domingo, 31 de enero de 2021

"De invierno", de Rubén Darío



Róbert Berény, Mujer dormida con jarrón negro


De invierno

En invernales horas, mirad a Carolina.
Medio apelotonada descansa en el sillón,
envuelta con su abrigo de marta cibelina
y no lejos del fuego que brilla en el salón.

El fino angora blanco junto a ella se reclina,
rozando con su hocico la falda de Alençón,
no lejos de las jarras de porcelana china
que medio oculta un biombo de seda de Japón.

Con sus sutiles filtros la invade un dulce sueño;
entro, sin hacer ruido; dejo mi abrigo gris;
voy a besar su rostro, rosado y halagüeño

como una rosa roja que fuera flor de lis.
Abre los ojos; mírame con su mirar risueño,
y en tanto cae la nieve del cielo de París.

(Rubén Darío, Azul, 1890)


Carolina

Rubén era poeta
y ya se sabe cómo son los poetas,
pero yo nunca he tenido un abrigo
de marta cibelina
ni un solo biombo de Japón.

Mi gato no es de angora,
es callejero,
y para qué quiero una chimenea
si en casa hay calefacción central.

Queda la puntualización más importante:
no nevaba en París,
llovía en Roma.

Pero besarme sí que me besó.

(Almudena Guzmán, Zonas comunes, 2011)


Dos versiones distintas, dos puntos de vista diferentes: el masculino en el poema de Rubén Darío; el femenino, en el de Almudena GuzmánLa escena de lujo y exotismo descrita por un yo masculino en este poema de Rubén Darío, tan representativo del primer Modernismo, y ambientada en París, meta de los modernistas, es "corregida" con cierta ironía en el poema de Almudena Guzmán y transformada en una escena cotidiana situada en Roma en un día lluvioso. Carolina, el personaje femenino del poema de Darío,  toma la palabra para desmentir a este, pues "ya se sabe cómo son los poetas": mentirosos, según  Platón, que proponía excluirlos de la república ideal.  Eliminados el lujo y el exotismo, sustituido París por Roma y la nieve por lluvia, permanece lo esencial, el beso del enamorado a la mujer: "Pero besarme sí que me besó", todo lo demás es accesorio y se presenta en el segundo poema como una invención del poeta.

El poema de Almudena Guzmán responde a la tendencia de la literatura actual a dar voz a los mitos o personajes literarios femeninos para que cuenten su propia versión de la historia literaria de la que forman parte.

Puedes leer sendos comentarios del texto de Rubén Darío en los siguientes enlaces:

3 comentarios:

  1. ¡Qué iconoclasta la tal Almudena.
    Y menos mal que se ha contestado con lo del beso y no ha contado el resto... jajaja
    Pues aunque hoy en día pueda parecer ridícula esa actitud lánguida (y machista si las señoras del hoy quieren verlo así) de los poetas clásicos, yo reivindico su arte, que sigue siendo fascinante y tiene el poder de transportarme a otros mundos y épocas mientras que los actuales son vulgarmente realistas y anclados en el feo presente, ¡hala
    Carlos San Miguel

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  2. Ambos poemas están separados por algo más de un siglo y son producto de distintas etapas históricas y estéticas. El poema de Rubén Darío es de una gran belleza formal, pero el de Almudena Guzmán tiene su gracia, creo yo.

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  3. Y crees bien; que no parezca que le he pillado manía jajaja. Es una metaliteratura (¿así se dice a la literatura dentro de la literatura?) muy divertida e inteligente.
    Carlos San Miguel

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