domingo, 10 de enero de 2021

"Azogue" y otro poema de Guadalupe Grande




Azogue 

Vivimos de costado
pasamos de puntillas
Gracias a dios nadie quedará para recordar
en nombre de quién
habrá de dirimirse la venganza

Cuando el tiempo se escapa sin rostro de las manos
dejando un polvo amarillo en el azogue
es menester estar atentos.
Cuando los días huyen a hurtadillas
despreciando nuestro estupor
(mientras se pudre el grano en el almiar)
es menester ser precavidos.
Cuando la vida se oculta en los rincones 
y no hay perro de caza que pueda hallar su rastro
solícitos acudimos a las puertas del miedo.

El bosque de certezas ardió hace tres noches.
Y yo he venido a pregonar
la escarcha de la duda.

 De El libro de Lilit, Renacimiento, 1995

En relativo

Que el mundo es imposible. Que las calles no pueden cabernos en el pecho.
Que nada cabe en el hueco que le está destinado y así nos van las cosas.
Que las hojas de los árboles siguen cayendo y el mar sigue diciendo una palabra que no
podemos descifrar: una palabra en movimiento, una palabra en la que cabe el tiempo.
Que estamos hechos de tiempo, pero no de mar.
Que llevamos la cuenta del tiempo que vivimos, mareados, como si pudiéramos llevar las
cuentas del mar.
Que contamos la lluvia de los días y los pasos tartamudos de las horas.
Que hacemos balance de minucias.
Que se nos caen las palabras de la boca, sin entenderlas, como la nieve se aturde en el asfalto.
Que confundimos la nieve con la sal, los relojes con la sangre, el pecho con un garaje, y nos
consolamos creyendo que todo es relativo, como este pronombre.

De La llave de niebla, Calambur, 2003

Guadalupe Grande. (tratarde.org)
La poeta y ensayista Guadalupe Grande Aguirre, única hija de los poetas Francisca Aguirre y Félix Grande, nació en 1965 en Madrid, donde falleció  el 2 de enero de 2021, a los 55 años.

Licenciada en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), trabajó en el área de la edición y la gestión cultural en diversas instituciones:  Cursos de Verano de la UCM,  la Casa de América y el Teatro Real. Desde hace una década, era la responsable de la actividad poética en la Universidad Popular José Hierro, en San Sebastián de los Reyes, Comunidad de Madrid. Como crítica literaria colaboró desde 1989 en  diversos diarios y revistas culturales, como El Mundo, El Independiente, Cuadernos Hispanoamericanos y Reseña. Junto a Juan Carlos Mestre realizó la selección y traducción de La aldea de sal, antología del poeta brasileño Lêdo Ivo.  En 2008 obtuvo la Beca Valle-Inclán para la creación literaria en la Academia de España en Roma.

En 1995 ganó el Premio Rafael Alberti con El libro de Lilit. Después publicó tres poemarios más: La llave de niebla (2003), Mapa de cera (2006) y Hotel para erizos (2010). Muchos de sus poemas están recogidos en dos libros inéditos. De ella ha escrito Manuel Rico en "Guadalupe Grande, la derrota innecesaria" (El País, 3 de enero de 2021):

Su poesía es una indagación en las carencias de la vida, en los escenarios de la memoria personal y colectiva. Está cargada de sutilezas y sensibilidad hasta el punto de que podría calificarse como una peculiar lírica de la experiencia: una experiencia enormemente compleja y poliédrica que se nutre no solo de lo visible, sino de la memoria, del sueño, de la contemplación, de la vivencia cultural y moral. Quizá por ello, en sus versos respira una conciencia de claudicación, de derrota, de fracaso ("Pienso que escribir poesía quizá sea una derrota necesaria", afirmaba en su poética).

Con un lenguaje engañosamente conversacional con sutiles engarces con la mística y con lo irracional, sus versos siempre han estado esponjados de melancolía, de una extraña tristeza: "Huir es un naufragio, / un mar en el que buscas tu rostro, inútilmente"

Guadalupe Grande con sus padres, Félix Grande y Francisca Aguirre
(hectorcastilla.wordpress.com)

1 comentario:

  1. ¿Y no deja una niña que continúe la saga familiar dedicada a la Poesía? ¡qué pena
    Carlos San Miguel

    ResponderEliminar