martes, 30 de mayo de 2023

'Las gratitudes', de Delphine de Vigan

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES Goya
Sesión del 17 de abril de 2023
Autora: Delphine de Vigan
Obra comentada: Las gratitudes. Trad. de Pablo Martín Sánchez. Anagrama, Barcelona, 2021

1. Sobre Delphine de Vigan

Nacida en 1966 en Boulogne-Billancourt, cerca de París, Delphine de Vigan siempre soñó con ser escritora; sin embargo, no escribió su primera novela hasta bien pasados los treinta años. Antes, estudió comunicación y periodismo en La Sorbona, ingresó en el mercado laboral como directora de estudios en un instituto de opinión y tuvo dos hijos con su primera pareja. Pero no había renunciado a su sueño, e impulsada por el impacto de ver a su madre recluida en un psiquiátrico, empezó a escribir todos los días, al menos dos horas,  una vez concluida su jornada laboral. 

En 2001 publicó, bajo el seudónimo de Lou Delvig por temor a la incomprensión de su padre, una primera novela autobiográfica, Días sin hambre,  en la que relata su propia adolescencia anoréxica. Este primer paso le dio confianza para seguir escribiendo y en 2005 vieron la luz, bajo su nombre real,   la colección de cuentos Les Jolies Garçons y la novela Una tarde de diciembre. En 2007 consiguió su primer éxito con la novela No y yo (Premio Rotary International en 2009 y Prix des libraires), traducida a más de veinte idiomas y llevada al cine en 2010 por Zabou Breitman. Dos años más tarde fue despedida de su empresa y pudo dedicarse por completo a su verdadera vocación. El éxito se repitió en 2009 con Las horas subterráneas, sobre el acoso laboral; pero será su novela Nada se opone a la noche (2011), basada en la trágica historia de su madre,  la obra que la consagre internacionalmente: publicada por una veintena de editoriales extranjeras, vendió más de un millón de ejemplares y fue galardonada con el Premio de Novela Fnac, el Premio Renaudot de los Institutos de Francia, el Gran Premio de la Heroína Madame Figaro y el Gran Premio de las Lectoras de Elle. Ese mismo año firma el guion de la película Tu seras mon fils, con Gilles Legrand.  Fue en esta época cuando conoció a su actual compañero, el crítico literario François Busnel. En 2013 dirigió su primera película, Safely (2014), y en 2015 ganó el Premio Renaudot y el Goncourt de los Estudiantes con la novela Basada en hechos reales, un poderoso thriller psicológico y una sagaz reflexión sobre el papel del escritor en el siglo XXI, llevada al cine por Roman Polanski. Con Las lealtades (2018), una desoladora historia sobre un niño de 12 años que busca en el alcohol una vía de escape a sus problemas familiares, inicia una trilogía de novelas breves de lectura independiente por ahora sin completar sobre los lazos invisibles que nos vinculan a los demás, cuya segunda entrega es Las gratitudes (2019).  En su última novela, Los niños son reyes (2021), explora los peligros de la sobreexposición en las redes sociales, la explotación infantil y la falsa felicidad. Solo dos de sus novelas (Días sin hambre y Nada se opone a la noche) tienen fuentes autobiográficas, las demás son ficción, "pero esa ficción se alimenta de cosas muy íntimas y personales", reconoce la autora.

Delphine de Vigan. (cadenaser.com)


2. Las gratitudes: buena literatura con buenos sentimientos

Las gratitudes  narra los últimos meses de vida de Michka, una anciana francesa de origen judío, sin familia, que, afectada de afasia, es internada en una residencia de ancianos donde recibe las visitas periódicas de Marie, una joven de la que se ocupó cuando era niña, y Jérôme, el logopeda que intenta con sus terapias ralentizar su proceso de deterioro. Durante este tiempo, mientras para poder comunicarse lucha con las palabras que se le escapan, su principal empeño será encontrar al matrimonio que la acogió en su casa y le salvó la vida durante la ocupación nazi para darles las gracias antes de irse para siempre.

La escritura de esta novela, en la que se teje una red de gratitudes,  responde también  a la necesidad de la autora de dar las gracias. Con ella Delphine de Vigan ha querido saldar una deuda pendiente y homenajear a su tía Monique, que se ocupó de la escritora y de su hermana cuando la madre de ambas  era incapaz de hacerlo, compensando así muchas carencias. Ella les leía un cuento sobre un osito llamado Michka, nombre que convertirá en  hipocorístico de Michèle Seld, la anciana de la novela. Su tía, afectada por un tipo de afasia que hacía imposible la comunicación,   murió a los 99 años en una residencia de ancianos, donde la escritora la visitaba con frecuencia. A partir de estos recuerdos creó el personaje de Michka. 

Para adentrarnos en el comentario de la novela, nada más adecuado que comenzar reproduciendo las acertadas palabras con que  nuestro coordinador, Javier Aznar, abrió la tertulia, hablando sobre algunos aspectos temáticos de la novela, que ilustran a la perfección el sentido de la obra:
Las gratitudes es una novela que nos plantea la necesidad de dar las gracias a los demás en la vida, no como un ritual de cortesía en las situaciones cotidianas, sino ante las situaciones verdaderamente cruciales, decisivas, de nuestra existencia: "Uno piensa que basta con dar muestras de cariño, con hacer gestos, pero no es verdad, hay que decir lo que se siente"—dice Jérôme. 
Y así, tenemos el otro tema fundamental de la novela, la importancia de la palabra. La necesitamos para mostrar el agradecimiento, pero es que la necesitamos como personas para comunicarnos, para retener o recuperar nuestra memoria, para preservar nuestra identidad. Por eso, el drama de Michka, una anciana que sufre porque es consciente de su irreversible proceso de afasia. 
Las palabras tienen mucho poder. Sin ellas, no somos nada. Y Michka, que lo sabe muy bien y sabe que las está perdiendo, las necesita para mostrar su inmensa gratitud al matrimonio que la acogió en su hogar cuando era una niña judía de siete años durante la ocupación nazi de Francia en la II Guerra Mundial, y debe hacerlo antes de que sea demasiado tarde, porque el tiempo acecha —"tempus irreparabile fugit", que decían los clásicos. El paso del tiempo y sus efectos en las personas, el envejecimiento y todo lo que conlleva, es así otro tema importante, complementario de los anteriores. 
El caso principal de gratitud es el que acabamos de indicar, pero no es el único. El título recoge la palabra en plural: encontramos varios casos en la novela, pero sobresale, en segundo lugar, el de Marie, quien de niña encontró en la persona y en el hogar de Michka lo que, por desgracia, no siempre le pudo dar su madre y no halló en su propia casa. 
Y tenemos, también, el caso abierto de Jérôme y su padre: un desencuentro, una ruptura familiar, que tanto preocupa a Michka, porque sabe que el tiempo es limitado y, por tanto, apremia a actuar con diligencia. Pero no siempre es fácil recomponer relaciones que las palabras han podido dañar o, incluso, romper. Dice Jérôme: "Pero las palabras duelen, ¿sabes?, los insultos, las ofensas, el sarcasmo, las críticas, los reproches dejan huella. Una huella imborrable". Las palabras hieren, pero las palabras pueden recomponer lazos de afecto, las palabras tienen un poder inconmensurable en los seres humanos. 
El inmenso poder de las palabras, el inexorable paso del tiempo y la necesidad de expresar verbalmente el agradecimiento a los seres queridos son los temas sobre los que, a mi juicio, gravita la trama de esta novela”.

La escritora ha elegido de nuevo el formato de novela corta, que cree más potente, para dibujar un cuadro nada complaciente de la vejez que nos impacta con fuerza.  La novela se divide en diez capítulos encabezados por el nombre del narrador de cada uno de ellos: Marie y Jérôme se van alternando en el relato, excepto en los capítulos 8 y 9, narrados por Jérome. Cinco capítulos para cada una de las voces narrativas. Es Marie la que empieza y la que cierra la narración. El simbolismo del número 10 está en perfecta sintonía con la estructura interna de la novela, ya que el 10 representa según la numerología la perfección, la culminación de un recorrido: cierra el ciclo de los nueve primeros, volviendo al principio: el uno y el cero. Otro tanto ocurre con la novela, en la que el último capítulo vuelve al principio, en una perfecta estructura circular, como veremos.

Cada capítulo se compone de varias escenas que se presentan como reales (cada una de las conversaciones de Michka con Marie o Jérôme) o imaginarias (sus sueños y pesadillas, cuyo contenido se relaciona con sus temores o deseos y en los que las palabras fluyen sin ninguna dificultad). Son narradas en tiempo presente, lo que las hace más vivas, más cercanas a los lectores. En cada capítulo se recogen, además, reflexiones de los narradores sobre la gratitud o sobre diversos aspectos relacionados con la vejez:

"Envejecer es aprender a perder.
Asumir, todas o casi todas las semanas, un nuevo déficit, una nueva degradación, un nuevo deterioro. Así es como yo lo veo.
Y ya no hay nada en la columna de las ganancias.
[...]
Perder la memoria, perder los referentes, perder las palabras. Perder el equilibrio, la vista, la noción del tiempo, perder el oído, perder la chaveta". (pág. 129)

La historia comienza por el final (la noticia de la  muerte de Michka: "Hoy ha muerto una anciana a la que yo quería", dice Marie en el capítulo primero) y se desarrolla en apenas unas horas de la mañana de su muerte: "He pasado la mañana a su lado. Antes de que se la llevaran", le dice Marie a Jérôme cuando se conocen, por fin, en el último capítulo. En esas horas tanto Marie como Jérôme evocan sus encuentros con Michka: "Me pongo a pensar en los últimos meses, en las últimas horas. En las conversaciones que tuvimos, en los silencios", dice Marie (pág. 12). Es decir, el tiempo del relato se manipula mediante las analepsis (saltos atrás) que se producen en los ocho primeros capítulos: se retrocede al momento en que se produce el conflicto cuando Michka presenta los primeros síntomas alarmantes de deterioro— y se van narrando, en orden cronológico,  sus últimos meses de vida, para concluir con el descubrimiento de Marie por parte de  Jérôme en el capítulo 9, antes de ir a su encuentro, en el capítulo 10, en el que de nuevo se hace referencia a la muerte de la anciana y a la gratitud. Pero la impresión que causa Marie en Jérôme parece sugerir que el final de Michka va a propiciar el nacimiento de algo que ella había ansiado intensamente, el cumplimiento de un deseo que no se había atrevido a formular abiertamente ante los jóvenes. 

Respecto al tiempo histórico, nada se dice en la novela, salvo que Michka nació en 1935 y que Nicole, la mujer que la acogió en su casa cuando era una recién casada, ha cumplido 99 años, lo que nos llevaría a situar los hechos en la época actual, en los años inmediatamente anteriores a la publicación de la novela. 

En cuanto al espacio, se limita casi exclusivamente a la habitación de Michka en la residencia, un espacio cerrado y reducido, como cerrado y reducido es el espacio del piso de la anciana, al que nos  traslada Marie en el capítulo primero; ambos espacios son representativos de la "vida reducida, menguada" que llevará Michka de ahora en adelante. Poco sabemos de la ciudad donde transcurren los hechos, cuyo nombre no se indica, pues el único topónimo que se menciona es el de La Ferté-sous-Jouarre, la población donde vivían Nicole y Henri cuando la acogieron, un dato  esencial para encontrarlos.

Tal como hemos indicado, la historia se narra desde dos puntos de vista distintos, el de Marie y el de Jérôme. Ambos son narradores internos, pues son, además,  personajes de ficción que forman parte de la historia y narran los hechos en primera persona: "Ha llegado el día de la entrevista. Michka ocupa el mismo lugar que en su sueño. Pero yo estoy aquí, apoyándola" (pág. 24). No obstante, en ocasiones, de la primera persona se pasa a la tercera, como ocurre cuando se relatan  las pesadillas de la anciana; sin embargo, no podemos hablar de un narrador omnisciente —muy raro en la narrativa actual, pues tanto Marie como Jérôme conocen los sueños de Michka porque esta se los ha contado a ellos, como explica Marie: 

"Contaba sus sueños una y otra vez, con pequeñas variantes, ya fuese porque el recuerdo iba haciéndose cada vez más nítido, ya fuese porque añadía detalles cada vez más jugosos, pero siempre con la intención de que nosotros —que íbamos y veníamos a nuestro antojo, que estábamos en plena posesión de nuestras facultades— pudiésemos comprender el terror que la embargaba". (pág. 23)

Ni Marie ni Jérôme forman parte del sueño y, por tanto, pasan a ser narradores externos que cuentan en tercera persona. Ambos tienen un conocimiento limitado de los hechos. Marie es, además, una narradora no del todo fiable, como ella misma confiesa: "Me vienen a la memoria los momentos compartidos. Otros los he olvidado. E invento los que me perdí" (pág. 13). Imagina, por ejemplo, lo que debió pasar aquel día de otoño en que Michka entró en pánico y pulsó el botón de la teleasistencia. Más fiable resulta Jérôme como narrador  pues graba sus encuentros con los pacientes con fines profesionales: "A la señora Seld la grabé a partir de la quinta o la sexta sesión. Lo tengo todo archivado" (pág. 43). Marie, más implicada emocionalmente, es una narradora más subjetiva, mientras que Jérôme es al principio un narrador más objetivo, más distanciado, y su discurso más técnico,  pero va evolucionando a lo largo de la novela, a medida que su relación profesional con Michka se va convirtiendo en una relación de afecto mutuo y el lenguaje técnico deja paso a un discurso más personal, incluso poético, en el que se traslucen las emociones:
"Veo, como si estuviese allí, esas extensiones vacías, áridas, esos caminos devastados que surgen en mitad de sus frases cuando intenta hablar. Paisajes desolados, sin luz, de una trivialidad inquietante, y nada, absolutamente nada a lo que aferrarse. Imágenes del fin del mundo". (pág. 135)

Los tres personajes principales están marcados por las penas de la infancia, cuyo recuerdo perdura en la vejez, como ha comprobado el logopeda en su contacto con los ancianos. Michka, una anciana frágil que trabajó como correctora de pruebas de una importante revista, sufrió la pérdida de sus padres y el silencio sobre ellos, pero además es consciente de que está olvidando las palabras que dominó en su juventud y se siente angustiada ante la posibilidad de no poder pagar la deuda contraída con las personas que le salvaron la vida cuando era una niña. Marie, criada por una madre sola, incapacitada para ejercer como tal, duda ante su futura maternidad temiendo repetir los errores de su progenitora, y Jérôme prefiere mantenerse a distancia de un padre al que ha decepcionado, por temor a ser herido de nuevo. 

Sin embargo, a pesar de esas viejas heridas, los tres son personas buenas que se preocupan por los demás, pues la autora consideraba  cuando escribió la novela que su país estaba necesitado de benevolencia, pero se puso un límite: no caer en el sentimentalismo. Michka se preocupa por la vida personal de los dos jóvenes que la visitan y, como dice Jérôme, es capaz de meter el dedo donde más duele. Le inquieta la maternidad en solitario de Marie, pero la anima a continuar con su embarazo confesándole lo que representó para ella responsabilizarse de una niña que no era su hija: "Por primera vez empecé a esmerarme en alguien que no era yo. Eso lo cambia todo" (pág. 77). Insiste en aconsejar a Jérôme que retome la relación con su padre antes de que sea demasiado tarde, porque "los remordimientos son muy malos". Trata incluso de provocar el encuentro entre los dos jóvenes, que están sin pareja, algo que solo se producirá cuando ella ya haya desaparecido. Marie, por su parte, reconoce la deuda contraída con esa mujer que se comportó con ella como una madre  y a la que le debe incluso la vida. Cuando Michka depende de los demás, Marie se ocupa de ella, la escucha  y hace lo que está en su mano para solucionar los problemas cotidianos que surgen en la residencia y para cumplir el deseo de la anciana de encontrar a sus salvadores. En cuanto a Jérôme, un joven que adora a los viejos  en opinión de Michka, debido a los problemas con su padre, su deseo de ayudar a la anciana lo llevará a dedicar sus vacaciones a buscar a Nicole y a Henri, y conseguirá emocionarla con el relato de lo que ha averiguado sobre una parte de la vida de la anciana desconocida para ella. Michka creerá estar soñando cuando ese joven tan guapo le dé un abrazo y baile con ella al ritmo de "La valse a mille temps" de  Jacques Brel, en una escena que ambos saben que es una despedida. Jérôme es también quien promete a Michka poner por escrito todo lo que han hablado, lo que justificaría la existencia de la novela.

Como sucede a menudo en la narrativa actual, es mucho lo que se calla  sobre los personajes, de cuya vida llegamos a saber muy poco, en realidad, y las descripciones de los mismos son apenas unas breves pinceladas. Y es que en la novela es tan importante lo que se cuenta como lo que no, las palabras y los silencios; silencios como los que se tejen en torno a la infancia de Michka, vacíos en la historia de su vida que la prima de su madre se negó a llenar con la palabra. Silencios como los que rodean a la figura de la  madre de Marie o al desencuentro de Jérôme con su padre, problemas insinuados solamente, sobre los que los lectores volveremos a pensar una y otra vez. 

La organización del texto narrativo en escenas breves en las que predomina el diálogo sobre la narración y la descripción, hace que se hable de una novela muy teatral, fácilmente transformable en un guion cinematográfico o en una obra de teatro. La aparente sencillez del lenguaje, su naturalidad,  es el resultado de una cuidada depuración. Pero uno de los grandes méritos de la novela es que la autora ha tenido que inventar un lenguaje para reproducir la forma de expresarse de una persona con afasia. Michka, cuando se le resiste una palabra, la sustituye por otro vocablo del idioma o por uno inventado que guarda con el ausente una similitud fonética y crea un nuevo significado que produce, a menudo, un  efecto cómico o poético: la anciana explica que no puede seguir en su piso porque vive "en un sexto sin aspersor";  en su casa caminaba dando vueltas por el balcón "a lo largo y rancho, como los prisioneros"; los residentes se convierten en "resistentes" y más tarde en "resignantes", y  el embarazo en "alborozo". Otras veces, recurre a circunloquios —Simone Veil es "la que salió del campo..." o a onomatopeyas, abundantes en la novela. Pero a medida que los trastornos del habla se hacen más acusados, las palabras perdidas son ocupadas por vacíos: "-Yo... no... entonces... hay que...", y las oraciones quedan incompletas haciendo cada vez más difícil la comunicación. Por todo ello, hemos de reconocer también la enorme dificultad que entraña la traducción, razón por la que la autora elaboró una especie de guía con indicaciones para los traductores.

Quizá algunos lectores puedan sentir rechazo o prevención ante una novela que aborda los problemas asociados a la vejez. Por ello, quisiera terminar animando a su lectura. Michka, la protagonista, es un personaje entrañable que nos emociona y, con frecuencia, provoca nuestra sonrisa con su forma de expresarse; con sus travesuras, que son sus pequeñas resistencias frente a la pérdida de libertad y autonomía, o sus opiniones sobre otros residentes. Delphine de Vigan ha escrito una novela llena de sensibilidad y belleza con la que, en contra de la opinión de André Gide, ha demostrado que es posible hacer buena literatura con buenos sentimientos. Al terminar la novela, los lectores no podemos sino agradecer a la autora esta mirada a la vejez cargada de amor y de ternura, y con las palabras que ella inventó para Michka, decimos: "Gracias, gracias de merdad".

Josefina López Granada
 


domingo, 28 de mayo de 2023

"Vivamos, querida Lesbia, y amémonos...", de Catulo



Rodin, El beso (1889), detalle


Poema V

Vivir, Lesbia, y amar. Vamos a ello.
Los chismes de los viejos amargados
nos tienen que importar menos que nada.
Puede ponerse el sol, salir de nuevo,
pero la breve luz de nuestros días
una vez que se apague, será noche
que habremos de dormir, interminable.
Dame mil besos ya, dame cien luego,
y más tarde otros mil y otra centena,
y mil más y cien más, todos seguidos.
Y al fin, cuando sumemos muchos miles,
los desordenaremos. Ni siquiera 
nosotros lo sepamos. Que no pueda
un envidioso echarnos mal de ojo
si conoce el total de nuestros besos.

(De Catulo, Poemas, Cátedra, Letras universales,
2006, ed. bilingüe de José Carlos Fernández Corte
y Juan Antonio González Iglesias)

5. Besos para Catulo

Vivamos, querida Lesbia, y amémonos,
y las habladurías de los viejos puritanos
nos importen todas un bledo.
Los soles pueden salir y ponerse;
nosotros, tan pronto acabe nuestra efímera vida,
tendremos que dormir una noche sin fin.
¡Dame mil besos, después cien,
luego otros mil, luego otros cien,
después hasta dos mil, después otra vez cien!
Luego, cuando lleguemos a muchos miles,
perderemos la cuenta para ignorarla
y para que ningún malvado pueda dañarnos,
cuando se entere del total de nuestros besos.

(Catulo, Poesías, Alianza, 2000, traducción,
introducción y comentario de A. Ramírez de Verger)

VERSIÓN ORIGINAL:

Carmen V

Vivamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis!
Soles occidere et redire possunt:
nobis cum semel occidit brevis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut ne quis malus invidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.


Busto de Catulo en Sirmione, Italia. (wikipedia)

Cayo Valerio CATULO (ca. 84-54 a. C.) fue un prestigioso poeta latino de finales del periodo republicano de Roma. Pocos son los datos que conocemos sobre su vida. Según la Crónica de San Jerónimo, nació en Verona en el año 87 a. C. Pertenecía a una familia acomodada con posesiones en Verona, Sirmión y cerca del Tíber. Pasó gran parte de su vida en Roma, donde hizo buenos amigos y conoció a las personalidades de la época: Pompeyo, Cicerón, Catón y César, entre otros. Se convirtió en amante de una mujer casada, una de las hermanas del tribuno P. Clodio. Compuso una colección de poesías que fueron publicadas no antes del año 54, y murió en Roma a los treinta años, es decir, en el año 57. Sin embargo, según explica Antonio Ramírez de Verger, san Jerónimo no fue exacto pues es seguro que Catulo vivía en el 55 por sus referencias a las campañas de Julio César en la Galia y Germania en dicho año y por la alusión al segundo consulado de Pompeyo, ocurrido en el mismo año. Aclara Ramírez de Verger que el año de su muerte se suele fijar en el 54 y el de su nacimiento, por tanto, en el 84, aunque no hay seguridad al respecto. La única certeza es que su muerte debió de ocurrir antes del año 32, por una alusión de Cornelio Nepote en su biografía de Ático.

Catulo pertenecía al grupo poético de los "novísimos" (poeti novi) o neotéricos, como los llamó Cicerón despectivamente. Estos reaccionaron contra la poesía tradicional romana, que se limitaba a la poesía épica y dejaba la lírica y el epigrama para los aficionados. Los neotéricos adoptaron el programa literario del poeta alejandrino Calímaco (ca. 305-240 a. C.), cuyos principios literarios  resume R. de Verger: a) preferencia por las formas literarias menores (poesía didáctica y bucólica, epigrama, himno, epilio); b) gusto por la obra acabada y pulida; c) propensión a las referencias eruditas (mitología, ciencia, geografía, astronomía); d) originalidad en los temas y en su tratamiento, y e) subjetivismo.

Así, a partir de Catulo, la poesía latina pudo emular no solo a Homero y a Menandro, como había hecho hasta entonces, sino también a los grandes líricos griegos (Safo y Alceo, entre ellos) e incluso superar el epigrama amoroso griego en una forma nueva: la elegía amatoria latina.

Gran parte de la producción poética de Catulo gira en torno a Lesbia, su gran pasión. El nombre con el que designa  a su amada es un seudónimo poético (métricamente equivalente al nombre real, como era costumbre entre los poetas amorosos). Con él quería evocar la belleza, la cultura y el refinamiento de su amada por referencia a la isla de Lesbos, patria de Safo, la poetisa que tenía un atractivo especial para ambos. La opinión más extendida identifica a Lesbia con Clodia, segunda hija de Apio Claudio Pulcro, cónsul en el 79, y esposa de Quinto Metelo Céler, gobernador de la Galia Cisalpina (la tierra de Catulo) en el 62 y cónsul en el 60. Lesbia produjo en el poeta una atracción irresistible por su belleza, su elegancia, refinamiento y cultura. Vivió con ella una apasionada y turbulenta historia de amor que pasó por las fases de felicidad, duda, reconciliación y ruptura definitiva. De sus poemas se deduce que Catulo la amó profundamente y que entendió su relación como un pacto de amor entre enamorados, con dos condiciones: amor y fidelidad. Pero, al parecer, Lesbia no entendió la relación en esos términos y sus infidelidades provocaron la ruptura. Catulo, cuya actitud hacia Lesbia y hacia las mujeres, en general, fue la de un romano tradicional, buscó un ideal de mujer que no existe y de ahí su fracaso en el amor, en opinión de R. de Verger. 

La popularidad de Catulo y de su Poema V, en particular, se ha mantenido hasta nuestros días. El poeta renacentista Cristóbal de Castillejo (h. 1490-1550) parafrasea el poema de Catulo en la siguiente composición: "Dame, amor, besos sin cuento, / asida de mis cabellos, / y mil y ciento tras ellos, / y tras ellos mil y ciento, / y después / de muchos millares, tres; / y porque nadie lo sienta, / desbaratemos la cuenta / y contemos al revés".

Ya en nuestro siglo, la poeta Aurora Luque actualiza el poema en una composición  de La siesta de Epicuro (2008), una desenfada versión feminista del poema en la que es Lesbia quien invita a Catulo al goce del amor: "Lesbia hoy // A vivir y a gozar, que son dos días / y uno sale nublado, mi Catulo. / Pasemos del acoso de chismólogos: / sus ladridos no valen medio euro. / Se enciende cada día el espectáculo. / Nuestros focos, en cambio, firman breves / contratos con la luz. Y luego llega / el apagón molesto de la muerte. / Dame mil besos, hazme mil caricias, / te haré luego otras mil, y luego ciento, / dame un millón de besos, luego otro, / diez mil abrazos, mil noches enteras. / Que sean tantos que a los paparazzi / les revienten las cámaras de fotos".

[La información sobre el autor procede de la Introducción de Antonio Ramírez de Verger, en la edición de Alianza Editorial]

domingo, 21 de mayo de 2023

"Nudo de amor", un poema de Menna Elfyn

 



Nudo de amor

 Ilka morn auld love's a han
Gerda Stevenson

Cada mañana el viejo amor se renueva
como un regalo
como el collar que no puedo abrochar
sin la ayuda del amor. El cierre
y el ojo no me dejan creer
que puedo atarlo sola detrás de la nuca.
Es preciso un ritual, el unísono
entre dos, el seguro secreto
que permite que el collar
caiga sobre mi pecho, el nudo escondido
que une a dos amantes.

De generación en generación
esta obligación tan simple,
esta tarea entre amantes
solo es un momento
entre el pulgar y el índice.

Me pregunto si estas bellas cuentas
fueron fabricadas en otra era
para que este ritual para dos
se volviera una ceremonia común
en una cueva o en una alcoba privada
para que las dos partes se acoplaran en la nuca,
para verlas unidas,
para acariciar en el acto de cerrar
este compromiso ordenado.

Dependen la una de la otra, como el collar,
necesidad y ruego del amor, una cadena
que brilla y va más allá de las perlas,
renovada, inquebrantable.

(De Bondo, trad. de Eli Tolaretxipi, Trea, 2022)

Menna Elfyn es poeta, dramaturga, columnista y editora galesa que escribe en galés. Nació en 1951 cerca de Swansea, en el País de Gales, en una familia cuyos miembros hablaban galés y cuyo padre era pastor protestante de la iglesia galesa. Fue encarcelada dos veces por su campaña como activista de habla galesa. Miembro de la Royal Society of Literature y de la Academi Gymreig, es una de las personalidades literarias en lengua galesa con mayor proyección internacional. Su trabajo ha sido traducido a dieciocho idiomas. Entre sus libros de poesía (algunos de ellos publicados en edición bilingüe en inglés y en galés) destacan  Eucalyptus: Detholiad O Gerddi / Selected Poems 1978-1994 (1995), Cell Angel (1996), Cusan Dyn Dall / Blind Man's Kiss (2001), Perfaith Bam / Perfect Blemish (2005, publicada en Trea como Mancha perfecta, 2011), New Poems (2007), Murmur (2012) y Bondo (2017). Es autora también de obras para niños, piezas teatrales, guiones y libretos para óperas y dirige el programa de escritura creativa para posgraduados en el Trinity College de Carmarthen y es escritora residente en Swansea University. Coeditó la célebre antología Bloodaxe Book of Modern Welsh Poetry (2003). Reside en el pueblo galés de Llandysul.

Eli Tolaretxipi, su traductora, escribe sobre Bondo:

"la palabra 'bondo' significa alero en galés; puede sonar en inglés a lazos y vínculos, y a su vez es una lengua en extinción del nordeste de la India, donde Menna Elfyn pasó una temporada. Además, en lengua galesa a los aviones comunes (delichon urbicum) se les llama 'gwenoliaid' y 'bondo'. En el libro hay pájaros propios de la literatura medieval galesa, como los de Rhiannon y el cuco de Abercuawg; y también elementos que se desarrollan en poemas seriados o en poemas solos donde se sigue aludiendo a los lazos y a las conexiones, entre diferentes lenguas y culturas y entre distintas latitudes del mundo, donde subyace también la poesía ahogada por esa misma humanidad, esa misma civilización. [...] Bajo los aleros que dan título al libro, los humanos conversan o se preservan de la lluvia, y los pájaros descansan de sus migraciones o anidan; los aleros son también el hogar del que alguna vez se parte; crean un espacio donde los pájaros se acicalan, enseñan sus lecciones unos a otros, crean lazos entre los distintos".

Menna Elfyn. /JOHN BRIGGS

domingo, 14 de mayo de 2023

"El mundo es un lugar hermoso..." y otro poema de Lawrence Ferlinghetti



  Lawrence Ferlinghetti, en los años 60./
ELSA DORFMAN
                                                          


25

            El mundo es un lugar hermoso
                                                     donde nacer
si no te importa  que la felicidad
                                            no  sea siempre
                                                                  tan divertida
      si no te importa esa pizca de infierno
                                                      de vez en cuando
                     justo cuando todo estaba bien
                                                      ya que ni siquiera en el cielo
                                           están cantando
                                                               todo el rato.

            El mundo es un  lugar hermoso
                                                        donde nacer
si no te importa que alguna gente muera
                                                                  todo el rato
                      o  pase un hambre mortal
                                                              parte del tiempo
         lo cual no es ni la mitad de malo
                                                           si no eres tú.

Oh, el mundo es un lugar hermoso
                                                        donde nacer
                       si no te importan
                                               unas pocas almas muertas
                   en los pisos más altos
                                                     o una bomba o dos
                                   de vez en cuando
                                                               en tu carita respingona
o algunas otras inconveniencias
                               como que nuestra sociedad Marca Registrada
                                   sea presa de
                                                         sus hombres de la distinción
      y sus hombres de la extinción
                                                     y sus curas
                           y otros patrulleros
                                                     y sus segregaciones varias
       e investigaciones del congreso
                                                       y otros estreñimientos
       de los que nuestra tonta carne 
                                                     es heredera

Sí el mundo es el mejor lugar de todos
                                                    para un puñado de cosas como
montar una escena divertida
                                      y montar una escena de amor
y montar una escena triste
            y cantar graves canciones y sufrir de inspiración
       y pasear
               mirándolo todo
                            y oliendo las flores
       metiendo mano a las estatuas
                                                      y hasta pensar
                                                                       y besar a la gente y
                 hacer bebés y llevar pantalones
                                               y tocarse el sombrero y
                        bailar
                                e ir a nadar en los ríos
                       en picnics
                                   a mitad del verano
    y así en general 
                               "vivir la vida"
   pero justo entonces en mitad del asunto
                                                              llega sonriente 
 
                                                  el sepulturero

                                      De Pictures of the gone world, 1955


I

En las mejores escenas de Goya creemos ver
                                              los pueblos del mundo
        en el momento exacto en que 
                 obtuvieron por vez primera el título de
                                                                   "humanidad sufriente"
            Se retuercen sobre la página
                                            en un genuino estallido
                                                                     de adversidad
            
             Amontonados
                        gimiendo con bebés y bayonetas
                                                             bajo cielos de cemento
                 en un paisaje abstracto de árboles derribados
                      vencidas estatuas murciélagos alas y picos de aves
                                     resbaladizas horcas
                        cadáveres y gallos carnívoros
                  y todos los monstruos que gritan el final
                         de la 
                                   "imaginación del desastre"
                  son tan condenadamente reales
                                               es como si aún  existieran

Y lo hacen

                   Sólo el paisaje ha cambiado

Todavía deambulan por las carreteras
          plagadas de legionarios
                      falsos molinos de viento y gallos dementes
Son las mismas personas
                                         sólo que más lejos de casa
       en autopistas de cincuenta carriles
                                sobre un continente de hormigón
                                          parcelado con paneles insípidos
                           que ilustran imbéciles espejismos de felicidad


                           La escena muestra menos carretas
                                                     pero más ciudadanos colocados
                                                                       en coches de colores
                                   y llevan extrañas matrículas
                              y motores
                                               que devoran América

                                                De A Coney Island of the Mind, 1958 
(Incluidos en Lawrence Ferlinghetti, El pulso de la luz. Poesía escogida.
Selección, traducción y prólogo de Antonio Rómar, Salto de Página, 2016)


Lawrence Ferlinghetti (Nueva York, 1919-San Francisco, 2021) fue el poeta, activista, editor, librero y artista plástico estadounidense que, en los años 50, ayudó a impulsar el movimiento contracultural de la generación beat, de la que formó parte.

Era hijo de inmigrantes europeos y el menor de cinco hermanos. Su padre, italiano,  falleció antes de que él naciera y su madre, hija de francesa y judío sefardí,  no soportó la pérdida de su marido y tuvo que ser ingresada en un hospital psiquiátrico. Fue educado por su tío materno Ludovic y la esposa de este, Emily, de habla francesa. Cuando sus tíos se separaron, Ferlinghetti fue a vivir a Francia con  su tía. Al regresar a Estados Unidos, pasó un tiempo en un orfanato mientras su tía buscaba trabajo, y en Bronxville, donde se instalaron, Ferlinghetti encontró una familia de adopción. Estudió en la Universidad de Carolina del Norte, donde obtuvo el título de periodista en 1941; logró la maestría en la de Columbia en 1948 y se doctoró con una beca en la Sorbona de París en 1951. Su tesis en literatura comparada trata sobre la ciudad como símbolo de la poesía moderna. Durante su estancia en París viajó por España e Italia.

Fue marine durante la Segunda Guerra Mundial, al mando de uno de los grupos que desembarcaron en Normandía. Seis semanas después del lanzamiento de la bomba atómica, desembarcó en  Nagasaki, lo que lo convirtió en un pacifista convencido, opuesto a la política imperialista y belicista de su país. 

En  1946, en el barco que lo conducía a Francia, conoció a su futura esposa, Selden Kirby-Smith, que también se dirigía a París para realizar el doctorado. Contrajeron matrimonio a su regreso a  Estados Unido, en abril de 1951. Tuvieron dos hijos y se divorciaron en 1976.

Entre 1951 y 1953 se dedicó a la crítica literaria y a la pintura e impartió clases de francés. En 1952 se marchó a la costa oeste de Estados Unidos y en 1953, en pleno apogeo del macartismo, se instaló en San Francisco, atraído por un movimiento contracultural emergente en la ciudad, donde  fundó  la librería City Lights con el objetivo de financiar la revista homónima, que en 1956 se transformó en editorial y publicó una colección de libros de poesía de bolsillo. El nombre es un homenaje a la película homónima  de Chaplin, quien les dio permiso para utilizarlo. Fue entonces cuando entró en contacto con los escritores beats, a quienes editó algunas de sus obras. La publicación en 1957 de Aullido de Allen Ginsberg lo llevó al banquillo, acusado de vender material pornográfico, pero fue  finalmente absuelto en un juicio muy mediático. Como periodista trabajó en la revista Time. Falleció en su residencia de North Beach, en San Francisco, cuando le faltaba un mes para cumplir 102 años.

Lawrence Ferlinghetti, en la puerta de su librería (REUTERS)

Ferlinghetti entendía la poesía como un arte insurgente  cuya función es "demoler con luz". Su poesía, escrita en un estilo conversacional y pensada para ser leída en voz alta al ritmo reflexivo de la música de jazz, muestra su visión irreverente y desencantada de política y la sociedad estadounidense, denuncia la destrucción del planeta y la injusticia social, al tiempo que reivindica la libertad sexual. Llegó a ser enormemente popular  porque tocó la fibra sensible de la juventud descontenta. Su poemario A Coney Island of the Mind se convirtió en el libro más vendido de cualquier poeta estadounidense del siglo XX  llegando a vender más de un millón de copias en Estados Unidos y en el extranjero. 

Es autor de más de treinta libros de poesía, entre ellos, Pictures of the Gone World (1955), ¿Tyrannus Nix? (1969),  Endless Life: Selected Poems (1981), These Are My Rivers... (1993), A Far Rockaway of the Heart (1997) y Poetry as Insurgent Art (2007). Es autor, además, de ocho obras de teatro y tres novelas: Her (1966), Love in the Days of Rage (1988) y Little Boy: A Novel (2019), publicada cuando el autor tenía cien años.

En 1993 recibió el Poetry Prize City of Rome y en 1998 fue laureado como poeta de la Ciudad de San Francisco. En 2000 recibió un premio honorario del Círculo Nacional de Críticos de Libros, y cinco años después, una medalla del Premio Nacional del Libro. En 2003 fue elegido miembro de la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras, y en 2007 fue nombrado Comandante de la Orden de las Artes y las Letras de Francia.

Ferlinghetti, con sus pinturas. BRIAN FLAHERTY / NYT

domingo, 7 de mayo de 2023

"Tiempo", un poema de Ada Salas


Cinamomo o árbol del paraíso, en flor



TIEMPO

I

NO conocer el nombre de los pájaros
pero
reconocer en ellos
a aquellos que anunciaban el verano. Exactamente
ellos. La misma
inexpresable
soledad. La finísima hoja 
azul de la promesa
                               —un pan de oro
limpio
sobre el cielo—. Ese canto abre un túnel
estás
exactamente allí
                              el níspero la higuera
los rosales
                  —su corona
de luz

el lilo las celindas
el jazmín.

La minúscula flor
del cinamomo. 

El melocotonero.

No conoces el nombre de los pájaros
te dicen
             lo que esperabas
fue.
       Aún esa profunda
desesperación

aún

esa belleza.


II

SE movían
las ramas. Se movían
las sombras
tumbada bocarriba feliz sobre la tierra bajo
las encinas. El olor
de la hierba. Las traía 
la brisa
            —algunas flores
blancas
amarillas moradas a veces en el plano
de visión—. Y el tiempo se hizo
tres. Se hizo tres
mi cerebro
—cuánto
me asombraba
de niña 
la imagen de Moisés dividiendo las aguas.
Pensaba en los cangrejos los erizos.
Pensaba en tanta gente atravesando
tropezando sus pies.
Pensaba aquellos muros a punto de cerrarse
sobre 
sus cabezas.
Pensaba en esos muros.
Moviéndose.
De agua.
Y en la ausencia
del Sol
            el brillo
de su carro
fulgurando tan lejos—. Y con qué 
claridad
—os decía
se hizo tres mi cerebro. Exactamente
como
si el mar se hubiera abierto en tres mitades. Una
era yo
de pequeña sintiendo
—olfato vista
tacto
primavera tardía aire tibio el campo
de mi tierra el mundo suspendido en la
contemplación.
La otra era yo en aquel momento. La misma
plenitud. Igual
felicidad.
               La tercera
llegó 
con una lacerante
nitidez: el recuerdo
—o, mejor,
la conciencia
de haber sentido
entonces
con más
intensidad
—¿serás tú, intensidad,
la palabra que busco?—. La tercera era yo
añorando mis ojos
el olfato mi tacto
añorando ese yo que sentía ese campo sintiéndose
partícipe
de toda esa belleza. Perfectamente pude
sentir
—¿o recordar?
cómo sentía. Perfectamente 
pude
darme cuenta. Y me vi
desde arriba
                     —un plano
cenital
una mujer
tumbada—.
                   Una Eva en el
paraíso expulsada. El agua
de sus lágrimas
bajando por
las sienes. Empapando
su pelo. Un plano
cenital una mujer

saliéndose del mundo.
   

(De Arqueologías, Pre-Textos, 2022)


Escribe el poeta Jordi Doce en su magnífica reseña* del último poemario de Ada Salas que toda la poesía última de la extremeña "toma la forma de soliloquio, de un diálogo con ese 'tú' —aprendido en Cernuda y en Valente, entre otros— que es uno mismo, pero que engloba al lector y lo vuelve oyente privilegiado de lo que ahí se dice".

Añade Jordi Doce que, al igual que en Descendimiento (2018), el  anterior libro de Ada Salas, en el cual establecía un diálogo con el cuadro homónimo de Rogier van der Weyden, en Arqueologías insiste en la idea de descenso, de ingreso en "lo oscuro", en este caso en el ámbito de los yacimientos arqueológicos:

Dividido en dos secciones más o menos simétricas, "Antiquarium" y "Civitas", con un poema suelto a modo de introducción, este libro está obsesionado con lo oculto, lo que vive bajo tierra, lo que es exhumado y vuelve a la luz. Pero esta realidad material lo es también temporal: se trata de restos y objetos del pasado, presencias ("instantes") que hablan de un tiempo que ya no es pero que sigue existiendo a través de ellos y nos interpela.

"Tiempo", perteneciente a la  segunda sección, forma parte de un grupo de poemas que, en palabras de Jordi Doce, "son epifanías, escenas del pasado que exploran el vínculo con la naturaleza y buscan, una vez más, curar la herida del tiempo". 

*En:  http://jordidoce.blogspot.com/2022/08/incursiones-en-un-pasado-que-nunca-se.html

viernes, 5 de mayo de 2023

Semana del libro del 21 al 28 de abril

Durante el pasado mes de abril, y especialmente concentradas en la última semana, se han realizado o puesto en marcha diversas actividades en conmemoración del Día del Libro.

Como actividad previa debemos reseñar la inesperada “visita de María Moliner”, quien volvió a su antiguo instituto los días 17 y 19 para hablar a los alumnos de 1º de ESO de su Diccionario de uso –una obra imprescindible de la lengua española– y de su trayectoria vital desde que nació en el zaragozano pueblo de Paniza en 1900 hasta que, en 1972, fue propuesta –lamentablemente sin éxito– para ocupar un sillón de la Real Academia Española. La ilustre filóloga aragonesa, interpretada con gran talento por la actriz Inmaculada Carné, dio una “clase diferente” a los alumnos para que, de una forma amena, con humor y muchas anécdotas personales, conocieran su vida y su obra.

La sorpresa para los alumnos de 1º D no quedó ahí, pues, mientras asistían a la animada charla de María Moliner, entraban en el aula las cámaras de Aragón TV para informar en directo de la actividad y entrevistar a la actriz y a algunos alumnos.


 

Ya durante la Semana del Libro propiamente dicha, el PIEE (Proyecto de Integración de Espacios Escolares), en colaboración con la Biblioteca, organizó la actividad “LIBERA UN LIBRO”. En el vestíbulo del pabellón central se instaló un punto de intercambio de libros para que cualquier estudiante, docente o trabajador del centro pudiese donar y/ o llevarse libros y así compartirlos con otros aficionados a la lectura. Se sugería que el libro “liberado de nuestra estantería” –por haber sido ya leído– fuese depositado con una nota o comentario personal dirigidos al anónimo lector siguiente.


 

Con el lema “CELEBRAMOS LA LECTURA, LA IMAGINACIÓN Y LOS VIAJES que hacemos con las historias que leemos”, se ha instalado en el espacio artístico del vestíbulo central una exposición con las imágenes que ilustran los relatos que nuestros alumnos y alumnas escribieron en noviembre con motivo de la XIV Semana de la literatura de misterio y terror. Las ilustraciones, creadas ex profeso a partir de los relatos seleccionados para la revista “Cuadernos de Biblioteca. Relatos para pasarlo de miedo”, son obras realizadas por los alumnos de 1º H del Bachillerato de Artes, dirigidos por la profesora Gloria García en la asignatura Proyectos. La exposición permanecerá abierta durante las próximas semanas.




Y, por último, cabe añadir que el pasado día 27 tuvo lugar la entrega de premios del XVIII Concurso de Poesía IES Goya, organizado por las profesoras Isabel Abanto y Marisa Mateo, coordinadoras del Programa “Poesía para Llevar” en nuestro centro, en colaboración con la Biblioteca y el departamento de Lengua Castellana y Literatura. Los alumnos galardonados fueron Kautar El Harrathy, de 1º ESO B; Ainhoa Gracia Barrios, de 3º ESO D, y Alejandro Reula Polo, de 2º de Bachillerato A. Los premios, patrocinados por la AMPA del instituto, consistieron en libros de poesía contemporánea.
 
La directora, Ana Ínigo; la alumna premiada, Kautar El Harrathy, 
y el profesor responsable de la biblioteca, Javier Aznar.

 
La profesora de Literatura Mª Luisa Mateo con otra de las alumnas premiadas, Ainhoa García Barrios.

Kautar El Harrathy con sus amigos, también usuarios habituales de la biblioteca.