domingo, 4 de septiembre de 2022

"Occidente", de Mircea Cărtărescu


Sears Tower, Chicago. (es.m.wikipedia.org)


OCCIDENTE

Occcidente me ha bajado los humos.
he visto Nueva York y París, San Francisco y Frankfurt
he estado donde no habría soñado ir jamás,
he vuelto aquí con un montón de fotos
y la muerte en el alma.
creía significar algo y que mi vida significaba algo.
había visto el ojo de Dios mirándome con el microscopio
observando mi agitación en una lámina.
ahora ya no creo nada.
he servido para una estabilidad estúpida
para un olvido profundo
para una vagina solitaria.
vagaba por lugares que ya no existen.
¡oh, mi mundo ya no existe!
mi mundo apestoso en el que yo significaba algo.
yo, mircea cartarescu, soy nadie en el nuevo mundo
hay 1038 mircea cartarescu aquí
los hay 1038 veces mejores
hay aquí libros mejores que todo lo que he hecho
y mujeres a las que les importan un comino.
el huevo pragmático se resquebraja y Dios está aquí
precisamente en su creación, un Dios bien vestido
en ciudades bonitas y otoños espléndidos
y en una especie de suave nostalgia de Virginia del Sur en el coche
de Dorin (country music en los altavoces)...
ahora conozco mis límites
y conozco los límites de la literatura
pues yo he visto la Sears Tower
y he visto Chicago, en una bruma verdosa, desde arriba, desde la Sears Tower
y en la azotea de un rascacielos corrían dos galgos
y le dije a Gabriela, mientras tomábamos una Coca-Cola,
que mi vida estaba acabada.
es como en los Magos de Eliot: he visto Occidente
he sobrevolado Manhattan
he contemplado con ojos desorbitados mi muerte encantada
porque mi muerte es esta.
he mirado los escaparates de motos Suzuki
y me he visto en ellos mugriento, anónimo
he caminado horas y horas por Köningstrasse
entre chavales con skateboards.
Era el hombre en blanco y negro en una foto a color
Kafka entre arcadios.
poemas, pohemas, filosentiame
modernismos y discusiones en la taberna sobre quién es el mejor
listas elaboradas en el tren (volvía de Onesti): cuáles son las mejores
novelas rumanas de hoy
los diez mejores poetas vivos
tal y como los papuanos
escupen todavía en el caldero de vino de palma, para que fermente...
pero la poesía una señal de subdesarrollo
como lo es mirar a tu Dios a los ojos
aunque no lo has visto nunca...

he visto juegos de ordenador y librerías y ambos me parecen lo mismo
he comprendido que la filosofía es entertainment
y que la mística es show-biz
que aquí solo hay superficies
pero más complejas que cualquier profundidad
¿qué puedo ser yo allí? un hombre fascinado, loco de felicidad
pero con la vida terminada.
con la vida definitivamente jodida, como la del gusano de la cereza
que creía ser alguien
hasta que salió a la luz, rodeado de su inmundicia
(mi inmundicia, mis pobres poemas)
he visto gente para que la ley del aborto
es más importante que la destrucción de los Soviets
he visto cielos altos y azules, plagados de lucecitas de aviones
y he conocido el aullido de las cuatro mil universidades.
he subido a la torre Eiffel por las escaleras
y he subido al centro de Pompidou por el tubo de plexiglás
y he estado en el Fox Head en Iowa City...

he charlado sobre posmodernismo en Ludwigsburg
con Hassan y Bradbury y Gass y Barth y Federman
como charla el condenado con su verdugo
he grabado en mi grabadora el silbido del hacha
que me separa la cabeza del cuerpo.
sentía ganas de llorar ante el lujo de Monrepos:
¿cómo es posible? ¿por qué hemos nacido para nada?
¿por qué luchar contra Vadim y Funar?
¿por qué no podemos vivir de una vez?
¿por qué, ahora, cuando podríamos, por fin, vivir
respiramos de nuevo el olor acre de la basura?
posmodernismo y cuarentayocho
deconstrucción y tribalismo
pragmatismo y ombligos
y la vida, que es absurda...

he visto San Francisco, el golfo azul con barcos
y más allá el océano con islas boscosas
¡el Pacífico, imagínatelo!
metí las manos en el océano Pacífico: "thanking the Lord
for my fingers"
y me entraron unas locas ganas de partir.
Y en la famosa librería de Ferlinghetti (¡existe de verdad!)
como si penetraras consciente en tu propio sueño o en un libro...
me volvieron loco las calles de San Francisco
y Grant Street con sus baratijas chinas
y las palmeras gigantes y esas chicas tan graciosas
de los salones de belleza
(las clientas
no se miraban en espejos, sino en monitores a color)
y las noches americanas, ¿te acuerdas, Mircea T.?
junto a tu casita y la de Melisa, después
de ver películas de ciencia ficción toda la tarde, comer tacos
y beber cerveza Old Style
cuando salimos fuera nos abrumaron las estrellas
y los aviones silenciosos que se movían entre ellas
y en tu coche, el viejo Ford, el aire estaba helado
y me llevaste, atravesando la ciudad desierta, hasta mi querido
Mayflower Residence Hall.
y los desfiles de Thanksgiving y de Halloween
con viejos banqueros disfrazados de osos y de payasos
y el chico de origen checo interesado en Faulkner
y la pequeña coreana del Cambus amarillo
y la melancolía de las hojas amarillas de Iowa City
y nosotros dos, Gabi, haciendo compras, horas y horas
en el Targer y el K-Mart y en los Goodwill
y también en el fantástico Mall del centro...

...comía caramelos de canela mi primera mañana en Washington
con la cámara al cuello, en el frío de la plaza Dupont...
... pagué siete dólares por ver el Zoo de Nueva Orleans
y llovía, y todos los animales estaban en sus guaridas...
en el taxi discutiendo con el taxista negro,
sin entender una palabra de lo que me decía: "Hey, man..."
... maravillosos almuerzos en restaurantes chinos, tailandeses,
pero el mejor en el Meandros, los griegos del Soho...
... The Art Institute (a rebosar de impresionistas)
... The Freak Museum (amazing: ¡tres Vermeer!
... The National Gallery (retrospectiva de Malevich)

un hombre congelado durante cien años
abre los ojos y prefiere morir.
lo que ha visto es demasiado hermoso y demasiado triste.
porque allí no tenía a nadie y entre los dedos tenía un panadizo
y sus dientes estaban tan estropeados
y en la cabeza
tenía todo tipo de cosas inútiles
y todo lo que había hecho hasta entonces
tenía la mitad de la consistencia del viento.
un hombre inventó, en una lejana isla
una máquina de coser, hecha de bambú
y se creía genial, pues a ninguno de los suyos
se le había ocurrido nunca algo así, pero cuando llegaron los holandeses
le premiaron por el invento
regalándole una eléctrica
(gracias, dijo, y eligió morir)
no encuentro mi sitio, ya no soy de aquí
y no puedo ser de allí.

¿y la poesía? me siento como el último mohicano
ridículo como el dinosaurio de Denver.
la mejor poesía es la poesía soportable,
nada más: solo soportable.
nosotros hemos escrito durante diez años poesía buena
sin saber qué poesía tan mala escribíamos.
hemos hecho gran literatura, y ahora entendemos
que esta no puede traspasar el umbral, precisamente porque es grande,
demasiado grande, asfixiada en su propia grasa,
tampoco este poema es poesía
pues solo lo que no es poesía
puede resistir como poesía 
solo lo que no puede ser poesía.

Occidente me ha abierto los ojos y me ha golpeado la cabeza contra el dintel,
dejo a otros lo que ha sido mi vida hasta hoy.
que crean otros en lo que he creído yo.
que amen otros lo que he amado yo.
yo ya no puedo más, no puedo más,
no puedo más, no puedo más.

(En Poesía Esencial. Trad. y ed. de Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru,
Impedimenta Poética, 2021)


Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956) es poeta, narrador y crítico literario rumano. Candidato al Nobel de Literatura desde hace años, está considerado el más importante narrador rumano de la actualidad.

Licenciado en Literatura rumana (1980) por la Facultad de Letras de Bucarest, en 1999 obtuvo el  Doctorado en Literatura rumana con una tesis sobre el posmodernismo rumano. Después de graduarse en la universidad, fue profesor de secundaria, empleado de la Unión de escritores, editor de la revista Caiete Critic y, desde 1990, asistente y luego profesor titular en la Universidad de Bucarest. Está casado con la poeta Iona Nicolaie.

Antes de convertirse en el brillante narrador que conocemos, Mircea Cărtărescu cultivó la poesía. Formó parte de la llamada Generación blue jeans, un grupo de jóvenes que en los años 80 transformó la poesía de su país y convirtió la de su generación (que bebía en las fuentes de la tradición rumana del surrealismo y la vanguardia y en la recién descubierta poesía norteamericana)  en un instrumento de resistencia cultural contra la dictadura de Ceausescu, como ha señalado el autor:

"Aunque vivíamos en un oscuro rincón de Europa no teníamos ninguna clase de complejos culturales: nos considerábamos 'los mejores poetas del mundo' e intentábamos, siguiendo las huellas de Rimbaud, Lautréamont, del surrealismo y las vanguardias, de la Generación Beat, Bob Dylan y los Beatles, cambiar el mundo de manera radical, llevar la poesía a la calle y dotarla al mismo tiempo de fuerza y brillo."

Como poeta, debutó en 1971 con poemas  publicados en la revista Romana Literara. Participó en el Cenáculo de los Lunes -el Cenáculo de la Luna en la ficción de Solenoide, creado en 1977 en la Universidad de Bucarest por iniciativa de  un grupo de estudiantes bajo la mentoría de Nicolae Manolescu- que se convertiría en núcleo de la generación de los 80. En 1982 apareció el volumen colectivo Aire con diamantes, firmado por cuatro lunedistas, entre ellos Cărtărescu. Dos años antes, el autor había publicado Faros, escaparates, fotografías, con excelente acogida por parte de la crítica, y había leído en el Cenáculo su emblemático poema "La caída", un auténtico manifiesto que se convirtió en un hito y aupó  a su autor a la cima del grupo de jóvenes poetas. De su obra poética destaca El Levante (1990, una obra experimental Premio de la Unión de Escritores Rumanos), así como los poemarios  que, junto con Faros, escaparates, fotografías (1980),  fueron reunidos por la editorial Humanitas en el volumen Poezia (2015): Poemas de Amor (1980), Todo (1984), Amor (1994) y Nada (2010). 

A  los 30 años dejó de escribir poesía ("Llegó un momento en que la poesía renunció a mí", recuerda) para comenzar una nueva vida literaria como narrador. Su primera obra narrativa fue el volumen de cuentos Nostalgia (1993, Premio de la Academia Rumana). Le siguió Lulu (1994), novela que indaga en el misterio del doble y que le valió el Premio ASPRO. La trilogía  Cegador (1996-2007), reconocida con premios como el Von Rezzori y el Thomas Mann, supuso su consagración como narrador. Cabe destacar, además, los volúmenes de cuentos Las Bellas Extranjeras (2010) y El ojo castaño de nuestro amor (2012), así como la novela Solenoide (2015), considerada su obra más madura hasta la fecha.

En 2018 fue galardonado con el prestigioso Premio Formentor de las Letras. Sus obras han sido traducidas a más de veinte  idiomas.

La poesía de Cărtărescu es, en palabras de sus traductores al castellano, una poesía

que mira hacia "lo oral y lo plebeyo", redescubre y cultiva sin reticencias su gusto por el humor urbano, (re)vive la alegría de narrar, de narrar acontecimientos sin héroes y situaciones banales sin acontecimientos. Redescubre y revisita mitos populares y la literatura de los comienzos, los textos marginales que "han dado brillo y relevancia estética a una literatura subterránea olvidada" y que "han reactivado los genes recesivos de nuestro genotipo".

Respecto al poema elegido, el autor ha explicado, en entrevista concedida a Andrés Seoane para El Cultural, que nace del impacto experimentado en su primer viaje al extranjero, posible tras la revolución de 1989 que puso fin al régimen de Ceausescu :

Mi primer viaje al extranjero tuvo lugar en 1994, a los 34 años  y fui directamente a Nueva York. Es difícil imaginar el shock cultural que sufrí. El poema "Occidente" refleja ciertamente mi desesperación cuando me vi suspendido entre dos mundos, incapaz de adaptarme a ninguno de ellos, como los Reyes Magos del poema de T. S. Eliot, que no podían seguir siendo paganos después de ver el Nacimiento, pero que tampoco podían convertirse en cristianos. El tema de este poema es el ataque de pánico ante la libertad de alguien que ha vivido siempre en una cárcel. 

[La imagen del autor está tomada de eldiario.es]

1 comentario:

  1. ¡Qué extensión... Pues habrás empleado buena parte de tus vacaciones transcribiendo y comentando el poema... jejeje.
    Entonces, al final, ¿sólo es extrañeza por la libertad ¿no hay nada de crítica a los excesos capitalistas? Yo quiero creer que sí; al menos en esa primera época de inmersión capitalista del Este, en que por fuerza chocarían con las sobrias costumbres de consumo y con los preceptos morales enseñados en las escuelas del bloque comunista que sus ciudadanos mantendrían como algo no del todo prescindible; como todo lo que se aprende en la niñez y que a lo largo de la vida reclama la atención del individuo.
    Carlos San Miguel

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