miércoles, 15 de diciembre de 2021

'De la roca nacidas', de Carmen Romeo Pemán

Grupo de lectura "Leer juntos" del IES “Goya”

Sesión del 8 de noviembre de 2021

Obra comentada: De la roca nacidas, Zaragoza, Publicación número 74 del Centro de Estudios de las Cinco Villas y número 3820 de la Institución Fernando el Católico, 2021

Autor: Carmen Romeo Pemán

Acuarelas: María Aguirre Romeo

Francisca Soria, durante su intervención

 

¿QUIÉN ES CARMEN ROMEO PEMÁN?

Nacida en El Frago (1948), a cuya escuela asistió hasta los 13 años, Licenciada en Filología Románica, ha sido profesora de la Universidad de Zaragoza y Catedrática en el Instituto “Goya” de esta ciudad.

A lo largo de su dilatada carrera como profesora ha ido publicando estudios y obras de carácter didáctico y literario. En los últimos años publica relatos regularmente en el Blog Letras desde Mocade. Algunos de esos relatos y otros inéditos integran De la roca nacidas. Todos ellos están ilustrados por las excelentes acuarelas de María Aguirre Romeo.

DE LA ROCA NACIDAS

Hoy, en el salón de actos del Instituto “Goya” se presenta en Zaragoza el libro de Carmen Romeo Pemán, De la roca nacidas.  Una cuidada edición del Centro de Estudios de las Cinco Villas y de la Institución Fernando el Católico, que consta de un Prólogo y una Introducción (14 páginas). Y estructura su contenido en cuatro partes (155 páginas) bajo el título de RELATOS Y ACUARELAS, divididos en cuatro apartados encabezados por sendos títulos.

Las fragolinas de mis ayeres (21 relatos: De la roca nacida. Nueva maestra para El Frago. Clases en el carasol de Vicenta. Y las niñas en una cocina. Sin leña para la escuela. Evaristo Sancharrén, alcalde de Las Cheblas. El baile de Salomé. El menú de santa Lucía. Pan para los rebeldes. En la feria de Ayerbe. La tinajica de Biescas. El calentador de Maricastaña. Aquel día parecía una novia. La Mamesa. La Pata de Orés. El día que Nicolasa rompió el hielo del Arba. Agua del cántaro. No quiero ser monja no. En la sala del tifus. En el molino del Arba.  El arte de hacer jabón).

Leyendas escolares (3 relatos: De reinas y princesas. Las acacias del Fosal. Los primeros cigarrillos).

De la tradición oral (5 relatos: En el camino de los Urietes. En la posada del Arba. Esteban y Orosia.  Mosén Matías. Un canónigo de Las Cheblas).

Esto no es un relato. Un interesante y fundamentado estudio filológico sobre la etimología del topónimo de El Frago.

Carmen Romeo tenía acostumbrados a sus lectores a unas esperadas entregas en el Blog “Letras desde Mocade” y, por fin, ha reunido una parte de ellas en este libro, ya presentado el pasado verano en El Frago, que hoy se presenta en Zaragoza.

Conociendo a la autora, se puede afirmar sin temor a equivocarse que nada en la organización del índice de esta publicación es casual. Se trata de una recopilación de algunos de sus textos y, por tanto, la autora se ha visto obligada a elegir y a darles una forma orgánica para su publicación.

La clave la da el primer relato, el que encabeza el libro, el cuento titulado De la roca nacida, Primer Premio del VII Concurso Nacional de Relatos Helvéticos en 2014.  Carmen incorpora en él la figura europea de Cristine de Pizan, autora de La ciudad de las damas[1], una compleja obra escrita en respuesta al muy famoso Roman de la Rose de Guillaume de Lorris y Jean de Meung, que relegaba a las mujeres a un papel marginal en la vida y en la historia. En su obra Cristine de Pizan reivindica a cuantas mujeres famosas han existido, ya fueran santas, reinas, literatas o heroínas literarias.

La protagonista de este primer cuento, Petra, de simbólico nombre, conoce a las damas que señorean las páginas de Cristine de Pizan, a través de su madre.  Es una muchacha que “siente en sus manos las viejas piedras de las casas del pueblo”, pueblo medieval, inexpugnable, visto por la muchacha desde abajo, desde el río Arba. Y desde esa perspectiva, ve la cuesta por donde suben las mujeres con su ropa lavada en el río o con sus cántaros llenos de agua; por sus calles ve a otras volver sudorosas y cansadas y más tarde, “después hundir los pies en el barro o de enzarzarse en las raíces de los árboles”, ya en sus casas, realizan todas las tareas, incluida la de hilar. Y Petra, que sabemos que conoce la Ciudad de las damas, tras compararlas, decide aferrarse a esas mujeres reales de las que sólo se conoce el nombre de pila y su pertenencia a una casa del pueblo. 

Carmen Romeo también se ha decidido por ellas.

Y de ahí el título, extendido ahora en plural a toda esta colección: De la roca nacidas –frase nominal que recuerda a aquella estirpe de la Eneida que procedía del tronco de un duro roble– designa a las fragolinas, una “estirpe” también, pero de la roca nacida.[2]

Aunque pudiera en algún aspecto parecerlo, esta colección de relatos no es una obra costumbrista. Es verdad que los románticos nos enseñaron a ver las peculiaridades de los diferentes lugares y a plasmarlas por escrito; y que, partiendo de ello, posteriormente los escritores costumbristas crearon obras tituladas escenas, cuadros, panorama, etc., seguidos de un adjetivo gentilicio.

Lo que Carmen Romeo hace no es costumbrismo fragolino, porque sus protagonistas no son nunca “tipos”, sino personajes dotados de una fuerte personalidad individual y porque ella se abstiene de hacer crítica o de ironizar sobre lo que cuenta.

La autora ha centrado su mirada en los márgenes precisos de la realidad de El Frago, la ha recorrido palmo a palmo, escudriñando en las calles y las casas, poniendo el oído atento a la memoria de las gentes, evocando tradiciones y recuerdos propios, para rescatarlo todo del olvido.

Y sobre esta base fragolina, ha ido tejiendo sus relatos y lo ha hecho con la austeridad de recursos que la caracteriza como narradora, pero, el ser una compilación de relatos hace de este libro una obra con una compleja muestra de técnicas literarias, producto de la suma de todas ellas.

Vamos a detenernos brevemente en algunas.

Hay una “marca general” de la autora, “una impronta carmenromeística”, en estos relatos: comienza las historias, como el Romancero, “in media res” –en mitad del asunto–, da unas pinceladas certeras iniciales, avanza en tempo muy rápido a contar el hecho relevante del personaje protagonista y deja abierto el final. Sirva de ejemplo En la feria de Ayerbe, que comienza así: "Engracia estaba ensimismada mirando el camino que llevaba a Ayerbe y cayó en la cuenta de que la habían vendido por moza vieja y porque no tenía dote"[3].

Pero Romeo construye cada relato de forma diferente.

A veces escribe siguiendo la tradición oral de la literatura. Así El molino del Arba reúne a un noble rijoso y la hermosa hija del molinero, un matrimonio forzado, una preciosa niña pelirroja, que forman parte de una leyenda. El relato corre y se pierde por el río Arba, pero permanece en la memoria de algunas gentes que lo llevan por los caminos y, finalmente, la ficción encuentra a su protagonista real. La joven mesonera Orosia se entera de sus orígenes al oír de boca de unos arrieros una vieja historia de las Cinco Villas.

En cambio, en El arte de hacer jabón y en Un canónigo de Las Cheblas, la autora se aventura en el camino trazado en el siglo XIX por los realistas y naturalistas franceses, que consistía en convertir en cuento o novela unos hechos sucedidos y reseñados en la prensa, en la sección "Faits divers" (hechos varios). De esta fuente bebieron Flaubert, Stendhal e incluso Dumas [4].

Carmen Romeo utiliza en el primero, El arte de hacer jabón, una fuente periodística que no cita, aunque sí registra su firma, Febus, que narra un horrible fratricidio. Juan Valdanuez murió a manos de su hermano mayor Pedro a cuenta de una herencia y de unos celos. La tragedia trajo una secuela, pues a Pedro, que mintió al juez, lo mató al salir de la cárcel Macario, que conocía su secreto. En el segundo, Un canónigo de Las Cheblas, la noticia en "El imparcial" de Madrid con fecha 3 de agosto de 1900 explica al lector el doble crimen perpetrado en la Sala de los Tapices de la Seo de Zaragoza.

Un caso especial lo constituye En la feria de Ayerbe. La historia se transmite a la autora por vía familiar. Lo desvela la dedicatoria: "A mi bisabuela Engracia Oberé, que vino de Losanglis". Este relato presenta notables diferencias con respecto a todos los demás. Comienza, como ya sabemos, "en medio del asunto". Pero de forma inesperada, a la mujer se le ofrece un coprotagonista, Nicolás de casa el Socarrau, del que aporta los suficientes datos para que el lector conozca al "mozo viejo" -casi un personaje de novela de realismo mágico- con quien Engracia va a compratir su vida.

Y en la mitad del camino a su nuevo hogar, planta Carmen Romeo un grupo de fragolinas, que toma la palabra colectivamente y le da la bienvenida: "Pronto serás una más". Pero le hacen un oscuro vaticinio, que en realidad señala el futuro: Aquí las mujeres están destinadas a "parir, sufrir y sobrevivir en silencio".

Pero aún hay más, este es el único cuento de esta colección en el que se tiene noticia futura de la protagonista: nunca pudo mirar a los hombres que feriaban mujeres en Ayerbe.

El menú de santa Lucía cuenta el origen tradicional de las fiestas de santa Lucía y san Nicolás, fiestas de las chicas y de los chicos, respectivamente. La autora, con fino olfato literario, rescata una canción dedicada a la santa:

Santa Lucía los ojos perdió

Cristo en un plato se los recogió

¡Gloriosa santa Lucía!

Por Dios os pido limosna,

p´astas pobres estudiantas,

que van muy flojas de bolsa.

¡Viva santa Lucía!

La canción, que nos atrevemos a considerar una adaptación de alguna otra preexistente, es quizá fruto de algún ingenio local que quiso dotar a la procesión de las niñas de un canto propio. En cualquier caso, sea cual sea su origen, resulta muy atractiva. En los primeros dos versos se adscribe al neopopularismo surgido en el siglo XIX que dio frutos hasta bien entrados los años treinta del siglo XX y reinterpreta, con un toque de gracia, el martirio de santa Lucía.

A partir del cuarto verso, se convierte en una canción casi goliardesca, de estudiantes pobres (sopistas), de las que hay múltiples muestras desde el siglo XI en latín[5]. Hay también gran cantidad de frases en castellano sobre este mismo asunto –“Bolsa de pedigüeño siempre vacía”–, pero siempre atribuidas a hombres; las mujeres nunca usaban bolsa.

Pero el quinto verso depara otra sorpresa: p´astas pobres estudiantas, en tres palabras utiliza dos vulgarismos, que no dos aragonesismos, pero se pretende hacerlos pasar por tales. Si se aceptan como propios del habla local, entonces el poema se inscribe en la literatura popular regionalista, de la que en Aragón hay gran cantidad de ejemplos.

… Y así el lector puede ir deteniéndose en todas y cada una de sus páginas y encontrar el recurso narrativo que la autora emplea, porque se trata de cuentos muy literarios, con un uso impecable de la lengua. La autora extrema el cuidado en este aspecto y hace convivir palabras antiguas, voces cultas y voces locales –a veces reproducidas con su pronunciación popular– que aparecen sobre todo en sus cuentos dialogados.

Pero aún es necesario destacar otro aspecto muy importante de este libro: su innegable interés etnográfico.[6] Carmen Romeo recoge en De la roca nacidas las historias, las tradiciones y la vida imperantes en una comunidad que conoce muy bien, El Frago, y refiere lo que atañe a un grupo específico dentro de ella, las mujeres; todo inscrito narrativamente en un tiempo pasado, o un tiempo de memoria de costumbres de ese pueblo o bien, un tiempo de recuerdo personal.

Por sus 162 páginas, desfila una multitud de palabras, objetos, herramientas, oficios, usos y costumbres que ayudan a comprender mejor la vida en esta localidad de las Cinco Villas zaragozanas. Hay relatos que son, en ese sentido, un verdadero filón. Así, La Mamesa, La tinajica de Biescas, Ese día parecía una novia aportan muchísima información sobre los ajuares y su importancia en la vida cotidiana.

En la feria de Ayerbe nos da a conocer el antiguo y muy sorprendente uso de feriar mujeres.

Pero entre todos destaca El baile de Salomé. En él, Valera, otra protagonista soñadora, descubre al lector, en la portada de la iglesia de san Nicolás de Bari, un capitel del siglo XII que muestra una mujer de abundante cabellera bailando. La maestra –una de las piezas claves de muchas de estas historias– y una oportuna nota al pie explican al lector que el escultor conocido como el maestro de Agüero lo había modelado.

Salomé, la fascinante mujer que danzó ante Herodes y pidió en recompensa la cabeza de Juan Bautista, no tuvo cabida en La ciudad de las damas de Pizan. Pero es la protagonista de este relato y nos descubre que esa localidad, aparentemente tan aislada, tuvo otra vida muy distinta en el pasado, como revela el parentesco de su capitel con otros de bailarinas sitos en las iglesias de Agüero (Huesca), Ejea de los Caballeros (Zaragoza), Biota (Zaragoza) y Huesca, obras del mismo escultor.[7]

En esta serie de relatos la autora ha procedido como el artista que, fijando un marco -geográfico en este caso- y creando los relatos para usarlos como teselas, ha empezado a construir un mosaico complejo, lleno de matices y de indudable valor etnográfico, en el que las fragolinas y sus familias se puedan reconocer.[8]

Y la combinación de literatura y etnografía da en De la roca nacidas un resultado magnífico.

Francisca Soria Andreu



[1]Se titula Livre de la cité de les dames. Fue excepcional autora de treinta obras literarias.

[2]Cfr. Eneida, Virgilio. gensque virum truncis et duro robore nata”, Libro VIII, verso 315.

[3]Errata en el índice que le da entrada en la página 57 y es la 61.

[4]Y ya en el siglo XX, autores como Lorca han utilizado la prensa con el mismo fin. Todas sus tragedias tienen ese origen, aunque la más conocida sea Bodas de sangre, que conoció por el periódico “El defensor de Granada”.

[5]Muestras importantes son Carmina Cantabrigensia (Cambridge, siglo XI), Carmina Rivipullensia (Ripoll, siglo XIII) y los famosos Carmina Burana.

[6]Desentendiéndonos aquí de la definición general de la etnografía como el estudio de las razas o los pueblos y aceptándolo en su sentido más moderno, es decir, el conocimiento de cualquier grupo humano.

[7]Se encuentran en las iglesias de El Salvador de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), en San Miguel de Biota (Zaragoza) y en San Pedro el Viejo (Huesca).

[8]Parafraseando a Ignacio Boix, bien podría titularse Las fragolinas pintadas por una de ella mismas.


 

1 comentario:

  1. ¡Gracias, Francisca! Hoy me siento tan feliz como tus alumnos cuando disfrutaban de tus clases. Has hecho un análisis definitivo.

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