domingo, 10 de octubre de 2021

"Geórgica imposible", de Rosendo Tello




Geórgica imposible

Beatus ille qui procul negotiis
(HORACIO)

Yo podría haber sido agricultor, dichoso
en mi finca vallada con un seto de vincas.
Entre viñas e higueras pasaría las horas
sin envidiar a nadie, atento a los augurios
de mis antepasados, que a todo antepusieron
el arte de vivir en la serenidad
de acuerdo con la edad y sus ocios fecundos.
El olivo sagrado señorea la tierra
que heredé de mis padres, entreabren los frutales
sus botones granados como pechos granados
de doncellas en flor, dialogan al aire
los parrales latinos y el corazón del mar
late en la lejanía.
¡Tener un pozo blanco
en el atrio de casa, con una piedra negra
sobre el brocal labrado para oír los oráculos
de los tiempos antiguos en los claros de luna!
¿Qué distracción mayor que ver rumiar los bueyes
bajo los tamarindos, a la sombra dorada
de sus verdes sombrillas con encaje de sedas?
¿Y qué decir si pienso en los rubios panales
que, al pie de las laderas, hacen dulces y amables
las suertes de la vida?
Los domingos podría
ensayarme en la pesca, leer en las entrañas
de los peces los cambios que los cielos anuncian
y evitar con las aves los desastres del tiempo.
O pasear cantando por bancales de avenas
y pajizos trigales, y oír los ruiseñores
en las foscas umbrías. Ser pastor solitario,
como lo fue mi abuelo, ¡suprema ocupación!
La que a Lope dictaba tiernas alegorías
tras vida borrascosa, la que aprendí de Rilke
y sus noches de Ronda.
Yo no sería nunca
Salicio o Nemoroso, pues mi amada estaría
sin disfraz esperándome, tendida en la espesura
al ventalle almenado de sauces amorosos.
¿Son enajenaciones? ¿O tal vez, sólo el sueño
de un solitario errante que ha perdido el sentido
de las cosas sagradas y ahora se empeña en vano
en ser lo que no fue? ¿O que no pudo ser?
¿Que no será jamás?

            
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1 comentario:

  1. Jajaja ¡Estos poetas e intelectuales, cuán alejados de la realidad están muchas veces...
    Como si fuera tan fácil: sentarse o pasear csntando y esperar que la tierra te alimente sin dar golpe, sólo porque te lo mereces.
    Madre mía, cuánta tontería...
    Verdad es que tener un huerto da muchas satisfacciones y el más importante es recoger el fruto del trabajo, cosa que este señor parece no contemplar.
    Ahora, con la pandemia y tras el encierro del año pasado, se ha desatado una fiebre por tener huerto (y tapar el campo con vallas y chalets totalmente antiecológicos) que muy pronto dará paso a crueles y justas decepciones por la dureza que exige criar algo en la tierra. Y si lo que se pretende es llenar una parcela de hormigón y césped, más valdría a las autoridades poner freno a esta peligrosa moda.
    Por lo demás, el poema es precioso, sobre todo por esa evocación de la serenidad latina.
    Carlos San Miguel

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