domingo, 7 de febrero de 2016

"Sonatina", de Rubén Darío





                        SONATINA

   La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave[1] sonoro;
 y en un vaso olvidada se desmaya una flor.

   El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

   ¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda[2] o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz[3]?

   ¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

   Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos[4] del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

   ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Esta presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real,
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas[5],
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

   ¡Oh quién fuera hipsipila[6] que dejó la crisálida!
(La princesa está triste. La princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(la princesa está pálida, la princesa está triste)
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

  —¡Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!

            De Prosas profanas, 1896 y 1901




[1] clave o clavecín, instrumento musical con cuerdas y teclado 
que se caracteriza por el modo de herir dichas cuerdas desde 
abajo por picos de pluma que hacen el oficio de plectros.
[2] Opulenta ciudad de la India antigua.
[3] Isla a la entrada del golfo Pérsico famosa por sus perlas.
[4] Planta ninfácea, de flores blancas o amarillas, que comprende 
el loto de la India.
[5] Pica con cuchilla en forma de media luna.
[6] Mariposa.

Ayer se cumplió el primer centenario de la muerte del poeta nicaragüense Rubén Darío (Metapa, hoy Ciudad Darío, 18 de enero de 1867-León, Nicaragua, 6 de febrero de 1916), gran renovador de la lírica en castellano y uno de los autores que mayor influencia ha ejercido en la poesía hispanoamericana del siglo XX.

"Sonatina", uno de sus poemas más conocidos, apareció en el diario La Nación de Buenos Aires el 17 de junio de 1895 y fue incluido en la primera edición de Prosas profanas y otros poemas (Buenos Aires, Imprenta de Pablo E. Coni e hijos, 1896). Narra una historia enmarcada en un mundo de fantasía, un cuento de hadas, cuya princesa protagonista se siente presa en su palacio y espera la llegada de un príncipe salvador. Se trata de un argumento recurrente en el Modernismo que, como indica José Vicente Nebot Nebot*, "Darío adorna con su imágenes refinadas y estetizantes: flores y metales preciosos que consiguen un valor cromático, mariposas, aves, animales fantásticos y mitológicos y miradas hacia oriente". La historia ha sido relacionada con el cuento de la Bella Durmiente, liberada del sueño-muerte por el beso del príncipe. Según el autor, el tema de "Sonatina" es el despertar de la adolescencia, la espera del amor, la alegoría de las ansias  amorosas de la mujer: el poema "contiene el sueño cordial de toda adolescente, de toda mujer que aguarda el instante amoroso.Es el deseo íntimo, la melancolía ansiosa, y es, por fin, la esperanza" (Historia de mis libros, pág. 143).

Compuesto por sextetos de versos alejandrinos de ritmo dactílico, con acento en la sílabas tercera y sexta de cada hemistiquio, es una de las composiciones más representativas de Rubén Darío y del Modernismo, por su perfección formal, su musicalidad y la plasticidad y elegancia de las imágenes. Parte de la crítica ha visto en el poema una muestra  de preciosismo vacío y superficial en el que no encontramos la emoción del sentimiento ni profundidad de pensamiento.

Pero otros críticos consideran que  contiene algo más que belleza y perfección formal. Así, Jaime Concha explica que el poema admite dos niveles de lectura, como anécdota maravillosa o como alegoría de un estado de alma. De acuerdo con esta segunda lectura, la princesa se convierte en símbolo del alma prisionera y angustiada del poeta  que espera el amor que lo salve, y el anhelo de libertad de la princesa puede interpretarse como búsqueda de la belleza y del misterio  de la trascendencia. Alberto Acereda Extremiana** recuerda, a este respecto,  las circunstancias en que Rubén Darío compuso "Sonatina", angustiado por "su tragedia vital y sentimental": por la muerte de su esposa Rafaela Contreras el 26 de enero de 1893, por la trampa tendida al poeta dos meses después por la familia de Rosario Murillo, con quien había mantenido una relación, para casarlo con ella bajo los efectos del alcohol, y por la muerte de la madre del poeta, Rosa Sarmiento, acaecida el tres de mayo de 1895, un mes antes de la publicación del poema.

María Luisa Redondo Figuero ("La poesía de la generación del 98 y modernismo", en Monte Buciero 2. Cursos 1998) explica el poema como una alegoría ambivalente:
la princesa prisionera en su palacio podría ser una personificación  de la belleza libertada por el poeta; aunque podría ser también un trasunto lírico del alma de Rubén que, triste ante la realidad que le rodea, anhela un mundo de ensueño, donde reine la belleza y la felicidad.
Para María A. Salgado, por el contrario,   el poema expresa el hastío del poeta no de la realidad que lo rodea, de la que se evade su poesía, sino "de su mundo poético, de ese mundo ideal forjado como escape y refugio  de su angustiosa realidad vital: [...] Darío confirma el fracaso de su mundo al rechazar   el palacio y el jardín encantado de su Bella-Durmiente"  ("El alma de la Sonatina").

*"Sobre la musicalidad en Prosas Profanas de Rubén Darío", en FÒRUM DE RECERCA, nº 16.
**"La expresión del alma en el modernismo: relaciones contextuales entre la Sonatina de Rubén Darío y algunos escritos de Amado Nervo", en www.cervantesvirtual.com.

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6 comentarios:

  1. Comentar un poema tan comentado,con miles de citas es tarea de ilustres,sólo puedo decir que fué uno de los primeros poemas que escuché en mi infancia y me impresionó la tristeza de una princesa.

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  2. Gracias por leernos y por tu comentario.

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  3. Pues ya está todo dicho ¡pero criticar el poema como algo vacío y sin alma...! ¡Pues a mí me fascina! Madre mía, luego esos críticos se entusiasmarán con cualquier galimatías de los que un lector ajeno a la vida del poeta no puede comprender nada porque no tiene la obligación de saber de sus referencias personales...¡En fin! A los hechos me remito: un clásico encantador que merece una música digna...o mejor no, no lo estropeen, que ya es muy musical por sí mismo.
    Carlos San Miguel

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  4. El poema es una obra de arte, tiene un lenguaje precioso, rimas perfectas, versos alejandrinos.

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  5. Hola me encantó tu cuento👋💗

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  6. Hola me encanto tu cuento

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