tejao a la bodega en breve.
      Carlos

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