domingo, 14 de agosto de 2022

"Labios bellos, ámbar suave", de Luis Antonio de Villena



Jazmín en flor./ Josefina López


LABIOS BELLOS, ÁMBAR SUAVE

Con sólo verte una vez te otorgué un nombre,
para ti levanté una bella historia humana.
Una casa entre árboles y amor a media noche,
un deseo y un libro, las rosas del placer
y la desidia. Imaginé tu cuerpo
tan dulce en el estío, bañado entre las
viñas, un beso fugitivo y aquel "espera,
no te vayas aún, aún es temprano".
Te llegué a ver totalmente a mi lado.
El aire oreaba tu cabello, y fue sólo
pasar, apenas un minuto y ya dejarte.
Todo un amor, jazmín de un solo instante.

Mas es grato saber que nos tuvo un deseo,
y que no hubo futuro ni presente ni pasado.

(De El viaje a Bizancio, 1978)

Luis Antonio de Villena. (ieturolenses.org)
Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951), poeta, novelista, traductor y crítico literario, es licenciado en Filología románica y realizó estudios de lenguas clásicas y orientales, pero, al concluir su formación universitaria, se dedicó al periodismo gráfico y después al radiofónico. Ha dirigido cursos de humanidades en universidades de verano y ha sido profesor invitado y conferenciante en distintas universidades nacionales y extranjeras. Desde 1973 escribe artículos de opinión y crítica literaria en periódicos españoles.

Adscrito a la Generación de los 70 (denominación que prefiere a la de novísimos), sus primeros poemas aparecen en la antología de Antonio Prieto Espejo del Amor y de la Muerte (1971),  respuesta o complemento de la de Castellet, Nueve novísimos poetas españoles (1970). Poco después publica su primer poemario Sublime Solarium (1971), un libro de adolescencia definido por el autor como "total y exageradamente novísimo", pues comparte con los jóvenes poetas de la antología de Prieto y con algunos de los novísimos  cierto barroquismo estetizante, los paisajes urbanos, las referencias metaliterarias y culturalistas y el refinamiento estilístico neomodernista (Santos Domínguez). El culturalismo de sus inicios se va depurando en libros posteriores, en los que se da entrada a las pasiones personales, hasta encontrar su estilo propio en una mezcla de la tradición clásica greco-latina y el esteticismo decadentista.  El viaje a Bizancio (1976), Hymnica (1979), Huir del invierno (1981), La muerte únicamente (1984), Como a lugar extraño (1990), Marginados (1993),  Asuntos de delirio (1996), Celebración del libertino (1998), Las herejías privadas (2001), Desequilibrios (2004), Los gatos príncipes (2005), La prosa del mundo (2007, 2009), Caída de imperios (2011), Proyecto para excavar una tumba romana en el páramo (2012), Imágenes en fuga de esplendor y tristeza (2016, Premio de la Crítica de Madrid) y Grandes galeones sobre la luz lunar (2020) figuran entre sus numerosos títulos publicados.

Es autor, además, de libros de relatos (Para los dioses turcos [1980], Amor pasión [1983], En el invierno romano [1986], El tártaro de las estrellas [1995], El mal mundo [1999], El bello tenebroso [2004]), novelas (Ante el espejo [1982], Chicos [1989], Fuera del mundo [1992], Divino [1994], El burdel de Lord Byron [1995], Fácil [1996], El charlatán crepuscular [1997], Oro y locura sobre Baviera [1998], Madrid ha muerto [1999], Pensamientos mortales de una dama [2000], La nave de los muchachos griegos [2003], Huesos de Sodoma [2004], El sol de la decadencia [2007] y El exilio del rey [2019]) y de tres volúmenes de  memorias.

Todo su imaginario gira en torno al deseo, a la pasión, a la armonía física, al homoerotismo, como señala Lorena G. Maldonado. Su obra creativa ha sido traducida a numerosas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica en la modalidad de poesía (1981), el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999), el Premio Generación del 27 (2004) y el II Premio Internacional de Poesía "Viaje al Parnaso" (2007). 

1 comentario:

  1. Me gusta su sinceridad. Porque aquello de los amores perpetuos, y todavía más en estos tiempos consumistas del usar y tirar, no parece nada realista.
    Carlos San Miguel

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